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Con
fecha de cubierta de junio de 1971 salió al mercado la colección
Kull the Conqueror, un personaje que una porción del
público estadounidense había solicitado insistentemente desde
que apareciera Conan al mercado, y más por cuanto ya se había
ofrecido una historieta protagonizada por tal personaje
previamente: el comic book Creatures on the Loose fechado
tres meses antes. Roy Thomas, el guionista, eligió para darle
forma gráfica al dibujante Wallace Wood, que sería
inmediatamente sustituido por los hermanos Marie y John Severin
a partir del número siguiente.
Kull llevaba
un tiempo en la mente de los demiurgos de esa dimensión del
Universo Marvel que se dedicó a los héroes bárbaros. A finales
de los años sesenta, el dibujante Barry Smith había regresado a
su Londres natal con algunos libros de R.E. Howard y Lin Carter
cuando aún estaba por decidir si se llevaría Conan a los cómics
o no. De entre los materiales que leyó le atrajo también Kull y
decidió hacer bocetos, esbozar algunas viñetas y remitir una
muestras a Marvel. Elaboró varias aproximaciones, siendo una de
ellas atractiva a los ojos de Roy Thomas, entonces editor de la
línea que se iba abrir, pero no de la suficiente calidad como
para usarla en un comic book: una adaptación del pasaje en el
que Kull salva a una muchacha del tormento de la hoguera antes
de escapar hacia el mar y Valusia. Esta historieta sería
publicada media docena de años después en The Savage Sword of
Conan, 3. Aquella "primera adaptación de Kull a los cómics"
fue antecedida por otras páginas que quedaron inéditas pero que
luego alguien desempolvó y sacó a subasta a finales de los
noventa. Al menos conocemos tres imágenes de esa primera prueba
[las que se muestran en la galería que encabeza la presente
página]
El proyecto de llevar Kull a los cómics de desestimó en favor de
Conan, naturalmente, y Barry Smith dibujó al cimmerio para su
alumbramiento en viñetas en 1970. Pero Thomas no se olvidó del
atlánteo y siguió con el deseo de lanzar una serie de cómics
protagonizada por él. Después el aperitivo que supuso la
aventura de Kull en Creatures on the Loose y justo al año
de debutar Conan, en octubre de 1971, Conan the Barbarian admitió en su
décimo ejemplar una corta historieta del rey Kull para
con ello promocionar su propia colección de cómics. También otra cabecera
lo incluyó entre sus páginas: Monsters on the Prowl, que
reprodujo una historieta que podía encajarse cronológicamente
entre los números segundo y tercero de la serie. A finales de
1972, por lo tanto, ya se habían publicado cinco números de
Kull the Conqueror, ahora con excelentes guiones de Gerry
Conway (que seguiría hasta el número 10), responsable de que
el comic book fuese candidato al premio a la Mejor Publicación de las
escogidas aquel año por la ACBA. La "garra" del personaje y de
esa historia fundadora (en esencia, la que había dado nacimiento
al género de fantasía heroica) había conquistado a público y
crítica.
Con el número 11 se iniciaba una nueva etapa en la serie Kull
the Conqueror, a
finales de 1973, a partir de la adaptación de un relato original
de Robert E. Howard que escribió Roy Thomas y dibujó el
excelente Mike G. Ploog. Los siguientes números los escribiría
Steve Englehart, al menos hasta el número 15, momento en que su
periodicidad se tomó unas largas vacaciones debido al rechazo
del público ahora, presumiblemente mucho más seducido por la
fortaleza del héroe Conan.
A mediados de la década, concretamente en 1975 y haber visto la adaptación de “Exile of Atlantis”
por parte de Barry Smith en el número 3 de The Savage Sword
of Conan, Kull volvió al plano de la actualidad. Lo hizo en blanco y negro, en las páginas del magazín
Kull and the Barbarians.
Esta nueva revista
que debía su presencia al éxito del magacín The Savage Sword
of Conan pretendía reunir a los héroes de Robert E. Howard Kull, Solomon
Kane y Red Sonja bajo un mismo logo, mas no gozó de mucha suerte su distribución y
tras ofrecernos dos historietas largas del rey de Valusia fue
cancelada en su número tres.
No se permitió a los lectores, sin embargo, que olvidasen al rey
de la cara marcada: en el número 52 de Conan the Barbarian
volvían a aparecer ideas entresacadas de relatos originales de
Kull, y poco más tarde, en el número 9 de Savage Sword,
se continuaron los argumentos de su girovaguear como hombre
destronado ya anticipados en Kull and the Barbarians,
ahora con Doug Moench y Sonny Trinidad como artífices de
aquellas viñetas.
