JOHN WAYNE ENCUENTRA SU ESTRELLA
CARLOS RODRIGO PASCUAL

Title:
John Wayne found his star
Resumen / Abstract:
Muy conocidas por el público estadounidense pero menospreciadas por la crítica, las películas de wéstern que John Wayne protagonizó entre La gran jornada (1930) y La diligencia (1939) tuvieron una extraordinaria importancia para el mantenimiento de su carrera y la forja de su imagen. Se analizan las primeras ocho películas rodadas para la productora Lone Star, en las que trabajaron también el actor secundario George Hayes y el especialista Yakima Canutt, que también desarrollaron importantes carreras en sus respectivos ámbitos. / Well-known by the American audience but underrated by the critics, westerns starring John Wayne between The Big Trail (1930) and Stagecoach (1939) were extraordinarily important for the maintenance of his career and the shaping of his image. The first eight movies shot for Lone Star are analysed, in which the secondary actor George Hayes and the specialist Yakima Canutt, both of who also developed important careers in their respective fields, worked as well.
Palabras clave / Keywords:
John Wayne, Películas del Oeste, Poverty Row, Crisis del 29: La Gran Depresión, New Deal/ John Wayne, Western films, Poverty Row, The Great Depression, New Deal
  • Sorprende saber que John Wayne interpretó a vaqueros cantantes.
  • El anagrama de Lone Star remite al Estado de Texas y al wéstern.
  • Cartel de Riders of Destiny.
  • El héroe es confundido frecuentemente con un delincuente.
  • Cartel de Sagebrush Trail.
  • John Wayne y George Hayes alcanzaron gran popularidad.
  • Cartel de The Lucky Texan.
  • El humor juega un importante papel en El texano afortunado.
  • Canutt, Wayne y Bradbury mejoraron el realismo de las peleas.
  • Cartel de West of the Divide.
  • Al oeste del límite es el único filme que incluye un niño.
  • Hayes podía hacer de villano o de simpático sheriff con igual convicción.
  • Cartel de Randy Rides Alone.
  • La masacre inicial atrapa al espectador en Randy cabalga solo.
  • Los anacronismos son frecuentes en las películas de este ciclo.
  • La relación entre el héroe y el sheriff es tensa.
  • Cartel de Blue Steel.
  • Los villanos suelen vestir traje y corbata e invocar la ley.
  • Cartel de The Man from Utah.
  • Anita Campillo encarna a la única forajida de todo el ciclo.
  • El triángulo positivo: el socio, el héroe y la chica.
  • Cartel de The Star Packer,
  • Una inusual imagen de Yakima Canutt que recuerda a El llanero solitario.
  • Las películas forjaron la imagen de John Wayne.
  • Cómic inspirado en la figura de George “Buddy” Hayes

JOHN WAYNE ENCUENTRA SU ESTRELLA

Los ocho primeros wésterns de John Wayne para Lone Star Productions

Aunque muy conocidos por el público estadounidense, los wésterns de bajo presupuesto que John Wayne protagonizó entre 1933 y 1939 han sido poco estudiados y bastante menospreciados, sobre todo en el ámbito hispano. El presente artículo pretende analizar los primeros ocho filmes que el actor realizó para Lone Star Productions basándose en su visionado, el contexto histórico y la lectura de varias de las principales biografías del actor existentes en español y en inglés.

Jinetes del destino

El 10 de octubre de 1933 se estrenó Riders of Destiny, una película de bajo presupuesto producida por una compañía especializada en wésterns llamada Lone Star, de unos escasos cincuenta y ocho minutos de duración, dirigida por un desconocido Robert N. Bradbury y protagonizada por un actor de veintiséis años con una carrera en prematura decadencia llamado John Wayne. El protagonista era presentado en los títulos de crédito como “Singing” Sandy, o sea, Sandy “El Cantor”, lo que sugiere que se pensaba en rodar una serie de filmes protagonizados por el mismo personaje. El principal rasgo de la cinta es que el protagonista es un vaquero cantante, un tipo que se popularizaría mucho en años posteriores; Sandy canta mientras cabalga, canta para conquistar a la chica y canta amenazadoramente cuando se va a batir en duelo.

