XAQUÍN MARÍN Y LA ÉTICA / IDEOLOGÍA DE LOS HUMORES
«Este é un mundo de tolos, pasamos a vida loitando para salvalo de nós mesmos».
Isolino
Hablar del dibujo de Xaquín Marín es un contrasentido, porque sus viñetas, muchas de ellas sin texto, ya lo dicen todo, no necesitando, por lo tanto, que otros especulen sobre lo que quieren o no decir. Cuando la petición es hecha por la persona que más ha estudiado y conoce al artista y su obra, la situación se hace aún más caricaturesca, pero, como admiro a los dos, voy a intentar dar lo mejor y no desfraudar las expectativas.
El tema que me ha sido encomendado es su universo ético, o sea, deconstruir sus principales temas, mensajes, símbolos y arquetipos que en su conjunto reflejan las constelaciones de sus ideologías humorísticas. Hablo en plural porque en Xaquín Marín todo es simple en su mirada de cronista, de testigo de una sociedad viva y retorcida, siendo consecuentemente compleja, porque dentro de ese universo existen múltiples galaxias, múltiples estrellas, supernovas y agujeros negros... que es la realidad sobre la cual su mirada perspicaz siempre estuvo atenta y nos revela por las deformaciones performances humorísticas. Hablar de los dibujos de Xaquín Marín es hablar del tiempo, de la evolución de la sociedad, de sus quejas y alertas, de la historia revelada en trazos irreverentes, razón por la cual hablar de las éticas, de las ideologías que traspasan su trabajo, es como ir al psicoanalista de todo un pueblo, en un viaje cuántico y transversal a las diversas dimensiones de lo cotidiano. Ante este gigantesco análisis me pregunto: ¿cómo conseguir resumir en palabras ese espíritu de un maestro de la retranca, el trasacordo, la sorna y la rexouba gallegas? ¿Cómo hablar de alguien que es más castellano que quevediano, más quijotesco que goyesco, sin dejar de ser telúrico y humorístico, en el que la sonrisa filosófica está mucho más presente que la carcajada rabelaisiana?
Todos sabemos que tanto la sonrisa como la carcajada del bajo vientre son propias del niño, de los jóvenes, de la sociedad que mira de frente el futuro y no se pierde en los dramas del pasado. El humorista es el adulto que preserva esa visión de irreverencia adolescente, madurado en la forja de la vida y del pensamiento filosófico-humorístico. Aunque se diga que en la comicidad se pierde la ingenuidad, despuntando el lado maquiavélico del hombre y la malicia del ser, si con el humor se pierden esas características, en verdad se ganan cualidades como aprender a percibir la vida, a hacer un esfuerzo reflexivo. Aunque el dolor, la tragedia, invada el alma, se abren las entrañas de la realidad con la sonrisa de la esperanza en un mundo mejor.
Si hay ideologías orientadoras de los humoristas, es esta, porque como dijo el brasileño Angeli[1],
... mi trabajo sirve para quitar el sarro de ese pequeño insecto apenas resuelto llamado hombre, sea de situación o de oposición. El ridículo no tiene ideología, y cuando intenta tenerla, resulta mucho más ridículo. [...] Creo que el humorista que comienza a trabajar para una ideología hace propaganda y no humor. Pierde el poder de fuego. Necesita ser un francotirador. (Angeli, 1985: 41).
Esta posición secunda la intención que ya en 1879 defendía el portugués Raphael Bordallo Pinheiro en un editorial de su periódico António Maria[2]: ser oposición a los gobiernos y oposición a las oposiciones. Esta es la esencia y la situación, a veces, y naturalmente, mal comprendida de Xaquín Marín.
