BUENOS AIRES EN LA HISTORIETA ARGENTINA
Analizar la relación entre Buenos Aires y la historieta argentina a lo largo de casi setenta años resulta una tarea tan apasionante como compleja, complejidad que surge no solo de las dificultades que entraña captar los diferentes matices de la ciudad protagonista (¿Díganme dónde está cómo es, Buenos Aires la Reina del Plata?, se pregunta Maria Elena Walsh en su "Vals Municipal"), sino también de los diversos enfoques posibles para estudiar dicho vínculo y que podrían sintetizarse en los siguientes puntos:
-Principales hitos en la incorporación de Buenos Aires a la historieta argentina en el tramo que va de 1928 a 1957.
-En qué medida ha explotado la historieta las potencialidades de la ciudad teniendo en cuenta la relevancia que el mismo tema ha tenido en otras disciplinas artísticas.
-La diferenciación entre las obras donde Buenos Aires es apenas un decorado para historias que podrían desarrollarse en cualquier otra gran ciudad, y aquellas que por las características de sus personajes o por girar en torno a un escenario específico (una calle, un barrio determinado) son intransferiblemente porteñas.
-Las historietas que se desarrollan en una época contemporánea al transcurso de la acción, las que evocan épocas pasadas o anticipan un futuro probable.
-Las distintas formas en que pueden abordarse los temas de Buenos Aires en la historieta, tales como lo cotidiano (en sus vertientes costumbrista, dramática y romántica), policial, misterio, fantasía y ciencia ficción, por citar las principales.
A los efectos de darle un cierto orden y coherencia a tan variado material, se lo ha agrupado en tres capítulos o ejes que corresponden, el primero, a los principales antecedentes del ingreso de Buenos Aires a la historieta; el segundo a las distintas formas de tratamiento (costumbrista, policial, misterio, etc.); y el tercero a los tiempos de la narración (la evocación de épocas pasadas o la anticipación del futuro), esquema que se completa con una introducción, un epílogo y un listado en orden cronológico de historietas relacionadas con Buenos Aires.
INTRODUCCIÓN
"Aunque muy pobre cosa, muy modesta, nuestra ciudad había nacido con un hechizo misterioso. Viajeros ilustres y refinados que visitaron en América ciudades admirables, ciudades tan pintorescas como Los Reyes y Méjico, al hablar de Buenos Aires ponen siempre en sus páginas un cariño especial. Cuando la fea enamora, el mal es más hondo." Las palabras que anteceden pertenecen al libro Las dos fundaciones de Buenos Aires y si bien su autor, Enrique Larreta, se está refiriendo a una Buenos Aires muy anterior a su proceso de modernización, esa capacidad de hechizo se mantuvo -o se acrecentó- aún después que dejara de ser la Gran Aldea para convertirse en una urbe con reminiscencias de grandes capitales europeas, al precio claro está de no dejar prácticamente vestigio alguno de la ciudad original. Pero no solo a viajeros ilustres y refinados hechizó Buenos Aires, también a sus habitantes aunque renieguen de su tránsito, de sus veredas rotas o de la humedad de su clima que potencia el calor veraniego y altera los nervios del más templado; y la aman también quienes llegan desde el interior del país, pese a que los aturda su movimiento febril, los moleste la actitud sobradora ("canchera") de muchos porteños ó le reprochen, y con razón, que la riqueza de Buenos Aires tuvo como contrapartida la decadencia –cuando no la ruina- de muchas economías regionales anteriores a ella.
Y si la quiere el hombre común, el que la sufre cotidianamente, qué decir del creador, del artista, de aquel cuya sensibilidad lo lleva a bucear en lo profundo del alma de la ciudad a través de las más diversas disciplinas artísticas. Ahí están como prueba de esa obsesión las decenas de tangos que describen o añoran a Buenos Aires; los cuadros de Quinquela Martín; los poemas de Borges y Baldomero Fernández Moreno; los trabajos de Scalabrini Ortiz o de Martinez Estrada en el terreno del ensayo sociológico; el teatro no solo en su forma clásica sino a través del sainete y el grotesco; el cine mostrando el Buenos Aires de los barrios y también el de las mansiones con teléfonos blancos; las novelas de Mujíca Lainez o de Leopoldo Marechal; el periodismo con hitos que van desde las "Aguafuertes Porteñas" de Roberto Arlt en los años ‘30 al "Buenos Aires me mata" de Sandra Russo, radiografía de la ciudad y de cierta fauna urbana nacida al calor del menemismo; y para no hacer eterna esta enumeración, los radioteatros y los teleteatros que erigieron en protagonistas de sus historias a colectiveros y taxistas.
Buenos Aires recreada en el cine, analizada en el ensayo, celebrada en la poesía o añorada en el tango...¿y en la historieta? Un primer análisis del tema llevaría a pensar que en ese rubro la hechicera ciudad "junto al río inmóvil" sufrió un cierto desdén. Si es cierto lo que dicen de ella acerca de que siempre ha preferido mirar hacia Europa o Nueva York en lugar de asumir su origen sudamericano, debe aceptarse que la historieta –la "seria", la de aventuras- le pagó con la misma moneda y por largos años la ignoró, prefirió las historias de audaces exploradores en busca de civilizaciones perdidas, de piratas, de detectives ingleses, el Far-West o las calles de Nueva York antes que el empedrado de San Telmo. Pero no apresuremos conclusiones sin antes analizar detenidamente los hechos y las circunstancias.
1. PRINCIPALES ANTECEDENTES DEL INGRESO DE BUENOS AIRES A LA HISTORIETA
EL QUE RIE PRIMERO
Si bien este estudio no incluye la historieta de dibujo humorístico y el humor gráfico, corresponde hablar brevemente de estas dos especialidades que fueron precursoras de la temática de Buenos Aires, no sólo por ser cronológicamente anteriores a la historieta "seria" sino también por la más temprana predisposición de sus creadores a nutrirse del ambiente porteño. Es así que ya en 1916 Arturo Lanteri realizó El Negro Raúl, inspirado en un personajes real a cuya costa solían divertirse los "niños bien" de la época y contemporáneamente descollaba la figura de Diógenes Taborda, "un dibujante que nunca realizó historietas pero cuyo estilo e inmensa popularidad influyeron en muchos historietistas de estilo caricaturesco en los años posteriores" según David Lipszyc, quien destaca además el aporte que significaron "su pintura de una galería de personajes de la ciudad, su humorismo personal y su visión dramática del Buenos Aires de la época".
Ese vínculo entre lo humorístico y Buenos Aires se acentuó con el correr de los años y alcanzó picos notables –tanto en lo gráfico como en lo periodístico- con las revistas Patoruzú (1936) y Rico Tipo (1944). En cuanto a dibujantes hay tres artistas de excepción que hicieron de Buenos Aires el eje de gran parte de su obra: Alejandro del Prado (Calé), Luis J. Medrano y Guillermo Divito. Intentando sintetizar en cuatro líneas lo mucho que se ha escrito sobre ellos diremos que Calé fue el insuperable cronista de la vida barrial de los años cincuenta, Medrano el observador de las multitudes que hormigueaban por las calles de "la City", ese conjunto de veinte manzanas céntricas donde reside el verdadero poder en la Argentina, y finalmente Divito (él mismo un personaje de la noche porteña) el dibujante de la Buenos Aires esplendorosa, la de los teatros de revistas, los cabarets y otras tentaciones como las carreras en el Hipódromo de Palermo o el de San Isidro.
