A pesar de que la eclosión de la historieta en su acepción más moderna de forma masiva en prensa en los Estados Unidos es pareja a la del cine, su carácter caricaturesco inicial la hace más proclive a adoptar el género humorístico como predominante, convirtiéndose así su objetivo en agradar al público infantil y juvenil o, si acaso, ser apta para todos los públicos, evitando cualquier referencia que pudiese ser considerada de mal gusto. Tras el nacimiento de un nuevo formato decisivo para el medio, el comic book, y el abordaje en prensa de temáticas aventureras, se produce una ampliación de registros con el nacimiento en 1936 del género superheroico, el único realmente inherente al cómic. En realidad, y teniendo en cuenta lo difuso de la definición de terror2, tan sujeta a lo subjetivo, sí que pueden encontrarse ejemplos de prototerror, o al menos de un predominio de lo sobrenatural con el objetivo de sobrecoger al lector tanto en prensa como en el comic book3, aunque todavía alejado de lo que comúnmente se suele asociar de forma consensuada al término. Tras la Segunda Guerra Mundial se produce un declive de ventas en los cómics protagonizados por superhombres y supermujeres y los editores exploran con éxito nuevos territorios, como el western, las historias de la jungla, la ciencia ficción, el crimen y lo detectivesco o el romance. Los últimos coletazos del conflicto armado y el nacimiento de la Guerra Fría son caldo de cultivo para la sublimación de los miedos de la población, por otra parte sumida en un espejismo de prosperidad y dominancia moral sobre los países del Este y el comunismo. Como es habitual, la cultura de masas acaba reflejando ese subconsciente social de forma más o menos soterrada, dando lugar a las parábolas fantástico científicas de invasores extraterrestres y finalmente, en 1950, consolidando el cómic de terror en el seno de la industria, inundando el mercado de títulos de desigual calidad a 10 centavos la unidad. La editorial más directamente responsable de la avalancha del horror y al mismo tiempo la que mejores historias supo confeccionar, de nuevo basadas en la tradición gótica de los hombres lobo, los vampiros y los no muertos, se llama EC, y marca un hito en la historia del cómic.
Para realizar un retrato fiel de lo que fue, cómo funcionó, y cómo se colapsó EC entre 1950 y 1955, es necesario remontarse al mismo nacimiento del comic book; uno de los inventores de este nuevo formato revolucionario y decisivo fue también el creador y editor de EC en su primera etapa, Maxwell Charles Gaines. En 1933, Gaines entra a trabajar como vendedor a comisión para Eastern Color, que ya está realizando reimpresiones de populares páginas de cómic de prensa, e idea un nuevo modo de edición. Doblando convenientemente aquellas páginas de formato tabloide y grapándolas se podían obtener cuadernillos con un mayor número de páginas del tamaño de los comic books actuales. Gaines vende el nuevo producto a Procter & Gamble, que utiliza 10.000 ejemplares de aquel primer cuadernillo de 32 páginas titulado Funnies On Parade como regalo promocional. Dado el éxito de la operación, Gaines vende un nuevo cuadernillo, Famous Funnies, a diversas compañías, que también lo regalan a sus clientes. De Famous Funnies se llegan a producir 100.000 ejemplares para cubrir los diferentes pedidos. Uno de los mejores clientes de Eastern Color, George T. Delacorte, fundador en 1921 de Dell Publishing, observa el éxito del nuevo formato y realiza un experimento de campo: dota a Famous Funnies de una portada y un rótulo que indica un precio de 10 centavos y produce 35.000 ejemplares y en febrero de 1934 lo distribuye en la sección infantil de algunos almacenes. El cuadernillo se agota y Delacorte vende la idea a American News, el mayor distribuidor de revistas del país. Así, en junio de 1934, Famous Funnies se distribuye en los kioscos de todo el país y es un éxito instantáneo, dando el pistoletazo de salida al formato comic book en el ámbito comercial4.
