Title:
An artifact
Resumen / Abstract:
Reseña de Jesús Rubio del cómic Planeta de los Simios-Green Lantern de Robbie Thompson, Justin Jordan, Barnaby Bagenda y Alex Guimarães. / Review by Jesús Rubio of Planeta de los Simios-Green Lantern comic by Robbie Thompson, Justin Jordan, Barnaby Bagenda and Alex Guimarães.
Palabras clave / Keywords:
Green Lantern, El planeta de los simios/ Green Lantern, Planet of the Apes
  • Portada del tomo recopilatorio
  • Portada del primer número
  • Muestra del número 1, donde se aprecia el uso de colores térreos y pardos para para los escenarios de El planeta de los simios
  • Portada del segundo número
  • Muestra del segundo número, donde destacan los brillantes colores utilizados para representar a los héroes de DC
  • Portada del tercer número
  • Portada del cuarto número
  • Portada del quinto número
  • Eficaz configuración de página de Barnaby Bagenda, en el número 5
  • Portada del sexto número
  • Portada alternativa del número 5, de Julián Totino Tedesco

UN ARTEFACTO

 

La Real Academia Española define artefacto como «un objeto, especialmente una máquina o un aparato, construido con una cierta técnica, para un determinado fin». En su cuarta acepción, el diccionario añade que el artefacto es, dentro de un estudio o experimento, «un factor que perturba la correcta interpretación de un resultado». Si de cómic hablamos, un artefacto puede ser un trabajo en apariencia imposible que solo la pericia de los autores puede convertir en verosímil. ¿Es el caso de este crossover con formato de serie limitada? Veámoslo.

 

Los autores

Robbie Thompson es el ideólogo de unir en una aventura el universo de los personajes de la legendaria novela de Pierre Boulle, editada en 1968, con uno de los superhéroes más icónicos de DC Comics: Green Lantern, carácter que genera siempre tanta expectativa como decepción, sobre todo si nos referimos a su traslación a la gran pantalla (Green Lantern, Martin Campbell, 2011). Thompson veló sus primeras armas como guionista en capítulos de algunas series de televisión, como Jericho. Dentro de la narrativa gráfica ha trabajado principalmente para Marvel, para la franquicia arácnida, con diversos personajes del Spiderverse, en colecciones como Spider, Silk o Web Warriors. Este crossover es uno de sus pocos trabajos fuera de la Casa de las Ideas.

Justin Jordan, por su parte, debutó como guionista en 2021 y ha escrito casi exclusivamente para DC, editorial propietaria de Green Lantern. Es un especialista, por tanto, en su universo de personajes y escenarios. Y de Green Lantern muy en particular, pues escribió varios números de esta cabecera en 2013 (los números 20-22, 25-30, 35-38). Barnaby Bagenda, responsable de lápices y tintas, es también un hombre de DC, y su labor se ha desarrollado en varios títulos, especialmente en Omega Men y Escuadrón Suicida. Por último, el colorista brasileño Alex Guimarães, es un hombre de Boom! Studios, si bien ha trabajado para otras editoriales, como la propia Marvel.

 

El contexto editorial

La figura del editor de una cabecera es bastante desconocida en nuestro país. Y es una figura clave para entender la evolución de cualquier título. Es grande la avidez por nuevas ideas que puedan atraer a un mercado muy saturado para el público potencial que tiene, cada vez más reducido. De ahí que en 2017 se quisiera aprovechar el tirón de un nuevo estreno de la saga de El planeta de los simios, vieja franquicia de la ciencia ficción desde 1968, cuando apareciera la primera película, hoy todo un clásico, basada en la novela de Pierre Boulle, dirigida por Franklin Schaffner  y protagonizada por Charlton Heston, Roddy McDowall y Kim Hunter. La saga fue relanzada por el remake de Tim Burton en 2001, que dio pie a la producción de más títulos. El último, La guerra del planeta de los simios, dirigido por Matt Reeves, se estrenó en 2017, fecha de edición de este crossover. Siempre atentos al mercado, los editores Jim Chadwick, de DC, y Dafna Pleban, de Boom! Studios, poseedores de los derechos para la adaptación gráfica del universo creado por Boulle, entendieron que era un buen momento para exprimir un poco más ambas franquicias. Ya lo hicieron anteriormente en otro crossover de la franquicia de la Fox con otro universo mítico: el de Tarzán.

En el caso de DC, Green Lantern se perfilaba como la mejor opción para que el universo DC se cruzara con la Tierra dominada por los simios tras la caída del género humano. La cosmicidad, y perdón por el palabro, de Green Lantern parece idónea para trazar una trama verosímil para una serie limitada en la que también se cruzan creadores de ambas editoriales: Thompson y Bagenda, por un lado, y Guimarães, por otro. El conocimiento que los dos primeros tienen del mundo de Green Lantern se hace notar en el resultado final. Pero eso no es necesariamente positivo.