A los tres nombrados sumamos a Héctor Torino básicamente por su condición de creador en 1937 de "El conventillo de Don Nicola", serie inspirada en lo que fue toda una institución porteña de fines del siglo diecinueve y buena parte del veinte, citada reiteradamente por el tango y estrella principal del sainete y el grotesco, géneros de gran tradición en el teatro rioplatense. El conventillo –afirma Arturo Jauretche en El medio pelo en la sociedad argentina- "significó miseria y promiscuidad (...) pero al mismo tiempo es un mundo heterogéneo donde se barajan y se mezclan en el mismo mazo todas las cartas del Buenos Aires que está naciendo".
LOS PRIMEROS INTENTOS
Las revistas El Tony y Mustafá y el diario Crítica fueron, entre fines de los años veinte y comienzos de los treinta, los primeros medios que dieron cabida a la historieta que prescindía del dibujo humorístico y se volcaba a la narración de aventuras o hechos históricos, corriente a la que luego se sumaron, entre otros, El Gorrión, la revista para escolares Figuritas y el diario Noticias Gráficas. Desde esos inicios y por muchos años las historietas de los creadores argentinos transcurrieron en tierras exóticas, islas misteriosas, planetas desconocidos o ciudades lejanas, escenarios todos ellos muy ajenos a la realidad porteña. Un primer y leve cambio en ese panorama estuvo dado por "Las aventuras de Carlos Norton", tira que se publicó en el diario Notícias Gráficas y que se basaba en un exitoso folletín radial. Según Enrique Lipszyc la tira apareció en 1935 siendo iniciada por Luis Cazeneuve y proseguida luego por Roberto Bernabó, mientras que Trillo y Saccomanno la dan como iniciada en 1932 con Bernabó a cargo de los dibujos y Jacinto Amenábar del guión, sindicándola como "la primera tira que utiliza la ciudad (de Buenos Aires) y la actualidad como contexto". Las dificultades para acceder a antiguas colecciones de diarios -más aún para quienes no residen en la Capital- nos impide certificar las características de dicha historieta.
Otra serie precursora aunque no decisiva en la incorporación de Buenos Aires a la historieta fue "Vito Nervio", el detective porteño creado en 1945 por Mirco Repetto e ilustrado por Emilio Cortinas, a quienes poco después reemplazaron Leonardo Wadell y Alberto Breccia. Sin embargo la presencia de Buenos Aires en esa recordada historieta de Patoruzito fue relativa, ya que en los casi trece años de vigencia de la serie Vito vivió la gran mayoría de sus aventuras en sitios tales como la selva africana, el desierto australiano, las calles de París o los hielos de Alaska. Algo parecido sucedió luego con "Tucho, de canillita a campeón" y "El Indio Suárez", boxeadores ambos cuyas peripecias los llevaron a geografías muy distantes a la del Río de la Plata.
DE MONTJUIC AL OBELISCO
Desenfado andaluz, cordura vizcaína, he ahí el doble sello, la impronta que según el ya citado Enrique Larreta le dejaron a Buenos Aires sus dos fundaciones, la primera de ellas a cargo de Pedro de Mendoza en 1536 -empresa que sucumbió en medio de circunstancias dramáticas, actos de canibalismo incluidos-, y la segunda y definitiva a cargo de Juan de Garay. Eso en lo que hace a la Historia, porque en lo que se refiere a la historieta el que se lleva los laureles si no como fundador al menos sí como "descubridor" de Buenos Aires fue un catalán: Carlos Freixas.
Nacido en 1923 Freixas llegó a la Argentina en 1947 y en menos de una década de permanencia en el país desarrolló una nutrida labor profesional que abarcó ilustraciones para revistas de diversas temáticas y libros de cuentos infantiles, actividades docentes y realización de historietas entre las que destacan títulos como "Drake el aventurero" y los ya citados "Tucho, de canillita a campeón" y "El Indio Suárez". Pero la obra por la cual le asignamos a Freixas un lugar de preferencia entre los precursores en incorporar a Buenos Aires en la historieta se llamó "Darío Malbrán, psicoanalista" y fue publicada hacia 1949 en Aventuras, revista en la cual Freixas venía colaborando casi desde su arribo al país.
Presentada como "La primera historieta semidocumental de América", "Darío Malbrán, psicoanalista" tiene la particularidad de darle a Buenos Aires un protagonismo que no había alcanzado anteriormente. En el transcurso de las historias de tinte policial que predominaban en la serie, podía verse al protagonista y sus ocasionales acompañantes en sitios tales como la avenida 9 de Julio, el Obelisco, el Teatro Opera (sobre la avenida Corrientes) o el barrio de la Boca, a orillas del Riachuelo, uno de los lugares a los cuales Freixas concurría a tomar apuntes para su archivo tal como consta en una foto publicada en la revista Dibujantes en 1954 (la que encabeza esta nota).
Esa predilección de Freixas por captar los paisajes más característicos de Buenos Aires abona la suposición de que tal vez pudo ser el mismo artista quien sugirió una historia que le permitiera volcar en ella esos escenarios urbanos. Fuera iniciativa suya o de los editores lo cierto es que Freixas contó con la ventaja de un guión bastante sobrio en cuanto a diálogos y textos aclaratorios –mérito del argumentista, Julián Maldonado- lo que le permitía disponer en cada cuadro del espacio necesario para desplegar su excelente dibujo. Al margen de lo señalado "Darío Malbrán" sumaba otros méritos. Erigir a un psicólogo como protagonista de una historieta fue de por sí novedoso, pero también resultó premonitorio: desde mediados de los años sesenta Buenos Aires adquiriría fama de ser una de las ciudades del mundo con mayor número de psicoanalistas en relación a la cantidad de habitantes, a tal punto que un sector del exclusivo Barrio Norte pasó a ser conocido como "Villa Freud" por el alto número de dichos profesionales allí afincados.
LOS NUEVOS INVASORES
En 1806 y 1807 Buenos Aires rechazó sendos intentos de la Corona Británica por apoderarse del Virreinato del Río de la Plata, hecho conocido como las Invasiones Inglesas. Ciento cincuenta años después Buenos Aires debió enfrentar dos nuevas invasiones pero esta vez provenientes del espacio exterior. La primera de ellas en marzo de 1957 y la segunda a partir del 4 de septiembre del mismo año, cuando en el número inicial de Hora Cero Semanal Juan Salvo comenzó a narrar su odisea cósmica.
La primera de esas invasiones extraterrestres era la que narraba "Rolo, el marciano adoptivo", que con guión de C. De la Vega (Héctor Oesterheld) y dibujos de Solano López apareció en el primer número de Hora Cero. "Rolo" anticipaba los elementos centrales de "El Eternauta" pero a diferencia de ésta no se mostraban lugares paradigmáticos de la ciudad sino más bien escenarios de un barrio indefinido, el mismo donde funcionaba la escuela en la cual era maestro Rolo Montes y tenía su sede el Club Social y Deportivo "El Meteoro", varios de cuyos miembros secundaban al protagonista en su lucha contra los "pargas", la raza que había conquistado Marte y amenazaba hacer lo mismo con la Tierra. No obstante ese carácter barrial, no faltará algún episodio posterior a esa parte inicial de la saga donde se ve a Rolo junto a su amigo el "Crema" caminando por la avenida Corrientes y a sus espaldas el Obelisco, controvertido pero ya irremplazable monumento que se erigió en 1936 para conmemorar los cuatrocientos años de la primera fundación de Buenos Aires.
