THE ROCKETEER DE DAVE STEVENS. HOMENAJES Y NIVELES DE LECTURA DE UNA OBRA ERRÁTICA
EDUARDO MARTÍNEZ-PINNA

THE ROCKETEER DE DAVE STEVENS

Homenajes y niveles de lectura de una obra errática

 

A modo de introducción

En la industria del cómic hay numerosas ocasiones en las que la obra que iba a ser publicada como la fundamental transita hacia el olvido y la que sería su complemento, el llamado fill in, asciende a categoría principal. Luego el tiempo la asienta, la acredita, la convierte en un clásico. Al gran ilustrador reciclado en artista de comic book, Dave Stevens, le sucede algo similar cuando realiza “The Rocketeer”, fascinante creación adscrita al circuito independiente que se publica como complemento, simple relleno, en los tres primeros números de la revista Starslayer editada por Pacific Comics. La historia principal lleva por título “Starslayer: The Log of the Jolly Roger”, obra de Mike Grell, autor con la suficiente ascendencia y prestigio en las grandes editoriales como para llevar a buen puerto una colección de fantasía en una de las llamadas independientes.

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Figura 1. Libro de Tarzán de Russ Manning para el mercado europeo, en el que colaboró Stevens.
 
Dave Stevens, californiano nacido el 29 de julio de 1955, es un asiduo visitante de la convención de cómics más famosa del mundo, la San Diego ComicCon, que cuenta con la presencia del joven autor desde antes de ser profesional. La insistencia, la vocación y las increíbles maneras de un bisoño Stevens le permiten trabajar como entintador para el mítico Russ Manning, una de sus grandes referencias en sus últimos trabajos previos a su prematura muerte, acontecida el 1 de diciembre de 1981. Para la franquicia Tarzan es uno de los colaboradores finales de Manning tanto en las páginas sindicadas (cómics distribuidos en la prensa realizados entre 11/12/1967 y 29/01/1978), como en los cuatro libros de cómics realizados para el mercado europeo en 1974 [Figura 1]. También es colaborador en el cómic sindicado Star Wars realizado desde el 11/03/1979 hasta el 10/10/1980. Stevens realiza las daily strips y las Sunday pages fechadas entre el 14 y 26 de julio, pues el titular, Manning, está ya terminal por el agravamiento de su cáncer.

Su carrera, inquieta, le lleva a la industria de la animación en 1977 trabajando en las más famosas productoras, entre las que destacan Hanna-Barbera y DePatie-Freeleng. Su trabajo también incluye la realización de storyboards, destacando de manera especial los efectuados para el film de Steven Spielberg Raiders of the Lost Ark en 1981, y el videoclip de Michael Jackson Thriller en 1982. Ha tenido una trayectoria en cómic tan escasa como brillante recompensada en sus albores con un premio de notable importancia como el ComicCon International’s Russ Manning Most Promising Newcomer Award, en 1982, en su primera edición, premio que se concede al artista revelación.

Stevens disfruta de una azarosa vida sentimental manteniendo una relación con la creadora “todoterreno” Laura Molina que se sirve de él como modelo (es un hombre bien parecido) en una serie de ilustraciones de contenido erótico inspiradas en aquel tórrido romance acontecido en 1978. El título de la obra es Naked Dave, y el desarrollo y la profundidad de la misma aparece en la página web (nakeddave. com) del mismo nombre [Figura 2]. Laura Molina ha sido además actriz, artista de cómics (alternativos, evidentemente) y fundadora y guitarrista del grupo new wave Tiger Lilly.

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Figura 2. Una de las ilustraciones de la serie Naked Dave de Laura Molina

En 1980 se casa con su novia Brinke Stevens (de soltera Charlene Elizabeth Brinkman) matrimonio que tan solo dura cinco meses. Charlene es una actriz especializada en el cine de horror y fantasía de serie B habiendo sido reconocida como scream queen o reina de los chillidos, término cinematográfico del mencionado género que alude a una bella y joven actriz, víctima de carnicerías y otras lindezas por el estilo. Presta como modelo su espléndida anatomía en varias de las esculturales bellezas que aparecen en “The Rocketeer”.

Cuando el artista comienza a disfrutar del esplendor de su carrera artística –piénsese que el volumen de su obra en la industria del cómic resulta algo magro– la fatalidad irrumpe en su vida en forma de enfermedad grave, una rara variante de leucemia que le hace entrar en la eternidad un 11 de marzo de 2008 dejando un legado tan escaso en cantidad como pródigo en calidad.

 

Pacific y Eclipse. Una confusa trayectoria editorial

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 Figura 3. Contraportada de Starslayer nº 3
El debut editorial de “The Rocketeer” tiene lugar en la revista Starslayer publicada por Pacific Comics en sus tres primeras entregas. Realmente, en el primer número (febrero de 1982), tan solo ocupa una página de anuncio, una especie de cubierta interior a modo de portadilla de brillante composición. En sus entregas segunda (abril de 1982) y tercera (junio de 1982) [Figura 3] se publican los posteriormente llamados capítulos primero y segundo (9 y 6 páginas cada uno) de la obra, que llegará a constar de un total de ocho. Estas 15 páginas provocan un torrente de entusiastas adhesiones. Están repletas de guiños a las diversas narrativas y mitos de la cultura popular, como los pulps, las sunday pages o los cómics en color de la prensa de los años treinta, los seriales cinematográficos y carteles y grabados de índole picaresca que han venido mostrando a lo largo de muchas décadas agraciadas señoras semidesnudas.

Starslayer es un comic book distribuido en el circuito independiente que se mantiene en el mercado durante 34 ediciones, la última fechada en noviembre de 1985. Publicado por Pacific Comics hasta su sexta entrega, es a partir de la séptima (agosto de 1983) cuando pasa a formar parte del fondo editorial de la también editorial independiente First Comics. La historia principal se titula “Starslayer: The Log of the Jolly Roger” [Figura 4], y relata las aventuras de un guerrero celta “teleportado” a una nave espacial del futuro por lo que la trama se mueve en un género puente entre la fantasía heroica y la space opera. Mike Grell es el autor responsable de sus primeros números, prácticamente los editados por Pacific, cediendo posteriormente la autoría de los guiones a John Ostrander mientras que la parte gráfica es obra de un expresionista Timothy Truman. La revista alberga dos famosos back ups que han tenido importantes publicaciones posteriores. El primero de ellos, “Grimjack”, se debe a Timothy Truman y se publica desde el número 10 (noviembre de 1983) al 17 (junio de 1984). El segundo, “Groo The Wanderer”, es la obra más conocida de Sergio Aragonés, se inicia en la quinta entrega (junio 1982) y es la segunda aparición de tan famoso personaje, tras su debut en el título Destroyer Duck nº 1, título de Pacific, que consta de siete números publicados entre junio de 1982 y mayo de 1984.

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Figura 4. Portada y contraportada de Starslayer nº 1

Mike Grell, nacido en 1947, es un dibujante artesanal dueño de un estilo personal, identificable, poseedor de una carrera dilatada de la que destacan notables obras, algunas de las cuales se citarán a continuación. “The Warlord”, probablemente su mejor título, es una serie que alcanza la nada despreciable cantidad de 133 entregas (la última fechada en diciembre de 1988) y que debuta en una revista genérica de DC Comics llamada 1st Issue Special en su número 8 (noviembre de 1975) para posteriormente alcanzar honores de serie principal con ese título en febrero de 1976. Mike Grell es el dibujante principal en los 52 primeros números (hasta diciembre de 1981), el 59 (julio de 1982) y el Annual 1 (1976). Es una interesante obra de fantasía, adscrita al subgénero de mundos perdidos, que bebe de las influencias de Jules Verne (especialmente de su novela de 1864 titulada Voyage au centre de la Terre) y del universo literario de Edgar Rice Burroughs en las novelas del ciclo Pellucidar.

