INTRODUCCIÓN
Existe un curioso fenómeno que ocurre con cierta
frecuencia en cualquier medio narrativo: el autor dedica tiempo y
esfuerzo a construir unos personajes interesantes, sólidos y bien
definidos. Les da una personalidad, unos gestos propios. Crea a su
alrededor un entorno donde desarrollarlos, un escenario donde
contará sus historias. Se preocupa de dar coherencia a todos los
detalles.
La historia se presenta ante el público. En
sucesivas entregas los personajes van evolucionando y el autor
termina de ajustar sobre la marcha los últimos detalles. Se crean
y destruyen relaciones, se tejen y resuelven historias
secundarias, se va dotando a los personajes de un pasado.
Y un día...
Un día, un personaje secundario aparece en la serie
con un propósito definido, con la intención de resolver una
situación concreta y después desaparecer. Y entonces, nadie sabe
muy bien por qué, conecta con el público de tal manera que vuelve
a aparecer en la serie
posteriormente, una vez tras otra. Con
el tiempo, el personaje se convierte en fijo, crece y evoluciona
al igual que los
personajes principales y acaba siendo más
importante que ellos, las tramas se construyen en torno a él y
finalmente se apropia de la serie.
Este artículo pretende reivindicar a Johan y
Pirluit, dos geniales personajes cuya fama hoy en día no se
corresponde con la que merecen, debido principalmente al
nacimiento en sus páginas de unos seres pequeños y azules
conocidos como los pitufos.
UNAS BREVES NOTAS SOBRE EL AUTOR
El creador de Johan y Pirluit es Pierre Culliford (Bruselas,
25 de junio de 1928 – 24 de diciembre de 1992), más conocido por
su nombre artístico: Peyo.
Peyo se matriculó en la Academia de Bellas Artes de
su ciudad natal, pero no encontró allí lo que buscaba; se pasaba
el día dibujando bustos y modelos sobre el lienzo, cuando lo que a
él le gustaba realmente era la caricatura, el dibujo humorístico.
A los tres meses dejó la Academia. Un día, ojeando un periódico
en busca de ofertas de empleo, encontró dos que llamaron su
atención: ayudante de dentista en una consulta e ilustrador para
una empresa de animación. Peyo, sorprendentemente, escogió la
oferta de ayudante de dentista.
Por suerte para varias generaciones de aficionados
al cómic se presentó en la consulta quince minutos después de que
le hubiesen dado el empleo a otra persona.
Así, su primer trabajo fue para un estudio de
animación, aunque el empleo duró poco ya que el estudio cerró como
consecuencia de la fuerte competencia de los estudios de animación
americanos. Sin embargo y según palabras del propio Peyo, trabajar
allí fue la mayor suerte de su vida, ya que en el estudio conoció
a gente como Franquin, Morris y Paape, que trabajaban como
animadores. Años más tarde, Franquin y Peyo se convertirían en dos
de los miembros más destacados de la que se conoce como Escuela de
Marcinelle.
Su siguiente trabajo fue en publicidad, campo
dentro del cual trabajó en pocos meses para varias empresas. Fue
entonces, en 1947, cuando se le presentó la oportunidad de
realizar su primer cómic, de tan sólo una página. Su título: “Johan”.
LOS PRIMEROS PASOS
Esa primera página de historieta estaba
protagonizada por un joven alto y rubio llamado Johan y se
ambientaba en la Edad Media. Apareció publicada en el diario Le
Dernière Heure, en el cual se presentarían también las
siguientes entregas del personaje. En esa primera página debutaban
personajes que luego se convertirían en fijos, como el Rey al que
Johan servía y una princesa que fue el antecedente de la posterior
princesa Anne.
En 1950 la serie pasó a ser publicada en el diario
Le Soir, donde sería editada durante otros dos años hasta
encontrar su lugar definitivo en la edición belga de Le Journal
de Spirou, a partir de su número 752 (11 de septiembre de
1952).
Fue en esta publicación donde el personaje y la
serie consolidaron su aspecto definitivo. Johan pasó a ser moreno
y empezó a compartir sus aventuras con Pirluit (Pirlouit en su
idioma original), compañero cuyo carácter servía de equilibrio y
contrapunto al del protagonista. El estilo gráfico de Peyo también
muestra una importante evolución, de tal manera que el autor
consideraba las primeras aventuras (las que luego aparecerían
recopiladas en los dos primeros álbumes) como un aprendizaje, un
camino en busca de los personajes y de su propio estilo.
LOS PERSONAJES
Johan es un joven inteligente, valiente y buen
luchador con la espada. Goza de la confianza del señor de Hauvon,
al que sirve en su castillo y en las numerosas misiones que este
le encomienda. Es el principal protagonista de las historias.
