No nacer nunca más
sería lo mejor para los mortales humanos. Pero es algo que apenas le
sucede a uno de cada cien mil. (Chiste de Freud)
El duro oficio de
hacer reír con dibujos
Alguna vez escuché que definir el humor es como disecar un sapo: primero
no entendéis nada. Y, encima, el sapo se muere.
El dibujo es el medio de expresión más primitivo y antiguo de la
humanidad, que evolucionó en paralelo con el gratificante efecto de
hacer ruidos con un palo, siendo ambas actividades desarrolladas con
gran placer e insistencia tanto en la primera etapa de la vida humana,
como en la primera etapa de la humanidad. De la primera actividad naces
las artes visuales y de la otra, la música. Pero resulta que para hacer
música se necesita un instrumento musical de formas sofisticadas, y para
dibujar precisamos solamente algo que deje un trazo contrastante sobre
alguna superficie: claro sobre oscuro u oscuro sobre claro, o hendiduras
en materia blanda .
La música nos entusiasma y conmueve mientras suena. Pero se olvida en
cuanto se la deja de hacer sonar. Los dibujos entusiasman y conmueven,
pero quedan. Entonces siguen impresionando a montones de personas. La
música es un milagro de creatividad por un rato, hasta que llega el
silencio. El dibujo es un milagro eterno, que perdura tanto como dure su
soporte material.
Es este deseo de trascendencia es que el que marca a cualquier artista-
Es el hecho de querer expresarse de la manera más directa, más allá de
las palabras, sin tener que explicar nada (porque los dibujantes no son
muy charlatanes) porque el dibujo mismo lo explica todo. Hacer un buen
dibujo ya es algo complicado. Imaginen encima que hay gente que además
de hacer un buen dibujo, pretende hacernos reír con él. O denunciar
injusticias o crueldades. O conmover y emocionar. O dejar pensando. O
sorprender con él.
Hacer humor gráfico no es una tarea simple. Para empezar, en casi
todo el mundo se considera al humor gráfico como un arte menor. Pese a
que una gran mayoría de humoristas gráficos son enormes artistas, que
pueden reproducir un Rembrandt a la perfección si se lo proponen, hay
algo de rebeldía en el humorista gráfico que lo incita a perseverar en
su tarea, aunque no le brinde dinero ni status social. Hay que reconocer
que son pocos los artistas consagrados en el mundo entero, y que su
gloria personal se debe más a un intenso manejo de marketing y prensa y
a una perseverancia a rajatabla para dibujar mucho, que a su propia
calidad de dibujo. Esto se confirma cuando uno conoce a tantos artistas
de primer nivel que no son reconocidos como debieran, pero que tampoco
se han obsesionado lo suficiente por imponer su estilo. Y también, para
qué negarlo, hay gente con mejor suerte que otra. Jack Davis opina que
«mi estilo de dibujo siempre atrajo a cantidades de personas de muy mal
gusto.» Y también se anima a decir: «Gary Larson dibuja tan mal que es
un genio». Los dibujantes argentinos que tuvieron su etapa de oro en los
años cuarenta afirman que ya el dibujo no importa, que ahora parece que
sólo interesa el texto, a juzgar por la mala calidad del dibujo
imperante en los medios
Lo cierto es que, aun tratándose de un oficio ingrato, una vez que un
artista incursiona en el humor gráfico, no lo abandona jamás. ¿Por qué habríamos de desperdiciar nuestra corta vida haciendo retratos,
marinas y naturalezas muertas si podemos gritar una opinión personal,
una filosofía de vida, o un disparate que nos hace llorar de risa,
mediante un dibujo sintetizado que sabemos que los demás disfrutarán con
alegría?
El oficio de humorista gráfico es muy generoso. No es “Quiero que miren
mi obra”, sino “Quiero hacer reír al que la mira”. Y por eso el
dibujante no para de trabajar. Tampoco para porque el lector pide más y
más y más. Un cineasta hace una película y recorre el mundo con ella. A
los dibujantes ninguna carpeta de trabajos nos resulta suficiente,
porque todos quieren ver qué hemos hecho últimamente. Sin embargo,
aunque esto es muy gratificante, se trata de un trabajo mal remunerado,
exigido y frágil. Es por esto que los humoristas gráficos de todo el
mundo se lanzan por entero a su tarea, enamorados de su oficio, pero nunca
recomendarían a otro que lo hiciera, porque saben lo duro que es hacer
una vida a través del plumín.
¿Por qué dibujan los
dibujantes?