Sandy no llega a usar los puños en ningún momento. Derrota a los malvados utilizando el lazo y el revólver —un personaje que le reconoce dice que es el pistolero más rápido desde Billy “El Niño”—, sin apenas tener contacto físico con sus oponentes. En un duelo inutiliza al pistolero rival hiriéndole en ambas muñecas, un recurso tan inverosímil como típico de las novelas del oeste baratas.

El guion no es innovador. Sandy interviene para defender a unos granjeros a los que intenta expoliar un terrateniente que se ha hecho con el control del principal yacimiento de agua de la región. Es este de la disputa por el agua un tema habitual en los wésterns. Al final, el héroe engañará al villano y conseguirá que el preciado recurso vuelva a fluir por los campos, desbaratando así los planes del bandido. El facineroso morirá ahogado al intentar huir, cayendo accidentalmente en el mismo recurso hídrico que intentó monopolizar. Finalmente, el héroe revelará que es un agente del Servicio Secreto enviado por el Gobierno federal para restablecer la justicia.

¿Por qué se rodó un filme de menos de una hora de duración realizado con escasos medios y protagonizado por un actor de declinante carrera?

La productora

El nacimiento del cine sonoro supuso una auténtica revolución. Hacia 1929 el cine mudo había desaparecido como actividad industrial. Sin embargo, el impacto comercial que este cambio tecnológico suponía quedó amortiguado por la Gran Depresión. Los felices años 20 quedaron atrás, y el impacto social de la crisis aumentó por la negativa del gobierno del republicano Herbert Hoover a adoptar medidas sociales. Solo a partir de 1933, bajo el nuevo gobierno del demócrata Franklin Delano Roosevelt, se adoptaron medidas de protección de los más desfavorecidos que, aunque no solucionaron el problema, mitigaron algo sus efectos.

La gente destinó sus escasos recursos a satisfacer las necesidades más básicas y limitó el gasto en bienes y servicios superfluos. La industria cinematográfica se vio golpeada por la depresión con una considerable reducción de la asistencia a las salas. Se calcula que entre 1931 y 1932 cerraron cuatro mil salas de cine, lo que supuso la pérdida de 43.000 empleos (Alonso, 2000: 40). Exhibidores, distribuidores y productores intentaron que el público no les abandonase con diversas fórmulas como regalos, sorteos y el uso de seriales.

La principal y más duradera innovación de la época fue el programa doble: dos películas por el precio de una (Tejero, 2001: 59). Con dos filmes emitidos de forma sucesiva, más el habitual noticiero cinematográfico, la publicidad de próximos estrenos y algún intermedio para visitar el bar, el espectador podía pasar toda la tarde del sábado en el cine por el precio de una entrada normal. Ello suponía la oportunidad de escapar durante unas horas de la dura realidad circundante a cambio de un gasto razonable. Pero el coste de realización de las películas de estreno no permitía ofrecer dos por una. Era necesario abaratar ese importe. Esto se consiguió reduciendo considerablemente el coste de producción de una de las películas a exhibir, aquella que acompañaría al estreno de la película principal.

De este modo, los grandes estudios crearon departamentos especializados en producir películas de “serie B”, filmes de bajo presupuesto que acompañarían al filme principal. Habitualmente, quienes trabajaban en esta especie de “segunda división” eran personas distintas de quienes realizaban las cintas de primera categoría y había escasa comunicación entre ambos niveles. Al mismo tiempo surgieron pequeñas productoras especializadas en la realización de películas de bajo presupuesto para complementar los programas dobles. No se puede decir que estas compañías realizaran películas de serie B, ya que carecían de una “serie A”; sus cintas tenían presupuesto inferior incluso a las de serie B de las grandes productoras. Estas empresas ofrecían salarios bajos pero, en una época de elevado desempleo, cualquier trabajo era bueno. Eran conocidas desde los años veinte como Poverty Row, algo así como “la fila de la pobreza”, lo que no designaba un espacio geográfico determinado, sino la categoría más baja del sector (Tejero, 2001: 59).

