[ leer el cuerpo anterior de la entrevista
practicada a Breccia ]
BRECCIA o EL
PROFESIONAL.
Ahora que el
lector español ya conoce «Mort Cinder» -o ¿sería mejor decir que
conoce una versión a la española dado el número de viñetas ampliadas
o acortadas, cambios de ritmo y diversas alteraciones a que la
editorial española ha sometido, sin presión alguna, las
primeras entregas de este material...?- nuevamente volvemos a
Breccia para reproducir aquellos textos que, grabados hace meses,
reflejan sus opiniones y las de otros profesionales en torno a
algunos de los problemas que hoy afectan al dibujante.
Martin. – A
través de las revistas argentinas que ahora llegan a España, las de
la Editorial Columba, estamos conociendo un gran número de nombres
de la historieta argentina que nos suenan a nuevos, supone esto un
renacer de la historieta argentina a través de nuevos autores?
Breccia. –
Allá hay muchachos muy jóvenes, muy auténticos
en general,
que cobran muy poco y necesitan tener otro trabajo para vivir, pero
dibujan porque tienen un enorme amor por el dibujo y por ello se
someten a las condiciones de los editores. Es la juventud que está
muy interesada por lo que se hace de nuevo en la historieta. Pero
existe un problema sobre el que ya se ha llamado la atención y es
que los dibujantes más representativos ya no dibujan para Argentina,
puesto que no hay un mercado interior que pueda absorverlos...
[sic]
Giménez.
- Lo que yo pienso por estas revistas argentinas que nos están
llegando es que el público, igual que aquí, debe estar muy
acostumbrado a un tipo muy concreto de historieta y prácticamente
con eso se siente servido, le basta con comprar cada semana su tebeo
de toda la vida, con las mismas historias de siempre. Historias que
por lo que he podido ver son muy de derechas, muy establecidas,
siempre dentro de una misma línea...
...Sí, no hay
inquietudes. No se le han despertado inquietudes al público, y así,
cuando alguien intenta hacer algo nuevo, antes por lo menos, era un
tipo que estaba jodiendo... Ese fue mi sambenito eterno. Es mi caso
y el de un montón de dibujantes que no se conformaban con hacer
siempre lo mismo. pero ahora parece que la juventud se ha cansado de
lo de todos los días y eso ya no lo quiere más, patea contra todo
eso. Y es esto lo que está obligando a hacer una historieta nueva,
porque no es mérito de los dibujantes, yo pienso que el dibujante se
pone al servicio de lo que el público exige y de la calidad.
Martin. -
Según esto ¿cuál es la situación de los grandes profesionales,
argentinos o no, que hace veinte y diez años vivían y trabajaban
allí?
...Creo que
Motini tiene un conjunto de bossa nova, él era un gordo mulato al
que le gustaba tocar el tamboril y las niñas jovencitas y cazar
jabalíes. Un tipo muy auténtico. Se fue, creo, a Brasil y tiene un
conjunto, no dibuja ya más y es lástima porque era un humorista
genial. Arturo del Castillo creo que está en España. Bataglia se fue
a los Estados Unidos y no supimos más de él... Moliterni dibuja para
Inglaterra. Carlos Freixas y Hugo Pratt se volvieron para Europa.
Gómez está en Argentina. Cozzi se volvió para acá...
Martin. – Pero
¿cómo se ha podido llegar a esto, si en Argentina, en los años 40 y
50, había un momento tan floreciente de revistas, autores, público?
¿Cómo se ha podido venir todo abajo?
...El principal culpable fue Europa. En aquellos momentos el mercado
europeo deslumbró un poco a los dibujajntes
[sic] argentinos con su paga, que era poca pero muy superior a lo
que se podía cobrar en Argentina, y eso hizo que de pronto, en
quince días, los mejores dibujantes dejaran de trabajar para la
Argentina. Y eso fue un error, porque ninguno hizo nada en Europa
-no hablo ya de Pratt, que es europeo, pero Roux...!-. La mayoría se
limitaron a cobrar tanto por página y vender todos sus derechos, con
lo que el mercado argentino ha quedado de cara a Europa.
Giménez. –
Entonces, ¿cuál es el momento actual de la historieta argentina?
