VIÑETAS DEL HORROR. ALGUNAS ACOTACIONES SOBRE LA HISTORIETA DE TERROR EN LA ARGENTINA
CARLOS R. MARTINEZ

Resumen / Abstract:
Notas: Ensayo panorámico sobre la aparición del horror y sus elementos en la historieta argentina. En la imagen, a la derecha, tapa del núm. 2 de Pandemonium, revista especializada en historietas de terror que la editorial Thalos lanzó en 2008.

VIÑETAS DEL HORROR. 
Algunas acotaciones sobre la historieta de terror en la Argentina

Lenta, sigilosamente, el terror fue haciéndose un lugar en la historieta argentina y consolidó más tarde ese avance, al punto que hoy parece haber desplazado en la preferencia de los lectores a otros géneros como la aventura, el policial o el western, aunque sí mantuvo su estrecha sociedad con la ciencia ficción o las fantasías futuristas, junto con las cuales ejerce un neto predominio en las publicaciones que en estos tiempos luchan por mantener viva la llama de la historieta en nuestro medio.
Reseñar ese fenómeno mediante el esquema del relato década por década hubiera sido caer en una larga enumeración de títulos, autores y personajes, por lo cual hemos optado por una serie de viñetas independientes entre sí, y que unidas por un necesario pero no estricto orden cronológico, permitan apreciar las grandes líneas del proceso que llevó a la historieta de horror argentina hasta su actual posición.


EL HORROR, EL TERROR, EL ESPANTO

En sus acepciones básicas las palabras horror, terror y espanto (e incluso pánico) tienen el mismo significado: “miedo muy grande e intenso”, y a su vez el miedo es “una perturbación angustiosa ante un peligro real o imaginario, presente o futuro”. Siguiendo con la lingüística, cabría mencionar algunas formas menos ortodoxas de nombrar al miedo en nuestra variedad dialectal, a saber: “chucho”, “julepe”, “jabón” “sorete” o “cagazo”, en tanto que “¡de terror!” es una expresión utilizada para calificar una determinada situación o la actitud de una persona.

El miedo primordial del hombre es, sin duda, el miedo a la muerte, pero también al dolor, a la oscuridad, a una fiera o a un animal desagradable. Le tememos también a lo sobrenatural, a que un muerto pueda cobrar vida, por ejemplo, de ahí ese pavor de muchos a que –transitando cerca de un cementerio- puedan toparse con uno de sus involuntarios inquilinos.

Así como lo padece, el hombre utiliza también en beneficio propio ese “miedo intenso” que es el terror. En el pasado se pintarrajeó la cara para amedrentar al enemigo, ahora -ya más civilizado- perpetra masacres, decapita o fusila para paralizar a sus rivales y dominarlos. Más contradictorio aún, el hombre común disfruta del horror a través de la literatura, del cine o de la televisión, como lo prueban las recaudaciones de las películas de dicho género o cualquier encuesta casera que se haga en un videoclub.

Con respecto al horror como entretenimiento, hay dos caminos básicos: sugerir lo terrorífico o mostrarlo abiertamente. A partir de allí se elegirá a Lovecraft, a Poe o a Stephen King, a Hitchcok o a Brian de Palma, “Psicosis” o “El silencio de los inocentes”; todo depende de la sensibilidad y el estómago de cada uno.

Hay, en fin, innumerables formas de analizar el terror y sus complejos significados y relaciones, pero de eso se han ocupado ya personas que conocen del asunto. Concluyamos, pues, estas mínimas consideraciones para meternos de lleno en la cuestión que motiva el presente artículo.

www.tebeosfera.comContratapa de un ejemplar de la revista Aventuras, de noviembre de 1948, promocionando la adaptación de la película "La muerte camina en la lluvia"

LOS PRIMEROS TEMBLORES

No hay terror (al menos en la forma en que lo impuso luego el cómic americano) en las primeras épocas de la historieta argentina no humorística, esa que nace en 1928 con la aparición de El Tony, ni tampoco lo habrá en Pif-Paf ni en los títulos de Editorial Lainez que, desde 1935 y por una década larga, monopolizaron la difusión del naciente medio, tales como El Gorrión, Espinaca, Selecciones Gráficas e Historietas, sumados a ellos Ra-Ta-Plan, que daba prioridad a los contenidos didácticos para escolares, y Tit-Bits, revista nacida en 1909 que privilegiaba los folletines y narraciones diversas sobre lo gráfico.

Podía haber misterio, enigmas ligados a lo policial, pero no mucho más que eso. La palabra terror podía aparecer en algún título como en “El terror de Allagalla”, historieta italiana publicada en Salgari en 1948, pero se trataba más bien de ficción fantástica, en tanto que en 1941 El Tony publicó la serie norteamericana “El Sello Escarlata”, en uno de cuyos episodios el protagonista adopta la apariencia de un hombre asesinado para hacer confesar al autor del crimen.

Todavía en proceso de desarrollo, la historieta no estaba aún preparada para atraer a los amantes del terror, que preferirían seguramente una película de Lon Chaney, de Bela Lugosi o más tarde de Boris Karloff. Otra opción era la literatura, por ejemplo los muy económicos libros de Tor (toda una leyenda del mundo editorial argentino), entre los que podía hallarse la colección dedicada a “Fu Manchú” de Sax Rohmer, de la cual era un entusiasta –y lo siguió siendo hasta la vejez- un muchacho uruguayo que vivía en el barrio porteño de Mataderos y que con los años se convertiría en sinónimo de la historieta argentina de terror, un tal Alberto Breccia.

LA MUERTE CAMINA EN LA LLUVIA

“Llueve… y una vez más la Muerte sale a la calle y se embosca en las sombras alucinadas… Sí… la Muerte camina en la lluvia. No es esta una frase literaria: es una realidad dolorosa, brutal, increíble, que estremece de horror a Buenos Aires. ¿Quién es S. López? ¿Quién es vesánico criminal que mata bajo la lluvia y deja su tarjeta junto a la víctima? El pavor se ha clavado como una zarpa en el corazón de la ciudad. Llueve esta noche. ¿Saldrá la fiera insaciable de su cubil? ¿Estará S. López al acecho de su séptima víctima?”.

Con este dramático texto, la revista Aventuras anunciaba en la contratapa de su número 110, de noviembre de 1948, la inminente publicación de “La muerte camina en la lluvia”, película argentina protagonizada por dos estelares figuras de la época: Olga Zubarry y Guillermo Bataglia. No podemos verificar en la práctica si la adaptación fue todo lo aterradora que indica el aviso, pero de todos modos sirve para ilustrar uno de los primeros antecedentes o aproximaciones de la historieta argentina al tema.

