Revista de poesía y ensayo sobre literatura o poesía, que publicó habitualmente artículos, poemas, relatos y reseñas sobre obras del mismo tipo.
Este número fue especialmente dedicado al humorismo, tocando tanto el humor literario (desde la Antigüedad) hasta el gráfico, mostrando una selección de epigramas, refranes, relatos, viñetas y alguna historieta, además de variados artículos, uno de ellos expresamente dedicado a la sátira gráfica en prensa, a cargo de Luis Conde.
Descripción editorial:
Humor. Arte y literatura invoca el poder de la risa e invita a sus lectores a la carcajada continua sin renunciar a la reflexión. Para ello, se alía con la ironía, la sátira, el absurdo y el ingenio, armas en las que un sinfín de creadores se ha refugiado, desde la Antigüedad hasta nuestros días, para encontrarle sentido a la vida. En su número 265, Litoral emprende un viaje indomable hacia la alegría, en el que pensadores, escritores, poetas, humoristas gráficos, cómicos, payasos y pintores serían los pasajeros. Estas páginas, tejidas muchas veces con la mandíbula, quieren ser en su conjunto un homenaje a todos esos seres fascinantes que han sido capaces de hacernos flexionar los diecisiete músculos de la cara y reflexionar sobre la vida, explica en su editorial el director de la revista.
Esta edición, de la que han sido responsables Antonio Lafarque y Lorenzo Saval, se contagia del espíritu de los hermanos Marx, Charles Chaplin o Buster Keaton, a la vez que tiene presente un vasto caudal de humor literario. Este recorrido parte de Herodoto y continúa sin tregua hasta llegar a Cervantes y El Quijote, El Lazarillo de Tormes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo, Ramón Gómez de la Serna y la generación cómica del 27, los surrealistas franceses, los creadores y artistas de las revistas satíricas españolas o los poetas más actuales.
De forma paralela a este océano literario y cómico aparentemente distendido, cobra vida una galería artística en la que el humor gráfico se alterna con las creaciones de primeras figuras de la historia del arte de distintas épocas, como Velázquez, Picasso, Maurizio Cattelan, José Gutiérrez Solana, Paul Klee, Salvador Dalí, Equipo Crónica, Joan Brossa, Eric Fischl o Eduardo Arroyo.
La antesala de esta ceremonia literaria y artística de casi 300 páginas se abraza a la escritura de Felipe Benítez Reyes, quien insiste en que el humor no sólo sirve para hacer reír, sino que también resulta indispensable para interpretar la condición humana desde el rigor del realismo. Su análisis introductorio, titulado La tensión de la risa floja, va más allá del tremendismo y del mero chiste y sucumbe ante el doble filo del humorismo y su convivencia fronteriza con la tristeza y el mal humor. Una risa viene a ser el resumen de nuestro estupor o de nuestro júbilo ante la vida, aunque, paradójicamente, no tengamos ningún motivo para reírnos, sostiene el escritor roteño.
COLABORADORES DE LUJO
Benítez Reyes abre una nómina de colaboradores de lujo de la que también forman parte el dibujante Ángel Idígoras, los cómicos Pepe Viyuela y Paco Mir (Tricicle), los poetas Luis Alberto de Cuenca, María Navarro y Javier Salvago, el crítico de cine Carlos F. Heredero, el periodista Juan José Téllez o el experto en humor Juan García Cerrada, entre otros muchos.
En la primera mitad de este volumen, el prestigioso helenista Carlos García Gual se ocupa de la literatura griega y romana; la investigadora Jannine Montauban aborda la picaresca; el escritor Enrique Gallud Jardiel se acerca a la facción cómica de la Generación del 27 de la que formó parte su abuelo Enrique Jardiel Poncela; el poeta y catedrático Antonio Jiménez Millán se adentra en el humor surrealista; o el escritor y periodista cultural Guillermo Busutil echa mano de imprescindibles fuentes literarias en un trabajo titulado La risa son los otros.
Más adelante, el experto en humor gráfico Luis Conde Martín recorre 150 años de revistas satíricas españolas, mientras que el escritor Alfredo Taján se aferra al humor negro, la conservadora jefe de Pintura Moderna del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Paloma Alarcó, toma como referencia la ironía en las obras de Paul Klee y Picasso, o la eterna mitad de Gomaespuma que viene a ser Juan Luis Cano traza Una defensa de risa en términos como los que siguen: Malos tiempos para la ironía, pésimos días para la comedia, para la réplica ingeniosa, para el chascarrillo, aunque todos sepamos que es nuestro clavo ardiendo. Reconozcamos a quienes se dejan la vida para que la nuestra la vivamos un poco más alegres, porque al fin y a la postre, lo que más nos gusta recordar siempre es aquello que nos hizo reír.
