Información de la editorial:
28 de junio de 1914. Un joven terrorista serbio asesina al archiduque Francisco Fernando y a su esposa. A lo largo y ancho de la costa bretona, la noticia se recibe con gran indiferencia, solo al maestro le preocupan las consecuencias de este atentado. En este islote rocoso abandonado a la locura del Atlántico, la amenaza de un conflicto no perturba los ánimos. Sin embargo, la sucia guerra pronto irrumpirá en sus vidas y se decretará la movilización general. Todos los hombres sanos de la isla, entre los 20 y los 50, están llamados a filas. Les aseguran que el conflicto no durará: estarán de vuelta para la cosecha. Solo el pobre Maël, con su pierna torcida, está exento. Una vez más, le dejan fuera. El día de la partida los reclutas emocionados dejan tras de sí a padres ancianos, a mujeres afligidas, a prometidas desconsoladas y a hijos que no se lo creen: ¡la isla se ha vaciado de hombres valientes!
Maël es patizambo y nunca ha suscitado más que indiferencia entre las chicas y burlas entre los hombres de la isla. No puede incorporarse a filas para luchar en las trincheras del continente… pero el alcalde le propone sustituir al cartero. Gracias a su bicicleta, es el único que queda con la energía para cruzar la isla repartiendo el correo. Ronda tras ronda, las mujeres abandonadas se acercan al joven mensajero, entregándose en cuerpo y alma. Para Maël este cambio en su posición, de enfermo a hombre deseado, es una dulce revancha, pero la guerra no durará para siempre…