La creación del personaje de Pirluit,
en principio para un solo capítulo, supuso para la serie la
introducción del humor y de lo imprevisible; su carácter curioso
hasta ser entrometido, arrojado hasta ser insensato
y su
incontenible verborrea hicieron de él el complemento ideal para la
personalidad resolutiva y práctica, aunque un poco plana, de Johan.
Los conocidos de Peyo siempre le hicieron notar que, de todos los
personajes que había creado, Pirluit era el que más se parecía a
él mismo. El autor, que no lo había imaginado con esa idea en
mente, lo negaba ante ellos una y otra vez si bien reconocería
posteriormente en varias entrevistas que, por supuesto, tenían
razón.
Pirluit trabaja para el mismo señor que Johan, es
su compañero de aventuras. Suele cubrir su tupé rubio bajo un
pequeño gorro rojo y tiene la cara de un niño travieso que ha
crecido físicamente pero no en mentalidad. Siempre está tan
hambriento como si hiciese un mes que no probase bocado y su
afición hacia la música le lleva a componer rápidamente e
interpretar con todo tipo de instrumentos las más terribles y
desafinadas canciones, ante las que la gente huye como si se
tratase del reverso del flautista de Hamelín.
La singular unión de estas dos figuras, una alta y
seria y la otra pequeña y revoltosa, se convierte en aún más
cómica cuando ambos son enviados en largos viajes, para los cuales
Johan cabalga en un esbelto caballo blanco mientras
que Pirluit monta sobra una cabra negra llamada Biquette (Pepita
en la edición española de Bruguera, Carlota en edición Norma).
Ambos personajes principales están arropados por un
grupo de secundarios fijos. El rey al que ambos sirven vive en un
castillo en el que
también encontramos a la remilgada Dama Rebaba, objeto de muchos
de los experimentos (musicales y de otros tipos) de Pirluit. Más
allá del castillo, en una cabaña
en mitad del bosque, vive el hechicero Homnibus, cuya ayuda
resulta imprescindible en varias de las aventuras, o la bruja
Raquel con su caldero, su escoba voladora y su gato negro.
EL ESTILO
El interés de Peyo por la Edad Media le llevó a
situar las aventuras de Johan y Pirluit en esa época, aunque no en
una Edad Media históricamente rigurosa. El entorno que se presenta
no es oscuro, cruel, lleno de miseria y enfermedades. La Edad
Media que interesa a Peyo está más cercana a la fantasía; para él,
es la época de los trovadores, de las gestas, de las arriesgadas y
emocionantes aventuras con final feliz.
Las historias que se cuentan son una mezcla entre
las novelas y películas de caballería, con las que Peyo tanto
disfrutaba, y las fábulas y cuentos de hadas. En ellas aparecen
recurrentemente tiranos que oprimen a sus siervos y que necesitan
un escarmiento, maleficios cuyo efecto debe ser revertido, viajes
a caballo y en barco, bandidos acechando en cualquier rincón del
camino, criaturas mágicas a las que ayudar o contra las que
luchar.
Y humor, mucho humor. Su estilo gráfico es
redondeado y suave, no anguloso, muy influido por la animación de
la época, especialmente las películas de la Disney (una de sus
películas favoritas era Pinocho), la serie de Tom y
Jerry y los cortometrajes de Tex Avery. Peyo se sirve de sus
dibujos para subrayar las características de los personajes. Los
personajes malvados suelen llevar una barba negra cuidadosamente
recortada, mientras que los compañeros de los protagonistas (el
Rey, el hechicero Homnibus) presentan con frecuencia una poblada
barba blanca que les confiere un aspecto bondadoso. Igual ocurre
en los escenarios, con castillos acogedores como el del Rey, lleno
de estancias con chimeneas encendidas y mullidas pieles, rodeados
de suaves praderas y otros situados en
entornos rocosos
y escarpados, con altas torres envueltas en nubes negras y amenazadoras
que dejan claro que la hospitalidad no es algo que
Johan y Pirluit vayan a encontrar en su interior, y sí muchos
peligros y problemas.
Pero si hay algo en lo que realmente destaca la
narrativa de Peyo es en dos aspectos. En primer lugar la
expresividad de sus personajes es sobresaliente, basando a veces
el éxito de una situación cómica o un sentimiento sugerido y no
explicado únicamente en los dibujos, sin necesidad de añadir
texto. Y en segundo lugar el ritmo de la narración es capaz de
adaptarse admirablemente a las escenas, construyendo historias en
las que el ritmo, a lo largo de momentos tanto de diálogos como de
acción, nunca decae.
LA ANDADURA EDITORIAL
La publicación de Johan y Pirluit en Le Journal
de Spirou continuó hasta el número 1.661 (12 de febrero de
1970). Posteriormente aparecieron dos historias cortas, de cuatro
y tres páginas respectivamente, que fueron recopiladas en números
especiales de la revista. La última de ellas es “L’Etoile de
Noel”, publicada en el número 2.071 (22 de diciembre de 1977).