En cuanto a "El Eternauta" tanto se ha escrito sobre sus significados, sus reales o supuestas connotaciones ideológicas que sería redundante agregar algo más, salvo recordar por enésima vez el impacto que significó para sus lectores iniciales (y quizá para quienes la descubrieron posteriormente) ver que el escenario de una historieta de ciencia ficción eran sitios tan familiares como el estadio del Club River Plate, Puente Saavedra, las Barrancas de Belgrano o el edificio del Congreso de la Nación, a los cuales se sumaban los lugares del norte del Gran Buenos Aires donde se iniciaba la historia. En 1983 cuando en relación a la historieta "Evaristo" le preguntaron a Solano López cómo dibujaba a Buenos Aires su respuesta fue tajante: "Sin archivo, de memoria. El clima es lo que vale". Con la salvedad de que en "El Eternauta" algún colaborador suyo como Tibor Horvath se encargaba de tomar apuntes de lugares donde transcurría la acción, lo innegable es que el "clima" que logró Solano es absolutamente único, que sea imposible concebir a esa historieta en otra Buenos Aires distinta a la que él dibujó. Quizá en ese punto radica una de las causas de la poca fortuna que tuvo la versión que dibujó Alberto Breccia en 1969, superior seguramente desde lo artístico.
2. LAS DISTINTAS FORMAS NARRATIVAS
A casi medio siglo de los primeros balbuceos de la historieta "seria" en la Argentina aparece una obra que, esta vez sí, es intrínsecamente porteña. A diferencia de "El Eternauta" que podría haber transcurrido en cualquier otra ciudad sin menoscabo alguno de sus valores "El Loco Chavez" se nutría básicamente de Buenos Aires, a tal punto que la tira –iniciada en julio de 1975- comenzó a tener mayor repercusión tras el regreso al país del protagonista, luego de un año de andanzas en Europa donde se desempeñaba como corresponsal. Respecto a ese retorno ha dicho Carlos Trillo:
"siempre nos daba la sensación que una aventura en Buenos Aires no era posible, porque aquí la gente no vuela, tiene problemas con la guita, el colectivo va lleno y hay olor a sobaco en el Subte. No existe Metrópolis, ni esas cosas que uno leía, entonces trajimos el personaje a Buenos Aires y ahí descubrimos que no había que contar la aventura como las historietas clásicas, sino contar charlas de bar, caminatas, miradas a las minas".
Charlas de bar, caminatas, miradas a las minas (¡y que mujeres las dibujadas por Altuna!), la ciudad retratada con amoroso detalle. Con esos elementos pero también con personajes como Malone, Homero, Pampita o Balderi, "El Loco Chavez" se convirtió durante muchos años en una de las atracciones de la última página de Clarín. Que en esos años haya atravesado los terribles tiempos del Proceso Militar lleva a pensar que tanto en esa tira como en otras allí publicadas el lector buscaba "algo más", aspecto sobre el cual Trillo manifestó alguna vez lo siguiente:
"eran tiras que la gente leía más allá de lo que estaba escrito y me parece que eso tenía que ver con la censura. Había un lenguaje metafórico que el lector interpretaba. Yo recuerdo que alguna vez nos dijeron que éramos muy valientes, pero que yo recuerde nunca dijimos más que "las mandarinas están caras", no tuvimos ninguna actitud heroica. (...) La gente buscaba todo aquello que no podía leer en otro lado, y lo encontraba porque querían encontrarlo, no porque realmente estuviera escrito". (extraído de la entrevista realizada a Carlos Trillo en 1999 por Juan Carlos Carraro para la Revista Desde Adentro: "Me encanta hacer estas cosas").
ANTES DEL LOCO...
Pero el "Loco Chavez" no fue la primera historieta que abordó la faz cotidiana de Buenos Aires. Hay antecedentes de trabajos no tan logrados pero que mostraban ya la inquietud por ese tipo de historias, como es el caso de "Pedro Pereyra, taxista" y "Cuentos de la ciudad grande". De esta última al ser presentada en diciembre de 1960 en Frontera Extra (también se publicaron episodios en Hora Cero Extra) se decía "Creemos que es la primera vez que la historieta abre sus cuadritos a la aventura real que puede suceder no en la China o en Marte o en el Congo sino aquí mismo en nuestra propia Buenos Aires". Pese a tal entusiasta presentación la serie no tenía –salvo excepciones- un sabor definidamente porteño, ya que se trataba de conflictos y situaciones propias de una gran urbe cualquiera y a veces ni siquiera eso. "Cuentos de la ciudad grande" contaba con guiones de Héctor Oesterheld y fueron ilustrados por artistas varios, entre ellos Del Bó, Porreca, Balbi o Rubén Sosa.
Mucho más ambiente y "clima" porteño había sí en "Pedro Pereyra, taxista" historieta escrita por Jorge Mora –habitual seudónimo de Jorge Oesterheld pero que también pudo haber utilizado su hermano- y cuyos episodios se publicaron a partir de junio de 1960 en Hora Cero Extra. Al volante de su "Malacara", un Ford ‘A’ con más de treinta años sobre sus ruedas, el no menos veterano taxista recorría las calles de Buenos Aires y su Conurbano viviendo distintas peripecias (asaltos y secuestros incluidos) e involucrándose en los problemas de sus ocasionales pasajeros. Que el apellido del personaje fuera Pereyra y manifestara ser "santafesino de Cañada de Gómez" no era casualidad sino una deliberada referencia a Pablo Pereyra, Director de Arte de Editorial Frontera, gran ilustrador y docente de la Escuela Panamericana de Arte, función en la cual había tenido como alumnos a varios de los jóvenes dibujantes que entre 1959 y 1960 comenzaron a colaborar en dicha editorial. De esa camada formaba parte el artista de la serie, Leopoldo Durañona, quien plasmó una visión entre dramática y caricaturesca de la ciudad muy propia de otros de sus profesores –Alberto Breccia- por cuyo estilo estaba muy influido en aquella época.
A mediados de 1971 otro taxista comenzó a circular (a "yirar") por las páginas de la historieta argentina, puntualmente en la revista Top y con el título más que obvio de "Artemio, el taxista de Buenos Aires". Los guiones eran de Héctor Oesterheld bajo el seudónimo de Artemio y los excelentes dibujos pertenecían a Néstor Olivera, a quien luego sucedió Juan Zahlut. Artemio era mucho más joven que su antecesor Pedro Pereyra pero vivía parecidas aventuras. Como todo taxista porteño que se precie se peleaba con los colectiveros, se veía envuelto en una pelea entre gitanos que se disputaban el amor de la misma mujer, ayudaba a un huérfano que se había escapado de su lugar de internación y se deslumbraba ante la belleza de las porteñas, ello pese al estricto control de Delia, su amada novia. Poco tiempo después de Artemio se emitió por televisión un teleteatro titulado "Rolando Rivas, taxista", que marcó récords de audiencia en su momento y aún hoy puede verse en un canal de cable con contenidos "retro".