MAESTROS DEL HUMOR LITERARIO
Decía todo un maestro del humor literario como Ramón Gómez de la Serna, entre sus infinitas definiciones de humorismo, que el humor hace pariente de la mentira a la verdad, y a la verdad de la mentira. Las aportaciones de este autor fundamental sientan las bases de este itinerario que no esquiva al humor en sus facetas más ácidas y realistas. Se intenta, con ello, buscarle preguntas y respuestas a un fenómeno que es más serio de lo que su propia naturaleza indica, tal y como ya hicieran coetáneos de Gómez de la Serna como Wenceslao Fernández Flores: ¿Qué es, en verdad, el humor? Alguien dijo: Quizá sea una lesión del cerebro que impone esa visión especial de las cosas.
Bajo esta premisa, una infinidad de cuestiones trascendentales o cotidianas se reflejan, desde un prisma humorístico, en los poemas de la amplia antología poética confeccionada por Antonio Lafarque. En ella, la alegría acude a la llamada de Ben Clark, las sonrisas devuelven a la infancia a Jean Cocteau, Karmelo C. Iribarren hace saltar el humor lírico por los aires, o Alberto Santamaría retrata a los necios con los versos de ‘Como idiotas’. Brillan, a su vez, los desmitificadores poemas de amor de Luis Alberto de Cuenca, Claudio Bertoni o Juan Carlos Reche (“Qué triste sería la vida si no estuvieras tú para destrozármela”). El mismo trayecto salta a la sexualidad con Erotikon, un compendio poético en el que resuenan voces como las de Enrique Badosa, Jorge Barco o Roger Wolfe (Cuando uno es feliz, vive. Cuando no, se hace pajas y escribe.)
Los asuntos de familia cobran una dimensión rotunda ante la obra de Enrique García-Maíquez (Sobre está hora solía yo salir con mis amigos, me acuerdo mientras salgo a tirar la basura). Asimismo, hay poemas que trazan una sátira de los alimentos, como el soneto gastronómico-numérico de Antonio Box Finis; otros que le cantan a los borrachos con el Diagnóstico precoz de Caballero Bonald; o ponen en su sitio al fútbol, tal y como hizo Jean Paul Sartre: En un partido de fútbol todo se complica por la presencia del equipo contrario.
La religiosidad se refleja distinta ante rarezas como la que Manuel Fernández Sanz, conocido como “Manolito el Pollero”, consagró a la Semana Santa. Y la política pasa a otro escalafón con los versos de Mi española raza, de Luis Carlos López, y El gobierno del pueblo, de David Leo García, o gracias a la sabiduría de Charles Chaplin: Solo soy un payaso. Eso me pone en un plano más alto que cualquier político. El reino animal también se ve reflejado en ejemplos como los que sirven Cuando los monos de Héctor Viel Temperley, y Cucaracha, de Luis Feria. Y los objetos sobrevuelan desde el legado de Italo Calvino (El humor es lo cómico que ha perdido la pesadez corpórea) hasta ‘El teléfono’, de Luis Vidales.
El filósofo Fiedrich Nietzsche formuló convencido que el hombre sufre tan terriblemente en el mundo, que se ha visto obligado a inventar la risa. Su máxima remata, quizás para cerrar el círculo, el apartado La risa. Un cuento chino, en el que despliegan su prosa con microrrelatos muy personales los autores José María Conget, María Eloy García, Nere Basabe, Pablo Aranda, José Antonio Garriga Vela y Javier Vela.
‘HUMORAL’ RIMA CON LITORAL
Como novedad puntual, este número rima en su interior con el suplemento de humor líquido Humoral, coordinado por el periodista Cristóbal González Montilla. Es una pequeña revista que, dentro de otra revista, ofrece un sugerente contenedor con viñetas y variadas muestras de humor gráfico. De este modo, Litoral se reencuentra con el vínculo que antaño mantuvo con importantes humoristas gráficos y, al mismo tiempo, le rinde tributo a todo un oficio. A esa historia del humor gráfico en España que han venido dibujando desde Castelao, Bagaria, Tono, Mihura, Gila, Chumy Chúmez, Summers y Mingote hasta Máximo, Forges, Mena, Ramón, Vázquez de Sola, Serafín, Perich, Núria Pompeia, Fernando Krahn, Gin, Cesc, Olmo, Elgar, Gallego&Rey, El Roto, Idígoras y Pachi, Peridis o Martínmorales.
La inmensa mayoría de estas firmas -y otras muchas más, como las de Ricardo, Eneko, Caín, Kim, Fer, Ventura, López Rubiño, Sir Cámara, JL Martín, Mauro Entrialgo, Calpurnio, Esteban, Puebla, Max o JM Nieto- salpican al monográfico en su conjunto. O se apoderan íntegramente del propio Humoral para desplegar una nómina de medio centenar de autores. Desde viñetas ya publicadas a ilustraciones para exposiciones o tiras inéditas conforman esta selección, que no ha seguido más premisa que la de priorizar el reflejo de la cultura en el humor gráfico, sin perder de vista a la sátira política y la vigente hegemonía de las nuevas tecnologías.
