ordinario

Prólogo :

Lo primero, siempre, es hacerse cargo de la arbitrariedad. Un grupo
de personas que escriben, dibujan, fotografían, reunidas en un mismo
espacio que es limitado, finito, acotado. El papel puede ser una
cárcel o un trampolín. Y la propuesta es, una vez más, jugar a ser
baqueanos en el campo abierto de la narrativa actual. Elaborar un
mapa y presentarlo a un grupo de viajeros. Quizás, lo más incómodo
de esta iniciativa es que nos estamos desacostumbrando a confiar
en los demás. Incorporamos la lectura a los saltos, fragmentada,
intermitente, al punto de olvidarnos de qué estamos leyendo –y
escribiendo-.
Lo que gratamente nos sorprendió al empezar a transitar estos
senderos de palabras fue que, perdidos en la multitud, éramos
muchos más de los que imaginábamos. Cuando muchas lecturas
se agolpan, también hay polémicas. Ahí la virtualidad –que a veces
nos desperdiga por el espacio- habilita también el encuentro. El ida
y vuelta con quienes leen es lo que completa la escritura. Permite
escucharnos entre el ruido.
En números anteriores dimos inicio a historias seriadas que continúan
en estas páginas. Pero a no desesperarse si es tu primera vez con
nosotres; te pondremos en situación: hay viajes espaciales, ritos de
pasaje, culebrones urbanos, visitantes inesperados, bares fantásticos,
escenas de desnudez.
La primera trilogía se completa con las secciones habituales: Literatura
Breve entonada por sabores cuyanos; una biografía apócrifa, por
Fabián Zalazar; una nueva entrega autoconclusiva de Hotel de las
Ideas; más aguafuertes; las fotos de M.A.f.I.A., con la Cooperativa
SUB de invitada; Cecilia Pisos en Medianeras y más.
Una revista tiene una cuota de función teatral. Como en el cine, todes
sabemos que hay puesta en escena, que hay actrices y actores pero,
inevitablemente, traspasamos la pantalla, vivimos con intensidad las
emociones que se nos vienen encima. Hagan la prueba. Acomódense
en el asiento, corran el telón, denle play, Maten al Mensajero.