...Y DESPUÉS DE "EL LOCO"
La gran repercusión de "El Loco Chavez" movió en 1980 a la Editorial Perfil a editar dos revistas con personajes ambientados en Buenos Aires: "Nico Cruz" y "Laura Leal", fotógrafo el primero y abogada la segunda. Carlos Albiac -a quien se mencionará repetidamente en este trabajo- era el guionista de la primera de las series, de trama leve y tono jocoso ambientada en gran parte en la Boca, un barrio que con su calle Caminito, su tradición futbolística y sus casas de madera pintadas con vivos colores constituye uno de los destinos obligados del turista que arriba a Buenos Aires. Ese y otros paisajes de la ciudad estaban fielmente reflejados en el aspecto gráfico, a cargo de un equipo que lideraba Oswal (Osvaldo W. Viola) con la colaboración de Mario Morhain y Roque Vitacca. En cuanto a "Laura Leal" se la presentaba como "una esplendorosa abogada que sabe de leyes y, mucho más, de los hombres y de la vida". Lamentablemente ninguna de estas revistas tuvieron mayor repercusión, una constante en los varios intentos que en materia de historietas hizo Perfil, exitosa sí en otros rubros periodísticos.
A esa misma corriente costumbrista pertenece "Papi-Fútbol" escrita por el periodista Martín García e ilustrada en sus primeros dos capítulos por Horacio Altuna, a quien sucedió en esa tarea Horacio Lalia, dibujante especializado en temas de misterio y terror y por ello muy alejado del clima gráfico logrado por su antecesor. Los episodios de la serie giraban en torno del grupo (la "barra") de amigos que se reunía semanalmente para el clásico partido de fútbol reducido y, si bien prevalecían las historias basadas en conflictos personales o familiares, no faltaban en ocasiones referencias a temas de la época como el de la deuda externa argentina, que para 1982 ya estaba alcanzando cifras siderales.
Cerrando esta enumeración cabría citar también a quienes fueron los sucesores de "El Loco Chavez" en la contratapa de Clarín, "El Negro Blanco" y "El Nene Montanaro", ambos también periodistas pero que nunca pudieron alcanzar el grado de aceptación de su antecesor. La primera de las tiras fue escrita por Carlos Trillo y dibujada por Ernesto García Seijas y se prolongó entre 1987 y 1994, mientras que el "El Nene Montanaro" fue escrita y dibujada por Horacio Altuna y se extendió hasta 2002. Tras la fugaz "Cazados" de Trillo-O’Kif, la historieta costumbrista "seria" cedió su espacio al punzante y ácido humor de "La Nelly", de Rubén Mira y el dibujante Sergio Langer.
ROMÁNCES PORTEÑOS
Salvo excepciones como las de las revistas Secretos del amor y Pasiones Blancas a inicios de los años cincuenta, el monopolio de la historieta romántica o atravesada por conflictos sentimentales correspondió (desde su aparición en 1945) a la revista Intervalo, en cuyo material predominaron durante largo tiempo las adaptaciones de grandes obras literarias. Ese panorama tuvo un principio de cambio a mediados de los años sesenta cuando las adaptaciones comenzaron a alternar con guiones originales escritos por autores como Francina Siquier, Josephine Bernard ó Cristóbal María Paz, autor de la serie "Historias de hombres y mujeres", y más tarde Pedro Mazzino y José Luis Arévalo. Aunque la tendencia a reemplazar las adaptaciones por guiones especialmente escritos se mantuvo e incrementó en los años siguientes, casi todas esas historias transcurrían en ciudades lejanas o indefinidas y sólo muy de vez hacían referencia a Buenos Aires o se desarrollaban en ella. Esa situación cambió hacia la segunda mitad de los ochenta con algunas series que, si bien no encarnaban la quintaesencia de la porteñidad, al menos demostraban mayor interés en reflejar una realidad local.
En la antedicha línea se inscriben "El taxi de Marcela" escrita por José Luis Arevalo y con dibujos de Angel Alberto Fernández y algunos episodios de "Clasificados", del mismo Arévalo, que rastreaba las historias ocultas detrás de un breve aviso clasificado. Siempre hablando de Intervalo podría sumarse a la lista algún episodio de "Elena" mientras que a finales de los ochenta D’Artagnan publicó "Campana de largada", historias vinculadas al ambiente del turf cuyo narrador "en cámara" era un cronista de hípicas cuyo nombre –o seudónimo- era el mismo de quien firmaba los guiones: Polo Lavalle. Las carreras de caballos cuyos escenarios habituales son los hipódromos de Palermo y San Isidro constituyeron en algún momento, junto con el fútbol y el boxeo, la trilogía deportiva por excelencia de Buenos Aires. Destacable por lo bien lograda en cuanto a guión y dibujo es la historieta "Carlos Gardel, la casa vieja", de Eugenio Reynal Arrigo, centrada en el conflicto entre una joven pareja que compite para adquirir la casa que ha pertenecido a un gran amigo de Gardel, lo que da pie para contar en paralelo algunos episodios de la vida del cantor. En el final de la historia se da a entender que la discordia inicial ha dado paso a un posible romance, lo que en cierta medida emparenta esta historieta con el comienzo de "Dos entre la gente", escrita en 1968 por Héctor Oesterheld y que, con dibujos de Roberto Regalado, se publicó en la revista de actualidad Gente.
TRISTEZAS DE LA CALLE CORRIENTES
"Calle/ como valle/ de monedas para el pan.../ río/ sin desvío/ donde sufre la ciudad.../ los hombres te vendieron/ como a Cristo/ y el puñal del obelisco/ te desangra sin cesar." Tal lo que expresan los versos finales de "Tristezas de la calle Corrientes", cuya letra escribió en 1942 Homero Expósito, autor de audaces metáforas que hacían fruncir el ceño a los tangueros tradicionales y que en la citada obra supo describir la otra cara de la avenida Corrientes, que hasta 1936 fue angosta y por muchos años sinónimo de la noche porteña. Tan desesperanzada y oscura como la visión de Expósito es la de Guillermo Saccomanno en la historieta titulada precisamente "Avenida Corrientes", tres episodios publicados en los números iniciales de –cuando no- la revista Superhumor y dibujadas por Solano Lopez. Historias tristes, amargas, de solitarios que salen en vano a recorrer sus veredas en busca de distracción o de amor; de gente que traiciona al amigo o es traicionada por el destino, como ese escritor (de historietas) que cae bajo las ruedas de un colectivo justo cuando ha desistido de suicidarse y empieza a creer que puede salir del pozo en que ha caído su vida.
"Me llamo Sol...mi espacio es la noche" se presenta en uno de los episodios la protagonista de la serie obviamente titulada "Sol de noche", una criatura de la avenida Corrientes que no hubiera desentonado en Woodstock. Sol pertenece a ese ámbito que nuclea a los adictos al psicoanálisis, los lectores de Kafka, los estudiantes de arte dramático o de filosofía y letras, los que en los años 1970 discutían en las mesas del Café La Paz como debía ser esa revolución que nunca llegó y los que hoy nutren –como protagonistas o como espectadores- a las vanguardias artísticas y el espectáculo "under". Conflictuada, depresiva y en eterna lucha contra la soledad (sólo atenuada por amores ocasionales y la compañía de Barbieri, su reflexivo y confidente gato), Sol no pierde por ello de vista la realidad de esa Buenos Aires de 1981: gente corriendo para renovar el depósito a plazo fijo, los chicos de la calle... algunas madres haciendo una ronda en la Plaza de Mayo. Patricia Breccia aportó el estilo exacto para ilustrar a las criaturas imaginadas por Guillermo Saccomanno y algunos de sus lugares de encuentro: La Paz, La Giralda o Bachín, a escasos metros de Corrientes, con sus manteles de papel y sus platos rebosantes de tallarines con "pesto".