Aventuras fue una revista creada en 1946 por el dibujante Horacio Gutiérrez, que utilizó una fórmula parecida a Intervalo (Gutiérrez había trabajado para Columba), es decir una mezcla de adaptaciones literarias y series policiales y de aventuras, fórmula a la cual Aventuras incorporaba como novedad la adaptación de películas, tanto argentinas como extranjeras, en forma de historietas (también existió Cine Aventuras que utilizaba fotos). Otra innovación de esta revista fue que las adaptaciones eran presentadas en un cuadernillo central separable y con su propia portada, una ilustración en el caso de las obras literarias o una foto en el caso de las películas. Todo ese material se agrupaba bajo el título de “Biblioteca Sintética Aventuras”.

Es precisamente un aviso promocional de esta Biblioteca la que nos permite conocer un amplio listado de las obras publicadas y sacar ciertas conclusiones. En esa nómina pueden encontrarse títulos como “El mastín de los Baskerville (Conan Doyle), “La máquina de asesinar” y “La muñeca sangrienta” (ambas de Gastón Leroux), “El ahijado de la muerte” (película mejicana) y “Pánico”, película con Michel Simón. No es mucho pero sirve para comprobar que, a falta de guiones originales, el terror o al menos el misterio llegaba a la historieta argentina vía adaptaciones de novelas o películas, y que Aventuras tuvo un importante papel en ese proceso.

Fuera de ello y por la misma época, fines de los cuarenta, apenas si podemos rastrear otra adaptación de “El mastín de los Baskerville”, publicada en 1948 en la revista Episodios y una de “La Guerra de los Mundos” aparecida en 1949 en el diario La Razón con dibujos de Fernando Fernandez Eyre (Fernand), quien para la revista Historietas adoptó también títulos como “Drácula” y “La boca del Infierno”. Por su parte Intervalo y El Tony se mantenían apegados a la aventura y la novela romántica, ignorando todo aquello que se aproximara al terror.

TERROR YANKY ¡GO HOME!

Comienzan los años cincuenta. En Estados Unidos el actor y director Ed Wood perpetra sus increíbles películas de terror junto a un Bela Lugossi casi olvidado, mientras que, tras los inciertos pasos iniciales, William Gaines con la inapreciable ayuda de Albert Feldstein y Harvey Kurtzman va dando forma a la nueva tendencia (New Trend) que convertirá a la EC Comics en el modelo a seguir en materia de terror, período de éxito que la censura y los prejuicios truncarán poco tiempo después, pero que dejó su indudable huella. Nada de eso prende de inmediato en la Argentina, donde ni lectores ni editores hubieran tolerado situaciones o escenas como las que, entre otros, dibujaron Wally Wood, Graham Ingels, Bernard Krigstein, Jack Davis o Frank Frazetta; recién a finales de la década algo de ese material, el de menor crudeza, sería publicado en nuestro medio por revistas de segunda línea.

Ajenos a aquel fenómeno, los títulos señeros de esa época como Misterix, Rayo Rojo, Fantasía, Pimpinela o Patoruzito le daban la espalda al terror, o al menos a las formas truculentas del terror, y aún así los ejemplos son mínimos. En 1950 entre biografías de artistas, páginas históricas o series policiales, la revista Sucesos publicó “La mansión del Demonio”, en la cual un médico y su amigo quedan atrapados en un castillo al que han acudido para atender a una mujer enferma; ese mismo año El Tony publicó “Los fantasmas del Iguadí” y en 1956 en Intervalo pudo apreciarse “La posada de las dos brujas”, de Joseph Conrad, novela que trascurre en 1813 durante las guerras napoleónicas y que básicamente cuenta como las dueñas de la referida posada eliminan a varios huéspedes mediante una cama convertida en trampa mortal. Completa este escaso inventario “Jack el Destripador” aparecida en Fargo Kid en 1959 pero es una simple narración de los hechos, muy “blanca” y carente del grado de horror que podría esperarse de semejante personaje. Salvo “Los fantasmas de Iguadí”, el resto de las historietas nombradas fue realizado localmente.

EL MIEDO EXTIENDE SUS FRONTERAS

No era que el lector de historietas rechazara el terror (que sí “disfrutaba” a través del cine y la literatura, no así en una televisión muy poco desarrollada); lo que faltaba era que se lo ofrecieran con ingenio, calidad narrativa y un tratamiento del tema acorde a lo que para la época eran los límites del buen gusto. Esas condiciones se dieron a partir del otoño de 1957, cuando aparecieron los dos primeros títulos de Editorial Frontera, Hora Cero y Frontera, a los que se sumarían luego el Suplemento Semanal de Hora Cero y las ediciones Extra. Haya sido como parte de una línea editorial fijada de antemano o algo que surgió sobre la marcha, lo cierto es que en los cinco títulos principales de Editorial Frontera hubo siempre una moderada pero continua cuota de historietas que incluían alguna dosis de terror. En pocas ocasiones ese terror era el eje o núcleo central de la historia mientras que normalmente iba asociado a tópicos policiales, bélicos o de aventuras, y relacionado a pasiones como la codicia, la venganza, el despecho… Incluso, a veces, el terror era generado por una travesura juvenil.

Por lo dicho anteriormente, las historietas escritas por Héctor Oesterheld, y varias de su hermano Jorge, con el seudónimo de Jorge Mora, no necesitaban exclusivamente de mansiones lóbregas o cementerios como escenarios de la acción, sino que podían transcurrir también en una trinchera, en la tumba de un faraón o en un pequeño pueblo del Lejano Oeste, mientras que sus protagonistas podían ser un soldado enloquecido que mataba a sus camaradas, un verdugo nazi acosado por el recuerdo de sus víctimas o una heredera ambiciosa.
 
EL ESPANTO VIENE DESDE LAS ESTRELLAS

El miedo en el desierto, el miedo en los hielos de Alaska o en las islas del Paraná, a esos escenarios Oesterheld iba a sumarle otro escenario y otro espanto: el que venía del espacio sideral, aunando así su capacidad para urdir ese tipo de tramas con sus vastos conocimientos sobre ciencia-ficción; el resultado fue “Sherlock Time”. La nueva serie fue presentada en el Nº 5 de Hora Cero Extra (diciembre de 1958) en un aviso promocional a toda página en la cual, bajo el título “Nace un personaje” se anunciaba lo siguiente: “He aquí las dos últimas grandes adquisiciones que enriquecerán aún más a HORA CERO. El incomparable dibujo de ALBERTO BRECCIA, uno de los pocos verdaderos señores de la historieta (creador de Vito Nervio, Pancho López, etc.) y SHERLOCK TIME, otro extraordinario personaje que, pleno de vigor y originalidad, se incorpora a nuestro imbatible seleccionado de grandes héroes”. Inmediatamente después de este anuncio ilustrado con una foto de Breccia y dibujos del nuevo personaje se iniciaba el primer episodio de la serie que tenía como coprotagonista a Julio Luna, un jubilado que, merced a un crédito, había adquirido una antigua mansión en San Isidro, exclusivo lugar del Gran Buenos Aires (está demás aclarar que solamente en una historieta de ciencia-ficción un jubilado argentino podía realizar una compra así).