Otra obra que también resulta destacable en su carrera es Tarzan, en su formato de páginas sindicadas, haciéndose cargo de la misma entre el 19 de julio de 1981 al 27 de febrero de 1983. En el circuito independiente, concretamente en la editorial First Comics realiza una serie llamada Jon Sable Freelance de 56 entregas fechadas entre junio de 1983 y febrero de 1988. Grell es el dibujante hasta el número 43 (diciembre de 1986) aportando a la obra una uniformidad de estilo que aunque resulta agradecido no deja de ser además áspero y hierático, algo forzado para una serie de aventuras, espionaje y alguna que otra textura erótica tributaria de un género con numerosos referentes.

Una de sus obras más renombradas la constituye el remozado de un héroe de DC Comics que se queda algo añejo, Green Arrow. El tratamiento de Grell consiste en una evolución hacia el lado realista de los cómics de superhéroes, según el patrón impuesto en aquella época por Alan Moore (Watchmen, 1986-87) o Frank Miller (Dark Knight Returns, en 1986). Una nueva visión para The Green Arrow a partir de una serie limitada con la etiqueta prestige de 3 números llamada The Long Bow Hunters, publicada entre agosto y octubre de 1987 que desarrolla una personalidad de Green Arrow que tiende hacia lo libertario, presentado a un hombre maduro, arruinado, que estrena un nuevo uniforme y que mantiene una relación no marital con su novia Dinah Lance, otra oscura heroína DC cuyo nombre de guerra es The Black Canary. Los guiones abordan temas para lectores maduros con crímenes sexuales, tortura, y en general suficientes formas de violencia presentes en un mundo hostil y cruel.

Merced al éxito obtenido como fill in en Starslayer, las siguientes entregas de la saga (capítulos 3 y 4) ven la luz en la efímera publicación de contenido variado Pacific Presents, concretamente en sus números 1 (octubre de 1982) [Figura 5] y 2 (abril de 1983) [Figura 6] con entregas de 15 y 12 páginas cada una y con un incuestionable incremento en la calidad gráfica y narrativa, que se traduce en una trama mejor vertebrada, mayor complejidad de los personajes y una influencia innegable de autores clave en el arte de la historieta como Alex Raymond, Al Williamson, Russ Manning, Bob Lubbers o Frank Frazetta, piedras angulares de un estilo tan clásico como actual, y que hoy por hoy se ve refrendado en trabajos de autores como Mark Schultz, Adam Hughes o Frank Cho.

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Figura 5. Pacific Presents nº 1 (1982). Figura 6. Pacific Presents nº 2 (1983).

Pacific Presents es una publicación de efímero paso por el mercado. Tan solo cuatro números, los dos primeros ocupados además de por The Rocketeer, por el superhéroe Missing Man, una de las múltiples obras del genial, inaccesible e incluso antipático Steve Ditko en momentos creativos de baja intensidad. Ditko, durante los años cincuenta, ha sido uno de los grandes peones de Charlton Comics en donde se especializa en historietas de terror impactantes, moralistas, plenas de sorpresa, que recuerdan el estilo de las desarrolladas por Bill Gaines y Albert Feldstein en la tan influyente como efímera EC Comics. Durante la década de los sesenta, concretamente entre 1963 y 1966 es el tercer pilar creativo de Marvel Comics (junto con Stan Lee y Jack Kirby) y suya es la autoría de personajes como Spider-Man (Amazing Spider-Man, los 38 primeros números y dos anuales desarrollados entre marzo de 1963 y julio de 1966) y Dr. Strange desarrollado en el comic book genérico Strange Tales entre sus números 110 (julio de 1963) y 146 (julio de 1966), uno de los cómics más originales concebidos en la formación del llamado Universo Marvel. Las diferencias irreconciliables con Stan Lee (según criterio del propio Ditko) le llevan a abandonar Marvel. Inicia un periplo por varias editoriales, regresando a Charlton y creando allí “The Question”, aparecido como complemento en la revista Blue Bettle que constó de cinco números entre junio de 1967 y noviembre de 1968, y que significa el remozado de un personaje extremo llamado “Mr. A”, serie que se publica en el comic book alternativo Witzend, dirigido por Wally Wood y publicado por Wonderful Publishing Company, durante sus primeros cuatro entregas fechadas en 1966-1967. “Mr. A” es una obra de fuerte componente liberal, adscrita a una ideología que mantiene fuertes reparos con el control estatal y que actualmente tendría lazos comunes con el llamado Tea Party. Durante estos años (1966-1967) trabaja en las revistas de Warren en blanco y negro, en especial para Creepy, realizando cortas historias de terror con la impronta de calidad que ha caracterizado a esa editorial siguiendo los guiones del siempre eficaz Archie Goodwin. Ingresa en DC en el mismo momento que lo hacen buena parte del staff artístico de Charlton, esto es Dick Giordano o Dennis O’Neill, entre otros. Su obra clave para DC consiste en la creación del extravagante personaje The Creeper (un duro y conservador periodista de opinión que se convierte en el alegre y sicótico duende asesino) aparecido en el número 73 del genérico Showcase fechado en febrero de 1968 al que siguió una efímera serie llamada Beware the Creeper que se mantuvo durante 6 números puestos en el mercado entre mayo de 1968 y abril de 1969. Su periplo por las diversas editoriales continúa en su regreso, primero a Charlton, posteriormente a DC, dando curso a Shade The Changing Man con 8 entregas aparecidas en junio de 1977 y canceladas en agosto de 1978, y finalmente a Marvel interviniendo en títulos tales como The Machine Men, iniciada en abril de 1978 y dibujada por Ditko entre sus números 10 y 19, y The Micronauts iniciada en enero de 1979 para hacerse cargo de los Annuals de 1979 y 1980. En su última época, su creatividad halla hueco en editoriales independientes como Pacific, Eclipse, First o Dark Horse. Uno de los grandes genios de la industria del comic book, poseedor de una obra tan prolífica como cargada de genialidades.

El tercer número de Pacific Presents (marzo de 1984) acaba con el serial “Missing Man”, y da origen a un personaje de Tim Conrad llamado “E. Eerie Smith”. La cuarta entrega (junio de 1984) incluye títulos realizados por Tim Conrad y Mal Keefer con guiones de Bruce Jones. “Missing Man”, final creativo de Steve Ditko, es el serial emblemático del comic book genérico Pacific Presents, y es obra que tuvo su debut como back up del comic book de Pacific Capitain Victory and the Galactic Rangersen su sexto número fechado en septiembre de 1982, obra de un Jack Kirby en horas bajas. Capitain Victory and the Galactic Rangersfue un título de trece entregas (entre noviembre de 1981 y enero de 1984) con una trama coincidente en muchos aspectos con la aclamada saga de dioses y superhéroes llamadaNew Gods, conjunto de series realizadas para DC entre 1971 y 1974.

Pacific Comics es una editorial surgida al amparo de una librería especializada ubicada en San Diego (California), regentada por los hermanos Bill y Steve Schanes. Cuenta con una distinguida pléyade de autores consagrados (citados en líneas precedentes) en otras editoriales y su crecimiento viene arropado en el fenómeno del mercado de la venta directa además de mantener los derechos de autor de su staff creativo. Su quiebra se explica por la competencia existente entre editoriales independientes que se reparten una franja de mercado que resulta insuficiente para todas. Se mantiene en activo desde 1981 a 1984. Buena parte de su activo pasa a formar parte de su competidora Eclipse Comics.

Pacific Presents en particular, y la editorial Pacific en general, cancelan “The Rocketeer” que acaba bruscamente (por quiebra de la compañía) con un cliffhanger que, afortunadamente, se resuelve en noviembre de 1984 con la publicación del número The Rocketeer Special Edition, editada por la también independiente Eclipse Comics, que al albergar la quinta entrega de la serie (quinto capítulo) de 21 páginas proporciona a la misma un final coherente. La portada de esta revista es una ilustración pensada para ocupar el que sería quinto número de Pacific Presents como bien se aprecia en las figuras 7 y 8.

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Figuras 7 y 8. The Rocketeer Special Edition recupera el inédito Pacific Presents nº 5.