TUNELES, LABERINTOS Y DEMONIOS
Así como puede mostrar las postales turísticas de la Boca ó San Telmo, el lujo de Puerto Madero o las tumbas ilustres de la Recoleta, Buenos Aires tiene también su costado oscuro, demoníaco. Barrios laberínticos, pasajes escondidos y túneles secretos son escenografías de ese lado oculto de la ciudad que la literatura argentina ha reflejado en obras como "Misteriosa Buenos Aires" de Manuel Mujica Láinez o el "Informe sobre ciegos" de Ernesto Sábato, objeto de una adaptación a la historieta por parte de Alberto Breccia.
Lo fantástico no podía faltar entonces en las historietas referidas a Buenos Aires y uno de los mejores ejemplos es "Los misterios de Ulises Boedo", una obra de Carlos Trillo que comenzó a publicarse en 1981 en el Nº 11 de Supehumor y así sintetizada en el comienzo de uno sus episodios: "Una sutil invasión cósmica se abate sobre la ciudad. Los invasores operan en el interior de la gente haciéndola ruin, infeliz, preocupada por estupideces. Un pequeño grupo comandado por Ulises Boedo lucha contra esa fuerza aniquiladora de los sentimientos". La referencia a un grupo de individuos comunes luchando contra invasores cósmicos remite a "El Eternauta" pero el parecido es sólo aparente, aquí en lugar de Favalli o Polsky están el Cholo, el colectivero Roger Parada ó Leticia Luna y en lugar de los "manos" o los "gurbos" están los "cara de culo" como fuerza de choque de la invasión.
Plena de delirio, de ese lenguaje metafórico al que aludía Trillo (la propaganda de los ‘cara de culo’ era sospechosamente parecida a la que emitía la dictadura militar), "Ulises Boedo" tuvo en lo gráfico el aporte irremplazable de Domingo Mandrafina. Maestro del claroscuro Mandrafina dibuja una Buenos Aires perfectamente reconocible pese al predominio de las escenas crepusculares y nocturnas que imponía el espíritu de la historia. Inmortalizado en "Sur" ("San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido") y en otro tango homónimo, Boedo dio también su nombre a un grupo literario que privilegiaba en sus obras el tema social por sobre lo meramente estético.
Lejos de Boedo, hacia el oeste de la ciudad existe un barrio de diseño desconcertante por cuyas calles circulares deambulan desde hace años en busca de una salida al mundo exterior aquellos desprevenidos que ingenuamente se internaron alguna vez en él, ó al menos así lo afirman ciertas personas con tendencia quizás a la exageración. Esas características de la zona y ciertos mitos y leyendas urbanas cultivadas por los propios vecinos del lugar dieron pie a uno de ellos, el guionista Ricardo Barreiro, para crear una de las mejores y más recordadas historietas de los años 80: "Parque Chas", barrio donde al decir del autor "claudican las reglas de la geometría euclidiana, la ley de la gravedad, los embustes de la lógica y otras muletas del pensamiento (...) se juntan el antes y el ahora, se cruzan la realidad y la fantasía".
Un auto asesino, una ventana que daba a otra dimensión y que no debía abrirse, la extensión del supuesto túnel de escape construido por Perón, dragones, un monstruo escondido en las cloacas eran algunos de los elementos de las once historias que conformaron "Parque Chas I" (Fierro, 1987) en cuyo transcurso el protagonista –un escritor de historietas llamado Ricardo- se cruza en bares y plazas del barrio con personajes tales como el Corto Maltés, El Eternauta, el músico y escritor Alejandro Dolina y, tratándose de un laberinto, por supuesto también con Jorge Luís Borges. A diferencia de esa primera parte, "Parque Chas II" gira más en torno a Ricardo y su compañera, Aitana "y explora la invasión sobre la que gira el largo argumento de la historia. Va más allá de la realidad Argentina y hecha una mirada al futuro". Junto con los guiones de Barreiro, el éxito y la perdurabilidad de esta serie están fundados en el trabajo de Eduardo Risso, para quien haber realizado "Parque Chas" significó en su carrera –según propia confesión- un cambio profundo desde el punto de vista artístico. El empleo intensivo de masas negras (poco habitual en su estilo hasta ese momento) complementando con medios tonos y texturas más la fiel recreación del barrio, eran el exacto complemento a ese cruce entre realidad y fantasía que imaginó Ricardo Barreiro.
Si en Parque Chas hay una ventana que comunica con otros mundos, a realidades alternativas, no lejos de allí en Belgrano está la mismísima entrada al Infierno, al menos eso es lo que se desprende del guión de "El otro doctor Fogg" (Fierro, 1984) escrito por Carlos Albiac y que podría sintetizarse así: Fogg (parapsicólogo e impresentable profesor universitario) emprende junto a la misteriosa Madame Syx el combate contra el innominado demonio que lo acosa. El viaje hacia el Infierno –le anuncia Syx- se iniciará desde "un sitio mágico en Buenos Aires" y que según luego sabremos está en las proximidades de Cabildo y Juramento, tradicional esquina de ese no menos tradicional barrio. El encargado de ilustrar las pesadillas del doctor Fogg fue Angel Alberto Fernández, otro maestro del blanco y negro y la ambientación que en su labor profesional recreó con más frecuencia las calles del Bronx que las de San Telmo, pero que como contrapartida dibujó en historietas la primera fundación de Buenos Aires para uno de los álbumes de la colección que, con motivo del quinto centenario del descubrimiento de América, lanzó Planeta-DeAgostini en 1992.
CRONICAS DE LA MALA VIDA
En general ha sido escasa la presencia de policías y detectives en aquellas historietas ambientadas en Buenos Aires y sus alrededores. Aquel precursor Carlos Norton era más bien Philo Vance trasplantado a las riberas del Plata; Vito Nervio deambulaba habitualmente por geografías distantes; lo de Sherlock Time eran los misterios del espacio interplanetario y poco y nada salía de la casona de San Isidro; C.C. Detective de Buenos Aires y el Comisario Macaya no dejaron mayores huellas. Tan pobre era el panorama que en una oportunidad hubo que traer a Buenos Aires al mismísimo Alack Sinner, historieta en la que también se incluyeron sus autores, los argentinos Sampayo y Muñoz. Eso nos deja a Daneri, Gómez y no mucho más.