En el año 1976 se incluyó la historieta de Kull que adaptaba el
relato original de Howard, pero terminado por Lin Carter, “The
Black Abyss”, en el número dos de la serie Conan The
Barbarian Annual. Supuso una coartada de Marvel para avanzar
a los lectores la vuelta con honores del Tigre de Atlantis, lo
cual tuvo lugar en agosto de ese año en el título Kull the
Destroyer, continuador de la numeración de la serie original
aparcada durante dos años. Aquel número 16 retomó los argumentos
previstos para dibujarlos en las revistas a blanco y negro y
llevaba de nuevo guiones de Thomas y dibujos de Ed Hannigan y
Steve Gan. Al tiempo, con fecha de septiembre de 1976, el número
66 de Conan the Barbarian incluía también a Kull en sus
páginas, compartiendo aventuras con Conan, Bêlit y Red Sonja en
la improvisada reunión de los cuatro héroes más fascinantes de
Robert E. Howard. La coincidencia no fue gratuita, se procedió
así para llamar la atención de los aficionados a Conan sobre la
renovada serie Kull the Destroyer.
Este nuevo título a color fue ofreciéndose mensualmente sin
pausas, con Doug Moench al guión y Alfredo Alcalá aportando su
estupendo arte a las viñetas. Durante una temporada, además, con
el aliciente de unas cubiertas de impacto elaboradas por el
genio de los cómics Gil Kane. En junio de 1977, a la altura del
número 21 de esta serie, fue Don Glut, procedente de la Gold Key,
quien se hizo cargo de los guiones. Los dibujantes que le
acompañaron fueron el archiconocido Ernie Chan y el nunca bien
ponderado Rick Hoberg. Éste autor, al poco, adaptó al cómic uno
de los más metafísicos relatos originales de Robert E. Howard,
“El Sonido del Gong”, en las páginas del número 23 de Savage
Sword.
Por un tiempo, el guionista y el dibujante de base se
mantuvieron fijos, pero la cantera de entintadores fue
relevándose de número en número, conformando un particular
rosario de nombres filipinos: Young Montano, Dan Castrillo, Rudy
Nebres, Ricardo Villamonte... Esto preludiaba la mala marcha de
la publicación, que desde mediados de 1978 veía bajar sus ventas
paulatinamente. La cadencia bimestral tampoco evitó el batacazo
y el número 29 de Kull the Destroyer, fechado en octubre
de aquel año, fue el canto de cisne del personaje. Pero al mes
siguiente, y con fecha de noviembre de 1978, vio la luz el
número 34 de la publicación hermana The Savage Sword of Conan,
y en ella hallamos una de las grandes obras maestras de la
historieta de todos los tiempos: “Los espejos de Tuzun Thune”,
con impresionantes imágenes de Mike Ploog.
Mas el personaje no dejó de visitar las páginas de los tebeos de
Marvel. Al año siguiente apareció la historieta del picto Bran
Mak Morn que invitaba a su lucha contra Roma al mítico rey Kull,
“Reyes de la Noche”, en los números de julio y agosto de 1979 de
la revista Savage Sword. También a blanco y negro, pero
en otro magazín, Marvel Preview, se dió salida en 1979 a
otra adaptación de un relato original de Howard, “Jinetes más
allá del sol naciente”, con lápices de Tony de Zuñiga para la
ocasión.
Otro año pasa, otra historieta se publica, ahora la última
narración que quedaba por adaptar al cómic: “Brujo y Guerrero”,
en el número 55 de Savage Sword. A partir de entonces, no
quedaban relatos originales que adaptar, pero eso no contuvo el
interés por rescatar el espíritu general de la saga del rey de
origen bárbaro. Empresa que tuvo lugar en 1981, año en que
apareció uno de los más hermosos tebeos de Kull jamás dibujados,
se trataba del ofrecido en la publicación Bizarre Adventures,
en su número 26, que contenía la larga aventura “El Diablo en el
Espejo”, escrita con gran tino por Doug Moench y dibujada con
mayúscula soltura y poético trazo por un John Bolton inspirado.
El dibujante retornaba aquí por los fueros del Kull primigenio,
rescatando de algún modo al bárbaro dibujado por los hermanos
Severin, dado su acercamiento realista a la estética fosteriana,
bien que sumergida en angustiosos claroscuros.
Pasaron otras cuatro estaciones sin Kull. Hasta diciembre de
1982, fecha en que, para aprovechar el tirón del éxito del
primer filme de Conan y la revitalización de las colecciones de
bárbaros, nació el llamado Volumen 2 de Kull the Conqueror,
que constó de dos números especiales de mayor grosor y calidad
de papel mejorada. El experimento era interesante, con guiones
de Alan Zelenetz y dibujos del maestro de maestros John Buscema.
El segundo, publicado con fecha de febrero de 1983, volvía a
traernos al dúo Moench / Bolton, emulando el dibujante otra vez
las excelentes labores ya puestas en práctica en la obra
Marada the She-Wolf y en el mentado Bizarre Adventures.
Estos dos ejemplares especiales tuvieron éxito suficiente como
para que se decidiera, a partir de mayo de 1983, lanzar el
volumen tercero de la serie a color, con nuevas líneas
argumentales a cargo de Bruce Jones y Alan Zelenetz.