Antón Cortizas, en el álbum Trinta e tantos con Xaquín Marín, de 2001, escribió:
Xaquín, un hombre que dibuja desde dentro, pero que sabe a la perfección que no existe un dentro si no hay un fuera. El fuera de Xaquín es este país [Galicia] que, para bien y para mal, resultó ser como un pájaro que lo crió a fuerza de ponerle piquitos de luz en el pecho, en su nido de persona. [...] Sabe llenar el mundo, incluso aquel que no da mucho para sonreír, incluso aquel que reborda sufrimiento, con los trazos curvilíneos de la bondad del humor. (Cortizas, 2001: 6-7).
En realidad, la ideología de Xaquín es el corazón, un alma profunda, sentida y sonriente que impuso la tristeza del ADN gallego para llorar el mundo en la sonrisa abierta y descarada en la que los grotescos graníticos no sean más que milagros peregrinos de la fe en el ser humano. Su estética humorística es un manotazo a las tendencias de las modas y modismos, en una originalidad cruda y bella en la que la fuerza telúrica del paisaje gallego se refleja en trazos angulosos o dulces según los temas y momentos donde el pensamiento se transmuta en la ideología ácida de la comicidad y la poética del humorismo, deviniendo en la ética de la irreverencia cómplice y sonriente.
Xaquín Marín es un menestral que bajo el sonido estridente de la gaita de fuelles de la retranca nos tira a la cara, no al alma, la realidad cruda de la vida. Decir verdades con una sonrisa es una filosofía difícil que solo los elegidos consiguen con su espíritu de filósofos optimistas y creyentes en la humanidad.
No podemos olvidar que, ante todo, Xaquín Marín es un pintor que derivó su comunicación plástica hacia la estética de prensa en la irreverencia intervencionista. Era un pintor que tenía dentro de sí una visión demasiado literaria para restringirse. Lo que no dejó totalmente de hacer, telas de belleza estética, siendo por eso llevado a desarrollar líneas de diálogo más activas con la sociedad. En vez de un pintor autista que solo habla para su alma, es un pintor cronista que habla por y con la sociedad, expresando no solo lo que le va en el alma, sino también en el alma de los compañeros del día a día, en el alma de la aldea, de la ciudad, del planeta. Como él mismo proclama, su función no se limita a observar; tiene que «marchar en medio de la gente, con sus problemas y preocupaciones». (Lorenzo Ruibal, 2014).
En esta frase se concentra la ética humorística de Xaquín Marín, marchar entre el pueblo, palpar su alma, sentir sus congojas, sus preocupaciones, sus sueños y desde esa perspectiva retratar la realidad, no de una forma trágica, porque para eso ya basta el espíritu gallego, lo cotidiano, sino irreverentemente pues «el humor nos salva de la desesperación» (Loureiro, 2005:12).
“Máquina adorada”: la denuncia de los excesos de la tecnología. © 1989 Xaquín Marín. | Reyes Magos. Una sutil denuncia del racismo. © 1992 Xaquín Marín. |
Puede que el humor no destituya regímenes, gobiernos, políticos, que no consiga capitanear multitudes en dirección a la revolución, pero sí a la evolución, ayudando a los hombres a ver la realidad, cambiando su perspectiva del mundo, y si esta cambia, puede cambiar también la actitud del individuo, del grupo, y empujar al mundo a un cambio.
En la prensa gráfica hay dos vías para concretar eso: la viñeta editorial, el dibujo que navega en la cresta de la ola, mirando el momento específico, que tiene como consecuencia la pérdida rápida de la actualidad, quedando olvidado en la fugacidad de la noticia (necesitando muchas veces en el futuro un texto de contextualización), y el dibujo más filosófico. Sin ser de humor blanco, es más intemporal. A pesar de versar sobre la actualidad, busca más hondo las razones, los problemas, la visión es más perenne por la calidad de la intervención y, desgraciadamente, porque son temas que no se resuelven rápidamente, perdurando meses, años, décadas... Xaquín hizo “viñeta editorial”, algunas con caricaturas de políticos, pero las intervenciones intemporales serán las dominantes y las que marcarán su obra. ¿No es un caricaturista político? Claro que todo es política, e incluso la sátira social es dibujo politico o, si se prefiere, un humor politizado. De esa forma, es un artista siempre actual, cuyos dibujos pueden volver a ser publicados constantemente. Al preferir esta línea editorial (menos apelativa para la prensa consumista y sensacionalista), torna su trabajo profundamente ideológico, pero no en una visión de ética partidaria, ya que Xaquín coincide profundamente con el editorial de Raphael Bordallo Pinheiro, es decir, el humorista es quien está siempre en oposición incluso a la oposición.