En la obra protagonizada por Daneri, según Breccia: "Mataderos era un barrio que se me fue metiendo muy adentro. Yo creo que en "Un tal Daneri" salió algo de lo que yo veía en esos años de juventud. Esos paredones de ladrillo, esas nubes que parecían estar al alcance de las manos de tan bajas". Según Trillo: "La idea inicial había sido urdir una historieta detectivesca ambientada en el barrio de Mataderos. De esos encuentros con Breccia salió "Un tal Daneri", puñado de capítulos breves, melancólicos y cargados de esas iconografías violentas que nos rodeaba en aquel final de 1974". Melancolía y violencia, no mucho más que eso hay en esta historieta en cuyo episodio inicial el "héroe" le destroza la mano a un pianista y luego, para equilibrar la balanza, le estropea la cara a la modelo que lo contrato para ese trabajo. No mucho mejor era "Gómez", ex policía echado de la fuerza "que se gana la vida como puede con casos pocos dignos" según lo puntualiza su autor -Guillermo Saccomanno- en el capítulo inicial de la serie, y que trata de compensar esa realidad imaginando resolver los casos que lee en la sección policiales del diario. Mas que nada "Gómez" era un intento de poner en las calles de Buenos Aires personajes y situaciones de la "novela negra" norteamericana, de la cual los integrantes del grupo mentor de Superhumor eran devotos admiradores.
Mucho más auténtica resultaba "Villa Caraza Blues", historieta que sobre un guión propio realizó el dibujante Luís García Durán. Villa Caraza forma parte del Conurbano bonaerense más relegado ("calles destruidas, techos de chapa hirviendo, caos de carteles, postes de alumbrado y cables que parecen tejidos por una araña enloquecida"), allí donde suena la "cumbia villera" y los "pibes chorros" intentan gambetear un destino de muerte casi inevitable que puede llegar por vía de una dosis excesiva de drogas, o de balas. La serie no tuvo lamentablemente continuidad al frustrarse el proyecto de la revista en la cual se publicó, Hacha, del cual participaba un grupo de guionistas y dibujantes agrupados bajo la denominación de Asociación de Creadores de Historietas de la Argentina (ACHA), García Durán entre ellos.
3. LOS TIEMPOS DE LA NARRACIÓN
Todas la historietas reseñadas hasta aquí reflejaban el tiempo en que eran escritas. Toca ahora ver aquellas donde se evoca el pasado de Buenos Aires o se intenta anticipar su futuro. Para el primero de los casos, por razones de extensión deL presente ensayo y porque lo creemos un momento clave en el desarrollo Buenos Aires no iremos más allá de los años veinte, cuando su vida urbana se hace equiparable a la de las grandes ciudades del mundo. Como excepciones a ese límite que nos hemos impuesto señalaremos algunas pocos casos, como por ejemplo ciertos episodios de la historieta gauchesca "El Huinca" en los cuales el personaje creado por Enrique Rapela visitaba aquella Buenos Aires de 1870 -año más, año menos- cuando se inició su proceso de modernización con el tendido de nuevas vías férreas y obras de infraestructura. Otras excepciones a esa línea de corte temporal que hemos fijado son "Julián Saldaña, el carrerito del Parque" de Felipe Cárdenas y Roberto Mezzadra publicada en 1973 en Clarín y "El Rubio Millán", adaptación esta última de un radioteatro, historias que transcurrían en el período que va desde 1890 a los años iniciales del siglo veinte, tiempos míticos del surgimiento del tango, de "malevos" y de duelos a cuchillo.
¿TE ACORDAS HERMANO QUE TIEMPOS AQUELLOS?
No habrán sido tan "locos" o "rugientes" como los de Nueva York o Chicago, pero los años veinte de Buenos Aires tuvieron lo suyo. No estaba el charlestón pero sí el tango, triunfante en París; no había Ley Seca y por eso en los cabarets corría alegremente el champagne; el Pibe Cabeza no podía compararse con Al Capone pero estaban las temibles organizaciones dedicadas al negocio de la prostitución en gran escala, entre ellas la Zwimigdal, nacida como una inocente asociación dedicada a proteger inmigrantes. Todo eso más el conventillo, las polémicas entre grupos literarios y las luchas obreras estaban en aquella Buenos Aires cosmopolita, joya rutilante de una Argentina que se acercaba al final de una etapa.
Con tales elementos no es extraña la preferencia de guionista y dibujantes por dicha época y que en líneas generales los resultados hayan sido satisfactorios. Así ocurre con "Buenos Aires, las putas y el loco", de Ricardo Barreiro, que a través de sus cuatro episodios muestra a Federico Fuentes (el "loco" en cuestión) inmerso en un enfrentamiento entre dos bandas de tratantes de blancas, la de "los polacos" y la de "los franceses", enfrentamiento que –según lo revela el sorpresivo final- ha provocado el mismo protagonista para vengar la muerte de su hermana, inducida a la prostitución y al consumo de heroína por el jefe del primero de esos grupos. El sintético y nervioso trazo de Oswal imprime dinamismo a la acción y pone los toques justos para ambientar la época, pero tal vez un dibujo con mayor detalle hubiera realzado aun más el excelente guión de Barreiro.
En la misma época (1925/1926) el Corto Maltés llega por segunda vez a Buenos Aires, esta vez con el propósito de encontrar a una amiga polaca secuestrada por la "Varsovia" una de las varias organizaciones que explotaban la prostitución a gran escala y abastecían los prostíbulos con jóvenes reclutadas en Europa, generalmente mediante engaños. Ese episodio titulado "Tango...y todo a media luz" transcurre principalmente en la zona norte del Gran Buenos Aires (Olivos, San Isidro) donde vivió Pratt durante sus años en la Argentina, lo que le da pié para incluir lugares que él frecuentaba o personajes con apellidos que son leves variaciones de los de amigos suyos de aquella época . Pero más allá de esos guiños la historieta es excesivamente retórica y no muy lograda la mezcla de elementos que constituyen el guión: terratenientes ganaderos llegados desde Texas y afincados en la Patagonia, corrupción policial y política, Butch Cassidy vivito y coleando.
ENTRE LA REDACCIÓN Y EL QUILOMBO
Gran parte del brillo de Buenos Aires en los años veinte iba a quedar opacada en la década siguiente no sólo por las consecuencias de la crisis mundial desatada en 1929 sino también por los efectos del golpe de Estado pro fascista que el 6 de septiembre de 1930 derrocó al gobierno del Presidente Hipólito Yrigoyen, dando así inicio a lo que se conoce como la Década Infame, período signado por la corrupción, la represión y el fraude electoral. Precisamente en el otoño de 1930, pocos meses antes de aquella asonada se sitúa el comienzo de la trama de "Navarrito", otra muy buena creación de Ricardo Barreiro. Los prostíbulos, las cárceles y las redacciones son los ámbitos donde se mueve el protagonista, Enrique Navarro ("Navarrito" para los amigos) periodista de policiales de un diario porteño y no de uno cualquiera sino de Crítica, fundado en 1912 por Natalio Botana y que tras subsistir penosamente durante una década pasó a convertirse luego en uno de los medios más influyentes e innovadores del periodismo argentino, innovaciones entre las cuales figuró precisamente la publicación de historietas. Barreiro sabe sacar provecho nuevamente de los elementos de época y en ello cuenta con la valiosísima colaboración de Alberto Dosé, que aquí ya liberado de las influencias de Moebius hace que el lector se meta en los escenarios de Buenos Aires por donde transita "Navarrito".