Las aventuras de Johan y Pirluit fueron recopiladas
en trece álbumes a partir de 1954. A partir del tercer álbum la
encuadernación pasó a ser de cartoné, siendo reeditados los dos
primeros en este formato en 1969.
Los títulos son los siguientes:
Le Châtiment
de Basenhau
(1954. Reedición cartoné 1969)
Le Maître de
Roucibeuf
(1954. Reedición cartoné 1969)
Le Lutin du
Bois aux Roches
(1955. Reedición
1969 con
cuatro historias nuevas)
La Pierre de
Lune
(1956)
Le Serment des Vikings
(1957)
Le Source des
Dieux
(1957)
Le Flèche
Noire
(1959)
Le Sire de
Montrésor
(1959)
La Flûte à six Schtroumpf
(1960)
La Guerre des
7 fontaines
(1961)
L’Anneau des Castellac
(1962)
Le Pays Maudit
(1964)
Le Sortilège
de Maltrochu
(1970)
El noveno álbum, cuya historia llevaba
originalmente el título La Flûte à six trous (“La flauta de
seis agujeros”), contiene la primera aparición de los pitufos. La
editorial se dio cuenta de que esta historia tuvo más éxito que
las anteriores, por lo que la edición en álbum fue rebautizada
como La Flûte à six Schtroumpf (“La flauta de seis pitufos”),
convirtiéndose en el álbum con mejores ventas de la serie, lo que
llevó a los pitufos a volver a aparecer junto a Johan y Pirluit en
sus dos últimas aventuras y posteriormente en su propia serie.
El éxito creciente de los pitufos obligó a Peyo a
dejar el resto de sus series en la década de 1970. A pesar de que
Johan y Pirluit era su serie favorita, dedicarse a realizar
una nueva historia de estos personajes le habría supuesto tener
que abandonar el resto de sus ocupaciones, centradas casi
totalmente en los pitufos, durante ocho o nueve meses. Su vida
transcurría cada vez más repartida entre Los Ángeles (en los
estudios de Hanna-Barbera que estaban realizando la serie de
animación de los pitufos), Hong Kong (donde se encontraba la
fábrica de juguetes y demás objetos de los mismo personajes) y
frecuentes visitas que le reclamaban de toda Europa: Colonia,
Zurich... Como dijo el propio Peyo: «Yo soy, en realidad,
prisionero del éxito de los pitufos».
Para mantener sus personajes sobre el papel creó un
estudio cuyos componentes continuaron con sus series, incluso
después de su muerte. Peyo no negaba la entrada a nadie que
tuviese talento y un estilo compatible con el suyo. Siempre animó
a todos ellos a crecer como artistas y a aprovechar las
oportunidades de crear sus propios personajes incluso si esto
suponía abandonar el estudio para irse a otra editorial. Tan sólo
les pedía que no se fueran dejando una historia a la mitad.
Así, han aparecido otros cuatro álbumes de Johan y
Pirluit:
La Horde du
Corbeau
(1994)
Les
troubadours de Roc-à-Pic
(1995)
La Nuit des
Sorciers
(1998)
La Rose des
Sables
(2001)
OTROS PERSONAJES DE PEYO
Casi al mismo tiempo que Johan, creó la
serie de gags de media página “Poussy” (El gato Pusy) para Le
Soir en 1950, que llegaría a constar de 240 entregas. Otro de
sus personajes es Pierrot, cuya mala pronunciación por parte de un
primo inglés dio a Peyo su sobrenombre artístico.
Benoît Brisefer (Valentín Acero), creado en 1960,
es un niño pequeño con una fuerza sobrehumana que pierde
cuando se resfría. Fue creado para el diario Le Soir como
una compensación por haberse llevado a Poussy de sus
páginas para relanzarlo en Spirou. También para Le Soir,
concretamente para su publicación semanal Le Soir Illustré,
creó en 1961 la serie “Jacky et Célestin” (Jacky y Celestin), de
la que sólo realizó los guiones, siendo dibujada sucesivamente por
Jo-El-Azara, François Walthéry, François Bertrand y Roger Leloup.
La mayoría de estas series continuaron siendo
publicadas paralelamente hasta mediados de la década de 1970.
EPÍLOGO
Las aventuras de Johan y Pirluit merecerían tener
la misma consideración que las de otros personajes de fama mundial
como Astérix o Tintín. Sin embargo, nuestro valiente paje y su
insensato acompañante abrieron un día su puerta a unos seres
desconocidos y les ofrecieron su hospitalidad, para encontrarse
con que esos desconocidos se llevaban buena parte del tesoro que
ellos más apreciaban: el interés, la complicidad y el cariño de
los lectores.
Esos pequeños seres han disfrutado de ese tesoro
durante mucho tiempo, mientras Johan y Pirluit les contemplaban
desde su hogar demasiado tranquilo y solitario.
Ya es hora de
que alguien vuelva a visitarles.
[ ver galería, tebeografía y vínculos ] |