A raíz de una encuesta que realicé a humoristas gráficos de todo el
mundo, puedo contarles hoy lo que opinan cada uno de ellos de su
profesión. Tomislav Dusanic de Osijek, Croacia, nos cuenta: «Me
castigaban en la escuela por hacer dibujitos en vez de escuchar a la
maestra. Decidí ser humorista gráfico para poder decir muchas cosas de
la manera más simple. El humor es una de las cosas más importantes de mi
vida. ¿Qué sería de los humanos sin el humor, más que una oscuridad en
el mundo que nosotros mismos hicimos feo? Pero si me piden un consejo
para humoristas gráficos principiantes les diría:¡ Por favor, abandona
ya esa idea loca de dedicarte al dibujo humorístico! ¡Es un trabajo para
Don Quijote!... ¡Uno vive luchando contra los molinos de viento!»
¿Cómo vamos a desalentar a otros de que la pasen tan bien dibujando como
la pasamos nosotros? Es que, para ser honestos, tenemos que decir que es
algo que uno hace con tanta pasión, que eso mismo es lo que nos complica
la carrera: nuestro propio frenesí. Jamás vemos nuestras obras
publicadas al ritmo en que se nos ocurren las ideas. No hay diarios
cotidianos de humor, y en muchos países no hay ni siquiera semanarios o mensuarios de humor.
Pero seguimos trabajando.
Woody Allen nunca dibujó, pero sabe mucho de
humor, y nos cuenta: «Rara vez me divierto, siempre veo el lado oscuro
de las cosas. Precisamente esa es la razón por la que trabajo tanto.
Demasiada realidad no se puede soportar. El truco es darle un
significado a la propia vida, pero no hacerse demasiadas ilusiones. Para
mí la felicidad es una distracción. No importa cuánto tratamos de
disfrazar las cosas. La existencia en sí es algo muy difícil. Nacemos y
no sabemos por qué.
Nos
ponemos viejos y nos morimos. También nos enfermamos y se enferma la
gente que amamos. El único momento feliz es cuando uno puede
distraerse.» Y para eso los dibujantes tenemos siempre un lápiz a mano.
El cartunista italiano Paolo Dalponte opina que «el humorismo es una
llave que funciona particularmente bien; una llave para hacerse escuchar
y entender. El dibujante de humor debe usar el lápiz como un arma,
porque penetra más pero ofende menos, y no produce sangrado ni dolor,
sino sólo cambios en la mente.»
El genial Jan de España nos dice que «Jamás se debe escoger una
profesión porque parezca fácil. Cuanto más sabes más te exiges. Créeme,
si le enseñas tus dibujos a alguien y éste te dice que están muy bien: ¡
No te lo creas o estás perdido! Un auténtico creador debiera interpretar
lo que desea reflejar, a su manera propia.»
El ilustrador y humorista gráfico argentino Norberto Lombardi comenta:
«Me decidí a ser humorista cuando me di cuenta que podía decir cosas
serias haciendo sonreír. Creo que hago humor como un escape de las
frustraciones diarias.» Otro dibujante argentino, Oscar Milicich (“Osmi”)
nos cuenta que decidió ser humorista gráfico porque desde muy chico tuvo
dificultades para hablar: su madre siempre pensó que había nacido mudo.
«En consecuencia mi única forma de expresión estaba relacionada con el
dibujo. Era mejor que dibujara lo que quería decir. A quien se inicia en
el humor gráfico le diría que, por sobre todas las cosas, sea libre. Que
dibuje hasta que le duela la mano y los ojos ardan.. Hoy por hoy hacer
el esfuerzo para dibujarle al prójimo una sonrisa, es el mayor logro que
se le puede pedir a un ser humano.»
El ucraniano Oleg Dergatchov es hipercampeón de cuanto concurso de humor
gráfico hay por ahí, y opina: «Amo al humor, y creo que es la única
manera de sobrevivir este mundo cruel y triste lleno de política. Creo
que el dibujo es la única manera de enviar un mensaje que llegue al
corazón de los que lo vean»
El rumano Mihaita Porumbita comenta que dibuja porque le gusta
comunicarse con la gente: «El humor gráfico es una manera elemental de
comunicarle a la humanidad y advertir con una sonrisa cuál es la
responsabilidad de cada uno para con el respeto a las leyes de la vida,
la sociedad y la naturaleza.»
Pero el iraní Javad Alizadeh es mucho más
realista: «¿Un consejo para quien quiera iniciarse en el humor gráfico?
¡ Que no entre! No hay futuro ni sueldo para un humorista en los países
del tercer mundo.» El excelente caricaturista italiano Achille Superbi
afirma: «A quien quiera iniciarse en el dibujo humorístico, le
aconsejaría que participe en tantos concursos como pueda. Como dibujante
humorístico tengo una frustración muy grande: en Italia es
verdaderamente difícil encontrar trabajo en nuestro sector.»