El entusiasmo inicial de Luna por su flamante adquisición comenzaría a desvanecerse cuando un jardinero del lugar le cuenta la trágica historia de la mansión y las extrañas desapariciones de quienes han sido sus ocupantes. Su preocupación aumenta al descubrir en el parque de la propiedad a un intruso que huye ante su presencia. Desafiando sus prevenciones, Luna ingresa en la casa donde lo espera una verdadera pesadilla, pesadilla de la cual finalmente lo rescatará aquel intruso (que no es otro que Sherlock Time) y que se extiende a lo largo de nueve páginas extraordinariamente resueltas por Breccia. Vuelta la normalidad, Luna se entera de que la torre de la casa no es otra cosa que una nave espacial encargada de llevar especímenes humanos para ser estudiados por seres de otros mundos. Cada vez que esa nave parte, otra torre se eleva y ocupa su lugar.

La serie se extendió a lo largo de nueve episodios en Hora Cero Extra y varios más en el Suplemento semanal. De ellos -y salvo uno de tipo netamente policial- algunos fueron protagonizados por la dupla Sherlock-Luna (siendo este último quien debía padecer las situaciones de horror generadas por la imaginación del autor), mientras que los restantes eran relatos que hacía Sherlock sobre hechos ocurridos en el espacio interestelar. “Hay mucho de espantoso en el espacio, los hombres tendrán que irse acostumbrando”, le dice al concluir una de sus narraciones. Confirmando esa afirmación, una de las historias publicada en Hora Cero Semanal es la de una nave espacial caída en la Antártida a cuyo bordo llega una desconocida y mortífera forma de vida, un tópico frecuente en la ciencia ficción, pero que adquiriría relevancia veinte años después con el primer “Alien”, el de Ridley Scott.

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"La nutria blanca", un guion de Jorge Mora, ilustrado por Juan Arancio, en Hora Cero Extra Nº 14, octubre de 1959. 

Página correspondiente al episodio inicial de "Sherlock Time", publicado en el Nº 5 de Hora Cero Extra, en diciembre de 1958.

 

EL HOMBRE QUE VOLVIÓ DE LA MUERTE

En los últimos tramos de la década del sesenta y parte de la siguiente, los televidentes argentinos eran atrapados semana a semana por un programa denominado “Obras maestras del Terror”, ciclo que incluyó títulos como “El fantasma de la Opera” pero que alcanzó su mayor pico de aprobación con “El hombre que volvió de la muerte”. El gestor e interprete central de ese suceso fue Narciso Ibáñez Menta, actor español de larga residencia en la Argentina donde también actuó en cine y teatro, un verdadero especialista en las caracterizaciones que esa especialidad requería.

Unos años antes de aquel suceso televisivo de Ibáñez Menta, concretamente en 1962, Héctor Oesterheld creó a Mort Cinder, un personaje que había vuelto no de una sino de varias muertes, o si se quiere vivido diferentes vidas en las cuales había participado en la construcción de la Torre de Babel, combatido en la Termópilas o navegado en un barco negrero. De los episodios que integraban la saga seguramente el más “terrorífico” es el relato inicial que marca el encuentro del protagonista y su futuro ladero, el anticuario Ezra Winston, quien al igual que Luna en Sherlock Time deberá padecer las altas cuotas de horror que propone la historia, centrada en las andanzas de un científico demente que mediante cirugías altera los circuitos cerebrales de sus víctimas convirtiéndolos en zombies -los “ojos de plomo”-, de los cuales una y otra vez deben escapar Mort y Ezra para no correr el mismo destino. Mucho se ha escrito sobre este trabajo de Oesterheld y Breccia y en el caso de este último sobre el punto de inflexión que significó en su trayectoria profesional. Entre los análisis pioneros de la citada obra se cuentan el realizado por Oscar Masotta en 1968, en la revista Literatura Dibujada, y los de Antoni Segarra y Ludolfo Paramio en la revista Bang! en 1973.

www.tebeosfera.comMort Cinder -conviene recordarlo- fue publicado en Misterix cuando éste y otros títulos de la Editorial Abril habían pasado a Editorial Yago, en cuyas revistas solían publicarse algunas historietas lejanamente emparentadas con el tema del terror, como “Más allá de lo humano” o “Astrolabio”. También en aquellos años una revista de segunda línea, pero que tuvo el mérito de publicar los primeros trabajos de guionistas y dibujantes que luego harían carrera, Bala de Plata, publicó algún material importado y también otro de factura local: tal es el caso de “Cementerio” escrita por Jorge Morhain y dibujada por Angel Alberto Fernández. En tanto, en 1965, en el Nº 113 de D’Artagnan (de Editorial Columba), se publicó una adaptación de la película “La maldición de la momia”, dato que en sí no aporta mucho salvo que fue dibujada por alguien que una década después se convertiría en un verdadero especialista de la historieta de terror: Horacio Lalia, en cuyas facciones se había basado Breccia (de quien aquel era colaborador) para crear el rostro de Mort Cinder.

Premonitorio: en 1965 cuando daba sus pasos iniciales en la historieta Horacio Lalia dibujó una adaptación de la película "La maldición de la momia", en D'Artagnan Nº 113. En ese mismo número se publicó también la historieta "Herencia de horror"

 
EL QUIOSQUITO DEL HORROR

Llegados a este punto, y para que no se diluyan entre otras referencias sobre series y autores, dediquemos unas líneas para describir un imaginario quiosco (las “comiquerías” a nivel masivo recién llegarían en los ’90, gracias al dólar barato) en el cual podamos apreciar algunas de las revistas que dedicaron preferente atención al terror entre los años 60 y 80, básicamente con el recurso de reciclar originales o películas y mechar ese material con las obras iniciales de algún novato. Siendo la obra de “editores informales” (por así decirlo) que aprovechaban material ya amortizado, es imposible en la mayoría de los casos precisar fechas de publicación, numeración ni cualquier otro dato de registro.

Iniciamos la reseña con Mas allá del terror, de editorial MO-PA-SA, en la cual podían encontrarse trabajos de los guionistas Jorge Morhain y José Luis Arevalo y de los dibujantes Leopoldo Durañona, Rubén Sosa, Julio Silva y Ángel Fernández, entre otros. Lamentablemente, no pudimos hacernos de algún ejemplar para verificar su contenido, pero es altamente probable que fuera en su mayoría material perteneciente al patrimonio de la extinta Editorial Frontera. También de MO-PA-SA eran Hacia lo desconocido y Profesor Macabro, mientras que editores varios fueron los responsables (a veces culpables) de títulos como Frankenstein y Rito y Crimen.