El trazo de nuestro artista es un arma de irreverencia, un escalpelo que diseca la vida en una mirada poética, por sonriente, e irónica, por denunciadora. Quienes gusten de estereotipos, de etiquetar a las personas, dirán que es un hombre de izquierda porque se preocupa por el pueblo, la explotación, la corrupción, los abusos del poder, el medio ambiente... Yo diría que es solo un humanista, un pensador que en lo alto de los bosques graníticos de Galicia analiza la vida con una sonrisa ávida de complicidad y de retranca. Sí, es profundamente gallego, y su ética caricaturesca está sumergida en ese ADN frío, húmedo, pungente, trágico y consecuentemente irónico.
La contaminación cultural, uno de los temas favoritos de Marín. © 1980 Xaquín Marín. | El consumismo disparatado y la destrucción del medio ambiente. © 1989 Xaquín Marín. |
Como tal, sus héroes son dominantemente los gallegos. A pesar de encontrar diversos antihéroes con nombre propio, no ha necesitado crear un Zé Povinho[3], como hicieron los portugueses, bastándole usar la boina gallega y ponerlos a hablar la lengua. Serán una presencia constante y duradera, lo que no le ha impedido crear algunos antihéroes. Para facilitar la comunicación, la mayor parte de los artistas han creado media docena de tipos de antihéroes, es decir, “los niños rebeldes”, “la familia”, “el vagabundo”, “los zoomorfismos”, “personajes regionales” y otros[4]. Xaquín usará varios, pero el niño tendrá una presencia fuerte, porque muy pronto, en 1974, encontramos ya a Gaspariño, seguido en 1976 por Caitano, en 1980 por Lixandre y en 1998 por Tonecho, concentrando en estos personajes sus preocupaciones por la supervivencia, los problemas de la emigración, la despoblación de la tierra y el choque entre el campo y la ciudad. ¿En esta visión suya, a veces sarcástica, a veces con algún humor negro, encontramos un Velho do Restelo (personaje de Os Lusíadas, de Luís de Camões que está contra la partida de las naves a la busca de nuevos mundos) que lucha contra la modernización, la evolución del territorio o una conciencia que alerta de los caminos que la evolución debe seguir, pero no de esa forma? ¿Alertar es estar en contra o es para que las personas, antes de embarcar, piensen en las alteraciones para no lamentarse después? Como ya se dijo, el principal papel del humor es hacer pensar, y solo después sonreír o reír. Si no han comprendido, si no han sonreído e interiorizado, el artista vuelve a presentar la misma cuestión de otra forma, intentando en cada circunloquio de la creatividad profundizar más, ir más al fondo de la cuestión para estimular la sonrisa del despertar de la mente, para ver con otros ojos la realidad.
La denuncia social es constante y repetitiva, ya que es un pozo sin fondo, como a veces él retrata la propia Galicia, tierra de oportunidades explotada por caciques economicistas como D. Carcundio[5] (con su sombrero urbano, gafas de sol, bigotito, traje y corbata), D. Augusto[6] o los celebres “Jinetes”[7], que nos hacen recordar las albardas que Raphael Bordallo Pinheiro creó como símbolo de la opresión, de impuestos, sobre la espalda del pueblo. En Xaquín, la albarda pasa casi desapercibida porque el cacique cabalga sobre la misma espalda del gallego. A la par de estos antihéroes irónicos habrá otras representaciones de los Patrones, los Capataces...
