UN AUTOR DE HOY: ALBERTO BRECCIA.
«Alberto
Breccia es un viejo conocido para muchos de los profesionales y
alguno de los técnicos de la historieta española. Hasta nosotros
llegaron en los años cincuenta páginas sueltas de sus trabajos en
Patoruzito y Hora Cero, para encontrarnos, ya en los
sesenta, con los episodios Fleetway que publicaba Ferma en su
colección Gran Oeste (“El pistolero”, “El equipo de la
muerte”, etc.). Por último, ya a finales de los sesenta, un
dibujante argentino trae hasta el grupo de la Floresta “Mort Cinder”,
más tarde “Vida del Ché”... Desde esta vieja admiración –admiración
que en muchos profesionales españoles los ha llevado a seguir alguno
de sus dibujos-, calcule el lector nuestra sorpresa cuando un día,
en mayo de este año, nos llamó Francisco Macián para decirnos que
Breccia estaba en Barcelona. Realizado el contacto, inmediatamente,
nos desplazamos Carlos Giménez, Luis García, Adolfo Usero y Antonio
Martín a su hotel, donde mantuvimos una conversación de varias horas
con Alberto Breccia. De esta conversación primera, tomada en
magnetofón, mesa redonda informal y amistosa –algo así como el
primer encuentro tras muchos años de lejanía, ese encuentro repleto
de anécdotas e intentos por reconstruir el pasado-, y de la
transcripción realizada Estrella Espada, hemos entresacado y
ordenado los textos que hacían referencia directa a la obra y
evolución profesional de Alberto Breccia, como primera presentación
al lector.
Martín. – Por
los datos que tenemos sobre usted, Alberto Breccia, sabemos que es
uruguayo, que nació en 1919 y que es argentino de adopción, que
dibujó “Vito Nervio”, humor
e ilustración. Hemos visto “Mort Cinder” hace años, conocemos la
“Vida del Ché” y “El Eternauta”, pero ignoramos la continuidad de su
obra y nos gustaría comentar con usted alguna de sus circunstancias.
Breccia. – Yo
empecé como humorista. Comencé dibujando porque me gustaba, pero
vino luego una época de mucha penuria en la Argentina que se llamó
la “década infame”, eso ya la define, y dibujé porque me gustaba,
sin pensar en ganar dinero y no lo gané... Empecé a dibujar en serio
y por eso copié de forma descarada a Hogarth, no porque me gustase,
que no me gustaba nada, sino porque me venía justo para una
historieta que yo estaba haciendo; además me costó mucho aprender a
dibujar, hasta los 30 años yo era un dibujante que... Yo copiando,
intentando, sufriendo, como hacen todos, siempre cuesta aprender a
dibujar; y se trataba de hacer esto o seguir en un matadero
rasqueteando tripas hasta morir, así que me seguía con ello o
copiaba a Hogarth, porque además el personaje que yo hacía era un
tipo a lo trazan, nada más enmascarado... ya después, yo diría que
mi obra empieza un poco con “Vito Nervio”, que era lo más coherente
que hasta entonces había hecho –mientras que lo anterior habían sido
tiros en al aire, para comer- y que dibujaba con guiones de Leonardo
Wadel para
Patoruzito.
Es por entonces cuando hice varias aventuras para “El Club los
Aventureros” y también hice “Armas de fuego”, una serie de oeste muy
moderna que se ha vendido en Europa también. En 1957 dibujé
“Sherlock Time”, que marca mi cambio, eso tal vez sea lo más
fundamental, se publicó en Hora Cero, antes de que comenzase
a trabajar para Fleetway...
Martín. - ¿Qué
determinó ese cambio? ¿Por qué un cambio?
...el
cambio hacia mi actual forma de ver la historieta y de dibujarla...
yo estaba paseando una noche con Hugo Pratt por Palermo –Palermo es
el equivalente a los jardines del Retiro en Madrid-, que me dijo, en
un coche, “Vos sos una puta barata, porque estás haciendo mierda
pudiendo hacer algo mejor”. Me dio mucha rabia, pero tenía razón.
Entonces yo estaba edificando mi casa y necesitaba plata, acepté una
propuesta de Oesterheld que me había hecho antes y me dio un
personaje, “Sherlock Time”, que era un detective del tiempo venido
del espacio, un personaje muy extraño, en cuya realización tuve
mucho éxito. Hice unas 150 páginas y lo abandoné para trabajar en la
publicidad...
Martín. – La
innovación, ¿fue de estilo, de tratamiento?
...no, de
concepto. El estilo es relativo. Yo no creo en los estilos, los
estilos son amaneramiento. Aquello fue un cambio de concepto y creo
que fue muy importante, porque marca un cambio muy grande para mí.