Maxwel C. Gaines en su despacho. A la derecha, el primer comic book, Funnies on Parade
Bill Gaines en los comienzos de su carrera en EC |
Gaines es consciente de que mientras continúe tratando de adaptarse a las tendencias del mercado, su compañía nunca acabará de despegar. Sheldon “Shelly” Moldoff había trabajado para M. C. Gaines en All-American en distintos títulos, y más tarde también trabajó con el editor cuando este fundó EC, en títulos como Moon Girl. Cuando Gaines hijo hereda la compañía, Moldoff continúa su colaboración, y en 1947, dada la penosa situación de la editorial, propone un trato a su editor; crear una nueva serie con lo que Moldoff consideraba que será la próxima tendencia de los cómics, el horror, a cambio de un porcentaje de los beneficios. Gaines da el visto bueno, y Moldoff para 1948 ha elaborado dos números de muestra bajo los títulos Tales of the Supernatural y This Magazine is Haunted, con historias en las que participan él mismo, Johnny Craig, Gardner Fox, Dick Kraus, Howard Larsen y otros. Lo cierto es que por aquel entonces Estados Unidos ya ha conocido algunos tímidos intentos de implantar el horror más o menos explícito, como en New adventures of Frankenstein, realizada por Dick Briefer para Prize Comics (Prize Publications, 1940), Suspense Comics (Et-Es-Go Magazines, 1943), algunas historias en Yellowjacket Comics (Charlton, 1944), Spook Comics (Baily Publishing, 1944), Dr. Jekyll and Mr. Hyde, publicado dentro de Classic Comics (Gilberton, 1947), Eerie Comics (Avon Periodicals, 1947) o Adventures into the Unknown (American Comics Group, 1948). Sin embargo, salvo este último título, ninguno de ellos tiene una permanencia prolongada en el mercado. De esta forma, Moldoff llega a firmar un contrato con Gaines por el que recibiría un porcentaje sobre los beneficios de los dos títulos que ha coordinado, pero Gaines nunca llega a materializarlos, en parte porque reconsidera su postura de compartir beneficios10. Moldoff acabará vendiendo This Magazine is Haunted a Charlton, una vez que la moda del terror se hubo consolidado. Gaines utilizaría después las historias realizadas para Tales of the Supernatural en sus distintas cabeceras, algunas de ellas tan pronto como en Moon Girl nº 4 (verano de 1948), donde aparece “Vampires of the bayou” y en Moon Girl nº 5 (otoño de 1948) que da salida a “Zombie terror!”.
Los comienzos de EC en el horror: la publicación en la que ensayó Gaines y la colección Moon Girl, de la cual se muestra el núm. 1, de 1947, tebeo de una aventurera fantástica, y el núm. 7, ya convertido en un comic book de terror.
Desde poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos se produce un estallido de violencia juvenil que preocupa tanto a las instituciones como a los medios de comunicación y, por supuesto, a los padres. Fruto de esta preocupación nace la necesidad de encontrar los elementos responsables de esta anomalía social, y muchas voces apuntan hacia los cómics como perversores de la moral infantil. Su bajo precio y su amplia difusión propician que un amplísimo porcentaje de la juventud americana lea estos cuadernillos en una época en la que un cómic dedicado al crimen causa furor: Crime Does Not Pay, creación de Charles Biro, que en 1947 vende un millón de ejemplares de cada número. Muchos periódicos abogan por la censura de esta expresión de la cultura popular, se trata de relacionar crímenes cometidos por menores con su afición a la lectura de cómics, en algunos estados se promulgan leyes prohibiendo su venta en los kioscos, las PTAs (Parental-Teacher Associations; Asociaciones de Padres y Profesores) no sólo presionan a los políticos sino que organizan quemas de cómics en los colegios. Se puede decir que existe un ambiente general de histeria anti cómic. En 1948, la Association for the Advancement of Psychoteraphy, presidida por Fredric Wertham, celebra un simposio en Nueva York bajo el título La psicopatología de los comic books, donde se trata de abordar desde una perspectiva científica la relación entre crimen y cómics11.
