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Marina siempre quiso tener un perro. Desde muy niña. Y cuando ella y su compañero adoptan a Zero asistimos a un relato costumbrista en tono de comedia de situación, que también es una radiografía de la propia autora en la que muchos lectores quizá puedan reconocerse. Pero no solo ironiza sobre las personas sino también sobre los animales, cuyo punto de vista en realidad es muy diferente. Y además Zero resulta ser un can ligeramente distinto. Como bien advierte un capítulo, "nada es lo que parece", algo que corrobora una original vuelta de tuerca que cambiará por completo el sentido del argumento. Entre el absurdo y la carcajada, se desarrolla una trama que mezcla lo cotidiano con lo insólito. Descubran ustedes por qué los perros no siempre son los mejores amigos del hombre. Ni siquiera lo son de los terrícolas. ¿Dónde están los Men in Black cuando los necesitas?