La Editorial Mazzone nació a inicios de los sesenta con el propósito de difundir las creaciones humorísticas del dibujante Adolfo Mazzone (Piantadino, Capicúa y Afanancio, entre otras) para luego abarcar otros géneros aparte del humor. Una de esas revistas fue Vampirella en una versión autorizada por la Warren Publising, mientras que por su parte la Editorial Nueva Frontera importaba a mediados de los setenta las revistas españolas Rufus y Dossier Negro, que ofrecían excelente material no solo de Warren, sino también de Skywald. Por la misma, época Editorial Oeste producía Aventuras del Errante (debió escribirse de “El Errante” ya que aludía a un personaje), donde aparecían historietas cortas del veterano Fernand y de otro menos conocido de apellido Fumagalli, cuyo particular estilo de dibujo era muy adecuado para las historias de terror. Finalmente, entre 1979 y 1981, las revistas Barricada y Gran Album de Aventuras, ambas de Ediciones Rem-Vaz, ofrecían entre sus abundantes refritos de historias de terror locales y extranjeras, una de ellas dibujada por Wally Wood.

…Y EL QUISCO “CONDICIONADO”

www.tebeosfera.comDesde los tiempos de Drácula ha existido una estrecha relación entre terror y erotismo, lo que da lugar a un breve anexo dedicado a las revistas sobre ese tema. En realidad no fueron estrictamente revistas de historietas sino fundamentalmente de fotonovelas realizadas en Italia, aunque hubo también versiones locales. La Editorial Nueva Frontera fue una de las especialistas en este rubro, en el cual produjo Satanik, Foto Misterio y Kriminal -todas ellas con abundante exhibición de lencería femenina-, títulos a los cuales se agregaba Diabolik, la creación de las hermanas Giussani. Dentro de esa línea y editada por Alfredo Scutti, hay que citar la fotonovela Killing, personaje que luego, rebautizado como Skorpio, apareció en los primeros números de la revista homónima.

Los vampiros las prefieren desnudas, así parece indicarlo esta tapa de una de las revistas que en los años 60 y 70 republicaba material de terror de distinta procedencia. (Imágen tomada de Club de la Historieta Mundial)

BRECCIA/LOVECRAFT: DE MATADEROS A PROVIDENCE

De algún rincón de nuestra memoria surge el dato según el cual -estando Breccia en Europa- leyó o releyó a Lovecraft durante un viaje en tren, surgiendo de inmediato su inquietud por llevar a la historieta aquellos mundos alucinantes poblados de seres monstruosos que proponía el autor. Temiendo la “rutina” o el “oficio” en que podrían caer los guionistas profesionales, le encomendó las adaptaciones al escritor Norberto Buscaglia, quien trabajó sobre nueve relatos pertenecientes al ciclo de los Mitos de Cthulhu. Para mediados de 1973 parte de la obra había sido ya publicada en Italia por Il Mago, mientras que en la Argentina recién sería editada en 1975, a través de una poco conocida editorial, por lo que hasta su reciente reedición fue un material casi inhallable en nuestro país. Cabe acotar que, antes de acometer ese trabajo, Breccia había intentado una adaptación del “Informe sobre ciegos”, pero Ernesto Sábato no estuvo conforme con el resultado y el proyecto solo pudo concretarse muchos años después.

Casi contemporáneamente a Los Mitos, Breccia realizó adaptaciones de “El corazón delator” de Edgar Allan Poe y de “La gallina degollada”, de Horacio Quiroga. Uruguayo como Breccia, Quiroga (1878-1937) estuvo signado por una vida trágica que incluye haber matado accidentalmente a un amigo de un disparo, el suicidio de su primera esposa y el suyo propio al saberse enfermo de cáncer. El Diccionario Enciclopédico Larouse lo califica como “maestro en el arte de plasmar situaciones de horror, violencia y locura surgidas del contacto con una naturaleza exuberante”, en este caso la selva de la Provincia de Misiones, en el extremo noreste de la Argentina, donde transcurrió buena parte de su vida. “Cuentos de amor de locura y de muerte” y “Cuentos de la selva” son sus libros más significativos en esa materia.

Al margen de este ciclo de adaptaciones encaradas por Breccia, poco de terror se encuentra en la historieta argentina de la primera mitad de los setenta, salvo algo en la excelente revista Top y la más fugaz Turay, y en esas revistas marginales que ya hemos comentado. Como lamentable contrapartida, en la vida real la violencia, el terror y la muerte crecían en una espiral incesante, sobre todo después de la muerte de Juan Domingo Perón, en julio de 1974.

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Página correspondiente a la historieta "Drácula 3.000", publicada en la revista Aventuras del Errante, en 1973. Guion y dibujos de  Miguel Fumagalli.

 

 

 

En 1973, como parte de una amplia nota sobre Alberto Breccia, la revista española Bang! reprodujo en su edición Nº 10 esta página de "Los Mitos de Cthulhu". El copyright original era de Quipos S.R.L., de Milán. 

NEKRODAMUS VS MARK

Hablar de Nekrodamus y Mark es hablar de opuestos. De Oesterheld y Robin Wood y sus respectivos estilos. De la relativa audacia -para aquellos tiempos- de Record y de la conservadora Columba. De las supersticiones y las brujas del Renacimiento y de las angustias de un mundo futuro desvastado por la radioactividad. Sin embargo más allá de esas diferencias ambos personajes comparten una característica en común: ser las historietas con elementos de horror más relevantes de los años setenta y haberse convertido en clásicos que merecieron distintas reediciones a lo largo de los años.

Nekrodamus fue uno de los primeros aportes de Oesterheld a Editorial Record cuando ésta inició su labor en 1974, y se ha constituido en una de las series de mayor vigencia en la historieta Argentina, ya que perduró hasta los tiempos finales de la editorial en los noventa, período este cuyos episodios están siendo reeditados en la actualidad. Luego de Oesterheld fue escrita por varios guionistas, entre ellos Ray Collins y Walter Slavich, pero en cuanto a sus dibujos ha sido una tarea exclusiva de Horacio Lalia, que con ese trabajo volvió a la historieta tras varios años de alejamiento, y partir de allí quedaría absolutamente identificado con el género de terror. En cuanto a la esencia argumental de Nekrodamus, es la búsqueda de la redención por parte de un demonio encarnado en la figura del conde Sarlo D’Averso, a quien un fiel y deforme hombrecito llamado Gor acompaña en su peregrinar por una Europa renacentista plagada de supersticiones, brujas y engendros varios.