Una de estas compañías fue Monogram Pictures Corporation, creada en 1930 mediante la reorganización de una empresa que distribuía películas a una cooperativa de salas del sur y el medio oeste del país. En 1931 se estrenaron sus primeras producciones, que abarcaban géneros diversos. Una de sus series más conocidas fue la del detective Charlie Chan (Tejero, 2001: 487). Su división dedicada a producir películas del Oeste era Lone Star Productions. Esta compañía producía wésterns de bajo presupuesto rodados a toda velocidad y con la máxima economía de medios, lo que implicaba no repetir tomas. Contaba con sus propias estrellas, conocidas por el público habitual de este tipo de filmes pero que refulgían en una galaxia muy alejada de la de las brillantes figuras del Hollywood dorado. Realizaba mediometrajes de una duración inferior a sesenta minutos que se exhibían complementando a la película principal. Ofrecía a distribuidores, exhibidores y espectadores un producto económico pero digno; un entretenimiento sin pretensiones artísticas que habitualmente era ignorado por la crítica aunque contaba con un público fiel en la América profunda. Las largas cabalgadas, los duelos con revólver, las peleas a puñetazos, los saltos y caídas desde el caballo y las pequeñas batallas finales eran del agrado de unos espectadores tolerantes con la escasa profundidad de personajes y guion.

Esta fue la compañía que se decidió a crear una serie de películas protagonizadas por Sandy “El Cantor” confiando en que se convirtiera en el héroe del momento.

El camino de Sagebrush

El problema fue que John Wayne no sabía cantar y debía ser doblado (Eyman, 2014: 77), lo que provocaba situaciones embarazosas cuando sus admiradoras le pedían una canción. El actor creía que su simulación era poco honesta. Así que la idea de crear una serie protagonizada por Sandy “El Cantor” fue abandonada. Sin embargo, la idea del vaquero cantante no era mala, como demostró al año siguiente el éxito alcanzado en papeles similares por Gene Autry.

Pero Jinetes del destino demostró también que John Wayne encarnaba perfectamente al cowboy, así que la productora decidió continuar rodando wésterns protagonizados por el actor. La siguiente fue Sagebrush Trail, estrenada un par de meses después y que tiene ciertas diferencias con la película precedente. Para empezar, el protagonista no canta absolutamente nada, para comodidad de John Wayne. En segundo lugar, no encarna en esta ocasión a un agente de la ley, sino a un prófugo de la justicia, un falso culpable que quiere encontrar al auténtico autor del crimen por el que fue condenado. En tercer lugar, en esta ocasión el héroe sí emplea los puños para defender sus intereses, pero las peleas son de la mala calidad acostumbrada en el cine de la época. Los actores se enzarzan en simular torpemente golpeándose en los hombros como chiquillos en un patio de colegio. Ello da lugar a reyertas confusas y precipitadas.

El filme presenta una relación compleja—para una película de tan corta duración como presupuesto— entre el protagonista John Brandt y el personaje encarnado por Lane Chandler. Cuando el falso culpable huye de la justicia, se encuentra con un forajido llamado Jones que le ofrece integrarse en su banda. Ambos establecen una relación de amistad que se mantiene a pesar de la desconfianza que el jefe de la banda manifiesta hacia el héroe. Más tarde, Brandt descubre que su amigo es el auténtico autor del crimen por el que fue condenado, pero le perdona al darse cuenta de que Jones no es conocedor del hecho de que otro hombre fue a la cárcel en su lugar. Será el amor por la chica de turno —una discreta Nancy Schubert— lo que les enemistará y llevará a Jones a traicionar a su amigo. Pero la muchacha le hará ver su error y Jones sacrificará su propia vida para salvar al héroe. Antes de morir, confesará su crimen para redimir a Brandt.

