TIEMBLE DESPUÉS DE HABER REÍDO
El mestizaje de géneros es una práctica bien conocida y ha funcionado a la perfección cuando incluso se unen ideas tan alejadas como el western y la ciencia-ficción o el terror y la fantasía, pero sin duda el ingrediente estrella de estas mezclas ha sido casi siempre el humor, perfecto acompañante de cualquier género que se integra con naturalidad en las narrativas para crear discursos propios desde la integridad genérica, pero con excepción hecha de la difícil unión entre humor y terror. Mientras que la convivencia de géneros es, habitualmente, una práctica fructífera de mutualismo que mejora el resultado individual, en el caso del acercamiento de humor al terror se puede producir un efecto similar al del agua con el fuego: la risa apaga la necesaria tensión que exige un buen momento de miedo, de forma que la relación pasa a un parasitismo letal que fagocita por completo el horror en beneficio de la sátira como vencedor absoluto del impuesto matrimonio.
Es cierto que se puede evitar controlando de forma exquisita la mezcla, como da buen ejemplo la práctica del género de terror en el cine japonés, donde es costumbre la introducción de elementos humorísticos que, si bien desde la mirada occidental nos parecen anticlimáticos, no evitan que la angustia se instale en el espectador. Quizás en este caso, no se podría ni siquiera hablar de combinación de géneros, sino como de simples barras de contención que permiten mantener la contención a discreción del director para evitar llegar a la masa crítica antes de tiempo, demostrando de forma indirecta que la solubilidad de terror y humor es prácticamente imposible.
Sin embargo, existe una última opción: que la risa deje espacio para una reflexión amarga. Ese ejercicio genérico que toma forma definida en el “humor negro”, esa práctica que combina la crueldad más exagerada con la risa con el fin de promover una feroz reflexión sobre la propia naturaleza del ser humano y sus miserias. Quizás, la mejor expresión que define esta particular mezcla de géneros es el título de una de las secciones más recordadas del semanario satírico español La Codorniz, un espacio para el cuento corto que el director la publicación, Álvaro de Laiglesia, bautizó como Tiemble después de haber reído y fue firmada casi siempre por el escritor Rafael Castellano. En ella, cada relato desarrollaba con evidente humor un hecho cotidiano que, poco a poco, iba rotando en su intención para dejar en el lector un poso que terminaba siendo angustioso en tanto reconocimiento del horror que las situaciones cercanas al lector escondían. De alguna manera, el humor se convertía en el continente atractivo y dulce, en un precioso bombón que morder sin prejuicios para encontrar dentro un contenido amargo y difícil.
Cabecera de la sección ¡Tiemble después de haber reído! en La Codorniz. Fuente: Diego Areso (Twitter). |
Si tuviéramos que marcar un heredero natural de aquella sección, sin duda deberíamos señalar la serie Boogeyman de Mark Evanier y Sergio Aragonés, publicada por la editorial americana Dark Horse en cuatro comic books en 1998 y, posteriormente, recopilada en un único volumen. Al igual que aquellos cuentos de Castellano, Evanier y Aragonés practican el relato corto con un personaje bien conocido por el público aficionado al terror, el boogeyman, el hombre del saco que aterroriza los sueños de los niños. Los autores conectan con la tradición del cómic de terror americano marcada por los cómics de la EC y posteriormente de la editorial Warren usando la figura de Mr. Diggs como presentador y narrador de cada historia, que entrará en temáticas tan variadas como las dictaduras, la deforestación, las mafias, la conquista española, las bromas pesadas, la crítica o las armas, siempre siguiendo la estructura clásica de las historietas de los años cincuenta que escandalizaron al Dr. Wertham. Pero el final sorpresivo, que en los argumentos de Al Feldstein y Harvey Kurtzman tenían un sentido de cruel e inesperada justicia poética, tiene aquí una función bien diferenciada: la de provocar la reflexión sobre lo anteriormente leído para encontrar el espanto en la realidad cotidiana. Aragonés narra con indudable soltura, usando en algunos momentos estrategias de humor negro que recuerdan a las practicadas por autores como Alfons Figueras (Capdevila, 2010), especialmente en la plancha final de Mr. Diggs, donde es difícil no encontrar similitudes con series como Mr. Hyde o las planchas de Shock que había dibujado para revistas como Dossier Negro o Famous Monsters of Cinema. Sin embargo, el uso funcional del final sorpresivo es la clave de estas historias, pues define para Aragonés la dinámica narrativa de la historia corta: «En la televisión me gustan las historias cortas. Me encantaba La Dimensión Desconocida. Cualquier historia con un final sorprendente me llena la imaginación porque en eso consiste una pantomima: en el remate. No se puede contar el mismo chiste dos veces. El final es la parte más importante»[1].