Eclipse Comics quiere redondear ingresos con la ya franquiciada “The Rocketeer” y publica las 63 páginas (portentosas) en un libro, en el número 7 de la colección Eclipse Graphics Comics [Figura 9] con fecha de septiembre de 1985 y que recibe un premio Kirby en 1986 en la categoría de mejor novela gráfica. La historia del hombre cohete obtiene de esta manera un formato de lectura adecuado que compensa sus entregas erráticas, difíciles de rastrear, en tres tipos de revistas diferentes y en dos editoriales distintas. El libro contiene la historia completa que Stevens ha dejado con un final abierto, de cómoda lectura y con un argumento bien hilvanado pese a ser ligero y en ocasiones banal. Mezcla armoniosa de géneros de la literatura pulp entre los que destacan el de espías, aviación, algún componente erótico y una traza de superhéroes que se caracteriza por la uniformidad mecánica que aporta poder al héroe, además de suministrarle una personalidad dual merced al casco que oculta su rostro. El libro cuenta con una introducción del escritor Harlan Ellison que encomia la publicación, y como tal fue publicado en España en 1991 por Ediciones Zinco. La obra, esta primera parte, tuvo una primera edición por entregas en el extraordinario magazín de Toutain Editor Ilustración Comix Internacional en sus entregas 48 a 53 en 1988.

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Figura 9. Ilustración para la portada de Eclipse Graphic Comics nº 7 (1985). 
The Rocketeer, en su primera parte, cuenta como colaborador gráfico con el entonces poco conocido Jaime Hernandez, uno de los grandes autores del cómic alternativo, comprometido junto a su hermano Beto con la editorial Fantagraphics Books, para la cual realiza la serie 50 números Love and Rockets entre julio de 1982 y mayo de 1996. El estilo del genial autor evoluciona desde unos argumentos de fantasía, insustanciales e inconexos, hasta el devenir diario de un grupo coral (Locas) en una población californiana con marcado porcentaje de habitantes mejicanos producto de la inmigración, ya sea legal o ilegal. Su obra posterior, cada vez más madura, cada vez más interesante, la constituyen las expansiones al universo de Locas, representadas en series como Whoa Nellie! (3 números entre julio y septiembre de 1996), Penny Century (7 números entre diciembre de 1997 y noviembre de 1999), y el nuevo volumen de Love and Rockets (Vol. II) de 20 números editados entre enero de 2001 y junio de 2007, al que habría que añadir un título posterior llamado Love and Rockets: New Stories, con (hasta el momento) cuatro entregas de cadencia anual entre 2008 y 2011.

Eclipse Comics es una editorial fundada en 1977 por Dean Mullaney en Staten Island, Nueva York, aunque a lo largo de su trayectoria mercantil ha desplazado su razón social a otros estados como Missouri o California. Ha sido pionera en la edición de libros de cómics, posteriormente llamados novelas gráficas, historietas de todos los géneros realizadas por un ecléctico y competente grupo de autores, muchos de ellos contrastados, y edición de libros teóricos motivados por el saber enciclopédico de la que fue una de sus mejores directoras editoriales, Catherine Yronwoode. Como cualquier compañía independiente, ha basado su política editorial en el respeto de los derechos de autor, además de su acción comercial en el mercado de venta directa. La crisis de este mercado, la competencia feroz con otras editoriales independientes y la destrucción de buena parte de sus almacenes han dado al traste con su gestión comercial, por lo que la editorial se clausura en 1993.

 

The Rocketeer Primera Parte. Homenajes y niveles de lectura

La obra de Dave Stevens está plagada de homenajes, pequeños y grandes, además de continuas referencias a la cultura popular (cómics, pulps, cine de género y de serial, teatro musical o girl good art) que proporcionan al lector una surtida colección de guiños que realza su lectura. Stevens, además de rendir culto a la aeronáutica, materia en la cual se manifiesta como un letrado, ambienta la obra en una época (años treinta del siglo XX) y una geografía muy cuidadas (California y sus aeródromos). La obra presenta una sugestiva calidad narrativa a base de una construcción basada en una diagramación y distribución de viñetas que acentúan el efecto dramático con paneles irregulares, efectos zoom, efectos de velocidad y dinamismo en general, primeros planos, planos generales explicativos, viñetas verticales que resaltan acciones de caídas y ascensiones propias de un subgénero como el de la aviación y grandes splash pages de atinadísima puesta en escena que certifican la calidad gráfica de su autor, de manera especial en las composiciones con presencia de agraciadas damas. Pese al realismo naturalista que el autor exhibe con soltura, realismo que tiende a hacer estática la narrativa, ésta resulta con suficiente dinamismo merced a la diagramación irregular y el montaje de las viñetas.

Pese a la magnífica ambientación de los años treinta del pasado siglo XX, se introducen en el relato tres homenajes propios de los años cincuenta. El primero de ellos hace referencia a la presentación de las aventuras del héroe The Rocketeer, que según se ha dicho en párrafos anteriores tiene lugar en una portadilla [Figura 10] publicada en el primer número del cómic Starslayer (febrero de 1982). La ilustración es una brillante composición que rinde tributo a las primeras páginas con las que el maestro Will Eisner comienza cada una de sus aventuras de The Spirit. En este caso se inspira en la realizada para “The Jewel”, episodio fechado el 12 de marzo de 1950 [Figura 11].

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Figura 10. Portadilla con la presentación de The Rocketeer en Starslayer nº 1 (1982). Figura 11. Portadilla de Will Eisner para el episodio de Spirit titulado "The Jewel" (1950).

Uno de los guiños más especiales (y el segundo de los grandes homenajes) es la correspondencia del héroe, Rocketeer, con su inspiración de personaje del celuloide, Commando Cody, también conocido como Rocketman [Figura 12], personaje principal de varios seriales cinematográficos protagonizados por George Wallace y producidos por Republic, de títulos tan olvidados como King of the Rocketman (1949), Radar Men from the Moon (1952) [Figura 13] y Zombies of the Stratosphere (1952). A esos tres seriales hay que añadir una serie de televisión de 1955 llamada Commando Cody: Sky Marshall of the Universe (1955).

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Figura 12. Fotografía dedicada por George "Commando Cody" Wallace. Figura 13. Cartel de Radar Men from the Moon (1952).

La tercera gran inspiración de los mitos de los años cincuenta es la creación del personaje Betty, novia del protagonista, con los rasgos y el carácter (presumiblemente) de la curvilínea pin-up Bettie Page (abril de 1923-diciembre de 2008). Es una modelo de publicaciones eróticas de suave componente fetichista y masoquista además de ser una actriz de películas baratas de contenido ingenuamente erótico. Betty, Bettie Page, es uno de los principales hallazgos de la obra y soporte carnal de la misma. Si bien es abundante su imaginería y bibliografía, a comienzos de la década de los ochenta era un icono aun por descubrir. Su presencia en el cómic ciñe al mismo como parcialmente tributario del good girl art, género que narra aventuras de chicas guapas (además de aguerridas y osadas) con contenidos argumentales más o menos picantes y más o menos pedestres. Bettie Page es una efigie con una extensísima iconografía. La más glamourosa aparece publicada en la revista Playboy de la que fue favorita (playmate) en enero de 1955 [Figura 14], posando en la fotografía principal en casi total desnudez, tan solo tocada con un gorro de Papá Noel, en un famoso retrato firmado por la fotógrafa Bunny Yeager. Actualmente se la puede considerar como una de las más grandes pin- ups de todos los tiempos. Su imagen ha roto muchos de los tabúes sexuales al simbolizar un estereotipo de belleza sana con una erótica que pugna por salir a la superficie. Unas formas contundentes, una sonrisa refrescante y una imagen que evoca a las campesinas de carnes generosas plenas de franqueza sexual [Figuras 15 y 16].

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Figura 14. Bettie Page
en Playboy (1955).
Figuras 15 y 16. Dos apariciones de Betty, la novia del protagonista.
Un claro homenaje de Dave Stevens a Bettie Page.