El famoso francés Sempé, que no tendría de qué quejarse porque le fue
muy bien, nos cuenta «Mi trabajo es muy simple. Basta con encontrar una
idea divertida y dibujarla bien. Luego se la das a un diario para que la
publique. Luego vuelves a casa y buscas una nueva idea. ¡ Y empieza el
círculo del Infierno!» Y agrega: «Tres veces por semana decido abandonar
mi oficio y no volver a dibujar nunca más en la vida. Desgraciadamente,
siempre tengo una idea nueva justo cuando estoy a punto de comunicar
esta decisión a los demás. Entonces todo el proceso comienza otra vez.»
Bill Watterson, creador de “Calvin y Hobbes”, también nos cuenta que
esto no es soplar y hacer botellas: «El mundo de una historieta
humorística es mucho más frágil que lo que la gente supone. Resulta
difícil construir personajes creíbles. Tan difícil como es fácil
destruirlos.»
El español Kim confiesa que el dibujo fue su perdición: «Me hubiera
gustado ser un poco de todo. Pirata del caribe, cazador de osos en
Canadá, moro en Afganistán o carioca en Río, pero nunca quedarme sentado
frente a una mesa dibujando historietas durante 25 años.»
¿Entonces, por qué siguen dibujando?
Gente sufrida
Los humoristas gráficos no son gente simple y alegre como su tarea haría
adivinar. Son gente más bien conflictiva y sufrida. El escritor
argentino Isidoro Blaisten dice que el humorismo es el penúltimo paso
antes de la desesperación. El comediante argentino Enrique Pinti afirma
que el humor es la ternura del dolor. «Cuando se llega al límite del
dolor, el humor aparece como una posibilidad de poder explicar por qué
se llegó a eso. Es una alternativa genial que tenemos los humanos de
poder llegar a un límite de dolor y después poder salir. Creo que se
llega al humor después de haber sufrido mucho.»
El argentino Mordillo confirma que «El humor es la ternura del miedo:
del miedo a la soledad, miedo a no comunicar, miedo a no entender el
sentido de la existencia, miedo a ser injusto con los demás. Y si lo
pensamos, es así: todos los buenos chistes están llenos de situaciones
angustiantes mirada con una enorme ternura, con compasión humana.»
A este concepto lo pinta muy bien Woody Allen diciendo: «La vida puede
dividirse entre lo terrible y lo desdichado. Son estas dos categorías.
Lo terrible comprendería los casos terminales, los ciegos, los
tullidos...No sé cómo consiguen pasar por la vida. Me tienen
maravillado. Y lo desdichado incluye a todos los demás. Eso es todo. De
modo que cuando vas por la vida tienes que ir dando las gracias por ser
un desgraciado porque eso es porque tienes mucha suerte...de ser
desgraciado.» ¿Nos estamos riendo al leer esto? Nos estamos riendo de
algo terrible porque el humor nos salva, permitiéndonos reír de nuestros
propios pavores.
El gran Quino tampoco tienen una mirada más luminosa del tema: «Cuando nos
sentimos un "esto", hay que encontrar maneras de escaparle a la rutina,
a lo que cualquier trabajo tiene de acostumbramiento y que nos obliga a
girar siempre alrededor de lo mismo. Con respecto a qué es la vida, le
puedo responder que, para mí, hermosa no es. Tampoco me ha ido mal, pero
tuve unos primeros años muy duros. Lo triste es haberme equivocado,
porque cuando dibujaba Mafalda yo imaginaba estar contribuyendo a que el
mundo cambiara. Sigo pensando que el mundo va a cambiar, pero me estoy
convenciendo de que no lo voy a poder ver.» Quino tiene la tragedia
pegada a sus dibujos, y eso es lo que los hace más humanos y queribles:
«La gente me dice que suelo ser pesimista, pero miro a mi alrededor y me
parece que el ser humano está preparando todo como para irse del
planeta. No sé dentro de cuántos siglos va a ocurrir, pero va a ser así.
Yo trato de reflejar lo que veo; y lo que veo me pone un poco triste.
Estoy tratando, estoy tratando de ser más gracioso. A veces no sé para
qué lado disparar. Me propongo ser más gracioso, pero no sé. Es todo muy
difícil. ¿Sirve hacer chistes? ¿Sirve de algo sacudir a la gente? A un
treinta por ciento de la gente le sirve. No más. Las canciones de
protesta hoy no le interesan a nadie.»
El creador brasileño Ziraldo comenta «Trabajo todas las horas del día.
Cuando uno trabaja no tiene tiempo de sufrir.»
Cambiar penas por sonrisas.
Para colmo el fantasma de la falta de inspiración acecha todos los días
a los humoristas.