Bill Gaines y Al Feldstein |
A pesar de todas estas señales, Al Feldstein propone a Gaines explorar la vía del terror. “Coges Saddle Justice y lo conviertes en Saddle Romances sólo porque Simon y Kirby han sacado una serie de romance y funciona bien. Vamos a seguirles y después hundirnos cuando se colapse, como se colapsaron las series de adolescentes. ¿Por qué no hacemos que nos sigan ellos a nosotros? Comencemos nuestra propia tendencia”12. Aquella tendencia, por supuesto, era el horror, un género al que ambos eran aficionados desde que de niños escucharon los programas radiofónicos Inner sactum, Witches tale o Lights out. Como banco de pruebas utilizan las cabeceras Crime Patrol y War Against Crime. En los números de abril-mayo y junio-julio de 1949 de la primera publican respectivamente “The werewolf’s curse” y “The hanged man’s revenge”, dos de las historias que Moldoff preparó para Tales of the Supernatural. En el número de octubre-noviembre publican una historia de Johnny Craig titulada “Three clues to terror” (donde el único terror que se podía encontrar se hallaba en el título) y en el número siguiente ya se anuncia en portada “una historia de terror de la cripta del terror”, “Return from the grave”, de Feldstein, presentada por el deforme Guardian de la Cripta. El salto definitivo lo dan en el número siguiente, Crime Patrol nº 16, con fecha de portada de febrero-marzo de 1950, donde todas las historias están guionizadas por Feldstein y ahondan en lo horrible. Para el número de abril-mayo, Crime Patrol ya había desaparecido para dejar The Crypt of Terror como título, respetando la numeración por los motivos ya comentados. Pocos números después, la cabecera obtiene su nombre definitivo, Tales from the Crypt. Algo similar sucede en War Against Crime. El número de diciembre-enero muestra en portada un rótulo que promete “una historia de terror de la bóveda del horror”. Otro tanto sucede en el número de febrero-marzo, que será el último cuando el de abril-mayo tome el nombre de The Vault of Horror. Del mismo modo que han hecho con sus series dedicadas al crimen, transforman el western Gunslinger en The Haunt of Fear, cuyo primer número aparece en mayo-junio de 1950. Otro título se suma en otoño de 1950 a la avalancha del terror, que presenta elementos menos monstruosos y más humanos, aunque igualmente truculentos: Crime SuspenStories.
Si los cómics Marvel tienen desde que Stan Lee asumió las labores de guionista y editor un método de producción tan característico que se denomina, simplemente, “método Marvel”, los cómics EC de la new trend no son menos. Casi hacia el final de la época dorada de EC se produce una separación de funciones entre Bill Gaines y Al Feldstein posiblemente debido a la mediación de un nuevo manager, Lyle Stuart13, que obliga a Feldstein a contratar a otros guionistas, como Jack Oleck, Carl Wessler, Jack Bernstein o Irving Werstein. Pero hasta entonces, salvando el caso de Johnny Craig, que suele escribir sus propias historias, los guiones de la mayor parte los relatos de horror los escriben conjuntamente Gaines y Feldstein, que para mejorar sus habilidades llegan a asistir a un curso de guión impartido por el escritor Theodore Sturgeon14. Gaines, lector voraz de todo tipo de literatura fantástica y de horror, sigue un tratamiento para adelgazar que incluye la ingesta de dexedrina, una anfetamina que reduce considerablemente su necesidad de horas de sueño. Así, dedica las noches a leer con el objetivo de obtener ideas para sus historias en EC. Por la mañana llega a las oficinas con estas ideas a menudo tomadas directamente de otras obras publicadas y que denomina springboards (trampolines), las discute con Feldstein y las convierten en guiones. Una vez decidido el número de páginas, que oscilará entre seis y ocho (para la historia principal de cada número, que se presenta en primer lugar), Feldstein divide la historia en viñetas sobre el papel de dibujo y escribe los textos directamente, tanto los de las cajas de texto como los de los bocadillos. El proceso, generalmente, no requiere más que un día de trabajo. Después, las páginas se envían a rotular a Wroten Lettering, una empresa de rotulado, y sólo cuando todo el proceso ha terminado se entregan las páginas a los dibujantes para que las ilustren15. Los textos de Feldstein son tan profusos, algo habitual en el cómic de aquella época, que en ocasiones ocupan la mayor parte de la viñeta, dejando poco espacio a los dibujantes para realizar su trabajo. Reed Crandall llega a afirmar que en ocasiones se siente como si estuviera diseñando sellos de correos. En cualquier caso, este método permite que el dibujante sepa exactamente lo que sucede en cada viñeta y además no debe preocuparse de calcular el espacio necesario para el texto, aunque en ocasiones deba recurrir a soluciones poco vistosas para encajar su dibujo en el espacio libre de la viñeta. En cualquier caso, Gaines y Feldstein defienden su método y llegan a aconsejar a los lectores en la sección de correo de Tales from the Crypt nº 24 (junio-julio de 1951) lo siguiente: “Leed todas las cajas de texto de las revistas EC además de los bocadillos. Contienen descripciones excitantes, información importante sobre la trama y secuencias temporales, etc. No podéis disfrutar totalmente… ¡en realidad no podéis entender o seguir completamente… ninguna historia sin leer atentamente cada palabra!”.