Un sueño erótico de concupiscencia inocente que el comité investigador de publicaciones periódicas presidido por el senador Estes Kefauver (famoso por la investigación que relacionaba de manera muy arbitraria la lectura de comic books con la delincuencia juvenil) intenta involucrarla como puente entre ésta y la pornografía. El mismo comité la sienta en el banquillo en 1957, y es el propio Kefauver quien le pregunta por su ausencia de recato al exhibirse en ropa interior en todo tipo de publicaciones. La desinhibida y famosa pin-up afirma sentir escasos pudores aunque eso sí, sobre ella lastra la imposición de unas normas acomplejadas que cursan con un incremento de censura en las publicaciones de prensa. La declaración en el comité presidido por su señoría deja en ella secuelas suficientes para justificar el estrechamiento de su horizonte laboral, un carácter que se avinagra y un rastro que se disipa repentinamente ese mismo año. En la década de los ochenta del pasado siglo mantiene una relación de amistad basada en la admiración mutua con Dave Stevens, que además le presta su apoyo en el cobro de los emolumentos devengados por el uso de su imagen en el cómic The Rocketeer, creando un precedente para futuras (y numerosísimas) explotaciones de su imagen. Betty, la Bettie Page de ficción, es una creación única que aporta a la obra ironía, sensualidad y un plus de comicidad.

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 Figura 17. Cuarta página del segundo capítulo.
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 Figura 18. Amazing Spider-Man nº 42 (1966).
No deja de ser sorprendente la estructurada introducción del personaje en la trama de la obra [Figura 17], concretamente en la cuarta página del segundo capítulo. Unas piernas enfundadas en medias con liguero en una viñeta que es incapaz de contenerlas, unas formas dorsales de contoneo sensual vestidas con una elegancia atrevida, y un plano americano con el rostro sonriente que recuerda por su postura en jarras y una chaquetita grácilmente colgada de su antebrazo, a la mismísima Mary Jane Watson cuando se presenta ante un asombrado Peter Parker, Spider-Man, espetándole la famosa frase “Face it Tiger… You Just Hit the Jackpot!” (Amazing Spider-Man nº 42, noviembre de 1966), obra de Stan Lee y John Romita, uno de los momentos más “excelsior” de Marvel Comics [Figura 18].

Una de las viñetas-escena que define esta primera parte de la obra se corresponde con la majestuosa splash page (página 8 del capítulo 4) en la que una pudorosa Betty exclamaWOW![Figura 19] cuando la pillan desnuda y haciéndose un book de fotos para promocionarse en el showbusiness. El cuerpo de la dama es el de Charlene Brinke [Figura 20], mujer de Stevens y modelo de extraordinarias formas anatómicas. En la espléndida escena figura un enfadado fotógrafo llamado Marco de Hollywood, tipejo sórdido y embaucador de evidente protagonismo que consigue deslumbrar y posteriormente fugarse con la novia del protagonista con quien huye de California a Nueva York, desplazando a esta ciudad la acción de la segunda parte de la serie. Marco toma la fisonomía del fotógrafo especializado en erotismo Ken Marcus (véase figura 19), uno de los profesionales más acreditados del ramo, presente en revistas como Penthouse y Playboy durante muchos años. Su trabajo es abundante, encontrándose mucha de su obra en la red, de manera especial en sus propias web pages.

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Figura 19. Splash page con la sesión de fotos de Betty y Marco. Figura 20. Fotografía de Carlene Brinke, mujer de Stevens.

La trama de la historia trascurre en la California de los años treinta, con la aeronáutica a punto de convertirse en una gran industria que acoge a un variopinto personal, el más destacable aquel que pulula por los aeródromos. Pilotos, promotores, pasajeros con rumbo, pasajeros sin rumbo, ingenieros y mecánicos. Es precisamente un mecánico, Peevy (aparece retratado con gorra en las figuras 7, 8 y 9), el personaje que asume el arquetipo de figura entrañable con matices paternales bien sea por una dependencia laboral, bien sea por una devota amistad con el protagonista. Un protagonista que es el mismo Dave Stevens (aparece retratado en las figuras 2, 3, 6, 9, 22, 28, 30 y 34), que se hace un auto homenaje al “interpretar” el papel dual de The Rocketeer y su alter ego, Cliff Seccord, piloto de prototipos aeronáuticos, amigo de Peevy, novio de Betty y héroe por casualidad. Una relación paradigmática, presente, sin ir más lejos en el arte cinematográfico, pues sin necesidad de forzar parecidos, la figura de Peevy toma cierta semejanza (como personaje de carácter) con Walter Brennan, amigo fraternal y dependiente emocional de Harry Morgan / Humphrey Bogart en la cinta To Have and To Have Not, o de Tom Dunson / John Wayne en Red River ambas de Howard Hawks, filmadas en 1944 y 1948 respectivamente.

Peevy, realmente tiene el rostro y sirve de homenaje a Doug Wildey, un extraordinario artista de comic book y cartoonist, amigo y compañero de Dave Stevens, en aquellos momentos a punto de publicar la que sería su mejor obra en la industria, el western “Rio” serializado en varios de los números (concretamente en el 1, 2, 5, 9 y 10) del comic book genérico Eclipse Monthly (10 entregas entre agosto de 1983 y julio de 1984). La trayectoria profesional de Doug Wildey, autor prácticamente desconocido en España, está salpicada de interesantes obras realizadas en diversos formatos. Como autor sindicado de tiras diarias en la prensa destacan obras como “The Saint” para el New York Herald-Tribune Syndicate sustituyendo a Bob Lubbers y ocupando la cabecera entre 1960 y 1962. Más interesante resulta “Ambler” para Chicago Tribune-N. Y. News Syndicate que narra las aventuras de un músico itinerante en un tono que oscila entre una moral añeja y la libertad que venían pregonando los jipis en su película más emblemática, Easy Rider, dirigida por Dennis Hopper (y probablemente por Peter Fonda, aunque figure en los créditos como productor), en 1969. Como autor de comic books, su trabajo ilustra revistas de muchas editoriales en numerosas series, destacando The Oulaw Kid (Atlas), Sgt Rock, Jonah Hex o Blackhawk (DC Comics) y Tarzan (Western Publishing). Entre 1962 y 1966 su talento creativo busca puerto en el cine de animación estando presente en las más famosas productoras como Hanna-Barbera, o DePatie-Freeleng.

Un cada vez más inspirado Dave Stevens rinde homenaje a Lester Dent, autor de la franquicia Doc Savage difundida en formatos tan variados y populares como la literatura pulp, cómics, seriales de radio y películas. Doc Savage, inicialmente, comprende un total de 181 novelas publicadas por Street and Smith de 1933 a 1949. Esa misma editorial publica 20 números en comic book desde mayo de 1940 hasta octubre de 1943 siendo el dibujante más conspicuo William A. Smith. La carrera en cómic de este personaje se desarrolla en varias editoriales como la californiana Gold Key en noviembre de 1966, DC Comics con dos series, una de 4 entregas (noviembre de 1987 a febrero de 1988) y otra de 24 entre noviembre de 1988 y octubre de 1990, Dark Horse con una limitada de 4 números entre septiembre y diciembre de 1995 y otras editoriales de menor peso en el mercado como Skylark, Millenium o Innovation. La calidad gráfica más evidente que ha disfrutado la franquicia creada por Lester Dent está publicada por Marvel, inicialmente en un comic book de 8 números (The Man of Bronze) aparecidos en el mercado entre octubre de 1972 y enero de 1974, con la colaboración gráfica de un inspirado Ross Andru en la mayoría de sus entregas. Las publicaciones mejoran en prestancia con la salida al mercado de un magazín en blanco y negro, 8 magníficas entregas editadas entre agosto de 1975 y mayo de 1977, obra de Doug Moench con dibujos de John Buscema y Tony de Zúñiga, en muchos de sus números, relatando historias ajenas al universo de Dent pero dotadas con la precisión y la capacidad narrativa de su equipo autoral, al que se le añade el prestigio de la división de cómics Marvel en blanco y negro dirigida por Archie Goodwin. Esta salida al mercado coincide además con el estreno de Doc Savage, The Man of Bronze (1975), cinta escasamente afortunada dirigida por un artesanal Michael Anderson y protagonizada por la entonces estrella televisiva Roy Ely. El cómic culminante sobre Doc Savage (o al menos sobre sus esencias, pues comparte argumento con las historias hardboiled) es obra de Gil Kane que firma un relato titulado His Name Is Savage editado por Adventure House Press en junio de 1968. Obra que se recrea en la violencia y el sadismo en la que tan solo se realiza una entrega de 52 páginas con caracteres tipográficos, tanto en los globos de diálogo como textos de apoyo. La frialdad de la tipografía y lo novedoso del formato fueron insuficientes para aportar a la obra un éxito merecido, quizás por ser un soporte editorial adelantado a su época, o simplemente por requerir que la masa lectora estuviese constituida por un público maduro.

