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CONAN
GUERRERO
Como está al lado de la capital nominal de Shem, allí se dirige.
Sin nada en su bolsa, el bárbaro consiente en cumplir un encargo
extravagante que parte de una apuesta entre dos ludópatas
ricachones. Los empedernidos jugadores de Asgalun hacen
que Conan viaje durante tres meses por el norte de Kush y hasta
la frontera con Darfar, territorio peligroso del cual vuelve
entero y lo suficientemente furioso como para suprimir a quienes
habían jugado con su salud. Conan ya tiene 38 años, edad que ha
cumplido dos semanas atrás, y se dirige de inmediato hasta
Sukhmet, baluarte militar por cuyas cercanías acaba de pasar y
donde un tal Zarallo, otro dirigente de un ejército que
se ha adjudicado la denominación de Compañías Libres, necesita
hombres para lanzarlos a guerrear contra las fronteras estigias.
El cimmerio atraviesa Estigia con precaución y llega a Sukhmet
cuando empieza la tercera semana de febrero del año 39. Su
militancia bajo las órdenes de Zarallo resulta aburrida, el
único aliciente lo constituye la aparición de Valeria,
convertida en una mujer de veinte espléndidas primaveras. La
aquilonia se mete en problemas cuando agrede a un hombre que
exige sus favores sexuales, matándole. El hermano de la víctima
persigue a la joven y, éste, a su vez, es rastreado por Conan,
que termina con su sed de venganza y sigue en pos de la pirata,
incapaz de romper el sedal tendido por sus encantos femeninos.
No tarda en alcanzarla, pero ella ya se ha internado muy adentro
de los Reinos Negros y ha oteado las murallas de una ciudad
olvidada por el tiempo, Xuchotl, en la que dos razas se
enfrentan entre sí. Los integrantes de una de ellas, los
tecuhltli, contratan los servicios de los dos guerreros para
aumentar el número de enemigos muertos, de los que llevan
recuento con unos clavos rojos hundidos en una columna
negra.
Conan y Valeria salen ilesos de la carnicería final que tiene
lugar en Xuchotl y fijan su rumbo hacia el Oeste en torno al 5
de marzo. Cinco días después todavía se abren paso por la selva
inexplorada de los Reinos Negros, rincón del mundo habitado por
tribus que obedecen unas leyes elementales: Los dioses
arriba, las bestias abajo, por ejemplo, o que hay que
vivir como dioses... morir como hombres. Conan libra con los
negros de la zona una lucha tensa en la que ha de demostrar su
valía como guerrero si quiere proteger el pellejo de Valeria. En
las pruebas que salva, sabrá que la muerte tiene cuatro
esquinas, que hay que mostrarse fuertes cuando se
despierta la serpiente dorada o bien cuando el viento
viviente camina, manifestaciones todas ellas del animismo
que impregna la selva. De esta manera, el cimmerio y la
aquilonia no salen de aquel poblado hasta que termina el mes de
marzo. El río que toman para huir pronto se convierte en un
río de sangre, puesto que a unos rápidos que destrozan su
barcaza les suceden unos cocodrilos impresionantes que obedecen
las órdenes de un hombre, Enduin. De nuevo, Conan y
Valeria han de intervenir en los problemas ancestrales que
aquejan la armonía entre dos tribus, y hasta mediados de abril
no dejan la selva tras ellos.
La aquilonia manifiesta su deseo de volver al mar y Conan no se
lo impide porque ha sabido que en Keshan, país al NE, necesitan
instructores militares y él prefiere seguir en tierra. Acude
allí en solitario, entonces, y entrena a los soldados
rutinariamente durante tres o cuatro semanas hasta que alguien
le comunica la existencia de una gemas de incalculable valor,
las joyas de Gwahlur, cuya búsqueda le envuelve en problemas
con diosas falsas y verdaderas y hombres murmurantes y
sediciosos, como el viejo conocido Tutmekri. El bárbaro
desestima el tesoro por rescatar a Muriela, la actriz que
viera en Akbitana tres años atrás,
a quien pretende sacarle partido utilizando sus dotes de actriz
para efectuar un “juego de fe” en Punt. La intervención de
Tutmekri de nuevo y la diosa de marfil a la que quieren
suplantar chafan sus planes de estafador, viéndose obligado a
abandonar el lugar.
Acto seguido, Conan se interna en Zembabwei para desempeñar el
oficio de guardián de caravanas. Encabeza una por el camino
hacia Turán, defendiéndola de los zuagir con regular suerte
puesto que muchas tribus dispersas o bien le han olvidado o bien
no llegaron a conocer al bárbaro en sus tiempo de hetman zuagir.
No tarda en concluir que el riesgo de las caravanas zembabwitas
es demasiado grande y se apea tras dos meses de camino en el
poblado Yuetshi, al sur del Vilayet. Sorprendentemente, en torno
al día 9 de agosto halla a Valeria por aquella zona, proscrita y
empeñada en hacerse con el Cáliz de Tarim, copa que merece la
pena ser robada. Tras celebrar una reunión en Scarlet y
trazar un plan, reparten el tiempo de las siguientes dos semanas
entre Secunderam, el poblado Zhaibar fronterizo con Vendhya y el
remoto castillo de Tarim.