Número 17 de Crime SuspenStories, abierto por la historieta "Touch and go", de Ray Bradbury y Johnny Craig, mostrando la profusión de texto habitual en las viñetas de los comic books de EC.
Otra de las características fundamentales del método EC es la confección de guiones a medida para los distintos dibujantes. Cada uno de ellos, por su peculiar grafismo, es adecuado para un tipo de historia, y Gaines y Feldstein lo tienen en cuenta a la hora de repartir los encargos. Así, Jack Kamen obtiene aquellos trabajos en los que se requiere dibujar mujeres bellas y el elemento sobrenatural es mínimo. Con Graham Ingels o Jack Davis sucede exactamente lo contrario. El dibujo altamente atmosférico, oscuro e inquietante del primero es óptimo para las historias protagonizadas por seres enfermizos y deformes, y el estilo casi caricaturesco y grotesco del segundo también se adecua con facilidad a lo monstruoso.
Muestras de páginas de Jack Kamen, Graham Ingels y Jack Davis.
Una de las bazas que juegan Gaines y Feldstein es el acercamiento al lector, y lo hacen a través de diversas estrategias. Por una parte, muchas de las historias están narradas en primera o segunda persona, buscando la implicación del lector. En segundo lugar, la presencia de los anfitriones de cada colección de horror, el Guardian de la Cripta en Tales from the Crypt, El Guardián de la Bóveda en The Vault of Horror y la Vieja Bruja en Haunt of Fear, ofrece la posibilidad de dirigirse directamente al lector, por lo general mediante bromas macabras referidas a la historia presentada. Por último desde su misma posición de editores, estos se comunican con los lectores a través de la página de correo, contestando sus preguntas, aclarando sus dudas y, cómo no, publicitando sus colecciones. Tratan en todo momento de establecer una complicidad con los lectores que se incrementa cuando publican biografías de sus autores, algo poco habitual en los comic books de la época, o cuando les animan a votar su relato favorito de cada cómic, publicando los resultados en el siguiente número. Estrategias como la aliteración, que con tanto éxito utilizaría más adelante Stan Lee no sólo al nombrar a sus personajes sino también a sus dibujantes (King Kirby, Dazzlin’ Ditko, Jazzy John Romita), ya es utilizada en EC habitualmente, refiriéndose a sus dibujantes en las páginas de texto como Weird Wood, Ghastly Graham Ingels (que adoptaría el apodo como firma), Oozing Orlando, Droolin’ Davis, Coffin Craig o Kreepy Kamen. Para Gaines se reserva un Revoltin’ Willy, y Feldstein alterna las denominaciones de Asinine Al, Frightening Feldstein y Foul Feldstein. Además, en EC se alienta a los dibujantes a desarrollar su propio estilo gráfico distintivo, a diferencia de la mayoría de editoriales donde la norma es que los dibujantes adopten el estilo “de la casa”, haciéndose casi indistinguibles unos de otros. La posibilidad por parte de los lectores de reconocer en un primer vistazo a los distintos dibujantes y expresar sus preferencias ayuda a aumentar su implicación en las colecciones EC.