Lejos de agotarse en Nekrodamus, las historietas de terror eran bastante comunes en los distintos títulos de Editorial Record, como Skorpio, Pif-Paf, Tib-Bits, Gunga Din y Corto Maltes, publicaciones sustentables merced a que su material era colocado luego en Italia. Esa vinculación con el mercado italiano, donde el género de misterio y terror era muy apreciado, hizo que en dichas revistas se encontrara siempre un buen porcentaje de historias de ese tipo, ya fueran las producidas localmente o series importadas como “El Maestro” de Mino Milani y Aldo Di Gennaro, o el buen vampiro “Barnabas Collins” de Ken Bald. Redondeando ese vínculo entre Record y la historieta de terror, en 1978 la editorial conducida por Alfredo Scutti publicó Breccia Negro, una recopilación de sus trabajos más experimentales, algunos relacionados con el género de horror.

www.tebeosfera.comEn cuanto a Mark, y según lo ha contado el dibujante de su primera y más recordada versión, Ricardo Villagrán, el personaje durmió dos años en el cajón de un escritorio debido al temor de los editores de que no fuera del gusto del público. La luz verde llegó finalmente a comienzos de 1976 y desde sus primeras publicaciones en El Tony la creación de Robin Wood se convirtió en uno de los grandes pilares de Columba. Claramente inspirada en la película The Omega Man que en 1971 protagonizó Charlton Heston, la serie se ubica en un futuro en el que la humanidad ha sido arrasada por una hecatombe nuclear tras la cual los sobrevivientes quedan divididos en tres grupos: “los diez mil elegidos”, los feroces mutantes devorados por la nube de gas radioactivo que ha desfigurado sus cuerpos y los simples humanos, “aquellos pocos seres que si bien no han visto cambiar la apariencia de sus cuerpos han perdido toda voluntad de sobrevivir”, según reza la nota que acompañó a la primera aparición del personaje.

Mark capturado por los mutantes y salvado luego por un payaso. Este episodio fue publicado en enero de 1977 y reeditado en diciembre de 2000 en formato comic book dentro de la colección El Tony presenta a Mark
 
Mark fue reeditado en los años noventa tanto en números especiales como en la revista Fantasía y en 1998 hubo un Mark 2 como historieta principal de las dos que ofrecía la revista Fantasía y Ficción en cada uno de sus números. Pablo Munn en los guiones y Sergio Ibáñez en los dibujos fueron los responsables de esta corta etapa del personaje. En el año 2000 Columba apeló nuevamente a los episodios originales de Mark cuando -en un último esfuerzo por sobrevivir- editó una serie de comic books con sus personajes más emblemáticos, pero esta vez poco pudo hacer el gigante.

LA SECTA DE LOS PINCELES SOMBRIOS

Por importante que sea la obra de Alberto Breccia en el campo de la historieta de terror, no pueden omitirse otros dibujantes que también descollaron en este rubro, lista de la cual excluiremos a Horacio Lalia, no porque no merezca figurar en ella, sino porque en esta misma edición de Tebeosfera podrá leerse una amplia nota sobre su trayectoria.

Aunque su especialidad eran las novelas de capa y espada, fue Fernando Fernandez Eyre (firmaba Fernand y a veces Ghost) uno de los primeros dibujantes en realizar historietas donde el terror jugaba un papel destacado, tarea que concretó con su adaptación de “La guerra de los mundos” publicada en el vespertino La Razón en 1949, y otras realizadas en revistas de Editorial Lainez. En cuanto al período de oro de Hora Cero y Frontera, la responsabilidad de ilustrar esa temática recayó principalmente en Carlos Roume, Julio Schiaffino, Juan Arancio, Leopoldo Durañona y Jesús A. Balbi. Los dos últimos eran destacados discípulos de Alberto Breccia y habían aprendido muy bien sus enseñanzas, en tanto que Arancio era un autodidacta que dominaba a la perfección los temas históricos y gauchescos. Sus personajes –aun los protagonistas- se alejaban de los estereotipos habituales y podían resultar incluso poco atractivos, lo que se adaptaba perfectamente al género que estamos reseñando.

Un apéndice de este capítulo dedicado a los dibujantes “de horror” es el de aquellos que colaboraron con publicaciones del exterior, ya fuera desde la Argentina o radicados en otros países. En esa lista se inscriben Leopoldo Durañona, Oscar Novelle, Alberto Carusso, el ya citado Fernand y Walter Casadei en los años setenta y posteriores, mientras que en tiempos más recientes Enrique Breccia entusiasmó a los seguidores de “The Swamp Thing” con su versión del clásico de Bernie Wrighston. Y finalmente, si de humor negro hablamos, imposible no mencionar los escasos pero impactantes trabajos de Cepeda, dibujante dotado de una singular capacidad para los temas macabros, como lo demostró en la revista Chaupinela (1974), en la rosarina Tinta (1978) y en Superhumor(1981).

LOS CREADORES DE PESADILLAS

Segunda Guerra Mundial. Una “fortaleza volante” parte a cumplir una misión de bombardeo en cuyo transcurso comienzan a suceder cosas extrañas. Primero la aparición de una cerrada niebla verde, luego el ataque de un biplano alemán de la Primera Guerra piloteado por un cadáver y finalmente –surgiendo de un castillo suspendido en el aire- un caballero medieval montado en un dragón cuyas bocanadas de fuego terminan abatiendo al B-29. A no asustarse, todo ha sido una pesadilla del piloto del bombardero en cuestión, el “As de Pique”, nombre de la serie que se publicó en 1979 en Skorpio Gran Color con dibujos de Juan Gimenez y guiones de Ricardo Barreiro, quien en el episodio reseñado homenajeaba a “Little Nemo” de Winsor Mc Cay y como en un juego le agregaba algo de sobrenatural a lo que era el tema central de esa historieta.

Tiempo después, pero esta vez muy en serio, Barreiro insistiría con el terror, en primer lugar con “Ciudad”, definida por una de sus protagonistas como “una metrópolis monstruosa y sin nombre en la que todos sus habitantes son náufragos dementes; hombres y mujeres que se han perdido en alguna parte del mundo lógico para aparecer vagando en este infierno”, una idea que estará presente años más tarde en “Parque Chas”. Luego de “Ciudad” que se publicó parcialmente en Cuero en 1983 y en la segunda época de Hora Cero en 1990, Barreiro produjo dos nuevos títulos plenos de horror: “Ministerio” y “El Instituto” ambas en Fierro y con dibujos de Solano López y más adelante “El convento infernal” dibujada por Ignacio Noé, menciones que por supuesto no abarcan la totalidad de lo hecho por este guionista en el género que nos ocupa.

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Trabajo publicado en el Nº 5 de la revista Chaupinela en enero de 1975, que revela la capacidad de Cepeda para el humor negro y lo macabro.

 

 

 

El Ministerio: un edificio de miles y miles de pisos donde reina el horror impuesto por "La Jerarquía". Página correspondiente al octavo episodio, Fierro, diciembre de 1986.

