Cuaderno grapado con 52 páginas en color.
La portada fue obra al completo de Miguel Fernández, salvo por los murciélagos que revolotean sobre el personaje de la derecha (añadidos por Sagasti). Siempre se ha atribuido esta portada a Francisco Ibáñez, cuando no fue de él en absoluto. De hecho, se reutilizó, recortada, para el número 3 de CLÁSICOS DEL HUMOR que lanzó RBA en 2009, incrustándole una firma de F. Ibáñez debajo.