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Figura 21. Monk y Ham irrumpen en la sesión fotográfica de Betty. 
El particular guiño de Dave Stevens a las historias de Dent se materializa en el protagonismo que adoptan dos personajes del mundo de Doc Savage en el rol de agentes del contraespionaje de los EE UU. El primero de ellos, Monk, es en realidad el teniente coronel Andrew Blodgett Monk Mayfair, químico industrial de aspecto, volumen y medidas simiescas, con voz chillona, camorrista y máxima autoridad en la química industrial. Su compañero y binomio en la investigación es Ham, general de brigada Theodore Morlay Brooks, dandi, espadachín (su coqueto bastón envaina una afilada espada), luchador callejero y experto abogado licenciado en Harvard. La comicidad de Stevens hace que ambos personajes del universo pulp de Lester Dent irrumpan ante una “despelotada” Betty que se avergüenza en un principio y posteriormente se enfada [Figura 21].

The Rocketeer es una historia que como ya se ha referido se ciñe al género de la aviación, con un escenario que se ubica en la soleada California de los años treinta, por lo que la presencia de Howard Hughes debería hacerse notar. Dave Stevens utiliza esa referencia de modo indirecto al poner en boca de un ignorante Peevy, que los agentes del servicio secreto yanqui son en realidad agentes del señor Hughes. No solo eso. Confunde al dandi Ham (personaje que pertenece al universo de Doc Savage) nada menos que con Noah Dietricht, secretario y biógrafo del propio Hughes.

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 Figura 22 (arriba). El Gee Bee modelo Z.
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 Figura 23 (abajo). Boeing P-26 Peashooter.
El autor, apasionado de la aviación, ostenta unos conocimientos enciclopédicos sobre el tema demostrándolo fehacientemente al incluir en la historia un avión Gee Bee modelo Z [Figura 22], aeronave de carreras diseñada tanto para batir el récord mundial de velocidad (430 kilómetros por hora) como para conquistar la Thompson Trophy, derbi de 10 millas en zigzag que gana en 1931 pilotado por Lowell Bayless. El espectacular prototipo es construido por los hermanos Granville en Springfield (Massachusetts) manteniéndose activo entre su primer vuelo el 22 de agosto de 1931 y el último, acontecido un 5 de diciembre del mismo año. El espectacular raid se ha mantenido desde 1929 a 1961 y han sido pocos los años que no se ha celebrado. En la edición de1932 la corona de ganador se la ciñe Jimmy Doolitle futuro as de la USAF, responsable entre otras muchas acciones bélicas del bombardeo sobre Tokio en 1942. Ese apasionamiento a la aviación y al género que la explota tiene su apoteosis en el capítulo cinco (último de la primera parte) en una climática persecución final en el que están implicados el protagonista The Rocketeer en vuelo con su casco y mochila motor, el avión espía con una cabina de pilotaje de diseño similar a un saltamontes (prototipo Locust) y un Boeing P-26 Peashooter [Figura 23], otra interesante pieza de la aeronáutica. Un avión exclusivamente metálico (una primicia de la ingeniería) usado para el ataque a tierra durante la II Guerra Mundial pero cuyo primer vuelo, cuando aquel ingenio aeronáutico era tan solo un prototipo, tiene lugar el 20 de marzo de 1932.

 

The Rocketeer Segunda Parte. La edición en Comico y Dark Horse. The Rocketeer Adventure Magazine

The Rocketeer tiene una segunda historia publicada en el cómic específico The Rocketeer Adventure Magazine, de tres números que suponen los capítulos 6, 7 y 8. Los dos primeros son publicados por Comico en julio de 1988 y julio de 1989 de 15 y 13 páginas cada uno y aluden a los títulos “Cliff’s New York Adventure” [Figura 24] y “Nightmare at Large” [Figura 25]. La tercera entrega es mucho más larga, 28 páginas siendo la editorial que la publica Dark Horse en enero de 1995 con el título “Death Stalks the Midway”[Figura 26]. La vertebración narrativa se mantiene, incluso se supera, consumiendo los réditos aportados por la divertida y algo simplona primera parte. La serie gana enteros en sus aspectos más sobresalientes como son la majestuosidad gráfica, las referencias a la cultura popular y en estructurar las páginas con espectaculares splash pages y diagramaciones que potencian el sentido argumental.

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Figuras 24 a 26. De izquierda a derecha, números 1 a 3 de Rocketeer Adventure Magazine.

Una segunda parte con una narrativa más luminosa en trazos y volúmenes que se hace evidente gracias a la colaboración de asistentes tanto en los guiones como en los dibujos (a lápiz y a tinta). Profesionales de gran peso que aportan la sensación de estar ante un cómic más elaborado, que incluso coquetea con el mainstream y por lo tanto pone distancia (aparentemente) con los preceptos de independencia que se han venido empleando en los primeros cinco capítulos, esto es, la primera parte. Los escritores que apoyan a Stevens son los guionistas Paul DeMeo y Danny Bilson en la segunda y tercera entrega, mientras que en el equipo de dibujantes a lápiz se integran nombres tan conocidos como Mike Kaluta, Geoff Darrow y Gary Gianni (segunda entrega), siendo asistentes en la tercera el mismo Kaluta con aportaciones de Art Adams y Sandy Plunkett. Michael Kaluta, además de asistente, firma back ups relacionados con su magna obra Starstruck en los números primero y segundo, en definitiva, aquellos que han sido editados por Comico.

Art Adams es autor que tras una aclamada carrera en Marvel (que inicia con un Russ Manning Award) entra en Dark Horse siendo uno de los fundadores del efímero sello Legend, probablemente el grupo autoral más definido que ha mantenido una editorial. El staff que lo integra está formado por autores tan laureados como Frank Miller (Sin City), John Byrne (Next Men), Paul Chadwick (Concrete), Mike Mignola (Hellboy), Mike Allred (Madman) y Geoff Darrow (Hard Boiled). Su obra cumbre, integrada en Legend, es Monkeyman and O’Brien en formatos tales como series limitadas en comic book (tres números de julio a septiembre de 1996) y apariciones en la revista Dark Horse Extra.

Geoff Darrow es otro de los grandes y poco prolíficos talentos de finales del siglo XX, con estética similar a los autores europeos (Moebius realmente) y poseedor de un detallismo puntilloso que emplea con precisión cansina en el estudio de la violencia extrema. Su obra más representativa es Hard Boiled para Dark Horse (tres números entre septiembre de 1990 y marzo de 1992), Big Guy and the Rusty the Boy Robot también de Dark Horse y escrita como la anterior por Frank Miller (dos entregas entre julio y agosto de 1995) y Shaolin Cowboy escrita en colaboración con los hermanos Wachowski, y editada por Burlyman Enterteinment en siete entregas fechadas entre diciembre de 2004 y mayo de 2007.

Gary Gianni es un ilustrador con trabajos de gran prestigio que se ha implicado en la realización de las ilustraciones de las últimas ediciones de las novelas de Robert E. Howard. Su estilo académico y contundente se aprecia en la realización gráfica del cómic sindicado “Prince Valiant”, desde el 21 de noviembre de 2004 hasta el 18 de mayo de 2008. En su paso por la obra, ésta cumplió la friolera de setenta años.