Un icono aún más explícito de ese poder opresivo fue una de las primeras banderas de nuestro humorista, el Pie[8]. Aplastado bajo el peso del pie anónimo, son centenares las variaciones que nuestro artista realizó como denuncia del peso de lo cotidiano, en una dimensión en la que las víctimas no tenían ninguna posibilidad de derribar el pie y liberarse, como mucho asomarse un poco o pensar: «Lo mejor es hacer como si no lo hubiéramos visto», porque si alguien aún piensa: «¡Tenemos que tomar medidas contra el pie!», otro más sumiso responderá: «¿Y si hacemos una tuna?». De los resignados no cuenta la historia, y si hubo al principio algunas reservas por parte de los editores para con estas parodias, aquí demuestra el camino que Xaquín Marín quería recorrer en el futuro, la antirresignación en sátira.
Si la denuncia de la opresión, del poder plenipotenciario y vigilante, comenzó por la base, los pies, posteriormente desarrollará otra iconografia del mismo ámbito, pero ahora en el pedestal, o sea, “las Estatuas”[9], un juego de alegorías monumentales con la fina sonrisa de la ironía atenta al día a día.
Ese día a día que lo rodea es naturalmente gallego, porque es ahí donde vive y naturalmente las escenografías de sus trabajos reflejan la tierra que lo rodea, con sus cruceiros —mezcla de marco religioso y caciquil—, con el granito de las iglesias, de las casas, de los muros, que a veces se transforman en trazos con los que retrata al pueblo gallego. Pueblo siempre presente, moldeando su ética, su ideario humorístico y su trazo estético, en el que se enfrentan el campo y la ciudad, la tradición y la evolución del cemento que va devorando la tierra. En este enfrentamiento de mundos, algunos símbolos se van a imponer en la obra de Xaquín, como las chimeneas contaminantes, la máscara antigás, los tsunamis de basura, los excesos de tecnología... No cae en el tópico de los falsos cosmopolitismos, porque sabe que solo se puede ser universal desde las propias raíces y si combate por el medio ambiente contra el falso progreso es porque, como ambientalista, sabe que es más importante una cultura de la prevención que la explotación por el lucro inmediato y destructivo.
Naturalmente, se denota un especial compromiso con la cultura gallega, donde las clases desfavorecidas ganan voz por su pluma, un microcosmos que en el fondo es el reflejo de un macrocosmos del planeta.
Debido al uso y al abuso de toda la iconografía gallega, ¿podemos caer en la tentación de etiquetar a Xaquín Marín como un humorista etnográfico? Esto parece una broma que ni hace sonreír. El artista solo usa los elementos identificadores que mejor faciliten su trabajo; si son etnográficos y alcanzan los objetivos, mejor.
La descomposición de la familia. © 2000 Xaquín Marín. | El éxodo africano a Europa. La inmigración vista por Marín. © 2003 Xaquín Marín |
Si hay muchos trabajos en los que Xaquín no necesita palabras, ya que el pensamiento aliado al trazo lo dice todo, o todo lo sugiere, como galleguista combativo la lengua gallega será también uno de sus caballos de batalla, por el uso y por la denuncia de su salud. La recuperación de la lengua gallega fue una conquista de la Transición y de la democracia, pero en un recorrido bastante atribulado y aguerrido en el que Xaquín participó y continúa participando. Una de las características de su trabajo es, pues, el uso del gallego, pero de una forma telúrica, como si fuera esculpido en el granito, lo que proporciona una de las características estéticas de sus trabajos, esas letras que tanto cuesta imponer como lenguaje oficial. Naturalmente, como todo lo que es oficial para entretener al pueblo, hay un día de la lengua gallega[10], en el que hay muchos discursos y promesas, para olvidarse todo al día siguiente, pero Xaquín está atento y todos los años lo conmemora con una nueva sátira, con una nueva ironía en la que las letras ganan más vida, especialmente la G de Galicia y la X, un sonido característico del gallego que no existe en el castellano. Y como el lenguaje gráfico vive de símbolos iconográficos, la propia lengua se independiza de la boca y se transforma en personaje satírico.