A Ricardo Barreiro deben sumarse en esta lista de escritores dedicados a asustar a la gente los nombres de Ray Collins, por ser uno de los idóneos continuadores de “Nekrodamus”; Carlos Albiac, autor de “Aquí la muerte” e “Inspector Bull”, un contemporáneo de Jack el Destripador y Sherlock Holmes que investigaba horrendos crímenes cometidos en una Londres magníficamente dibujada por Lalia; Eugenio Mandrini autor de varios guiones que ilustró Alberto Breccia en Skorpio Plus; Lancio, seudónimo de un guionista (o más de uno) cuya identidad real desconocemos y que realizó abundantes trabajos para las revistas de Record y, ya entre las generaciones más jóvenes, Walter Slavich, responsable de la etapa final de Nekrodamus, de “El Inquisidor” en Hacha y de diversas historias para Editorial Columba en los años noventa.

No puede faltar tampoco Carlos Trillo, del cual elegimos los guiones que escribió para las revistas que acompañaban cada entrega de la colección de películas en VHS, “Obras Cumbres del Terror”, que Editorial Perfil lanzó en 1999 junto con la revista Espectador. Jordi Vernet, Ernesto García Seijas y Eduardo Risso tuvieron la misión de ilustrar esos guiones, cuyos títulos no dejaban duda respecto a su temática: “Masacre programada”, “Horror de eternidad” y “Bailando con la muerte”, entre otros. Más cerca en el tiempo Trillo escribió “El Síndrome Guastavino”, historieta que dibujó Lucas Varela y fue publicada en la actual etapa de Fierro. En esta ficción Guastavino es un psicópata, hijo de un represor; en la vida real Guastavino fue el seudónimo de un agente de los servicios de inteligencia en cuya “hoja de servicios” figuran haber sido torturador durante el Proceso, fugaz miembro de la custodia del Raúl Alfonsín e integrante de una banda dedicada a cometer secuestros extorsivos.

LOS AÑOS OSCUROS

Iniciada en alguna medida por Superhumor, se instala en la historieta argentina -ya al filo de la restauración de la Democracia- una nueva corriente caracterizada, entre otros elementos, por el escepticismo, la amargura y el cinismo imperante en los guiones, algo que tiene su correlato en lo gráfico donde el negro se adueña de las páginas, reinan los climas opresivos y pululan la escatología y las ratas. Por necesidad comercial o dependencia cultural se adhiere al modelo de cierta historieta europea en la que no parece haber otro tema que el de las ciudades del futuro, ya sea desvastadas por catástrofes diversas o sometidos sus habitantes a los dictados de una minoría que les impone un régimen alienante. La aventura, el simple entretenimiento pasan a ser consideradas como reliquias del pasado o se lo menosprecia desde las páginas de ciertas revistas cuyas secciones dedicadas a la crítica castigan despiadadamente a quienes siguen haciendo historieta “antigua”, según la opinión de los iluminados que las escribían.
 
En principio se tiende a creer que fue Fierro la iniciadora de esa corriente pero un análisis mas cuidadoso del archivo permite apreciar que el “merito” corresponde a Tiras de Cuero, revista aparecida en noviembre de 1983, es decir casi un año antes que aquella, dirigida por Oscar Steimberg. Pero Cuero no tuvo mayor repercusión y si será la revista Fierro quien se constituirá en abanderada de esa corriente a la cual se adherirán también otras revistas de esa década como Trix y Reo. Ante las características señaladas, no es de extrañar que las historietas de terror o con componentes de horror de ese período alcancen un alto nivel de violencia explícita o de crudeza sexual, tales los casos de “Ministerio” y “El Instituto”, ambas de la dupla Barreiro / Solano López.

www.tebeosfera.comBásicamente una metáfora de la burocracia y los autoritarismos, “Ministerio” transcurre en el interior de un edificio compuesto por miles y miles de pisos en cuyo tramo superior habita “La Jerarquía”, el grupo privilegiado que mantiene bajo su control al resto de los habitantes del lugar, practicando sobre ellos el vampirismo y la antropofagia. En cuanto a “El Instituto”, narra las peripecias de dos jóvenes, Lilian y Agatha, en un supuesto hogar para huérfanas que sirve de fachada a una secta que celebra ritos de iniciación y culto a la diosa Ishtar y en el cual un gigante subnormal sirve de semental para asegurar la eterna descendencia femenina de la secta. La serie tuvo dos secuelas, “El Burdel del Dr. Jeckyll” ambientada también en la Londres de fines del siglo XIX, en la cual aparecen como personajes Sigmund Freud y Sherlock Holmes, y “El Imperio de Shet”, que transcurre en la mítica ciudad de Cibola. 

Violencia, absurdo y también terror, algunos de los elementos de "Cazador",  el irreverente personaje creado por Lucas (Jorge Luis Pereyra). La página aquí reproducida corresponde a una de las historias publicadas en Cazador de Aventuras Nº 46 de febrero-marzo de 1998

Lo oscuro, lo amargo, lo pesimista apenas matizado con algo de humor, obviamente negro, seguirán siendo características distintivas de las revistas de historietas surgidas en los años noventa, ya fueran La Parda, Hora Cero (2da. Epoca), Animal Urbano, Cazador, Hacha, Puertitas o Cóctel y en menor medida de las publicaciones de Record. En todas ellas a los guionistas y dibujantes ya formados se suman nuevas camadas surgidas del mundo de los fanzines, de los concursos organizados por Fierro o de su suplemento Oxido, muchos de ellos formados en la lectura de los comic books americanos, que por entonces invadían Buenos Aires, y admiradores de sus héroes más oscuros.

LAS MUTACIONES DE COLUMBA

Fiel a su tradicional concepto de la historieta, poco había insistido Columba en los temas referidos al terror, salvo la exitosa experiencia con Mark en 1976. Esa postura comenzó a cambiar una década después e incluso en géneros como el policial y el de aventuras se advierte una mayor crudeza y violencia en las historias. En 1985 el guionista Robin Wood escribe “El aullido de las lobas”, un episodio de otro de sus clásicos, “Nippur de Lagash”, en la cual el sumerio debía enfrentarse a un grupo de feroces guerreras que practicaban sacrificios rituales y que en el tramo final de la historia son destruidas por la luz del Sol, revelando así su condición vampírica. En 1989, en D’Artagnan y Fantasía respectivamente, se publicaron “El viento de la pesadilla”, sobre el tópico del monstruo espacial, y “Yo la bestia”, una serie que giraba en torno al tema del hombre lobo.

www.tebeosfera.comLa citada tendencia se acentuó en los años inmediatamente posteriores, alentada por los cambios intentados por Columba para salir de la difícil situación en que se encontraba, cambios muy drásticos que no lograron atraer a nuevos lectores y ahuyentaron a los tradicionales. A ese período se corresponde una mayor dosis de historietas de terror, entre las que destacan dos de Wood: “Martin Hell” (un símil de “Martin Mystere”) y “Drácula” en su versión histórica, es decir Vlad Tepes, personaje quizá más terrorífico que su par literario. Completan el muestreo la serie “Drakeldorf” (de vampiros y con una fuerte carga sexual), “Frankenstein” en una novedosa recreación de Emilio Pino, en la cual el monstruo se vengaba de su creador asesinando a sus seres queridos, y “Asesinos seriales” de Munn y Fernandez en los guiones y Klacik en los dibujos.

