Descripción de la editorial:
1950 : La guerra terminó cinco años antes. De Brest, no queda nada. Destruida por bombardeos intensivos y sitiada durante más de un mes, Brest es un inmenso desierto. Hay que reconstruirla. 1950: Toda Brest está en obras. De la ciudad fortificada de estrechas callejuelas surgirá una nueva ciudad, ortogonal, rectilínea, moderna. Miles de obreros trabajan en la reconstrucción. 1950: Hay huelga. Las obras se paralizan. Durante las manifestaciones se producen violentos enfrentamientos y el 17 de abril surge el drama: la policía dispara a la muchedumbre, provocando más de veinte heridos. Pero también un muerto; un militante sindicalista de 27 años: Édouard Mazé. Al día siguiente, el joven cineasta René Vautier, convocado por la CGT, desembarca clandestinamente en Brest para rodar una película sobre estos acontecimientos. La justicia lo busca por su primer documental, "África 50", crudo testimonio del sistema colonial francés. Comienza entonces para René, acompañado por dos jóvenes obreros de Brest, P´tit Zef y Désiré, el rodaje más improbable: el de la película Un hombre ha muerto, punto de partida del cine de intervención social.