Hay que tener en cuenta lo difícil que es moverse en el arte, sobre
todo, después de muchos años de oficio.
Después
vino la etapa de Fleetway, que duró muy poco porque me cansé, y les
hice cosas del oeste. Inmediatamente después, ya en 1962, viene
“Mort Cinder”. En ese periodo mi esposa enfermó muy grave, se le
hizo un trasplante de riñón y al final murió, esto me hundió en
todos los sentidos, moral y económicamente. Entonces dejé la
historieta, cuando ya había dibujado 206 páginas de “Mort Cinder”,
porque mientras lo estaba haciendo yo tenía que ir a los institutos
de fabricantes de remedios y pedir medicamentos con certificado de
indigencia, porque yo ganaba entonces 4.500 pesos a la semana y mi
mujer necesitaba 5.000 pesos diarios de remedios. Entonces me dije
“se va a la puta madre que la parió la historieta”,
lo
dejé todo y con unos amigos fundamos una escuela que se llamó
Instituto de Arte y de la que fui director hasta 1971; llegó a tener
cuarenta y cinco profesores, lo mejor que se podía encontrar en
Buenos Aires para cada especialidad: dibujo animado, ilustración,
publicidad, historieta, cine, etc., llegamos a tener 700 alumnos.
Sin embargo, aquello no caminaba, los socios se dispersaron y por
último, me cansé y me fui...
Martín. -
¿Para quién dibujó “Mort Cinder”?
...no estaba pensado para una publicación concreta, salió porque
salió, y se publicó completo, en una revista semanal que no tenía
casi tiraje, que era muy pobre, hasta que se terminó. La primera
aventura no salió nunca porque había un problema con “Mort Cinder”,
cuyo argumento estuvimos discutiendo con Oesterheld tres meses,
hasta que nació como nació. Yo me puse a buscar el personaje, pero
así, en frío... Entonces le pedí, “mirá vos comenzás la aventura,
pero hasta quince o veinte páginas que no aparezca Mort Cinder, que
aparezca el viejo, que el viejo voy a ser yo...”.
Giménez. – En
el “Mort Cinder” había una serie de experimentos gráficos muy
importantes. Juegos de composición en el dibujo e incluso unas
repeticiones de imágenes diferentemente tocadas, como en aquella
secuencia en el interior de la cárcel, que era un perfil, siempre el
mismo perfil, pero con distintas luces, con diferentes tratamientos
que te contaba la historia de una figura siempre en el mismo sitio,
pero con un paso del tiempo muy bonito.
García. – Para
hacer “Mort Cinder” ¿trabajaste con fotografía? ¿Todo ese juego de
sombras que haces los haces espontáneamente o te orientas con algún
tipo de fotografía?
...no, no, yo no uso fotografía para nada. Por ejemplo, para hacer
la cara de “Mort Cinder” acabé inspirándome en un amigo, jugador de
fútbol, pero no en fotografías suyas, sino directamente: él estaba
conmigo y me cebaba mate mientras yo dibujaba. La fotografía no la
uso absolutamente para nada.
Martín. –
Después de “Mort Cinder”, ¿qué hizo
...mucho grafismo, alguna historieta, ilustración publicitaria, y en
1968, la “Vida del Ché” y “El Eternauta”.
Martín.- Algo
hemos sabido en España de lo ocurrido con la “Vida del Ché”, pero
¿qué fue exactamente?
...bueno, con
el “Ché” ocurrió las cosas más insólitas. Lo del “Ché” puede ser un
show. Fue un mal negocio desde el punto de vista económico, pero muy
lindo para hacerlo. La “Vida del Ché” provocó una oleada de opinión,
sobre todo en el gobierno de Onganía, incluso se publicó una
editorial en el diario
La Nación
vapuleándome a muerte. Eso provocó que la Embajada de los Estados
Unidos lo comprara y a partir de eso la Embajada da parte al SINE
–Servicio de Información del Estado- que fue a mi casa y me hizo una
ficha. La Embajada me llamó, nos llamó para felicitarnos y
encargarnos que hiciésemos la vida de Kennedy, que no se hizo,
aunque ellos compraban la edición... Y después el Ejército –mientras
el SINE me hacía ficha como elemento subversivo- me pidió que
hiciese una “Historia del Ejército Argentino” para repartir entre
los soldados, yo pedí un precio altísimo por página y entonces no se
hizo.
Martín. – El
libro sobre el “Ché”, ¿qué difusión tuvo?
...salió muy poco tiempo, terminó siendo secuestrado y quemado,
también los originales... Todo.
García. –
Pero, ¿qué derecho tenían...?