Portada de la edición española de Boogeyman. |
Pese a que pueda parecer que la relación con el cómic americano es la más profunda, no hay que olvidar la admiración que tenía Aragonés por las publicaciones españolas de los años sesenta. El propio autor reconocía la influencia del semanario satírico La Codorniz en su obra en una entrevista[2]: «En los años sesenta, viajé a Europa y quise conocer a todos los artistas que me habían influido y que tanto adoraba. Primero fui a la sede de la revista española La Codorniz y me reuní con editores y artistas». Sin duda, Aragonés muestra en esta serie el profundo mestizaje que ha practicado siempre entre el humor de su país de origen, que tuvo que abandonar durante la Guerra Civil, y la sátira y humor de los cómics de su país de adopción, los EEUU.
Primera página de Boogeyman. |
Evidentemente, el humor practicado en esta serie está profundamente relacionado con el estilo de Evanier y Aragonés en su famosa sátira Groo, al igual que con su trabajo en la revista humorística MAD. Sin embargo, la relación con esta última tiene más muestras en otras dos obras relacionadas con el género de terror: Día de los muertos y Blair Which?, también publicadas por Dark Horse en 1998 y 1999, respectivamente.
Portada de Día de los muertos. |
En la primera, los autores llevan la sátira a una de las tradiciones más conocidas de la tierra de adopción del dibujante, México. Día de los muertos hace una lectura ácida de la turistificación que padece la famosa festividad, desdibujándola completamente en la búsqueda del beneficio que deja el visitante. De nuevo, recupera la composición episódica para narrar pequeñas historias de terror con sorpresa, en la línea de Boogeyman, que tendrán como objetivo la denuncia de esos excesos consentidos que transforman la celebración popular mexicana.
Las dos primeras páginas de Día de los muertos. |
En la siguiente, Evanier y Aragonés llevan al cómic la clásica tradición de las versiones satíricas de películas que aparecían en la revista MAD, fijándose para la ocasión en la famosa película de 1994 dirigida por Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, El proyecto de la bruja de Blair, que consolida en el terror el subgénero del found footage. Los autores toman el hilo argumental de la película para explicar los momentos paranormales con situaciones cotidianas, desmontando la trama de la película y centrando el foco en el aburrimiento y explotación turística de los bosques que lleva a su destrucción, quizás con bastante menos acierto que en su anterior obra.
Cubierta completa de Blair Which? |
Boogeyman, Blair Which? y Día de los Muertos conforman una particular trilogía de Mark Evanier y Sergio Aragonés sobre el género terrorífico que no abandona las claves de toda su larga trayectoria, haciendo suya la famosa frase Tiemble después de haber leído.
BIBLIOGRAFÍA
CAPDEVILA, Jaume (2010): "Morir de risa no duele. Alfons Figueras y su pasión por el terror", en Tebeosfera, segunda época, 5 (8-II-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 4-V-2022 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/morir_de_risa_no_duele._alfons_figueras_y_su_pasion_por_el_terror.html.
FEU, Montse (2017) “Interview with Sergio Aragonés, The Mad Pantomine Artist”. Cuadernos de Aldeeu 31, pp. 96-111.
NOTAS
[1] Traducción propia del original en inglés: «On television I like short stories. I used to love The Twilight Zone. Any story with a surprisingend fills my imagination because that is what a pantomimeis all about: the punch line. You cannot tell the same joke twice. The ending is the most important part» (Feu, 2017: 96-111).
[2] Traducción propia del original en inglés: «In the 1960s, I traveled to Europe and I wanted to eet all the artists that had influenced me and that I so much ad-mired. First I went to the Spanish magazine Codorniz head-quarters and met with editors and artists» (Feu, 2017: 100).