SUNDAY: DOBLE VICTORIA
FELIX VELASCO

Notas:
Reseña escrita por su autor al poco de aparecer en España el libro Sunday, de Glénat, pero que quedó inédita en su día. Se rescata en Tebeosfera con motivo de la muerte de Víctor de la Fuente. La imagen de la derecha es la primera página de la serie Sunday.

SUNDAY: DOBLE VICTORIA

Me aventuro a afirmar que 2006 puede ser considerado el año de los dos Víctor del cómic español: Mora y De la Fuente. Del primero huelga todo comentario sobre el medio siglo del personaje más emblemático de los tebeos, el Capitán Trueno, cuya efeméride acaeció el 14 de mayo de 2006. Y en relación con el segundo, uno quiere creer y confirma que la justicia es lenta pero es justicia cuando comprueba que al más grande dibujante de este país le conceden, al fin, el Gran Premio del Salò del Cómic de Barcelona en este año de gracia.

Doble odisea.

Por un lado, el periplo de Sunday es el de un hombre en busca de su hogar. No del hogar físico, que ése sí lo alcanza terminada la guerra, sólo para comprobar que su hacienda ha sido destruida y su mujer asesinada, sino del espiritual: el hogar es para él la localización de su hijo, desaparecido tras la razzia de unos guerrilleros sudistas. Muerta su Penélope, nada más le queda la quimera de encontrar a su Telémaco, eje de toda la historia, de la que los doce primeros episodios, de veinticuatro páginas cada uno, llevan la factura De la Fuente.

La otra odisea es la editorial, la de la publicación de la serie. La andadura de la misma, 37 años después de su creación, no ha podido ser más accidentada en el país del que son originarios sus dos autores. Creada para ser distribuida vía agencia en el extranjero, para Víctor de la Fuente suponía la posibilidad de acreditar su obra después de muchos años, y tanto es así que la primera idea, una historieta de ciencia ficción, fue desechada porque al dibujante no le apetecía. Se siente más a gusto en el western, que no era la primera vez que abordaba, pero sí con un bagaje a sus espaldas que le conduciría a una carrera fulgurante como autor. No fue hasta 1976, ya en la democracia, cuando apareció en España gracias a Mariano Ayuso, como mascarón de proa de su también legendaria revista de estudio del mismo nombre, SUNDAY COMICS, donde se publicaron sus tres primeras aventuras en los números 1, 2 y 6, la segunda con el título cambiado. Para seguir el desarrollo de la serie hubo que esperar a la década de los años ochenta, cuando la revista del Oeste SALOON, de Hitpress, reeditó los tres episodios citados y continuó hasta alcanzar el noveno, culminando la publicación de Sunday momentáneamente con el volumen de Toutain dedicado a Víctor de la Fuente de la serie de libros Cuando el comic es arte, que incluyó el último episodio. La única posibilidad para el lector español de conocer las dos aventuras inéditas, la décima y la undécima, dependían del azar de conseguir la revista argentina El Tony, de Editorial Columba. Hemos tenido que esperar prácticamente un cuarto de siglo para gozar de la serie en su totalidad, publicada en nuestro país de la mano de Glénat, aun así con objeciones, como luego veremos.

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Las ediciones de Sunday en España.

     

Con dos autores en plena madurez se espera un acercamiento diferente al género, y eso se verifica desde el planteamiento de la serie, más bien poco épico, y desde el trabajo previo de documentación del dibujante. La estética de la serie, especialmente la indumentaria, revela un tratamiento más verosímil del western de lo que estamos acostumbrados. Los personajes visten con frecuencia gabardinas, y no sólo se calan el Stetson de rigor, sino otros sombreros menos habituales en la ficción, más ajustados a la realidad, como luego veremos en el Ken Parker de Berardi y Milazzo. Esta sobriedad se trunca en los atuendos de los personajes femeninos, jóvenes e infantiles, que en su mayoría muestran un aspecto, especialmente en su peinado, más propio de los años sesenta del siglo XX, cuando fue realizada la saga, que de la década de los sesenta de un siglo antes, años en los que transcurre la acción.  De forma coherente con lo anterior, se destila un suave erotismo intermitentemente, algo que nos remite a la puesta en escena del western fílmico del momento, con lo que la obra queda, en el terreno de la representación gráfica de una época, en un lugar intermedio entre la realidad histórica y la imagen comercial de la mayoría de obras ambientadas en el Oeste, tanto en el celuloide como en el papel. 

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Plancha del primer episodio.