La estrella

Marion Robert Morrison había sido un prometedor estudiante universitario de familia humilde que perdió su beca deportiva a consecuencia de una lesión. El prematuro fin de sus estudios le llevó a trabajar en el cine como utilero, figurante, actor secundario y, ocasionalmente, especialista. En 1930 tuvo su gran oportunidad al protagonizar el wéstern dirigido por Raoul Walsh La gran jornada y adoptar el nombre artístico de John Wayne, pero el filme resultó ser un fracaso en taquilla. Un contrato con Columbia acabó en fracaso debido a la hostilidad personal del productor Harry Cohn. De esta manera, su carrera fue declinando hasta caer en Poverty Row, donde trabajó en tres seriales de la compañía Mascot que le permitieron sobrevivir a la Depresión. Compaginó dicha colaboración con la realización de un ciclo de seis wésterns de serie B para Warner que tuvo buena acogida de público y crítica y confirmó su valía para el género (Tejero, 2001: 32-66).

A mediados de 1933 contrajo matrimonio con su novia Josefina Sáenz, hija de un prestigioso médico dominicano que durante años se había opuesto a esa relación con un joven de destino incierto que, además, no era católico. Finalmente, el cónsul Sáenz dejó de resistirse al comprobar que la pareja no cejaba en su empeño y que su futuro yerno era capaz de ganarse la vida como actor (Tejero, 2001: 66-67). Probablemente fueran sus nuevas responsabilidades familiares las que hicieron a Wayne aceptar la oferta de Monogram Pictures para rodar ocho wésterns de presupuesto todavía inferior a los de Warner.

El texano afortunado

En The Lucky Texan el héroe es un joven que al llegar a la edad adulta se reúne con Benson, el amigo de su difunto padre, para emprender un negocio. Por un golpe de suerte, ambos encuentran un filón de oro y lo explotan en secreto. El malvado de turno es el empresario que regenta la oficina que tasa y compra el oro. Engaña a Benson para hacerse con su rancho, intenta asesinarlo y culpa al héroe del crimen. Como Benson sobrevive milagrosamente, consigue esclarecer la verdad y castigar a los culpables. Hay también una subtrama en la que el hijo del honrado sheriff roba el banco y las culpas recaen en Benson, pero el héroe logra aclarar la situación. Esta digresión parece haber sido introducida por el guionista para completar el metraje, pues no guarda relación con el resto del argumento.

El filme se distingue de los anteriores por un mayor uso del humor. George Hayes interpreta al socio del protagonista. Cuando los villanos le dan por muerto, aparece en el juicio de su amigo completamente travestido simulando ser hermana de sí mismo y protagoniza una divertida secuencia cómica. Las peleas se desarrollan ahora con mayor habilidad. Cuando el héroe se enfrenta con el hijo del sheriff podemos apreciar un mayor realismo en la ejecución. Esto es debido a la profesionalidad del especialista Yakima Canutt con la colaboración de Wayne y del director.

El especialista

John Wayne era competente, pero no mejor que otros protagonistas de wésterns de la época. Sin embargo, Lone Star contaba con un activo de gran importancia: un profesional llamado Yakima Canutt. Canutt había destacado como campeón de rodeo antes de pasar a la industria cinematográfica. Sus habilidades sobre el caballo habían sido utilizadas desde hacía años y, aunque era un mal actor, se había convertido en un gran especialista. John Wayne y él habían trabajado juntos con anterioridad en Mascot, y esa colaboración y amistad se acentuó en Lone Star.