Johnny Craig, Al Feldstein y Bill Gaines |
Uno de los aspectos que más a menudo se comenta sobre la plantilla de EC es la buena relación existente entre sus miembros, un aspecto que sin duda admite importantes matizaciones. En realidad, prácticamente todos los dibujantes de la compañía son freelancers, esto es, no tienen ningún contrato de exclusividad con EC, y si durante la primera década de los 1950 prácticamente sólo dibujan para esta editorial es debido a motivos monetarios y artísticos concretos. Como ya se ha comentado, Feldstein alienta a los dibujantes a mantener su estilo propio, lo que evidentemente no sólo facilita la tarea a los artistas sino que alimenta su ego, por no hablar de las posibilidades de desarrollo artístico que esta práctica les ofrece. Además, los dibujantes firman sus trabajos, algo que pocas compañías permiten, ya que prefieren que sus productos mantengan un aspecto más uniforme y que los dibujantes puedan ser reemplazados con facilidad. Por último, aunque tal vez sea el aspecto más importante, EC es una de las editoriales que mejores tarifas ofrecen a sus empleados, siempre dentro del terreno del comic book. Si hacia 1950 Charlton17 paga entre 6 y 10 dólares por página, en EC la tarifa es de unos 25 o 30 dólares, tarifa que se va incrementando a lo largo de los años. Al Williamson recuerda que llegó a cobrar, en 1955, 45 dólares por página18. En otras editoriales, como la de Victor Fox, son habituales los retrasos de varios meses en el pago y los cheques sin fondos. Harry Harrison recuerda el primer trabajo que él y Wally Wood realizan para Fox, “My one mistep”, publicado en My confession nº 1 (agosto de 1949), muy poco antes de empezar a trabajar para EC, diez páginas pagadas a 23 dólares cada una, menos 15 dólares para la agencia, menos cinco dólares por página que hay que devolver a la editorial. Esta devolución, denominada kickback, es una estrategia urdida por algunos directores artísticos para obtener un sueldo adicional a costa de los dibujantes. Si el dibujante se niega a devolver ese dinero, no se le contrata para un nuevo trabajo. Los retrasos son tan prolongados que en cierta ocasión Harrison y Wood visitan al vicepresidente de Fox ataviados como gángsteres y lo amenazan hasta que éste firma su cheque. Por supuesto, cuando van al banco a cobrarlo, el cheque no tiene fondos19. En EC se paga a los autores en el mismo momento en que se acerca a la oficina a entregar las páginas, y al instante se le entrega un nuevo encargo y una fecha límite. De este modo, Gaines y Feldstein no sólo tienen a los autores contentos sino que los mantienen ocupados para evitar en la medida de lo posible que realicen trabajos para otras editoriales.
Gaines con Kurztman (éste, a la derecha), en los tiempos felices de EC
Los cómics de horror de EC, a pesar de haber quedado como paradigma del horror en aquella época, no son ni los más populares41 ni los más sangrientos42. Aunque a medida que avanzan los años hay una especie de carrera por incrementar el nivel de atrocidades entregadas al lector, es habitual que las escenas más atroces se desarrollen fuera de la viñeta, a diferencia de lo que sucede en otras editoriales, donde se explota el género de una manera mucho más vulgar y obvia. En cualquier caso, EC ha de competir con la avalancha de títulos de horror producidos por otras compañías, ofreciendo en ocasiones su buena ración de vísceras, como en “Foul play”, utilizada como ejemplo de cómic pernicioso para la juventud en el libro de Fredric Wertham Seduction of the innocent. En una sociedad altamente represiva y con arraigados códigos morales como la norteamericana en los años 1950, los cómics, leídos por cientos de miles de niños y jóvenes se convierten en una amenaza para los valores establecidos. Si bien, como ya se ha mencionado, el movimiento contrario al cómic existe desde los años 1940, es en 1954 cuando toma una forma institucional definitiva a través de un subcomité del senado que decide realizar un informe sobre la relación entre los cómics y la delincuencia juvenil. La comisión está capitaneada por los senadores Robert Hendrickson y Estes Kefauver, avalados por el psiquiatra Fredric Wertham.
Niños de los años cincuenta leyendo cómics.
Así, el nivel de brutalidad, crimen, horror y erotismo en los cómics va en aumento a lo largo de los años 1950, y en 1953 se crea el subcomité del Senado presidido por Robert Hendrikson y con la participación de Estes Kefauver para estudiar los orígenes de la delincuencia juvenil. Kefauver ya había presidido en 1950 otro subcomité dedicado a investigar el crimen organizado, una campaña que tuvo amplio eco mediático, siendo incluso televisadas algunas de las audiencias. Para Hendrikson, la cultura popular es una de las causas de la delincuencia juvenil en el país, y en 1954 se desarrollan unas audiencias dirigidas a establecer la influencia del cómic en la delincuencia. Es obvio que, a tenor del tema tratado y de la previa participación de Kefauver en las audiencias sobre crimen organizado, el público general establece ya de partida una relación implícita entre crimen y cómics. De hecho, la propia EC tiene serios problemas con el primer número de su cómic Panic (febrero-marzo de 1954), distribuido en diciembre de 1953, cuando el gobernador de Massachusetts lo prohíbe en el estado por atentar contra la Navidad, refiriéndose a la historia “The night before Christmas”, ilustrada por Will Elder. Poco después, dos policías entran en las oficinas de EC, solicitan el citado número de Panic a la recepcionista, Shirley Norris, y a continuación la arrestan. Finalmente Norris sería absuelta por el juez. En el mes de febrero de 1954, Irving M. Kravsow comienza una serie de artículos editoriales bajo el título genérico Depravity for children – 10 cents a copy! en de The Hartford Courant. Esta diatriba contra los cómics sería después publicada en forma de panfleto independientemente del periódico, con tanto éxito que habría de ser reimpresa tres veces.