The Rocketeer Adventure Magazine es otro de los comic book erráticos implicados en la publicación de “The Rocketeer”, de tan solo tres números, publicado por dos editoriales que tarda en completarse 7 años. Las dos primeras entregas están publicadas por Comico, editorial que a diferencia de Pacific y Eclipse (integradas por profesionales experimentados que sienten avidez por el reconocimiento de sus derechos de autor), su masa autoral está constituida por autores y editores jóvenes que centran el grueso del negocio en el mercado directo, constituyendo esta característica su fuerza (como en todas las independientes) y a la postre su debilidad, manifestada en su quiebra ocurrida en 1990. Su dirección se ubica en Norristown, Pennsylvania, y entre sus autores más granados destacan los posteriormente sustanciales Matt Wagner y Bill Willingham. Los dos primeros ejemplares de esta revista se enriquecen por la presencia de back ups o historias de complemento realizadas por Mike Kaluta sobre expansiones de una de sus obras más características, Starstruck.

Originalmente se trata de un musical neoyorquino obra de Elaine Lee, Norfleet Lee y Dale Place realizado a finales de la década de los años setenta del pasado siglo y que aprovechando los vientos tolerantes que por aquellas épocas impregnaban las artes creativas, hace escarnio a las girl guides, una especie de sección femenina de los boy scouts, asociación juvenil con unos estatutos tan rancios y conservadores como sus equivalentes masculinos. En la obra, las girl guides pasan a llamarse “Galactic Girl Guides”, grupo trasgresor con unos estatutos opuestos que pervierten (por llevar a la contra) las esencias del grupo en el cual se basan. Inicialmente, la intervención de Mike Kaluta en el proyecto no es otra que la realización del póster promocional de este, tan exitoso, musical de Broadway.

La implicación de Kaluta va creciendo hasta la creación de un cómic con esa nominación cuya carrera editorial resulta prolija. Desde una primera aparición en las páginas del magazín Heavy Metal en sus números 68 a 70 (1982), pasando por el número 13 de los libros de cómic Marvel Graphic Novel (1984), para seguir con dos limitadas en comic book, la primera en Epic(subdivisión de Marvel) de seis números de febrero de 1985 a febrero de 1986, y la segunda publicada por Dark Horse en cuatro números entre agosto de 1990 y marzo de 1991. La edición de la editorial californiana IDW Publishing de 13 números (agosto de 2009 a septiembre de 2010) finaliza, de momento, tan dilatada carrera. Dicha edición puede considerarse definitiva al englobar toda la producción que con este título se ha editado en tan variados formatos. Esta colección también incluye las dos curiosas historias que Kaluta realiza para las dos primeras entregas de The Rocketeer Adventure Magazine tituladas “Buy Buy Birdie” y “All Souped Up an’Nowhere to Blow”.

Mike Kaluta (1947) es un interesante autor de comic books estadounidenses con una carrera tan vasta como interesante. Sus obras más importantes son The Shadow para DC en 1973 y Starstruck (entre 1982 y 1991). Junto a autores como Bernie Wrightson, Jeff Jones y Barry Smith forma una comunidad artística, más de ilustradores y pintores que de autores de comic book (pese a que todos tienen una contrastada y poco prolífica carrera en la industria de la viñeta) llamada The Studio cuya sede se ubica en un loft de Chelsea en Manhattan. Su tiempo de asociación y convivencia queda reconocido en un libro de ilustración, un gran clásico llamado también The Studio editado por Dragon’s Dream en 1979.

La historia del hombre cohete y su bellísima novia acaba en enero de 1995, con la aparición de la tercera entrega de The Rocketeer Adventure Magazine editada por Dark Horse seis años después. Toda la segunda parte de la obra se compila en un tomo que lleva por título The Rocketeer: Cliff’s New York Adventure editado por Dark Horse en septiembre de 1996 cerrándose el ciclo argumental de manera definitiva, quedando la obra recopilada en dos volúmenes editados el primero de ellos por Eclipse en su colección Eclipse Graphics Novel número 7 (septiembre de 1985) y el segundo por Dark Horse.

Dark Horse es una editorial constituida en 1986 y ubicada en Milwaukie, Oregón. Está fundada por Mike Richardson propietario de una cadena de librerías especializadas. Su éxito empresarial la ha llevado de ser una independiente con trayectoria limitada, a una de las editoriales de cómics con más facturación de EE UU. Su filosofía se ha asentado en axiomas tales como la publicación de grandes autores de enorme gancho comercial, desamortizar el género de los superhéroes para evitar competir con las más grandes, Marvel y DC Comics, continuar con las series inacabadas de las independientes ya quebradas, operación que le aporta enorme prestigio en el gremio editorial, adquirir licencias tan jugosas como las basadas en éxitos cinematográficos y recuperar títulos con licencias que no se han renovado, caso de personajes de Robert E. Howard, Edgar Rice Burroughs o los de las revistas de James Warren. Su soporte editorial se aleja de series largas ilimitadas, prefiriendo las miniseries o números únicos lo que favorece la creatividad sin apenas rémoras en la productividad empresarial. Téngase en cuenta que las grandes series ilimitadas de cadencia regular y propias de las grandes editoriales, sufren de un daño artístico sensiblemente mayor al padecer sus autores una rutina y unos plazos de entrega, que chocan contra la esencia misma de la creación.

 

The Rocketeer Segunda Parte. Más homenajes. Enriquecimiento de los niveles de lectura

Si en la primera historia, buena parte de los homenajes declarados se centran en el universo de Doc Savage, obra de Lester Dent, en esta parte, tan noctívaga y urbana, en definitiva tan neoyorquina, las reseñas al pulp hacen referencia a The Shadow, serial radiofónico inspirado en 325 novelas casi todas ellas escritas por Walter B. Gibson con el seudónimo de Maxwell Grant. The Shadow ha seguido un tránsito muy similar al de Doc Savage. Publicado en novelas de Street and Smith, se simultanea con nuevas adaptaciones al serial radiofónico con colaboraciones interpretativas tan míticas como las debidas a Orson Welles y Agnes Moorehead, director además de protagonista y actriz principal de la mítica Citizen Kane (1941). Y por supuesto cómics, en editoriales como Street and Smith (107 números entre marzo de 1940 y agosto de 1949) y Archie Comics (8 números entre agosto de 1964 y septiembre de 1965).

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Figura 27. The Shadow # 3 (marzo de 1974) de O’Neill y Kaluta. 
DC Comics es la editorial que mejor rendimiento ha dado a este oscuro héroe. El comic book The Shadow es una serie limitada de 12 números que aparece en el mercado en noviembre de 1973, con inspirados guiones de Dennis O`Neill y extraordinarios dibujos de un lóbrego Mike Kaluta [Figura 27], que plasman unas historias ajenas al universo literario con la intención de eludir el recurso del “continuará…” por ser de escasa comercialidad, según criterios de aquella época. Con una perspectiva similar a la impuesta por Eisner en los episodios de The Spirit, en sus escasas páginas se condensa una acción suficiente para llenar un sólido relato. El ambiente y la época original de los pulps se conserva escrupulosamente. Los sórdidos callejones de Chinatown, los edificios derruidos o los potentes automóviles se mezclan sin artificiosidad con los lujosos clubes nocturnos de las grandes avenidas de Manhattan. El acertadísimo dibujo de Mike Kaluta, titular en las cuatro primeras entregas (noviembre de 1973 a mayo de 1974) y de la sexta (septiembre de 1974) recrea esta ambientación de una manera admirable hasta el punto de ser una de las piezas maestras de esta editorial, en uno de sus momentos clave de creatividad, “The Bronze Age”, época que se desarrolla desde finales de los década de los sesenta hasta 1978. Tras la marcha de Kaluta se hace con los lápices Frank Robbins, que pese a la grandeza de su trazo está ya en un periodo de decadencia. Los cuatro números que dibuja (el quinto en julio de 1974 y el tramo que va del séptimo al noveno, entre noviembre de 1974 y marzo de 1975) tienen bastante menos acierto. El protagonista de personalidad dual Lamont Cranston / La Sombra adquiere matices, que lo asemejan con el personaje Johnny Hazzard, si bien son matices que resultan artificiales, ilusorios, pues el concepto de héroe de ambos personajes es diametralmente opuesto. “Johnny Hazzard” es un cómic sindicado (publicado en tiras diarias y páginas dominicales desde el 5 de junio de 1944 hasta el 20 de agosto de 1977), magistral en su desarrollo, en su narrativa, en su grafismo… obra que sitúa a Frank Robbins en un merecido puesto de honor en la historia de los cómics. El final de The Shadow, los tres últimos episodios, son obra de Eufronio R. Cruz y resultan francamente mediocres. El último número, el 12, sale con fecha de portada de septiembre de 1975. Tras un limbo de 11 años DC reiniciaría al personaje en una limitada de 4 números obra de Howard Chaykin (entre mayo y agosto de 1986) y una serie de 19 entre agosto de 1987 y enero de 1989 con el arte como “ensuciado” de Bill Sienkiewicz en las seis primeras entregas.