En estas películas solía interpretar uno de los papeles secundarios, pero lo realmente trascendental es que, como especialista, doblaba a todos los actores que intervenían: al protagonista, a sus antagonistas, a los amigos del héroe e, incluso, a las mujeres. El buen hacer de Canutt marca la diferencia con respecto a otros wésterns de serie B de la época. Ya en Jinetes del destino se le ve realizando una espectacular acción doblando a John Wayne. Este escolta un coche cisterna cuyo conductor ha sido herido. Tras saltar al coche desde el caballo, se deja caer por debajo de los caballos y del carruaje y sube desde el lateral izquierdo. Esta maniobra es muy arriesgada, ya que la cámara muestra cómo trepa desde debajo del carromato pasando entre las dos ruedas del lado izquierdo. En caso de haber fallado, hubiera sido inevitablemente arrollado por la rueda trasera. La secuencia fue rodada seis años antes de una muy similar que Canutt realizó para John Ford en La diligencia. Una variante de esa acción se puede ver en El camino de Sagebrush. En esta ocasión, el héroe asalta una diligencia camuflándose en el camino y dejando que caballos y coche pasen por encima de él, se agarra a la parte inferior del vehículo y sube por detrás. En Acero azul, la chica cae del caballo y el héroe —doblado por Canutt—, que va en un carromato detrás de ella, salta al tiro de caballos y la toma del suelo cuando pasan por encima de ella.

Además de estas acciones espectaculares Canutt realizaba todo tipo de acrobacias como subir al caballo de un salto sin usar las manos, saltar de un caballo a otro, del caballo a un coche, de un árbol al caballo de un perseguidor o descender cabalgando paredes casi verticales, como en El hombre de Utah. Y otras actividades más singulares. Por ejemplo, en El tejano afortunado el héroe persigue al bandido cabalgando, pero falla al saltar desde su montura sobre el perseguido. Al verse a pie, continúa la persecución utilizando una conducción de agua cercana. Aprovechando el desnivel y el pequeño caudal de agua que fluye, patina sobre la madera apoyado en sus pies y con ayuda de un palo. Realmente “esquía” para alcanzar al villano de turno.

Pero quizá la contribución más importante de Canutt fuera el revolucionario cambio en el rodaje de las peleas. Los puñetazos están presentes en la mayor parte de las películas del oeste, y las de Lone Star no son una excepción. Hasta entonces, actores y especialistas se limitaban a golpearse con los puños en brazos y hombros para no dañarse, lo que ofrecía un espectáculo infantil. Yakima Canutt y John Wayne, con la colaboración del director Robert N. Bradbury, diseñaron un nuevo sistema. Comprobaron que, colocando la cámara en determinada posición de espaldas a la persona que golpea, bastaba con marcar el golpe para que pareciese que este alcanzaba su objetivo. El puño pasaba a varios centímetros del rostro del oponente, este caía y se producía el efecto visual de haber alcanzado realmente la mandíbula de la víctima (Tejero, 2001: 76). Este nuevo método se puede contemplar por primera vez en El texano afortunado, y luego fue utilizado en el resto de las películas. El nuevo método fue tan eficaz que fue imitado por todos los profesionales y pronto se convirtió en el estándar para el rodaje de todo tipo de peleas.

Canutt fue también muy importante en la formación artística de John Wayne. Le enseñó a cabalgar, pelear, empuñar el revólver y usar el lazo, actividades que serían fundamentales en la imagen que se forjó el actor a lo largo de décadas.

Al oeste del límite

Algunas fuentes sostienen que West of the Divide es una de las mejores películas que John Wayne rodó para Lone Star. Es posible que sea cierto, pero la valoración debe ser situada en su contexto: el de una serie de películas rodadas a toda velocidad y sin pretensiones artísticas. Sí es cierto que el guion, que es del director Bradbury, es algo mejor que en otras películas. En esta ocasión, el héroe y su amigo quieren descubrir quién asesinó al padre de aquel y secuestró a su hermano. Para ello usurpan la personalidad de un pistolero moribundo y se infiltran en una banda. Por una sorprendente casualidad muy típica de este tipo de filmes, la banda resulta ser la misma que atacó a su familia. El protagonista encontrará a su hermano e impedirá que el cerebro criminal asesine a un vecino para apropiarse de su rancho y de su hija. Es la única película de las ocho que incluye un personaje infantil con el consiguiente sentimentalismo.