Tres hombres y un destino: Robert Hendrickson, senador por New Jersey, sonriente; Estes Kefauver, en la portada de Time con su cruzada, y Fredric Wertham, medical doctor, leyendo revistas violentas.
Tras las audiencias, resulta evidente que la imagen del cómic ha quedado totalmente mancillada ante el público. Los periódicos aprovechan la publicidad de las audiencias del subcomité para incluir en sus páginas sus propios alegatos en contra del cómic. Una treintena de títulos desaparecen de los kioscos, prefiriendo cambiar de estrategia editorial que enfrentarse al airado público. Por su parte, Gaines contraataca con un editorial desde sus comic books en el que hace un llamamiento a sus lectores para que hagan oír su voz frente a la “pequeña minoría que se opone a los cómics”.47 El 4 de junio se establece una segunda ronda de audiencias en torno al tema de los cómics y su relación con la delincuencia juvenil, centrada en esta ocasión en la venta y distribución de las revistas48. Como resultado, los propios distribuidores y vendedores se sienten objeto de una posible futura legislación restrictiva y toman sus medidas, devolviendo sin abrir gran parte de los paquetes de cómics de crimen y horror recibidos. Esto es especialmente nefasto para EC, que trabaja con Leader News, una de las distribuidoras más débiles del momento, lo que además les obliga a entregar un margen de beneficio a los quiosqueros superior al de otras compañías para promocionar sus productos. Finalmente, Gaines decide pasar a la acción y convoca a diversos editores para formar un frente común y establecer unas líneas de actuación conjuntas.
Ernst Debs en 1954, mostrando el triunfo del Estado contra los cómics.
Gaines rompiendo simbólicamente un ejemplar de The Vault of Horror |
Lo cierto es que, aunque todas las cortapisas que imponen el no contar con el sello del Comics Code en portada y el boicot por parte de los vendedores tienen una influencia directa en la caída de ventas de los cómics de EC, otros dos factores indirectos juegan en contra de todo el campo de los comic books en el periodo en que Gaines cierra su línea new trend. Por una parte, la competencia es tremenda, con cerca de 400 títulos publicados mensualmente pujando por encontrar un espacio de exposición en los quioscos. Por otra parte, la implantación de la televisión relega paulatinamente al cómic a un segundo plano como instrumento de ocio de la sociedad norteamericana. De todos modos, Gaines intenta reflotar EC, y en enero de 1955 publica, sin el sello del Comics Code, sus primeros títulos de lo que se llamaría la “new direction” (nueva dirección), que comprende Valor (de temática heroica), Piracy (sobre piratas), Aces High! (sobre pilotos de avión), MD (sobre medicina), Extra! (centrada en el periodismo), Psychoanalysis (sobre psicoanálisis) e Impact (historias de final sorpresivo). Asimismo, continúa produciendo Panic y MAD y renombra Weird Science-Fantasy como Incredible Science Fiction. A pesar del alejamiento del horror y el crimen, los vendedores asocian el nombre de EC con uno de los causantes de la crisis del cómic y devuelven gran cantidad de cajas de ejemplares sin siquiera haberlos abierto. En esta primera etapa, EC consigue vender aproximadamente un 15% de su tirada53, una auténtica catástrofe editorial que impulsa a Gaines a unirse a la CMAA en un intento de validar sus títulos con el sello de aprobación del Comics Code en portada. A partir de los números de mayo de 1955, las ventas mejoran con el sello en portada, pero no lo suficiente, alcanzando a lo sumo el 25% de la tirada. Antes de final de año, todas las series han cerrado. Gaines hace un último intento de volver a ser líder a través de un producto novedoso y pide a sus empleados que ideen un nuevo tipo de revista. George Evans encuentra la fórmula en lo que se conocería como “Picto-fiction”, que en la práctica no es sino un relato ilustrado en blanco y negro. Con fecha de portada de septiembre-octubre de 1955 aparece el primer número de Shock Illustrated, al que siguen Terror Illustrated, Crime Illustrated y Confessions Illustrated. Todos ellos son un nuevo fracaso de ventas54 que lleva a Gaines al borde de la bancarrota. De hecho, se hace una impresión de 250.000 ejemplares de Shock Illustrated nº 3 que no llegan a ponerse en circulación porque quiebra Leader News, la distribuidora de EC, y a la editorial no le queda dinero para grapar los ejemplares55. Actualmente es el número de EC más buscado por los coleccionistas, ya que el propio Gaines hizo grapar entre 100 y 300 ejemplares para entregar a sus amigos y empleados, mientras que el resto de la tirada fue destruido.