El tránsito del personaje en cómic culmina (hasta el momento) con la limitada de Dark Horse realizada, de nuevo, por Mike Kaluta y publicada entre junio y julio de 1994, obra que va a remolque de la película de gran presupuesto y mismo título protagonizada por Alec Baldwin (quizá algo craso para solaparse con la personalidad del enjuto Lamont Cranston) y dirigida por Russell Mulcahy en 1994.

La imagen en cómic más característica del héroe pulp se corresponde pues con los dibujos que Mike Kaluta realiza para las cabeceras de The Shadow publicadas por DC Comics en 1973-74 y Dark Horse en 1994. En la segunda parte de The Rocketeer la presencia de Kaluta como asistente gráfico y el cameo de Lamont Cranston / The Shadow se puede considerar como un reencuentro entre el autor y su obra [Figuras 28 y 29], obra que en estas páginas toma el nombre de Jonas, héroe colmado de recursos y disfraces que vuela por el enmarañado skyline neoyorquino con un curioso modelo de autogiro, una de las sofisticadas piezas del armamento de este personaje. De nuevo se vuelve a documentar el gran conocimiento de Stevens por la aeronáutica al introducir en el relato un autogiro, aeronave mezcla de avión (vuelo progresivo) y helicóptero (aterrizaje y despegue vertical merced al rotor) inventado en 1920 por el ingeniero español Juan de la Cierva. La demostración de su valía tiene lugar en 1928 cuando vuela sin escalas desde Londres a París.

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Figuras 28 y 29. Dos páginas del cameo de The Shadow.

Entre los homenajes más pertinentes que engalanan estas páginas destacan referencias tan concretas como el mago Orsino, hombre de mundo relacionado con el pasado del héroe y compañero suyo en ferias y circos ambulantes. Orsino es un ilusionista que domina las artes escapistas de manera similar a como lo hacía el checo Harry Houdini (1874-1926). Tiene el aspecto físico y el elegante vestir de etiqueta del mago Mandrake (protagonista del cómic Mandrake the Magician creado por lee Falk y dibujado por Phil Davis). El aspecto de Mandrake [Figura 30] se inspira en el de los galanes de Hollywood de los años treinta del siglo XX, actores de contrastada elegancia, peinados con gomina, rasurados y con un bigotito minúsculo llamado de ceja. Aspecto similar al de estrellas de los estudios como Clark Gable, Errol Flynn, John Barrymore o William Powell, entre otros. “Mandrake the Magician” es un cómic distribuido por King Features Syndicate iniciado el 11 de junio de 1934, las tiras diarias, y el 3 de febrero de 1935 las páginas dominicales a color y que se cancela a comienzos de la década de los sesenta.

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Figura 30. Sunday page del 30 de agosto de 1936 de Mandrake the Magician.

La ficción, realmente portentosa, narra las aventuras de un mago pacifista y gentleman en todo tipo de escenarios, por lo que las historias rinden tributo a variados géneros y épocas, como el de aventuras propiamente dicho, la fantasía, el policíaco o los melodramas, con un agradable sentido del humor sustentado en una fina ironía. Mandrake (psicodélico nombre que se corresponde con el de una planta alucinógena, mandrágora, sustrato de variados medicamentos) va acompañado de un criado negro, Lothar, sobre el que ejerce el clásico paternalismo racista de la época, forzudo, leal y algo escueto de luces, que sirve de contrapunto cómico, además de ser un generador de acción o un vehículo para los diálogos o reflexiones del héroe.

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 Figura 31. Aparición de Rondo Hatton como Lothar.
Dicho contrapunto “sanchopancesco” inspira a Stevens para rendir otro atinado y algo torcido homenaje. Homenaje que recae en el actor acromegálico Rondo Hatton (1894-1946), que “interpreta” a un temible sujeto también llamado Lothar [Figura 31], malvado y a la vez patético villano, de gran papel protagonista en la última parte del relato. La acromegalia es una patología de origen hormonal que cuando se desarrolla en adultos produce un crecimiento excesivo de manos y rostro, deformando al sufrido paciente, en este caso al señor David Elkins verdadero nombre del actor, acabando con su antiguo aspecto atlético y bien parecido. Rondo Hatton es un actor de carácter (de manera obligada, debida a su enfermedad) y que su primera aparición en el filme Hell Harbor de Henry King (1930), da vida al propietario de un bar. Pese a haber participado en numerosas cintas su papel en los castings no ha sido suficientemente acreditado. Destaca su actuación en In Old Chicago (1937) también de Henry King interpretando a un fornido guardaespaldas o su intervención, prácticamente de extra, formando parte de la turba linchadora en la ejecución de inocentes en el crudelísimo filme de William Wellman The Ox-Bow Incident (1943). Un papel de mayor miga lo interpreta al dar vida al temible asesino Hoxton Creeper desenmascarado por Sherlock Holmes en The Pearl of Death dirigida por Roy William Nell en 1944, y probablemente la primera película de Holmes que añade terror al género del misterio.

Lo más insigne de su carrera se desarrolla en Universal Horror parcela orientada al terror, suspense o fantasía de Universal Studios que produce docenas de películas de terror tan imaginativas como baratas entre 1923 y 1960. Es en esta división, auténtico tesoro del cine de género estadounidense, donde Rondo Hatton alcanza los honores protagónicos en títulos tan curiosos y desconocidos como House of Horrors (se mete en el papel de un asesino maniaco y brutal a las órdenes de un artista vengativo que quiere matar a los críticos que no aprecian su obra) y The Brute Man (en el que interpreta a un antiguo futbolista deformado por un accidente que se trasforma en un asesino psicópata), ambas de 1946, ambas dirigidas por Jean Yarbrough y en ambas interpretando al monstruoso The Creeper. Stevens aporta un homenaje tan sentido como emocionado al actor olvidado, un conmovedor hermanamiento entre las industrias del cine y la historieta.