Y no es ajeno a lo anterior el hecho de comprobar que la serie, creada en una fecha tan lejana como 1969, conserve un gran vigor gráfico y cierto brío narrativo, y lo único que ha envejecido es otra herencia de los sesenta: esas composiciones de viñetas grandes con imágenes yuxtapuestas, a base de rostros fotográficos y efectos a lo Maroto que muestran a un autor en su primera obra personal pero que todavía no ha logrado la depuración de su poderoso trazo que alcanzará en muy poco tiempo en Haxtur.

Argumentalmente, la serie presenta unas constantes, además de la búsqueda del hijo perdido, leitmotiv de la obra: el talante del coronel Sunday, un hombre que no busca los problemas pero tampoco los elude, que detesta la violencia pero es el más rápido en desenfundar (eso sí, con la intención de herir solamente, rasgo típico en Mora), las apariencias que engañan (la típica mujer candidata a víctima inocente que resulta una víbora de cuidado, el respetable hacendado que recurre a los bajos fondos o con pasado a ocultar), la capacidad del protagonista para hacer desistir a los “malos” de sus aviesas intenciones mediante la razón, el hecho de ser confundido con otra persona en los lugares por los que pasa, con lo que se ve abocado a desfacer entuertos contra su voluntad, etc.

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Plancha final de "El diablo de los mil incendios"

Narrativamente, el estilo literario del guionista pesa en el ritmo del relato, pero la capacidad del dibujante nos brinda brillantes escenas de dinamismo cinematográfico (sin caer nunca en un estilo deudor del séptimo arte) y alguna secuencia muda de gran expresividad. Lo mejor que nos ofrece Víctor Mora es, además de la chispa de sus diálogos, el desenvolvimiento de algunos argumentos y la originalidad de otros, como “La noche del tribunal”, aunque “Una historia del ferrocarril” es considerada por la crítica como la mejor de la serie. Personalmente, uno se inclina por “El ángel del Mohave” como la más convincente de las historias, por la sorpresa que muestra en su desarrollo y su agridulce final. Y de las dos historietas que permanecían inéditas en España, “Los acres de la discordia” presenta un bien tramado guión, y “La noche de Apache Wells”, uno de los momentos gráficos más agradecidos por la capacidad de De la Fuente para dibujar roquedos y apaches. Otras historias destacables serían “Un hombre muere por nada” y “El diablo de los mil incendios”, la despedida de Víctor, que en esa viñeta final parece retratarse él mismo en el rostro de un Sunday más maduro que el que, en general, aparece a lo largo de la docena de episodios que componen el corpus principal de este personaje.

¿Llegada a Ítaca?

Dejo para el final el comentario sobre la edición de Glénat. La obra se ha publicado finalmente cuando Víctor de la Fuente ha dado su beneplácito y con una estrecha vinculación a las pautas dadas por el dibujante. Por eso deja un poco frío nada más empezar el tamaño de la misma, menor que el formato álbum que esperábamos, aunque comprensible en la intención de Glénat de aprovechar el tirón que está teniendo en sectores del público que frecuenta librerías generalistas la moda de las obras extensas en formato libro como el Maus de Spiegelman y el Persépolis de Satrapi. El orden cronológico no es el de anteriores ediciones y se ha establecido siguiendo las indicaciones de De la Fuente, aunque si nos fijamos en la esquina inferior derecha de la página veremos dos cifras separadas por una barra: la que indica el número de plancha y la que refiere el número que la historieta hace en el cómputo general, no concordando en un par de historias.

En lo que se ha mejorado ostensiblemente Sunday es en la traducción, que parece haber recuperado los títulos originales y fijado un texto más propio de Mora, olvidando algunos pasajes de la edición de la revista Saloon, en los que ya no sólo el lenguaje era más pedestre, sino que decía cosas, no contrarias, pero sí distintas de las que el guionista presumiblemente tenía en mente. El proceso también ha sido arduo en este apartado y ha habido que contar con diferentes ediciones, incluidas varias extranjeras, para extractar una traducción razonablemente coherente. Aun así, y a pesar de estos defectos, era tan perentoria la necesidad de recuperar esta obra y de contar con ella por primera vez de forma íntegra que no repararemos más en estas cuitas. Eso sí, si llegan más creaciones de Víctor, como, por ejemplo, su obra cumbre, Haggarth, se impone la talla grande para un adecuado goce visual de su arte.

TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2010): Félix Velasco. Edición de Manuel Barrero y Antonio Moreno.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
FELIX VELASCO (2010): "Sunday: Doble victoria", en Tebeosfera, segunda época , 6 (12-VII-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 24/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/sunday_doble_victoria.html