Igualmente valiosa y ambientada en la misma época es "Carbajo, Ganzúa & Cía.", policial costumbrista escrita por Julio Alvarez Cao y dibujada por Gerardo Canelo que relata las andanzas de un investigador privado y su ayudante Ganzúa, un convicto con libertad provisional. El tema de la prostitución (aunque con las limitaciones que imponía el hecho de que la serie se publicara en la más tradicional D’Artagnan) estaba aquí también presente en algunos de los cincuenta episodios aparecidos entre 1984 y 1991 y seguramente seguirá inspirando a los guionistas del futuro: hace escasos días, en 2008, se denunció la existencia de varios prostíbulos a pocas cuadras del Departamento Central de Policía.
Julio Alvarez Cao pero con dibujos de Carlos Casalla fue también el autor de "Memorias de un porteño viejo", en el cual un periodista jubilado recordaba hechos y personajes del Buenos Aires de antaño como Carlos Gardel, Jorge Newery (precursor de la aviación argentina y gran deportista) ó el ya citado "Negro Raúl", cuyo triste fin recrearon también Trillo y Juan Dalfiume en una historieta publicada en Superhumor. Siempre en relación a los años treinta cabe recordar que Oesterheld tomó como núcleo de un episodio de "Sherlock Time" el caso real ocurrido en 1931 cuando un tranvía repleto de obreros se precipitó a las aguas del Riachuelo, límite sur de la ciudad de Buenos Aires con la provincia homónima.
Pese a ser tan característicos, tan distintivos de una época del país (la del primer Peronismo, con sus pro y sus contra), casi no hay historietas que evoquen los años cincuenta en Buenos Aires, excepción entre la que se cuenta "Evaristo". Evaristo Meneses fue un comisario que supo ganar fama de guapo (corajudo) e incorruptible por sus enfrentamientos con peligrosos pistoleros y el esclarecimiento de resonantes casos delictivos, hechos que lo pusieron en las primeras planas de los diarios pero le valieron también la ojeriza de estamentos superiores de la Policía Federal, de la que fue alejado en 1964. "Evaristo", escrita por Carlos Sampayo, es una versión libre de la leyenda de Meneses y se ubica en un período laxo que toca los años cincuenta y pisa los sesenta. Solano López es nuevamente el encargado de plasmar en imágenes esas historias y son tan vívidas que en algunos casos parecen transcripciones en clave "seria" de "Buenos Aires en camiseta", la sección de "Rico Tipo" en la cual Calé retrataba la vida de los barrios porteños en aquellos mismos tiempos.
PLANETA BUENOS AIRES
En el otro extremo de lo evocativo, de la recreación del pasado se ubica una serie de historietas que anticipan el Buenos Aires futuro, en visiones no precisamente optimistas por parte de sus creadores. Un escenario apocalíptico es el que plantea por ejemplo "Versus", en la cual entre los escombros de la Buenos Aires del 2080 se juega una particular versión del clásico futbolístico Boca-River cuyo ganador será el bando que más adversarios mate, algo no tan disparatado si se tiene en cuenta la cantidad de víctimas que la violencia en el fútbol se ha cobrado en los últimos años. También en una ciudad devastada transcurre "Apocalypse Baires" donde una bella joven se salva (mejor dicho es salvada) del sartén... para caer en el fuego.
No concretamente en el futuro sino más bien en otra dimensión del tiempo transcurren "Cero Buenos Aires" y "El Imperio Yanks". En la primera, guión de Carlos Albiac, un sector de Buenos Aires aledaño al Obelisco es arrancado por una fuerza misteriosa y llevado al Espacio. En ese planeta minúsculo o asteroide artificial el protagonista de la serie, Bruno, su novia Rita y sus amigos Ovidio y Baigorria intentan organizar a otros sobrevivientes del cataclismo para rechazar los ataques de bandas como "El ballet de la muerte súbita", "Los Buitres del Crepúsculo" o "El Norte Amarillo", peripecias que son observados con felina curiosidad por Cero, el gato de Bruno. Los formidables dibujos de esta historieta publicada inicialmente en la revista italiana Lanciostory y luego en Fierro, corresponden a Walter Taborda.
Aunque incidentalmente, también una Buenos Aires derruida y prácticamente cubierta por el agua aparece en "Bárbara" de Barreiro y Zanotto (Skorpio, 1979) con el nombre de "La ciudad muerta", mientras que en "El Imperio Yanks", también de Barreiro y dibujos de Marcelo Rodríguez, el conductor de un tren subterráneo se ve repentinamente transportado a un mundo futuro o paralelo en el cual un grupo de resistentes –al igual que en "Bárbara"- luchan contra una clase opresora. Unido a ese grupo el protagonista participa en una misión para atacar la capital del Imperio dominante y destruir el edificio donde se construye un arma que podría acabar definitivamente con toda resistencia y que no otro que el Mercado de Abasto, antiguo mercado concentrador de frutas y verduras y hoy un lujoso shopping ubicado en el barrio homónimo, donde transcurrió la mayor parte de su vida Carlos Gardel.
EPILOGO
Del análisis de la cronología de títulos que acompañan esta nota y el repaso del material expuesto surge, como una de las primeras conclusiones, la lentitud del proceso que llevó a Buenos Aires a ingresar en la historieta argentina, a ser tenida en cuenta por ella, tal es así que -tomando el período de setenta años (1928-1998) que abarca nuestro estudio- en las tres primeras décadas de dicho ciclo apenas si se produjeron un puñado de historietas en las que la ciudad tuviera un cierto papel protagónico –aunque más no fuera como ambientación de la historia-, y que habrían de transcurrir otros veinte años hasta que apareciera una serie "integralmente", intransferiblemente porteña, en este caso "El Loco Chavez". En total medio siglo.
La situación antes señalada se revirtió parcialmente a lo largo de los años ochenta y algunos de los noventa merced a una producción destacable tanto en cantidad como en calidad. Esa "reivindicación" de Buenos Aires estuvo sustentada principalmente en dos títulos: Superhumor y la que podría considerarse su continuadora, Fierro, ambas de Ediciones de la Urraca, publicaciones orientadas por un grupo de periodistas convencidos de la necesidad de incorporar a la historieta argentina elementos de la propia identidad nacional pero sin caer en el folklorismo fácil. En menor medida y bajo otras pautas ideológicas Editorial Columba también hizo su contribución a esa "primavera" de los años ochenta, que fue posible además gracias al aporte de guionistas como Carlos Trillo, Guillermo Saccomanno, Carlos Albiac y Ricardo Barreiro, poseedores de la necesaria sensibilidad para captar los diferentes matices que ofrecía Buenos Aires para la historieta, ya sea en la evocación de tiempos pretéritos o contando la actualidad, explotando el costumbrismo o el género fantástico, entre otras muchas posibilidades.
Lamentablemente ese proceso de acercamiento entre la historieta y Buenos Aires se vio truncado hacia 1992 cuando comenzaron a agotarse las experiencias de Fierro y Skorpio y se profundizó la declinación de Editorial Columba, con cuyo cierre en 2001 concluye –a nuestro entender- el ciclo de las revista de historietas con un sistema de distribución regular en kioscos y tiradas significativas, situación que meritorias excepciones como Bastión Comic, Mikilo, Fierro en su segunda época ó los títulos que con escaso éxito lanzó el Grupo Perfil en 2005, no alcanzan a modificar.