El secundario polivalente

En el amplio repertorio de actores que interviene en este ciclo de películas destaca el veterano George Hayes. Este actor tenía amplia experiencia encarnando villanos para Lone Star, pero muestra una gran versatilidad al lado de John Wayne. En Jinetes del destino se limita a ser el padre de la chica, cuya intervención es escasa por haber resultado herido. En El que lleva la estrella y Randy cabalga solo vuelve a interpretar al jefe de una banda de forajidos, manteniendo una doble personalidad como honrado ciudadano para encubrir sus delitos. Sin embargo, su papel más habitual es el de ayudante del héroe: en Al oeste del límite interpreta al hombre que salvó al protagonista del ataque que destruyó a su familia; en Acero azul es un honrado sheriff que coopera con el héroe aunque piensa que este es un ladrón; en El hombre de Utah es un marshal que recluta al vaquero interpretado por John Wayne como ayudante secreto... Pero es quizá su papel en El texano afortunado el más peculiar. Vuelve a ser el amigo del héroe, pero desarrolla un rol cómico que incluye una secuencia final en la que aparece travestido y queda en paños menores delante de todo el mundo. El papel anticipa el personaje de “Buddy” que Hayes desarrollaría años más tarde y con el que se haría extraordinariamente popular: el viejo compañero del protagonista que actúa como contrapunto cómico.

Randy cabalga solo

Randy Rides Alone es un buen ejemplo de cómo los guionistas utilizaban una idea llamativa para captar inicialmente la atención del espectador. Los primeros cinco minutos carecen por completo de diálogo. Un vaquero se acerca a una posada situada en mitad de ninguna parte atraído por la alegre música de una pianola. Cuando entra, ve que todos sus ocupantes yacen muertos a tiros. Además, sin que él lo advierta, unos misteriosos ojos le acechan al otro lado de un cuadro. La llegada de una patrulla guiada por el sheriff pone fin a su inspección y es detenido como falso culpable. Solo entonces el agente de la ley le dice que levante las manos.

A partir de allí, se suceden típicas situaciones propias de la novela popular de la época. El líder de los bandidos tiene una doble personalidad como el honrado comerciante Matt “El Mudo”. Su propósito es hacerse con la posada y usarla como base de operaciones para sus crímenes. El héroe deberá huir de la justicia y se integrará en la banda de criminales para sabotear sus planes. Finalmente, sustituirá el dinero oculto por dinamita, de forma que el villano volará por los aires al intentar hacerse con el botín. Como dice la chica, Randy «ya no cabalgará solo».

Pobreza y falta de realismo

La rentabilidad de las películas se basaba en su bajo coste y amplia distribución como complemento del programa doble. El presupuesto oscilaba entre 8.000 y 12.000 dólares (Eyman, 2014: 74). Ello exigía una total economía de medios. Las secuencias se rodaban en una única toma, sin repeticiones, lo que exigía profesionalidad por parte de técnicos y artistas pero también conllevaba detalles chapuceros. En El hombre de Utah se utilizan imágenes documentales de un rodeo de la época del rodaje, y no es difícil percibir que las ropas y tocados del público no son del siglo XIX. Pero lo peor es que se aprecia perfectamente la diferencia de los ropajes de los protagonistas y los deportistas que les doblan en las secuencias de rodeo.

Las películas no son realistas y abundan los anacronismos: en El tejano afortunado los protagonistas utilizan un automóvil y una carretilla ferroviaria con motor en la persecución final; en Al oeste del límite el médico, el sheriff y un ranchero cuentan con teléfono, lo que permite agilizar la acción; también en El que lleva la estrella el villano transmite instrucciones a sus sicarios por ese medio. En realidad, el “Salvaje Oeste” de estas películas parece un lugar mítico y atemporal. El protagonista de El camino de Sagebrush huye de una prisión situada en el Este y viaja en un moderno ferrocarril hacia el Oeste. Al llegar a Sagebrush, sin embargo, todo el mundo utiliza el caballo. Ese oeste cinematográfico es, además, muy pequeño: el protagonista siempre se topa con la persona a la que buscaba como si el ámbito del wéstern no fuera mayor que el de la isla de Ibiza. Las soluciones de guion son simples y poco realistas, destinadas a un público poco exigente con la verosimilitud.