REÍRSE DE UNO MISMO
Antes de que este itinerario se encamine hacia su recta final, la variedad de los contenidos queda patente con la poesía que derrama la sección Riéndose de sí mismo Aquel autorretrato burlesco que Alberti tituló El tonto de Rafael convive con la Autobiografía de Nicanor Parra, el Contra Jaime Gil de Biedma que enfrenta al poeta catalán contra su ego y con los versos de Amor, un poema en el que Manuel Vilas dialoga con su yo más delirante (Vilas quería ser un santo, tenía esa marcha).
Si río soy un río de risa dejó escrito cierto poeta gaditano y, de hecho, la vis humorística de Carlos Edmundo de Ory saca la lengua para la ocasión en una de selección de textos realizada por Javier Vela. Los palíndromos de autores como Jorge Luis Borges (Sapos, oíd, el rey ayer le dio sopas), Julio Cortázar (Salta Lenin el atlas) y Augusto Monterroso (O timo o mito) ocupan otro apartado. Y, a continuación, las aventuras de Astérix y Obélix llegan a adquirir un halo novedoso desde la mirada de Luis Alberto de Cuenca, quien reivindica al bardo Asurancetúrix como un artista notorialmente incomprendido por los bárbaros de la indómita aldea gala.
La presencia del humor en el séptimo arte no sólo acapara la investigación que firma Carlos F. Heredero, sino que además late en los poemas que inspiraron los cómicos del cine, como aquel de Eduardo Chirinos que evocó los bigotes de Groucho Marx o los versos de Alejandro Pedrosa que se rinden ante el bombín de Charles Chaplin (Inclinaos, poetas, a mi paso: Soy el hijo del silencio).
Además, sendas colaboraciones de María Navarro y Javier Salvago se ocupan del chiste y del humor popular andaluz, respectivamente. Y, llegados a este punto, el universo de Gila entra en acción con la recuperación del artículo que le dedicó tras su muerte Juan Cruz. El irrepetible Chiquito de la Calzada también hace merecido acto de presencia a través de las palabras que le brindó Arturo Pérez Reverte, casi un cuarto de siglo antes del reciente fallecimiento del humorista malagueño.
Asimismo, el inagotable refranero se desdobla hacia el sentido del humor, en un texto de José Esteban, y hacia la cultura, siguiendo las apreciaciones del mayúsculo guionista que fue Rafael Azcona. Tampoco se queda en el tintero el vasto legado de los diccionarios de humor, con las aportaciones de Camilo José Cela y José Luis Coll como referentes estelares.
MIMOS, BUFONES Y PAYASOS
Una troupe de mimos, bufones y payasos habitan las páginas en las que combinan pasión y sabiduría aquellos que no entienden la vida sin la vocación del cómico. El humor gestual de Tricicle se multiplica con las aportaciones de Paco Mir, quien ha volcado sobre este Litoral tanto sus reflexiones escritas como los trazos que lo delatan en sus facetas de dibujante e historietista. Junto a ellas, el ritual infalible de Marcel Marceau
(El silencio es infinito como el movimiento, no tiene límites. Los límites los pone la palabra) se prepara para dar paso a un suculento carrusel de bufones y payasos. De ahí que los poemas de Antonio Machado o León Felipe se anticipen al artículo en el que el actor Pepe Viyuela –autor de varios libros de poesía y prosa- destapa en plenas facultades de inconsciencia su Teorema del poeta y el payaso. Lo hace en absoluta vecindad con los Tozudos de la hilaridad a los que se encomienda Ángel Idígoras. El humorista gráfico malagueño apela a su cercanía a mundos como los de la magia o el circo para hacer un recorrido por la historia, que engrandece la misión que han jugado a su paso por los siglos los bufones y los payasos.
Igualmente, esta entrega se acerca a su epílogo con la relación entre la literatura y el Carnaval que establece el periodista, escritor y actual director del Centro Andaluz de las Letras, Juan José Téllez. A continuación, un homenaje al humorista gráfico Antonio Fraguas Forges, fallecido en febrero de 2018, cobra sentido a través de una semblanza firmada por Juan García Cerrada, secretario del Instituto Quevedo del Humor de la Universidad de Alcalá de Henares. El colofón definitivo llega, a modo de Happy end con la ‘carcajada’ de Luis Eduardo Aute y con la agradable sorpresa que rescata un dibujo de los años 70 con el que Antonio Mingote, suscriptor de esta revista desde que fue recuperada en 1968 por José María Amado, comunicaba la renovación de su suscripción.