Hablé al principio de que es típico de los humoristas recurrir a zoomorfismos para crear personajes, y Xaquín Marín no huye de la regla, donde el Sapoconcho (que será el nombre de la revista del Museo de Humor de Fene, una más de las creaciones de nuestro prolífico artista) tiene un lugar especial, igual que la Curuxa, que será el símbolo de los Premios concedidos por dicho museo[11].
Reducir a Xaquín Marín a Galicia es no conocer la dimensión de su obra, porque nada escapa a su mirada, a su ironía. Sobre todo ha dibujado, ha hecho humor, ha intentado llenar esa cabeza hueca, esa cabeza laberíntica que él mismo ha iconografiado en busca de llenarla con humor y de despertala a la realidad. Habla de la familia, de la violencia familiar, de la explotación de la mujer, del sexismo, del racismo, de la paz y la guerra (las palomas, los cañones...) porque si un humorista no es un moralista, un profesor de ética, por lo menos es una persona despierta y atenta. No interesa atacar al político A, B o C, porque cambian los individuos pero se mantienen los problemas, por eso su ética humorística es denunciar los sistemas, la estructura de los poderes, hacer humor intemporal y siempre actual.
“Evolución”. La denuncia del machismo ha sido una constante en la obra de Marín. © 2004 Xaquín Marín. |
Dejo para final uno de sus personajes, el anciano Isolino[12], con su bastón, su gorra, sus gafas. ¿Será un alter ego del artista que «cuanto menos futuro nos queda, más tiempo dedicamos a pensar en él»? Es una voz distanciada y descarnada de un anciano, que habla de la vejez, de su abandono por la sociedad, que pierde peso en el lugar de trabajo hasta ser despojado de su espacio... Alejado de la prensa[13], continúa siendo el eterno combatiente porque «cuando el pasado pesa más que el futuro, hay que vivir el presente». Así, ha intensificado su presencia en los medios sociales, en exposiciones, en festivales y salones porque aún tiene mucha poesía para darnos.
¿Hay una ética, una ideología especial en el humor de Xaquín Marín? Sí, la de ser él mismo, rebelde, asertivo, despierto a lo que lo rodea y transformar todo eso en filosofía, en humor, para que nosotros podamos deglutirlo de una forma más suave y digestiva.
«Sigo sendo tan rebelde como cando era mozo só que daquela non o desimulaba».
Isolino
Bibliografía
ANGELI (1985): Chiclete com Banana, São Paulo, Circo Editorial Ltda, nº 1, octubre de 1985.
CAMÕES, L. de, Os Lusíadas, Canto IV, 94-97.
CORTIZAS, A. (2001): “Limiar. Para quen leva agochado todo o mundo na mirada”, en Marín, X., Trinta e tantos con Xaquín Marín, Ferrol, edición do autor, pp. 6-7.
LORENZO RUIBAL, U. (2014): “Xaquín Marín: ‘O cómic era o mellor vehículo para contar o que queriamos”, Noticieirogalego.com, 11 de febrero de 2014. Extraído el 18-II-2014 de http://www.noticieirogalego.com/xaquin-marin/.
LOUREIRO, R. (2005): “Xaquín Marín: unha conversa con Ramón Loureiro”, en Marín, X., Xaquín Marín [50 anos en liña], Ferrol, Ayuntamiento de Ferrol, pp. 11-13.