Los títulos de ciencia ficción reconvertidos en comic books de horror.
Tras la purga de 1954, los cómics de horror en Estados Unidos prácticamente desaparecen del mercado. Algunas editoriales publican historias protagonizadas por monstruos y seres sobrenaturales, pero sin los elementos terroríficos que caracterizaron la avalancha de títulos de la primera mitad de la década. No es prácticamente hasta 1964 cuando de nuevo y en formato de revista en blanco y negro, no legislada por el Comics Code, comienzan a reflorecer de la mano de Warren Publishing con títulos como Creepy y más tarde Eerie. En estas revistas, al menos en sus inicios, se repetiría el esquema de relatos cortos de terror con un tono común conferido por la mano de un mismo guionista escribiendo la mayor parte de las historias, Archie Goodwin, y también se utilizó a algunos de los mejores dibujantes de la época. Sin embargo, la influencia de EC va más allá del campo del terror. Aunque no cabe duda de que finalmente la revista más influyente de la compañía en las futuras generaciones de artistas es MAD, el comix underground recupera en parte el espíritu grotesco e irónico de los cómics de horror de EC. Muchos de los autores adscritos a este movimiento que eclosiona en la segunda mitad de la década de los 1960 se declaran admiradores de los cómics de EC. Skip Williamson recuerda sentirse impresionado a corta edad por los cómics de horror de esta editorial, más concretamente por la historia “Foul play”57. El estilo de Rand Holmes bebe directamente del de Wally Wood, y de hecho el propio Wood puede considerarse uno de los pioneros del underground cuando en 1966 comienza a autoeditar la revista Witzend, en la que participaría Art Spiegelman. En 1970, Gary Arlington pone en marcha su propia revista, Skull Comics, con la que pretende rescatar el espíritu de los antiguos cómics de horror de EC desde la portada del primer número, que cuenta con historias de Greg Irons, Jaxon y Rory Hayes entre otros. También es Arlington quien se pone en contacto con Richard Corben para que produzca algunas historias cortas de terror underground cercanas a la filosofía de Gaines y Feldstein. El propio Corben afirma que gran parte de su sentido de la iluminación proviene de los cómics EC, especialmente del trabajo de Wally Wood, y sobre la influencia que aquellos cómics han ejercido en su carrera comenta: “Eran grandes historias, claro. Pero también incidían en una necesidad o expresión fundamental que los chicos necesitan explorar a cierta edad y que necesitan resolver por sí mismos: explorar el significado de la muerte y todo lo que la rodea.”58 Otro de los autores más importantes del underground, S. Clay Wilson, declara, “siempre vi el movimiento de los comix underground como una extensión de los cómics de EC. En mi opinión los llevábamos un paso más allá añadiendo sexo, drogas, masacres y tal.”59 Según escribe el experto en cómic underground Patrick Rosenkranz en Rebel visions, “Spain Rodríguez se indignó cuando sus cómics favoritos desaparecieron en 1954, y dijo que hacer comix underground le permitía ejercer su venganza sobre el Comics Code Authority. Consideraba su trabajo de poda sobre los cómics de EC una afrenta personal”.60 Así pues, parece claro que aunque en su momento los cómics de horror de EC no fueron del todo comprendidos por los adultos de la época, 20 años después encontraron el sustrato adecuado donde arraigar de nuevo, en una generación que entendió perfectamente, volviendo a la cita inicial, que no eran otra cosa que “humor enfermo”.
La "New Direction" de EC, tebeos sin tanta violencia ni horror, pero todavía con excelentes historietas.