Editorial ;
La Tierra ya no es la que era. Una catástrofe ambiental transformó a la atmósfera en una gran lupa que magnifica la radiación solar, y un desastre nuclear desaceleró la velocidad de rotación del planeta. Todo aquél que se mueva a menos de 78 kilómetros por hora no podrá escapar del abrasador sol que todo pulveriza. Solo un grupo limitado de personas pudo salvarse del nuevo y enloquecedor panorama al lograr desplazarse constantemente, sin detenerse nunca. Es así como se creó una superciudad rodante formada por cientos de vehículos unidos entre sí: La Salamandra. Allí nació Chesterfield Tacuarembó. Uno de los pocos hombres que aún recuerda lo que es el estatismo; y quien deberá enfrentarse a una nueva forma de vida que parece haber evolucionado adaptándose a la infernal superficie.