Acero azul

También Blue Steel tiene un comienzo intrigante. En una noche tormentosa, el héroe entra sin ser visto en un hotel y se instala en un rincón. Después entra el sheriff, que teme que un bandido robe la paga de los mineros que traslada la diligencia. El agente de la ley se instala en una habitación desde la que puede ver lo que ocurre en el vestíbulo a través de un agujero en el suelo. Tras instalarse los pasajeros y guardar el dinero en la caja, entra el bandido y se lleva el dinero. Cuando el héroe investiga el hecho, es visto por el sheriff, quien piensa que es el auténtico ladrón. Al día siguiente, agente y protagonista coinciden en una cabaña, y el primero identifica al segundo por su capote. Sin embargo, ambos colaboran en impedir el asalto a una muchacha por parte de los bandidos. A partir de ese momento, se establece una ambivalente relación entre ambos.

Los bandidos mantienen sitiada a una población. Asaltan todos los envíos de dinero y suministros, y los ciudadanos no disponen de municiones para enfrentarse a ellos. El jefe de la banda ofrece un precio miserable por sus fincas para hacerse con el oro que sabe hay en el subsuelo. Como en otras ocasiones, también pretende conseguir a la chica. El sheriff y el héroe investigan la hacienda del bandido, salvan a la chica que ha sido secuestrada y acaban con la banda a golpe de dinamita. Cuando el agente dice que debería detener al héroe, este revela su condición de marshal federal. El filme termina con el protagonista cabalgando hacia poniente... acompañado de la muchacha.

Trasfondo social

Durante los años de la Gran Depresión, numerosos ciudadanos lo pasaron mal. Muchos de ellos cometían pequeñas infracciones legales para sobrevivir, como instalar destilerías clandestinas para fabricar licor. La gente era indulgente con estas pequeñas faltas defensivas al tiempo que consideraba que los poderosos les explotaban. La impopularidad de los bancos que ejecutaron numerosas hipotecas provocando la ruina de muchísimos granjeros fue descrita por John Steinbeck en su novela Las uvas de la ira. Estas películas permiten entrever este sentimiento.

Los protagonistas se ven forzados a infringir la ley en ocasiones. En Jinetes del destino la chica asalta la diligencia para evitar el seguro robo de los bandidos; en El camino de Sagebrush el héroe es un fuera de la ley y se une a una banda de delincuentes para intentar demostrar su inocencia; lo mismo hace en Al oeste del límite para recuperar a su hermano; también en El que lleva la estrella el héroe asalta una diligencia para evitar el posterior ataque de los auténticos bandidos.
Los villanos visten chaqueta y corbata y aparentan ser honrados hombres de negocios. Unas veces tienen una doble identidad y otras mantienen un negocio tapadera. Representan a esas grandes corporaciones que intentaban hacerse con monopolios bajo una apariencia de legalidad.

Las autoridades locales suelen ser ineficientes. El sheriff suele ser honrado pero incapaz de evitar los delitos. Incluso puede ser obstinadamente estúpido y estorbar la actuación del héroe, como en El hombre de Utah. Por el contrario, el héroe es en varias ocasiones un representante del gobierno federal, agente del Servicio Secreto o marshal, lo que le identifica con la política antimonopolista del presidente Roosevelt.

El hombre de Utah

El protagonista de The Man from Utah aparece cantando sobre su caballo como en Jinetes del destino, llega a una ciudad sin tener un centavo e impide un robo. Esto hace que un marshal que investiga fraudes en concursos de rodeo le contrate como ayudante para que se infiltre en la banda criminal. De camino, impide un asalto a una diligencia y salva a la guapa de turno. El joven se inscribe en el concurso, gana las principales pruebas, establece contacto con los facinerosos, impide el fraude y se casa con la chica. Como peculiaridad, hay una segunda chica que forma parte de la organización criminal; hispana por más señas.

Lo más destacado es el abundante uso de tomas documentales de un auténtico rodeo para reducir el coste de producción. Se pueden apreciar pruebas de doma de caballos, derribo de becerros, monta de toros y otras habituales en este tipo de eventos.