...también
en aquella época hice la “Historia Gráfica de Chile”, un libro en
colores, a base de viñetas con mucho texto histórico...
Martín. - ¿Por
encargo de quién?
...para Frei, y Allende la secuestró. Estuve en Chile un mes,
documentándome. Hice la invasión de los indios mapuches hasta Frei.
Después hice la “Historia Gráfica de la República Argentina”, la
parte que va desde 1825 hasta 1930, también a colores, en libro.
Martín. - ¿Por
qué se volvió a dibujar “El Eternauta” existiendo ya la versión
primera, que había realizado años antes Solano?
...el editor –Atlántida- vio lo de Solano y no le convenció,
entonces quiso algo nuevo, que tampoco le convenció porque en el
último número pidió disculpas a los lectores...
Martín.
-¿Explica esto el
que su versión de “El Eternauta” esté resumida respecto de la de
Solano o fue algo ya previsto inicialmente por Oesterheld?
...no, él no la pensó resumir, porque Oesterheld es un guionista, es
decir, es un cuentista excepcional, pero no es guionista; con él hay
que hacerlo todo, hay que cortar, hay que hacer una cosa distinta de
lo que él da; él escribe mucho y no se da cuenta que no, que no se
puede escribir tanto. “El Eternauta” tiene textos y textos,
demasiados, y él prolongaba la historia; entonces yo decidí
cortarla, porque si no, iba a acabar siendo muy pesada. No es una
cosa lograda “El Eternauta”...
García. – A
mí, aunque “Mort Cinder” me parece más logrado, me gustan muchas
cosas en “El Eternauta”. Lo que me gusta es el intento de variar la
técnica con esos fregados que haces, esos barridos..., ese constante
experimentar que hay.
Giménez. –
Precisamente una cosa muy buen que tú has tenido es que siempre, en
cada trabajo tuyo, le ibas incorporando una técnica nueva, más
evolucionada.
...después de todo esto es cuando decidí volver a dibujar historieta
en forma permanente...
García. – Sí,
hemos visto cosas tuyas en el Corriere dei Piccoli.
...sí, eso es
el puchero. El drama de todo dibujante es tener que ganarse la vida
dibujando, eso lo sabe cualquier chico que comienza y lo sabe el
profesional más viejo, porque el dibujo termina haciéndose oficio,
que es lo que nunca debería hacerse. Por eso yo prefiero hacer una
atrocidad como hago para el
Corriere,
aunque dibujando con honestidad. Yo no soy dibujante con vergüenza,
por eso prefiero hacer estos trabajos, que me permiten vivir y hacer
las cosas que pueden salvarme. También, después de “El Eternauta”,
hace un par de años dibujé en libro y en colaboración con otros
autores, la historia de Evita, que no se vendió ni un ejemplar.
García. -
¿Pintas?, ¿te gusta pintar?
...sí, es lo que más me gusta, pero ya no lo hago más.
Martín. - ¿Por
qué esa afirmación tan tajante si es lo más le gusta?
...porque, aunque es lo que más me gusta, no me interesa comunicarme
a través de la pintura. Ahora estoy haciendo toda la saga de
Lovercraft, la adaptación a la historieta de los cuentos de “Los
Mitos de Cthulhu”, y estoy haciendo unas experiencias así... que no
sé hasta que punto pueden ser totales.
Giménez. – La
adaptación del guión, ¿te la haces tú mismo?
...en algunos sí, en otros no. Pero he buscado gente que no tenga
nada que ver con la historieta, porque un guionista, digamos
profesional, en un momento dado pierde de vista las profundidades
del tema y cae en la repetición, en el oficio; entonces estoy
haciéndolo con un muchacho muy joven; él hace la adaptación, yo hago
el montaje. Tengo ya acabados tres episodios, 37 páginas, y todos
con técnicas distintas; la verdad, es muy libre, porque si no sería
un folletín, claro que es bastante complejo para hacer. Entonces he
tenido que recurrir a técnicas que no son muy habituales, no con el
afán de aparecer original, sino porque si no, no puedo expresarme,
pero o dibujo como lo hago y al que le guste mi dibujo que lo
compre, o no dibujo; no me interesa si mi trabajo necesita seis
películas y cuesta dos millones de pesos el reproducirlo. Ya
aparecerá el editor, aparece para cada obra...
Pero hay que decir que lo más acabado de mi obra es “Mort Cinder”, a
lo mejor lo sigo, voy a intentarlo, aunque no sé si podré llegar a
eso, ¿no? No es por no hacerlo, sino porque no sé si podré hacerlo
con esa sinceridad... o ya es una etapa quemada de mi vida...
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