«Con la publicación en 2000 del primer volumen del Atlas Español de la Cultura Popular de Jesús Cuadrado (con el apoyo de un sólido equipo de documentalistas), Ediciones Sinsentido inició la colección “Sinpalabras”, destinada a albergar estudios sobre el mundo de las industrias culturales. A ese título fundacional siguieron Los humoristas del 27 (2002) y Chicos (2002), catálogos de las exposiciones homónimas dirigidos, respectivamente, por Patricia Molins y Antonio de Mateo Remacha. Por último, en julio de 2004, apareció la “Serie A” de dicha colección, producida por el Colectivo Lápiz de Tinta y especializada en monografías sobre historieta. De las seis magníficas entregas hasta ahora a la venta, Vázquez (el dibujante y su leyenda) de Enrique Martínez Peñaranda es, a mi juicio, la joya de la corona.
Este ensayo se inscribe en una corriente de estudios dedicados al humorismo (como De Tono a Perich de Iván Tubau o La Historieta cómica de postguerra de Juan Antonio Ramírez), actividad esta cuyos productos permiten percibir con nitidez las aristas más afiladas del régimen franquista; mucho más, por cierto, que la literatura o el cine de la época. Por su parte, Martínez Peñaranda viene colaborando desde principios de la década del setenta en algunas de las mejores publicaciones sobre historieta que en este país han sido: de Bang! a Comicguía, pasando por Comics Camp Comics In, Sunday o Maestros de la Historieta. Especialista en autores españoles de los años cuarenta y cincuenta (entre otros, Antonio Bosch Penalva, Eugenio Giner, José García Pizarro o Iranzo), Martínez Peñaranda es la firma idónea para abordar la figura de Manuel Vázquez (1930-1995), cuya obra analiza con mirada minuciosa y nostálgica.
Humorista excepcional, dotado de un sexto sentido para el dibujo y la composición de página, Vázquez (junto a Cifré, Conti, Escobar, Jorge o Peñarroya) formó parte de la “Escuela Bruguera”, término acuñado por Terenci Moix para aludir al grupo de profesionales que desarrolló la mayor parte de su labor en las publicaciones de la editorial homónima. A este respecto, a mediados de los años cuarenta, Bruguera había iniciado una política agresiva de lanzamiento de títulos que tuvo su punto álgido con el resurgir del semanario Pulgarcito (1947), dirigido a la sazón por Rafael González. En sus páginas se reunió, como ha escrito el historiador Antonio Martín, «un equipo de gran altura» que, entre otras señas de identidad, compartía un humor vigoroso y cruel muy alejado del ámbito infantil al que, en apariencia, iba destinado.
Frente al resto de sus compañeros de “Escuela”, Vázquez se situó siempre en una posición de renovación permanente. Al margen de algunos tanteos iniciales en Maravillas y Flechas y Pelayos (publicaciones vinculadas al Movimiento Nacional), y pese a los lógicos titubeos del comienzo, sus primeras historietas en Pulgarcito eran ya piezas maestras. Al servicio de Bruguera, este historietista elaboró tres series celebérrimas: “Las Hermanas Gilda”, “La Familia Cebolleta” y “Anacleto, Agente Secreto”; y otras menos conocidas, pero igualmente espléndidas (como “La Mansión de los Espectros”, “Angelito” o “Los cuentos del Tío Vázquez”). Martínez Peñaranda habla de todas ellas con pasión y detalle, haciendo especial hincapié en el protagonismo que el propio Vázquez fue asumiendo paulatinamente en su obra (de ahí el subtítulo, “el dibujante y su leyenda”).
Gracias al esfuerzo de Enrique Martínez Peñaranda y a la soberbias reproducciones de la edición de Sinsentido, Vázquez vuelve a estar, siquiera por un instante, entre nosotros.»
De Jorge García, en http://www.tebeosfera.es/1/Obra/Libro/Monografia/Sinsentido/Vazquez.htm