En la última entrega de la serie, editada por Dark Horse en enero de 1995, la narración se torna algo más compleja, se enriquece, al insertarse un corto e intenso flash-back que narra el pasado como escapista feriante del protagonista, en ese momento ayudante de Orsino y compañero de escena de Lothar. Según declaraciones del propio Stevens en entrevista realizada por John B. Cooke publicada en Comic book Artist nº 15 (noviembre de 2001), el pasado como artista de las fugas de Cliff Seccord constituye un particular y agradecido homenaje a Jim Steranko (1938), una de sus mayores influencias, creador al que más crédito concede y al que más debe según declaración propia. Steranko, además de ser un importante artista de la industria del comic book, ha sido gimnasta, músico, ilusionista, escapista y músico de rock ’n roll con una pasión desbordada por la literatura pulp y por las ilustraciones que las complementaban. Es autor de cómics desde 1965 y sus trabajos más interesantes comienzan con el comic book genérico de Marvel Strange Tales entre sus números 150 (noviembre de 1966) y 168 (mayo de 1968) que se prolonga con los primeros números del serial específico Nick Fury (números 1 al 5 entre junio y octubre de 1968), obra seminal en el arte de los cómics al fusionar su narrativa con la estética del collage y la ilustración de carteles, el pop art y el op art, dibujos y fotografías, complejas tramas mecánicas con colores luminosos y composiciones influidas por Salvador Dalí y Andy Warhol. En 1975 realiza Red Tide, curiosa obra consistente en una combinación de viñetas con texto tipográfico editado por Byron Preiss y que homenajea la obra del novelista hard-boiled Raymond Chandler. Outland es una obra basada en la cinta de Peter Hyams del mismo título (1980) que aparece publicada en la revista Heavy Metal entre sus números 3 (junio de 1981) a 7 (octubre de 1981) del volumen 5. Su erudición sobre el medio narrativo en viñetas le lleva a escribir el texto teórico de ampuloso título, The History of the Comics para Supergraphics en dos tomos fechados en 1970 y 1972, mientras que su pasión por la literatura pulp le hace ser ilustrador de portadas de unas 30 novelas de The Shadow editadas por Pyramid Books. Su enorme funcionalidad creativa le ha hecho merecedor de realizar diseños para la cinematografía, y en esta capacitación merece la pena recordar que es el responsable del aspecto del aventurero Indiana Jones con su chaqueta de cuero, la tralla y el famoso sombrero Stetson.

La textura gráfica del flash-back utiliza una paleta de colores más desvaídos, como un recuerdo menos nítido, una magistral utilización de un recurso del lenguaje del cómic tan antiguo como bien usado. Stevens vuelve a homenajear las espléndidas formas de sus modelos, en especial las de su ex esposa Brinke Stevens en la sensual modelo Ruby que con su promiscuidad desencadena una tragedia de pasión y celos.

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Figura 32. La viñeta superior de esta espléndida página encierra otro de los cálidos homenajes de Stevens al cine de terror Universal. La monstruosa figura y la desvalida niña evocan con fuerza a la cinta de Universal Frankenstein (1933), de James Whale. 
Como todo circo ambulante de connotaciones terroríficas y ambientado en los años treinta del pasado siglo, la referencia a la película de Metro Goldwyn Mayer Freaks de Tod Browning (1932) no se hace esperar [Figura 32]. Mítica cinta plena de crueldad y ternura que narra la historia de amor apasionada entre un ser deforme, un freak (en este caso un enano de circo) y una voluptuosa trapecista que se burla de la pasión de su contrahecho pretendiente. El terror se expresa en las deformaciones que los monstruos de barraca (un hombre tronco, una mujer barbuda, las hermanas siamesas, los hombres alfileres y otros seres más o menos grotescos) aplican a la bella trapecista para convertirla en una mujer gallina. Una cinta espléndida basada en la novela de Tod Robbins con un desarrollo narrativo que ha tenido importantes problemas con diferentes censuras merced, entre otras cuestiones, a la presencia de personas deformes que exhiben sus “distinciones” sin pudores.

Otras citas algo más imprecisas pero de reconocida sapiencia las constituyen la mención al coreógrafo Busby Berkeley. El fotógrafo Marco intenta colocar a su protegida Betty en alguno de los espectáculos montados por el gran Busby en Broadway, poco antes de ser famoso en el cine musical, fama adquirida gracias a sus complejas coreografías de formas geométricas que requieren la presencia de numerosas danzarinas originando un efecto caleidoscópico que se amplifica por la filmación del número musical desde ángulos inusuales, en especial picados. Sus actrices fetiche han sido Carmen Miranda (y sus tocados frutales), Judy Garland (el gran mito) o la nadadora Esther Williams, reina indiscutible del subgénero musical con coreografías acuáticas.

La magnífica primera viñeta del octavo episodio, un espléndido plano general nocturno del boardwalk [Figura 33] de Atlantic City, esconde otro competente homenaje que se expresa en las luces de un teatro que anuncia que el espectáculo del Gran Orsino va a ser precedido por Benny Goodman Orchestra, en referencia al rey del swing, fallecido en 1986, clarinetista y director de orquesta cuya música suele estar presente en las películas de Woody Allen, modelo e influencia musical del cineasta neoyorquino, que es clarinetista por afición en The New Orleans Jazz Band.

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Figura 33. Vista del boardwalk de Atlantic City.

 

La reconciliación de la obra con la industria. IDW Publishing. La edición definitiva

La última etapa editorial de esta obra, la que la convierte en obra cumbre, es acometida por la interesante editorial californiana IDW Publishing (Idea Design Works) ubicada en San Diego, California, fundada en 1999, es una de las cinco grandes editoras de cómics de EE UU. Su mayor tesoro lo constituye la llamada “Dean Mullaney’s Library of American Comics” colección de cuidadas ediciones de los grandes clásicos del cómic sindicado estadounidense. Pero también merecen mención aparte las ediciones de lujo a partir de originales mejorados en definición y color como es el caso de The Rocketeer: The Complete Deluxe Edition (2010) en una edición única que resulta definitiva.

Y una obra como The Rocketeer merece como pocas este tipo de edición. Su calidad y una errática cadencia de salida, que ha implicado a cuatro editoriales diferentes (Pacific, Eclipse, Comico y Dark Horse), la hacen acreedora de tan merecido honor. Son tan solo ocho entregas, la primera en abril de 1982, la última en enero de 1995, por lo que para su publicación completa se han necesitado 13 años, tiempo lo suficientemente dilatado como para hacerle un importante daño comercial. La compensación artística y la reconciliación con los lectores de esta obra tan sugestiva como escurridiza la lleva a cabo una editorial con los recursos de IDW Publishing recopilando las 120 páginas totales en una edición definitiva. Una edición definitiva responsable de una nueva impresión, coloración, notas y prólogos, así como el dar luz sobre la correcta y completa acreditación de los equipos creativos. Se han añadido portadas, portadillas, contraportadas, carteles, bocetos, pruebas ajenas a la censura y añadidos publicitarios. Una edición imperecedera para una obra que en su aparente ligereza oculta una estructura narrativa compleja, plena de estratos y rica en homenajes, que asume influencias de una escuela clásica entre cuyos más notables exponentes se encuentra la obra de Will Eisner, Frank Frazetta, Russ Manning, Al Williamson, John Romita o Jim Steranko. La historia planteada por Stevens en las primeras entregas ha madurado, presenta varios mantos de lectura, se enriquece con aportaciones del género del humor, melodrama (pasiones, venganzas y celos) e incluso el sugestivo terror inspirado en la cinematografía clásica estadounidense, en el actualmente llamado cine de culto. Y por supuesto en al arte de los cómics… en sus más variados soportes de edición.

The Rocketeer es un cómic cuya coartada para ser editado ha sido el servir de complemento de una publicación hoy olvidada. El tiempo, y sobre todo las nuevas y cuidadas ediciones han pulido y barnizado su carácter de obra alternativa para ubicarla en la gran categoría que siempre ha merecido. Un gran cómic con vocación de clásico, una edición de lujo que sitúa a Dave Stevens como un autor primordial y que, por desgracia, intensifica el drama por su prematura desaparición.

 

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 www.tebeosfera.com
 Figura 34. Ilustración para The Comics Journal # 117 (1987).
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TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2011): Eduardo Martínez-Pinna. Edicion de Félix López. Revisión y corrección de Alejandro Capelo y Javier Alcázar. · Imágenes tomadas de ejemplares originales.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
EDUARDO MARTÍNEZ-PINNA (2011): "The Rocketeer de Dave Stevens. Homenajes y niveles de lectura de una obra errática", en Tebeosfera, segunda época , 8 (1-VI-2011). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 30/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/the_rocketeer_de_dave_stevens._homenajes_y_niveles_de_lectura_de_una_obra_erratica.html