Frankenstein, serie escrita por Emilio Pino con dibujos de M. Suarez (Mario Morhain). Este episodio ("La nave") se publicó en noviembre de 1991 en El Tony Super Color

EL CADAVER ERRANTE

En 1990 una guionista argentina escribió una historieta cuyo nudo argumental era el siguiente: para evitar que se convierta en bandera de lucha de sus adictos, un grupo de militares roba el cadáver embalsamado de una líder política sudamericana, pero los seguidores de la difunta están al tanto de los movimientos de aquellos y los acosan dejando velas encendidas en las proximidades de los distintos sitios donde son trasladados los restos. Durante semanas en un macabro juego del gato y el ratón el cadáver –que ha sido sometido a distintos tipo de profanaciones- es llevado de un lugar a otro a bordo de un camión que circula sin rumbo fijo o escondido en un cuartel, sin lograr despistar a los perseguidores. Finalmente se le ordena a uno de los militares que lo oculte en su propio departamento y una noche, desequilibrado por aquella pesadilla, termina asesinando a su esposa al confundirla con intrusos que vienen a recuperar esa reliquia.

En realidad este episodio con tintes de pesadilla no pertenece a la ficción sino a un terrible hecho de la historia argentina, el secuestro del cadáver de Eva Perón por parte de los militares, ocurrido en noviembre de 1955, luego del golpe que había derrocado a Juan Perón. Tras el episodio citado, y previo distintas maniobras de distracción, el cuerpo fue llevado a Italia y enterrado, y le fue restituido a Perón recién varios años después. Fue la revista Pucará, publicación realizada en la Provincia de Tucumán la que, con guion de María de los Angeles Beltran y el título de “…Entre todas las mujeres” llevó a la historieta este hecho digno de figurar en una antología del terror.

MIKILO Y LOS MISTERIOS DE LA TIERRA

Muchos años atrás dos jóvenes brujos se enamoraron perdidamente. Al no poder tener hijos, la mujer decide pactar con el Demonio y así logra dar a luz a dos niños, uno de los cuales –Mikilo- es exigido por el Maligno junto con el alma de los padres. Cuarenta años después los dos hermanos se reencuentran para liberar a sus seres queridos, iniciando así una travesía que los lleva a ambos, el antropólogo Adolfo Sosa y Mikilo (que es mitad humano y mitad demonio), a alternar o enfrentarse con personajes nacidos de distintos mitos y leyendas nativas como el Pombero, la Llorona, El Yaguarón, el Curupí, el Lobizón y el mismísimo Zupay, el Diablo, generando episodios plenos de misterio.
 
Mikilo se inspira en una leyenda diaguita (parcialidad indígena que habitó el territorio argentino) y su creación y desarrollo corresponde a un grupo integrado por Rafael Curci, Marcelo Basile y Tomás Coggiola, el primero como guionistas y los restantes en la parte gráfica, equipo al que luego se incorporó el dibujante Sergio Ibáñez. Se publicó por primera vez en enero de 2000 en un tomo editado por los propios autores, pasando luego al formato de revista, período que se prolongó hasta 2001 y alcanzó los 8 números. Posteriormente, en 2003, apareció un nuevo álbum en el cual colaboraron Ariel Olivetti, Rubén Meriggi, Enrique Alcatena y Solano López.

Por su originalidad y su calidad artística Mikilo puede ser considerada una de las más destacadas historietas de la década actual, méritos que le valieron ser elegida dentro de un plan oficial de promoción de revistas culturales y reeditada en la colección 45 Toneladas de la editorial Perfil. Es asimismo un excelente ejemplo del aprovechamiento de temas históricos y vernáculos en la historieta de misterio y horror, algo poco explotado todavía y que podría hacerse, por ejemplo, con muchos de los cuentos de Horacio Quiroga.

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Mikilo y su hermano se reencuentan tras haberse librado de un monstruo marino conocido como el Yaguarón. Publicado en Mikilo Nº 5, mayo de 2001

LOS FANTASMAS SE DIVIERTEN

“Mi novia y yo” y “Pepe Sanchez” fueron dos series en clave de comedia creadas por el guionista Robin Wood que tuvieron en Carlos Vogt a su exacto intérprete grafico. La primera de esas historietas solía satirizar distintas características de Columba (disfrazada como Editorial Palomita), a sus guionistas, dibujantes y directivos. En uno de sus episodios el protagonista es enviado al vetusto galpón donde la editorial tenía su archivo -cosa que se correspondía con la realidad-, lugar donde es sorprendido por la aparición de un espíritu, pero no un espíritu cualquiera sino el de ¡un personaje de historieta! cuyo dibujante lo había dejado inconcluso. Tras el susto inicial Tino, tal el nombre del protagonista, se lanza a la búsqueda del autor, ahora mundialmente famoso pero que en sus inicios había sido rechazado por la editorial. La misión no es fácil porque el artista no quiere saber nada con aquello que le recuerde sus duros comienzos, pero finalmente se reconcilia con su pasado, completa la obra y el espíritu del personaje recobra la paz.

No es este por supuesto el único caso en que los fantasmas y los monstruos son tomados en solfa, como lo prueban los siguientes ejemplos:

- “El Gaucho Fatiga”, creado por el dibujante Horacio Horiansky (Crike), se publicó en Hora Cero Extra desde sus números iniciales. A Fatiga jamás se lo veía –salvo como una lejana sombra- pero su sola mención bastaba para aterrorizar al prepotente Comisario del pueblo donde transcurría la historia.
www.tebeosfera.com- "¿Drácula, Dracul, Blad?...¡Bah!” es otra parodia, pero en este caso nada infantil, en la cual Alberto Breccia aludía a la difícil situación de la Argentina en 1983.
- En 2005, muchos años después de “Mi novia y yo”, Carlos Vogt realizó los dibujos de “Abbeyard”, una novela gráfica escrita por Viviana Centol que, en tono de comedia, recreaba la historia de Jack El Destripador, cuyos crímenes intenta deSvelar un archivista de Scotland Yard -Archibald Abbeyard- con la ayuda de varios fantasmas, entre ellos el de una de las prostitutas asesinadas.