[1] Arnaldo Angeli Filho (São Paulo, 1956), más conocido com Angeli, es uno de los humoristas gráficos brasileños más importantes. En 1973 fue contratado por el diario Folha de São Paulo, donde colaboró hasta mayo de 2006. En 1983 participó en el lanzamiento de la revista Chiclete com Banana, que alcanzó un gran éxito editorial (pasó de tirar 20.000 ejemplares a 110.000) y en la que colaboraron también otros grandes humoristas brasileños como Luiz Gê, Glauco, Roberto Paiva, Glauco Mattoso y Laerte Coutinho; esta revista está considerada como una de las publicaciones de cómic para adultos más importantes de la historia de Brasil. Las tiras de Angeli han sido publicadas en Alemania, Francia, Italia, España y Argentina, pero ha sido en Portugal donde han obtenido más relevancia.
[2] Raphael Bordallo Pinheiro (Lisboa, 1846-1905), escrito también Rafael Bordalo Pinheiro, es considerado el padre del moderno humor gráfico portugués y uno de los caricaturistas lusos más importantes de la historia. Fundó cuatro sobresalientes periódicos lisboetas: A Lanterna Mágica (1875), O António Maria (1879), Pontos nos ii (1885) y A Paródia (1900). Su escuela fue seguida por la mayoría de los humoristas gráficos portugueses hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX.
[3] Zé Povinho es el antihéroe por excelencia del humor gráfico portugués. Fue creado por Raphael Bordallo Pinheiro el 12 de junio de 1875 en A Lanterna Mágica.
[4] Todas estas categorías estaban representadas en la exposición colectiva sobre la historia del humor en el cómic universal que tuvo lugar en 2011 en el seno del XIII Festival Internacional de BD de Amadora, Portugal. La muestra fue comisariada por Osvaldo Macedo de Sousa y en ella participó Xaquín Marín con el personaje de Caitano. En la exposición también estuvo representado otro gallego, Gogue, con el personaje de Floreano, al que dibuja diariamente en Faro de Vigo desde 1989. Fueron los únicos autores extranjeros invitados.
[5] Antecedente de D. Augusto, protagonizó unas pocas tiras en La Codorniz en 1976.
[6] La serie de D. Augusto (siempre tiras) fue publicada en A Nosa Terra de septiembre de 1979 a diciembre de 1981.
[7] Ricachones montados a caballo sobre paisanos pobres. Protagonizaron muchas viñetas en El Ideal Gallego y otros periódicos. Aún hoy Marín los dibuja esporádicamente.
[8] Del “pie” se publicaron dos libros recopilatorios: Cen pés (Ediciós do Castro, 1996) y Cen+cen pés (Embora, 2007).
[9] Las Estatuas son otro de los símbolos del poder de Xaquín Marín, quien las empezó a dibujar entrado ya el siglo XXI. Se trata de viñetas de estatuas sobre grandes pedestales en las que el humor surge de la conjunción del elemento plástico con el texto de la placa colocada en el pedestal.
[10] El Día das Letras Galegas se celebra el 17 de mayo de todos los años desde 1963 para conmemorar a un escritor gallego que lleve muerto al menos diez años. Es festivo en toda la comunidad autónoma.
[11] Sapoconcho y curuxa son sendas palabras gallegas que en español significan tortuga y lechuza, respectivamente. Xaquín Marín ha dibujado muchos animales en sus viñetas. Incluso a uno de ellos lo convirtió en el protagonista de una tira: Palleiro (un perro callejero, sin pedigrí), publicado entre 1999 y 2003 en la revista de cómic infantil Golfiño.
[12] La serie de viñetas de Isolinose publica en La Voz de Galicia desde febrero de 2006 y ha dado lugar a un libro recopilatorio (O lecer de Isolino, Embora, 2008).
[13] Al decir «alejado de la prensa», el autor debe de referirse a que desde que comenzó la serie de Isolino, Marín ha sido desplazado a la sección de Pasatiempos de La Voz de Galicia. Antes publicaba sobre todo en Opinión. Pero sigue colaborando todos los días con el diario coruñés.