Esta última serie continuada de Kull constó de diez números, de
enorme interés por cuanto participaron en ella un buen número de
firmas en candelero por entonces: Bill Sienkiewicz ilustró la
cubierta del número 2, Michael Golden la del tercer ejemplar,
John Bolton realizó la cuarta portada... Y dentro desfilaron
también las conocidas rúbricas de Klaus Janson, Charles Vess,
Bolton, Butch Guice, Sienkiewicz...
A partir del número cinco, de agosto de 1984, la serie redujo su
número de páginas y se ofreció bimestralmente hasta su décimo y
postrer ejemplar, de junio de 1985. Dos exquisitas cubiertas de
Barry Windsor-Smith adornaron a modo de díptico los dos últimos
ejemplares de la serie. Esta fue sin duda la mejor manera de dar
el último adiós a los tebeos a color de Kull. Pero el personaje
no quedó en el olvido durante los años ochenta. Primero, porque
fue invitado a la serie dedicada a Spiderman Marvel Team-Up,
en su número 112. Segundo, porque formó parte integrante de los
fundamentos del cross over “Atlantis Ataca”, que
interconectó a la gran mayoría de las colecciones de la Marvel.
Tercero, porque en las páginas finales de Savage Sword
seguirían publicándose aventuras de Kull, habitualmente con
guiones de Charles Dixon, y con vigorosos dibujos de Dale
Eaglesham (un autor interesantísimo al que se ha prestado poca o
ninguna atención) o Dave Simmons. Aparte, finalizó la década con
el lanzamiento en 1989 de la primera y única, hasta la fecha,
novela gráfica del personaje, titulada The Vale of Shadows,
que fue escrita por Zelenetz y dibujada por De Zuñiga.
Con el advenimiento de los años noventa, Thomas decidió volver
sobre sus pasos, es decir sobre las colecciones bárbaras. Pero
no sería su primer intento en Marvel. En 1990, él y su mujer,
Dann Thomas, adaptaron de nuevo a la historieta el relato “Reyes
de la Noche”, en la miniserie homónima lanzada por la casa Dark
Horse. En esta ocasión, llevó dibujos de Gary Baker y John
Nyberg, quizá menos acertados que los de la Marvel pero que
propusieron un Kull lleno de vigor y ansioso por volver a
cosechar éxito.
En Marvel también aterrizó Thomas durante estos años noventa, y
quiso ocuparse de nuevo de la saga de Kull. De tal guisa, en las
páginas finales de The Savage Sword of Conan comenzaría
un serial de larga extensión que relataba los episodios de la
juventud del hombre procedente de Atlantis, con hermosos dibujos
del filipino Eufronio R. Cruz.
Kull siempre ha pugnado por no desaparecer de los cómics, aunque
su última aparición ha sido menos meritoria de lo que
desearíamos. El sello californiano Blackthorne Publishing
acostumbrado a los refritos con un sentido editorial singular,
también se decidió por publicar cómics de Robert E. Howard.
Blackthorne tenía una alineación de cómic variopinta, que
incluía comic books de piratas y de acción, como Waxword,
comic books cómics sobre surfistas, como The California
Raisins, adaptación de algunas licencias, como Moonwalker,
y una desopilante serie dedicada a publicar historietas en
tres dimensiones (con gafas rojiverdes incluidas). En esa serie,
Blackthorne 3-D Series aparecieron tebeos en tres
dimensiones, a cada cual peor, de Star Ward, Betty Boop, el
payaso Bozo, Bullwinkle and Rocky, G.I. Joe, Little Nemo in
Slumberland, Salimba... y los personajes de R.E. Howard: Red
Sonja, Solomon Kane y Kull. Del rey de Valusia aparecieron dos
entre el otoño de 1988 y la primavera de 1989, en los número 51
y 67 de la serie, de tristes guiones y peores dibujos.
La fortuna parecía sonreírnos cuando se anunció que la editorial
Cross Plains Comics también deseaba recuperar historietas de
Kull, al menos las más importantes, recoloreadas para la
ocasión, como “By this Axe I Rule!”, de la que se ofreció como
aperitivo un excelente recoloreado de una página dibujada por
Mike Ploog. Anunciaron que para el verano de 1999 saldría a la
luz un libro de cómics con dos obras en las que había
participado Barry Windsor-Smith: Robert E. Howard’s Worms of
the Earth, álbum que contendría la historieta de Bran Mak
Morn “Worms of the Earth” y la protagonizada por Kull “The Exile
of Atlantis”, ambas recoloreadas para esta ocasión. Apareció,
pero finalmente sin Kull. En Cross Plains Comics estaban
implicados: Richard Ashford (Director editorial), Roy Thomas
(guionista y editor) y Rafael Kayanan (Director artístico), y
eso hacía preludiar óptimos resultados, pero finalmente esta
intentona de los años noventa no llegó a buen puerto por la
desintegración de la empresa.
De Kull nos queda el recuerdo... |
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