La grandiosa artista Claire Bretecher de Francia explica «Hace treinta
años que trabajo dibujando. Hay gente que trabaja toda su vida con esto,
pero yo no estoy segura de que ese sea mi caso. Cada vez que publico
algo, pienso que es la última vez. Siempre pienso qué haré cuando no
tenga más ideas. Y creo que cuando ya no tenga más ideas, me dedicaré a
vender mis muebles y mis cosas.» Roberto
Fontanarrosa dice «Siempre
trabajo como si me fuera a morir mañana.» La canadiense Lynn Johnston (For
Better or for Worse) dice que lo escuchó a Charles Schulz diciendo
«¿Ustedes pueden creer que vivamos de esto? ¿Cómo se nos pudieron ocurrir
tantas cosas?» Algunos resumen su oficio de manera magistral, como el
humorista Will Rogers que dice «No hago chistes. Simplemente observo al
gobierno e informo los hechos.» Charles Schulz, el creador de Snoopy y
Charly Brown, comentó «Tengo una nueva filosofía de vida. Sólo voy a
temer un día por vez.»
¿Por qué el humor atrae multitudes si sus autores tienen una visión tan
negra del destino humano? El lúcido George Bernard Shaw dijo «La vida
humana no es fácil. Salvo en los primeros nueve meses anteriores a su
primera respiración, ningún hombre maneja sus asuntos tan bien como lo
hace un árbol.» ¿Cómo hacen entonces para reírse de la vida? Tal vez por
lo mismo que dijo Mark Twain: «Muchas veces sucede que la blasfemia
alivia más que la plegaria.» El humor nace de vidas contrariadas y
conflictivas. Ciertamente, nunca de un lecho de rosas y algodones. El
dibujante belga Philippe “Phifi” Bossens me dijo: «El dibujo de cartoons
es para mí en el fondo un deseo de exteriorización de crítica de la
sociedad, y quizás la exteriorización de las frustraciones de mi
juventud, porque en la escuela fui el bicho raro, ya que mi padre era de
la otra parte lingüística de Bélgica, lo que me hizo sufrir toda la
vida. Empecé a dibujar a los 30 años porque mis padres me decían
‘¡Dibujar es solamente un pasatiempo!’»
Los más grandes maestros del humor sacan de situación lo diminuto,
insignificante y desapercibido, y lo ponen en primer plano. Nos muestran
lo que todo el mundo ve pero no advierte. Luego lo aplastan delante de
tus ojos. Como escribió Antonio Machado los humoristas también opinan «y
me pregunto por qué nace la gente / si nacer o morir es indiferente». Y
luego se ríen de ese absurdo. El humor minimiza la tragedia, mostrando
que hasta la misma muerte es un hecho irrelevante, lo que causa un
efecto de alivio instantáneo en todos aquellos que sabemos que nuestra
vida es patéticamente breve...pero que esa misma brevedad tiene su
gracia. Pero Sigmund Freud lo explica mejor: «El humor es alegrarse al
ahorrarse un trabajo: La gracia de lo cómico es su desacartonamiento:
nos ahorra el trabajo de cuidar una imagen de seriedad. La gracia del
chiste es la sinceridad: nos ahorra el trabajo de fingir y de
inhibirnos. La gracia de lo humorístico es el disparate: nos ahorra el
trabajo de tener que ser lógicos y racionales. En suma, el humor nos
lleva al estado anímico de la infancia, la etapa en la que no
necesitábamos del humor para ser felices.»
Los humoristas siempre nos preguntamos el por qué de todo. No es fácil
encontrar el revés de la trama. Groucho Marx decía: «Comparada con el
esfuerzo de hacer reír, una actuación dramática es como dos semanas de
vacaciones en el campo.» Los humoristas queremos divertirnos. Porque si
no nos divertimos nosotros –en el sentido de distraer de la pesadumbre
cotidiana a la que se refiere Woody Allen- no divertiremos a nadie.
Somos como chicos. Lo que nos ayuda a hacer humor es que, en algún
aspecto, todavía no crecimos. Esa parte buena de la infancia –la de la
curiosidad y los porqués-, es la que los humoristas conservamos.
El quid de la
cuestión humorística es volver a sorprendernos con la imbatible lógica
infantil que nos hacía desternillar de risa por cualquier tontería, hace
tantos, pero tantos años que ya ni recordamos qué nos daba tanta gracia.
["Diversión desesperada"
es un concepto con el que el escritor cordobés ( Arg) Juan Filloy - con
obra traducida a varios idiomas- definió en una entrevista al acto de
escribir. Pero creo que se aplica a cualquier acto creativo que te
obsesione tanto como te exige. Filloy murió el año pasado, 2002, a los
101 años, creo . Muchos títulos de sus novelas eran palíndromos y había
escrito más de 1000 palíndromos en palabras y frases.] |