 

La cronología editorial y argumental

Se trata de una aventura de complicado ensamblaje dentro de la continuidad del título de Green Lantern, si bien en esta editorial esa continuidad no es tan sagrada como lo es en Marvel. Pero no anda en absoluto desconectada de los entresijos de las aventuras del vigilante esmeralda. De hecho, incorpora un elemento nuevo: un anillo de poder único que es capaz de controlar al resto de anillos del espectro: verde, rojo, etcétera. Dicho anillo es encontrado por Cornelius, principal protagonista, junto a Zira, el doctor Zaius y Ursus, de la mítica película de Schaffner. De hecho, la aventura comienza en el mismo momento en que Taylor, que en la cinta es interpretado por Charlton Heston, se marcha y se adentra en la Zona Prohibida. El resto, como suele decirse, es historia. El crossover, por tanto, está bien engarzado en la continuidad de ambas sagas, la cinematográfica y la editorial.

 

El relato

Taylor ha desaparecido en la Zona Prohibida. Cornelius descubre en su yacimiento arqueológico un extraño anillo, enviado tiempo atrás por los Guardianes desde Oa para evitar que caiga en manos inapropiadas. Siniestro va tras él, así que los Green Lantern Corps se ponen manos a la obra y llegan a la Tierra distópica del planeta de los simios. Llevan consigo nada menos que a Gorilla Grod, con el fin de que domine a los simios y facilite así la labor. Y además de Siniestro, aparecen los Red Lanterns. El doctor Zaius realiza otro hallazgo. Y todo ello en seis números de veinticuatro páginas con un final más distópico aún. Pero detengámonos aquí: conviene no destripar ningún elemento más de la trama.

Thompson y Jordan hilvanan un relato muy dinámico, de tempo narrativo rápido. Los textos de apoyo son pocos, y los diálogos, ágiles. Todo está supeditado a las escenas de acción. Ya se ha comentado que el resultado final de la trama es verosímil, pues la esencia cósmica de los Green Lantern así lo facilita. Se echa de menos un mayor ahondamiento en el universo de los simios, representado por una galería de personajes muy limitada. Da la sensación de que los autores no han querido profundizar mucho en ello. Abundan las viñetas de amplio formato y las splash pages, ya que la acción predomina sobre todos los demás elementos narrativos. Estamos ante un cómic, por tanto, de fácil y rápida lectura, de gran interés, sin duda, para el público más joven. El lector veterano echará de menos algo más de profundidad, más allá de los evidentes clichés con referencias a los choques entre civilizaciones o mitos como el del aprendiz de brujo al que su ambición puede devorar. Nada nuevo bajo el sol, pero que funciona gracias al oficio de los escritores.

 

La narración gráfica

El arte de Bagenda se mueve bajo los mismos parámetros que el guión que ilustra. Mucho mejor a la hora de reflejar el universo de los Lantern que el de los simios, que es más superficial. Bagenda, que dibuja y entinta, muestra dominio en las escenas de acción. Compone las páginas con eficacia narrativa, y su grafismo se desliza con soltura a través de las viñetas. Tiene un evidente conocimiento de los personales del universo DC. El retrato de los simios se circunscribe a recrear la iconografía de la película de Schaffner, obviando las producciones que se han realizado a partir de 2001. En ese sentido, Bagenda acierta: la desolación de la cinta de 1968 es mucho más acertada para retratar una colisión de mundos y personajes que puede destruir esta distópica Tierra encerrada en un plano temporal paralelo.

El tratamiento de color que Guimarães hace del grafismo de Bagenda es correcto. Las viñetas oscilan entre los tonos pardos y térreos para los escenarios y los simios, y la paleta brillante, con algún que otro abuso de los reflejos, para los héroes y villanos de DC. En todo caso, un trabajo convencional cuyo fin es aportar dinamismo a la acción. Porque es, ya se ha dicho, la acción la que prima sobre todo lo demás.

 

Consideraciones finales

Lectura rápida. Lectura fácil. Lectura entre lecturas. Lectura para un comprador que no busca más que un rato de entretenimiento. Hemos hablado de artefacto. No debe entenderse en un sentido peyorativo, pues esta palabra, en su etimología, viene de dos locuciones latinas, arte y factum: hacer algo con arte. Se trata de un trabajo ambicioso en lo comercial pero no en lo artístico. No hay pretenciosidad en ello. Por eso este crossover proporciona un tiempo, corto, de entretenida lectura.

Mención aparte merece la galería de portadas alternativas que acompaña cada uno de los números. Destacan las que recrean cajas de juguetes con muñecos de personajes de la película, las que rinden tributo a los carteles de las películas de la década de los setenta o las que rememoran una de las grandes etapas de Green Lantern, aquella en que compartía cabecera con Green Arrow, y que fue obra de Dennis O’Neil, fallecido el pasado 2020, y Neal Adams. Por el contrario, se echa en falta algún artículo que sirva para conocer un poco más el contexto y los entresijos de este proyecto.

Creación de la ficha (2021): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Jesús Rubio Villaverde (2021): "Un artefacto", en Tebeosfera, tercera época, 16 (12-V-2021). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 22/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/un_artefacto.html