Siete días más tarde vemos al cimmerio escapando del acoso de
unos saqueadores a otra caravana que defendía por tierras
hyrkanias. En su evasión, descubre que el rey del pueblo
olvidado de Khengor, una ciudadela escondida, es
Barlonius, un tipo cuya búsqueda le habían encargado mucho
tiempo atrás en Nemedia y de la cual había desistido el
cimmerio. El encuentro es agrio y no deparará a Conan otra cosa
que nuevos deseos de partir hacia el híbori e inicia el
trayecto, pero cuando bordea el sur del Vilayet ve cumplido el
deseo que él no llegó a materializar: reunir bajo un solo mando
a todas las tribus de saqueadores del desierto sur contra Turán.
Esta meta también había sido la de Zarmi, mujer imbuida
de divinidad que consigue no sólo mantener a Conan a su servicio
durante casi un mes, sino que llega a incendiar gran parte de
Aghrapur, la capital de Turán, deteniendo así de algún modo
el sueño de un imperio vastísimo, lo cual que era el acicate
de las huestes de Yezdigerd.
Sabemos por los cronistas que el siguiente ímpetu del espíritu
de Conan es volver a su amada tierra de Cimmeria, vuelta que
decide no efectuar en línea recta sino dando un exagerado rodeo
por el desierto, hasta el oeste de Shem, extensión de terreno
que salva... ¡en tres semanas! Nada dicen los escritos al
respecto de este capítulo pasajero de la vida de Conan, aunque
otros afirman que un mago sin nombre le llevó a una ciudad en
ruinas cercana a Kutchmes; al parecer es la magia y no su
voluntad la que mueve a Conan de un lugar a otro, viajes
caprichosos que el cimmerio experimenta mientras Crom ríe...
En fin, tras este trance, acaba cerca de Pelishtia, que es
donde hallamos al cimmerio en el siguiente momento de su
embrollada biografía, justo en el comienzo de noviembre de 39.
Desde aquel lugar quiere dirigirse hacia Nemedia, para allí
hacer puente y alcanzar el hogar de los cimmerios; y no ve mejor
manera de llevarlo a cabo que defendiendo una caravana con
dirección hacia un lugar ignoto y mágico que es atentamente
vigilada por el ojo del brujo Giyune.
Lejos de brujos, el bárbaro espolea su montura hacia Cimmeria a
través de Nemedia, tránsito que le ocupará un mínimo de mes y
medio según sus cálculos, y eso yendo deprisa. Sin embargo, se
entretiene a mitad de camino por prestar oídos a la noticia de
que Varia gobierna Ophir, mujer sin escrúpulos que ha
conseguido relegar del trono al anterior monarca con ayuda de
las fuerzas de la guardia real, las Capas Negras de Ophir.
En la capital, Ianthe, y más de diez años después de los
sucesos en los que le implicó la Estrella de Khorala, Conan
vuelve a intervenir en las cuestiones de sucesión de Ophir antes
de seguir su camino al norte.
Ruta que ya será invernal, puesto que estamos en torno a 13 de
diciembre.
El cimmerio atraviesa el invierno nemedio sin demasiados
percances hasta alcanzar un punto cercano a la frontera con
Aquilonia en el que escucha que el país más poderoso de su Era
está siendo carcomido por las luchas intestinas. Estos
conflictos internos son debidos a la llegada al trono de
Numedides hace cuatro años, un rey demente que a nadie tiene
satisfecho, más bien al contrario. Conan, acostumbrado a pensar
como los cuervos, huele la paga segura y se alista como
mercenario al servicio de los aquilonios por un tiempo, quizá
con idea de pasar el invierno en esta latitud algo más
agradecida climáticamente que la de su tierra natal. Celebra su
39º aniversario en compañía de Red Sonja, en la ciudad
sitiada en la que coinciden combatiendo. Luego, al servicio
de mandos diferentes, el cimmerio se desembaraza de la presión
de otro alocado megalómano que ha provocado un brote de guerra
civil en Aquilonia. El enjambre de monstruos del pantano
aledaño no le facilita la tarea, pero Conan sale airoso y la
insurrección civil no prospera.
El bárbaro parte hacia Cimmeria otra vez, pero decide alistarse
momentáneamente en Tanasul, al norte de Aquilonia, porque el
invierno recrudece y el paso de las montañas se prevé difícil.
El invierno del lobo, llamado así por la gran cantidad de
cánidos que asedian los fuertes, no dura demasiado tiempo, el
suficiente para que el cimmerio luche al lado de los aquilonios
contra un destacamento de vanires incomprensiblemente
desplazados hasta estas latitudes y con tan pocos efectivos que
van cayendo como animales llevados al matadero.
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