-En “Monsterville”, tres hermanos, internos de un siniestro orfanato, heredan de un tío el enorme castillo de Monsterville, un lugar lleno de divertidos monstruos. Realizada por Johr (Jorge Lepera) y Diego Pares, se publicó en 2006 en la revista infantil Genios. Los mismos autores habían trabajado juntos en “¡Buuu!", otra serie para niños que parodiaba al género de terror.


En "Monsterville" tres hermanos huérfanos heredan un castillo poblado de divertidos fantasmas. Imagen tomada de Imaginara.com.ar, página dedicada a la literatura infantil y juvenil
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Y si del terror tomado en broma se trata, cómo no recordar que la célebre Entertaining Comics (EC) se parodió a sí misma y a sus títulos de horror a través de otro comic book que luego amplió sus contenidos y varió al formato “magazine”, cambios que en definitiva le permitieron sobrevivir a la ofensiva moralista y las normas del Comics Code (por otra parte nunca aceptadas por el editor Gaines) que terminaron con todos los demás títulos de EC. Aquella revista era la famosa y muy veterana Mad.

ESCALOFRIOS BRASILEÑOS, PANDEMONIUM ARGENTINO

Es bastante conocido que la crisis que sufrió la historieta argentina a inicios de los años sesenta originó una diáspora de dibujantes que partieron hacia diferentes rumbos en busca de nuevas oportunidades laborales. Uno esos artistas fue Rodolfo Zalla quien se radicó en Brasil –donde aún vive- y tras desempeñarse en el campo de la historieta y la ilustración creó en 1981 su propia editorial, Editora D-Arte, que publicó dos revistas dedicadas al terror: Escalofrios y Maestros del Terror. En esas publicaciones colaboró Eugenio Colonesse, un italiano que tras una exitosa carrera en Columba y Editorial Frontera emigró a Brasil en la misma época que Zalla. Entre sus trabajos en aquel país se cuenta la creación de “Mirza”, una mujer vampiro que, dicen, se anticipó en dos años a la mismísima “Vampirella”.

En la Argentina, en cambio, el sueño de contar con una revista de buena factura y material original en lugar de las que hemos descrito en pasajes anteriores tardaría varios años en concretarse. Dos buenos intentos en tal sentido fueron Gritos de Ultratumba, en 1998, y La Bestia, en 2000, pero las malas condiciones del mercado motivaron que solo duraran uno o dos números. Recién en 2008, con una situación económica que no es optima pero sí mejor que la de una década atrás, y un actividad editorial que explora distintas alternativas la historieta de terror, pudo contarse con un título de muy buen nivel creativo y estético: Pandemonium (“Escalofriante terror en historietas" según su slogan) que en su número inicial ofreció historias como “Mundo Páramo”, “La casta Brasov, “Simón Luzmala” y un “episodio cero” de Nekrodamus, escrito por los hermanos Accorsi. Además de sus ediciones regulares existen dos números especiales dedicados a Lovecraft y Poe, respectivamente. En una curiosa similitud con el caso brasileño el alma mater de la editorial que produce Pandemonium es también un dibujante: Rubén Meriggi, creador en los ochenta de “Crazy Jack”, historieta donde no faltaban el horror y los monstruos espaciales.
 
MONSTRUOS 2009

www.tebeosfera.comLa Productora, Deux Graphica, Thalos, Doeyo, Domus, Colihue o Ivrea son algunos nombres de la constelación de editores que en la actualidad tienen a su cargo la tarea de mantener con vida a la historieta argentina, un movimiento que se acentuó a partir de 2003 / 2004 a favor de una cierta recuperación económica. En cuanto a las modalidades para lograr aquel objetivo, unos se especializan en la reedición de grandes clásicos de todos los tiempos, otros recopilan series publicadas en Fierro y Skorpio o los clásicos de Columba, o material de jóvenes valores, ya sea inédito o aparecido en su momento en fanzines y revistas de escasa circulación; y están quienes, además de hacer eso, intentan publicar revistas que mantengan una determinada periodicidad y puedan llegar a los quiscos, como lo hace Fierro. A esta pujante (otros dirán fragmentada) movida se han sumado incluso algunas páginas web especializadas en historietas, como es el reciente caso de Historieteca, ahora con su propio sello editorial.

"Asilo", historieta publicada en Skorpio en 1990. El guión y los dibujos son de Mariano D'Angelo, quien anteriormente había publicado en Oxido, suplemento de la revista Fierro.

En casi todas esas modalidades, las historietas de terror han tenido su lugar, y pueden mencionarse, en cuanto a reediciones, las de Los Mitos de Chtulhu, Informe sobre ciegos y Mort Cinder, parte de Nekrodamus y la aparición de un Breccia Negro 2.0. En el plano de las revistas se anotan Fierro en su segunda etapa, Bastion Comix y Magma (realizada por Thalos, la misma editorial que produce Pandemonium) mientras que a mediados de 2009 se sumó Comic.Ar “El Periódico de Historietas”, compuesto de tres pliegos que doblados dan como resultado veinticuatro páginas de muy buen material. Lo realiza el mismo equipo responsable de Mikilo, personaje central de la nueva publicación que, además de su original formato, recupera algo del espíritu de las antiguas revistas de historietas y pone cierta distancia de tanta negrura anterior.

Señalamos en el comienzo de esta nota la actual preponderancia de la historieta de horror. La realidad marca que esa situación difícilmente varíe y, si eso ocurre, no será porque a los creadores le falten fuentes de inspiración. A menudo los medios informativos nos hablan de matanzas, asesinatos seriales, crímenes cometidos por adolescentes obsesionados por un juego de rol o por veteranos de guerra desquiciados. Y aunque ello no fuera así, poco cambiarían las cosas, habida cuenta de que la violencia, el caos o las conmociones no son requisitos exclusivos para generar el horror, y que los demonios que habitan el alma humana pueden surgir incluso en el más idílico de los paisajes. Eso es lo que seguramente quiso señalar un gran conocedor del tema con esta reflexión que utilizamos como cierre de nuestro trabajo: “La vida es algo aterrador, y tras los limites de nuestros conocimientos asoman indicios demoníacos de la verdad que la hacen mil veces más terrible”… palabra de Howard Phillips Lovecraft.

FUENTES CONSULTADAS:

- Archivo y colección del autor.
- www.Imaginaria.com.ar
- www.Quintadimensión.com
- www.Axxon.com.ar

TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2009): Carlos R. Martínez, con edición de Oscar De Majo
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
CARLOS R. MARTINEZ (2009): "Viñetas del horror. Algunas acotaciones sobre la historieta de terror en la Argentina", en Tebeosfera, segunda época , 5 (23-XII-2009). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 30/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/vinetas_del_horror._algunas_acotaciones_sobre_la_historieta_de_terror_en_la_argentina.html