Estructura

Todas las películas cuentan con tres personajes básicos: el héroe interpretado por John Wayne; el cerebro criminal, que suele vestir elegantemente y simular respeto a la ley para hacerse con el control económico de la zona; y la chica, algunas veces pretendida por el villano y que se enamora del héroe. En la mayoría de los filmes se añaden otros dos tipos: el compañero del héroe y el esbirro ejecutor que colabora con el villano. También suele haber un sheriff ineficaz o empeñado en oponerse al héroe. En algunos filmes, los ciudadanos honrados acaban colaborando con la ley en una auténtica batalla final contra los bandidos.

El que lleva la estrella

En The Star Packer, el héroe tiene por ayudante a un indio encarnado por Yakima Canutt que responde al apropiado nombre de Yak. Ambos intervienen para imponer la paz en una región asolada por los bandidos, pero no como justicieros, sino como enviados del gobierno federal. A pesar de que varios sheriffs han sido previamente asesinados, el protagonista asume el cargo desde el que acabará con los forajidos. Es clara la influencia del popular serial radiofónico El Llanero Solitario, protagonizado por un justiciero que actuaba acompañado por el indio Tonto y que había comenzado sus emisiones en enero de 1933.

Conclusiones

Este ciclo de películas no pasó a la historia del cine por su calidad artística, pero sí tuvo trascendencia. Aunque John Wayne no era el mejor actor de Poverty Row, tenía presencia, encanto y atractivo físico, y estaba dispuesto a trabajar duro cumpliendo el apretado ritmo de trabajo del estudio. Diversos compañeros de rodaje señalaron su inseguridad interpretativa y su incapacidad para mover las manos. Lone Star fue para él una importante escuela en la que aprendió a cumplir instrucciones. Cuando concluyó el contrato inicial su esposa esperaba un hijo, así que firmó otro para rodar otros ocho filmes. Esta experiencia le ayudó a forjar su imagen pública como vaquero heroico. Su carrera como superestrella de Hollywood sería tardía pero muy prolongada.

Wayne pagó su deuda con Canutt recomendándolo a John Ford para el rodaje de La diligencia (1939). Canutt está considerado como el mejor especialista de todos los tiempos, codirigió la segunda unidad que rodó la famosa carrera de cuadrigas de Ben-Hur y recibió un Oscar especial por su carrera. En cuanto a George “Buddy” Hayes, participó en docenas de wésterns protagonizados por John Wayne, Gene Autry, Roy Rogers y Randolph Scott. Finalizó su carrera en televisión y también llegaron a publicarse cómics inspirados en Buddy.

Como la productora no renovó los derechos, las películas de Lone Star pasaron al dominio público (Eyman, 2014: 71). Ello posibilitó que fueran emitidas constantemente por las cadenas de televisión estadounidenses, fijando la imagen de John Wayne en la retina del público norteamericano.

 

Bibliografía:

  • ALONSO BARAHONA, Fernando (2000): John Wayne. El héroe americano. Madrid, Ediciones Internacionales Universitarias.
  • EYMAN, Scott (2014): John Wayne. The Life and Legend. Nueva York, Simon & Schuster Paperbacks.
  • MCGIVERN, Carolyn (2007): John Wayne. La sombra de un gigante (John Wayne: A Giant Shadow, 2000). Madrid, Ediciones Jaguar.
  • TEJERO, Juan (2001): Duke, la leyenda de un gigante. Madrid, T&B Editores.
  • Las imágenes proceden todas de Wikipedia Commons (https://commons.wikimedia.org/)


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Creación de la ficha (2017): Manuel Barrero sobre texto de Carlos Rodrigo Pascual. Revisión de Félix López · Imágenes procedentes de Wikipedia Commons (https://commons.wikimedia.org/) y de eBay.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Carlos Rodrigo Pascual (2017): "John Wayne encuentra su estrella", en Tebeosfera, tercera época, 3 (20-VIII-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 22/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/john_wayne_encuentra_su_estrella.html