...No pasará
nada. No puede pasar nada. Cuando alguien vale se va, porque allí no
hay mercado, ten en cuenta que por una página te pagan allá 300
pesos, cuando una caja de cigarrillos te vale ya los 300 pesos.
Giménez. – Sí,
hay que comenzar por resolver el subdesarrollo que el dibujante
padece en países como Argentina o España, donde hay muchos
dibujantes y bastantes son buenos, que hacen un trabajo que produce
dinero. Se trata de comenzar planteando los derechos del autor o sea
el derecho legal a tener tu trabajo en tus propias manos y no
permitir que nos sigan timando los que comercian con él. Tenemos que
tener cogidas las riendas de nuestro propio trabajo, no puede seguir
ocurriendo lo que ahora, que cuando vas a ofrecer directamente tu
trabajo a un editor éste tiene el material tuyo, de agencia, mucho
más barato, con lo que tú mismo estás compitiendo en contra tuya. Y
así ha ocurrido que nunca hemos tenido lo que era nuestro, el
trabajo.
...Es
el mismo caso que si planteamos esto respecto a los dibujantes
argentinos. Se publican allí los dibujos de Víctor de la Fuente o de
Giménez o cualquier otro dibujante español de calidad, y ellos ¿qué
saben de lo que pasa en Argentina?, y al no saberlo están
contribuyendo a que los precios bajen en el mercado argentino para
los dibujantes de allá. Al no tener conciencia de sus derechos
malogran también la labor de otros profesionales.
Giménez. –
Pero ahora el dibujante toma ya conciencia de que esto se acabó, de
que tiene que acabarse. Aunque hay aún muchos dibujantes españoles
que no están convencido, que tienen miedo a cambiar porque están
adaptados al sistema antiguo.
...Un
camino sería que el dibujante no vendiera barato, para así no malear
el mercado, y no hacer la competencia a los dibujantes de otro país.
García. –
¿Cómo llevar entonces la comercialización del trabajo?
...Yo
tengo mi agente, que es un representante de mi trabajo, al cual yo
doy la representación de mis derechos para que los comercialice. El
discute las condiciones con los editores, va y viene, conoce el
ambiente, y yo mientras puedo dibujar. Se establece un contrato y mi
agente me lo presenta para ver si estoy de acuerdo, después el cobra
un porcentaje.
Giménez. – Hay
que ir a una organización de todo esto. Ya basta de que nos
consideren unos chavalitos, medio tontos, que saben dibujar y hacen
cosas muy monas.
...Es
que hay un error básico en todo esto. El dibujante se cree un
intelectual y no sabe que es un trabajador. Yo admiro mucho más y
respeto mucho más a un plomero que va a casa a cambiarme el grifo y
me dice «mire usted esto vale 5.000 pesos y si no le gusta llame a
otro». Y yo le digo, sí señor, cámbieme el grifo por favor. A un
dibujante lo llaman de una editorial, lo hacen esperar cinco días,
le pagan cuando quieren y lo basurean, y el dibujante se aguanta,
porque está en el nivel del intelectual, el hombre que no discute
precios. Peor el dibujante ha de ser un trabajador en el momento de
los precios, después será artista.
Giménez. - Y a
ello hay que sumar el cómo os consideran socialmente. Nos creen
atrasaditos mentales que trabajan para atrasaditos mentales, y nadie
parece darse cuenta de que la historieta es una cosa de la que se
hacen tiradas muy grandes y que la lee mucha gente y que sea buena o
mala la historieta tiene una gran trascendencia. Se lee más que la
novela. pero un señor novelista es un gran autor y un dibujante de
historietas no es nadie. hagamos una crítica de nuestro trabajo,
sepamos qué estamos dibujando, qué estamos contando, porqué y para
qué. porque si decimos que los falangistas son muy buenos les
estamos haciendo publicidad a los falangistas, mientras que si
hacemos una historieta en la que los falangistas son muy malos lees
estamos combatiendo. Situemos en qué punto estamos nosotros como
autores y desde ahí actuemos. Qué contamos y a quién se lo contamos,
porque desde luego estamos influyendo, semana tras semana, en
millares., en millones de personas...
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