La declinación de las revistas específicas sumado al hecho de que los principales diarios hayan relegado la historieta "seria" a favor de las de tono humorístico o el humor gráfico, hace recaer la responsabilidad de mantener la vigencia del medio sobre otras modalidades alternativas como las historietas difundidas por Internet, las ediciones de tipo casi artesanal o la publicación en formato de libro, sistema éste mediante el cual se han canalizado en los últimos años las nuevas creaciones de la historieta nacional, entre ellas algunas centradas en Buenos Aires y su periferia tales los casos de Carne Argentina, trabajo colectivo realizado por un grupo de creadores reunidos en La Productora, ó Historias Corrientes – ni tango ni bohemia-, de Laura Vázquez y Federico Rubenacker, ambos editados inicialmente en España en 2003.
Esas parecen ser entonces (salvo un hipotético resurgimiento de las revistas) las nuevas formas, los nuevos soportes a través de los cuales la historieta podría seguir explotando las posibilidades que ofrece la ciudad como eje temático. El panorama dista de ser auspicioso pero hay un elemento a favor: el tiempo, todo el tiempo del mundo; eso aceptando que el "A mi se me hace cuento que empezó Buenos Aires:/ la juzgo tan eterna como el agua y el aire" con el que Jorge Luís Borges concluye La fundación mitológica de Buenos Aires, oficie como un conjuro contra tantos pronósticos apocalípticos y visiones de una ciudad plagada de ruinas o cubierta por el agua. Con la eternidad a favor será entonces cuestión de paciencia, oportunidad y el necesario talento literario lograr que la historieta siga ocupándose de Buenos Aires y salde así la aparente deuda que aún mantiene con ella.
CRONOLOGÍA DE HISTORIETAS RELACIONADAS CON BUENOS AIRES
Se cubre el siglo XX, desde el año 1935 hasta el año 2000:
1935: Las aventuras de Carlos Norton (Noticias Gráficas), de Amenábar y L. Cazeneuve (luego R. Bernabó)
1945: Vito Nervio (Patoruzito), de Repetto (luego Wadell) y Cortinas (luego A. Breccia).
1949: Darío Malbrán, psicoanalista (Aventuras) de Maldonado y Freixas (luego Puglisi)
1951: El Rubio Millán (Fantasía) de Campos y Casalla
1952: Así era Carlos Gardel (El Tony) por Valenti y Casalla
1956: Historia del barrio de La Boca (Patoruzito) de Repetto y Mottini
1957: El Eternauta (Hora Cero Semanal) por Oesterheld y Solano López)
1957: Rolo, el marciano adoptivo (Hora Cero) por C. De la Vega y Solano López
1958: Sherlock Time (Hora Cero Extra) obra de Oesterheld y A. Breccia
1959: El Rubio Millán (Intervalo y luego reimpreso en El Tony) por Campos y Giordano
1960: Cuentos de la ciudad grande (Frontera Extra) por J. Mora y varios dibujantes
1960: Pedro Pereyra, taxista (Hora Cero Extra) por J. Mora y Durañona
1963: C.C. Detective de Buenos Aires (El Tony ) por guionista anónimo y Casalla
1964: Historias al pie de Buenos Aires (Album Misterix) por Mandrini y García Durán
1968: Dos entre la gente (Gente) de Oesterheld y Regalado
1969: El Eternauta (Gente) por Oesterheld y A. Breccia
1971: Artemio, el taxista de Buenos Aires (Top) de Oesterheld y N. Olivera (luego Zalhut)
1973: El carrerito del Parque (Clarín) de Cardenas y Mezzadra
1974: Un tal Daneri (Mengano) de Trillo y Breccia
1974: Memorias del Riachuelo (Corto Maltés) de M. Morhain y Trigo
1975: El conde de Buenos Aires (Tit-Bits) por guionista anónimo y Mandrafina
1975: El Loco Chávez (Diario Clarín) obra de Trillo y Altuna
1980: Nico Cruz (Nico Cruz) de Albiac y Oswal
1980: Laura Leal (Laura Leal) de guionista desconocido y Trigo
1980: Sol de Noche (Superhumor) por Saccomanno y Patricia Breccia
1980: Bs. As en blanco...y negro (Superhumor) obra de Daniel Reynoso y varios dibujantes
1980: Avenida Corrientes (Superhumor) por Saccomanno y Solano López
1981: Apocalipse Baires (Superhumor) de Casado y Macagno
1981: Gómez (Superhumor) de Saccomanno y Trigo
1981: Los misterios de Ulises Boedo (Superhumor) por Trillo y Mandrafina
1982: Papi-Fútbol (Superhumor) obra de Martín García y Altuna (luego la dibujaría H. Lalia)
1982: Berazategui Country (Superhumor) de Sandra Russo y Garibaldi
1982: El Negro Raúl (Superhumor) por Trillo y Dalfiume
1982: La Mesón (Superhumor), de nuevo por Trillo y Dalfiume
1983: Arribabajo de un 16 de junio (Cuero) de Albiac y Oswal
1984: Evaristo (Fierro) de Sampayo y Solano López
1984: El otro Dr. Fogg (Fierro) por Albiac y Fernandez
1984: Carbajo, Ganzúa & Cía. (D’Artagnan) de Alvarez Cao y Canelo
1986: Navarrito (Fierro) por Barreiro y Dosé
1987: Clasificados (CineColor Intervalo) de Mazzino y Artistas varios
1987: El Negro Blanco (Clarín) por Trillo y García Seijas
1987: Parque Chas I (Fierro) de Barreiro y Risso
1988: El taxi de Marcela (TodoColor Intervalo) de Arévalo y Fernandez
1989: Campana de largada (D’Artagnan) por Lavalle y Merel
1990: Buenos Aires, las putas y el loco (Hora Cero 2da. Epoca) de Barreiro y Oswal
1990: El Imperio Yanks (Skorpio) de Barreiro y M. Rodriguez
1991: Cero Buenos Aires (Fierro) de Albiac y Taborda
1991: Parque Chas II (Fierro) por Barreiro y Risso
1992: La casa vieja (Cinecolor Intervalo) por Reynal Arrigo y C. Pedrazzini
1992: Primera fundación de Buenos Aires: La expedición maldita (editado en España, en la colección de Planeta-DeAgostini lanzada con motivo de los 500 años del descubrimiento de América) por R. Wood y Angel Alberto Fernández
1994: El Nene Montanaro (Clarín) con guión y dibujos de Altuna
1996: Villa Caraza Blues (Hacha) con guión y dibujos Luis García Durán
1997: Paula (Revista La Nación) de Albiac y Taborda
1997: Irish Coffee (Clarín) de Trillo y Meglia
2000: Especies en peligro (Diario La Nación) por Wang y García Seijas
Carlos R. Martinez
FUENTES CONSULTADAS:
-Archivo y colección del autor
-JAURETCHE, Arturo (1970): El medio pelo en la sociedad argentina, A. Peña Lillo Editor, Buenos Aires
-LARRETA, Enrique (1963): Las dos fundaciones de Buenos Aires, Editorial Sopena Argentina, Buenos Aires
-LIPSZYC, David (1968): Capítulo Argentina del Catálogo de la 1ra. Bienal Mundial de la Historieta, sin mención del editor, Buenos Aires
-LIPZSYC, Enrique (1958): Las décadas de la historieta argentina, Editorial Lipzsyc, Buenos Aires
-SACCOMANNO, Guillermo y TRILLO, Carlos (1980): Historia de la Historieta Argentina, Ediciones Record, Buenos Aires