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CONAN
EMPERADOR
Aquilonia y su rey recobran la tranquilidad durante los meses
siguientes. Dura poco. Al ser atacados sus fuertes de la comarca
de Oriskonie por una legión de pictos unidos bajo el mando de
Shooz Dinj, despierta el león dormido que ruge en el
espíritu del rey bárbaro, aun habiendo cumplido ya 65 años de
edad. La venganza en el Río Negro que Conan lleva a cabo
resuelve ese asunto, pero el ataque picto no es más que una
distracción para dar tiempo a que se fragüe una poderosa alianza
integrada por Xantaus, Leora y Tarascus II,
reyes actuales de Argos, Ophir y Nemedia, respectivamente,
quienes pretenden sojuzgar Aquilonia con la fuerza de las
armas. Al mismo tiempo que el sacerdote desleal Crassus
prepara el asesinato de su rey, las legiones de Conan parten a
repeler la invasión de la frontera, lo que da oportunidad a
Xantaus de ocupar la plaza de Tarantia.
Se anuncia en la corte que el rey ha encontrado la muerte en los
Yermos Pictos, así que Crassus aprovecha la oportunidad de
obtener el poder abatiendo al Sumo Sacerdote de la corte,
Dexitheus, y comenzando a perseguir por el reino a los
seguidores del dios Asura, único impedimento contra la invasión
al poseer sus devotos el Corazón de Ahrimán. Para aplacar el
avance de la fuerza irresistible de esta alianza contra él,
Conan, vivo aún y verdaderamente desbocado, forja una
alianza con su pueblo natal de Cimmeria que le permita recuperar
el gobierno de su país. El día en que ataca a sus enemigos con
este nuevo ejército es el día de la ira puesto que logra
tan sólo una victoria pírrica, aunque le sirve para sumar a sus
fuerzas el apoyo de Aesgard gracias a la buena disposición de
Deryck, un príncipe que salva la vida de su hija Radegund,
ya casi una moza en edad de merecer.
Colérico tras recibir la falsa noticia de la muerte de su hijo
Taurus, Conan se prepara para repeler de su territorio lo que
queda de las legiones ophiritas, nemedias y argóseas causando,
si es necesario, una cosecha de muerte. Con imparable
ímpetu toma la decisión de acometer contra los países invasores
pese a que ello desemboque en dejar la tierra devastada,
dando comienzo de este modo a una carrera bélica que pretende
hacer de Aquilonia un imperio alimentado por los países que se
han aliado contra él.
En el camino hacia el imperio que se ha trazado y tras
el saqueo de Belverus que desemboca en la conquista de
Nemedia, Conan comienza a dirigir sus ataques contra los países
vecinos Ophir y Zingara. El rey bárbaro convierte al segundo en
un protectorado de Aquilonia, no sin antes salir airoso de
cierta prueba en una encrucijada donde se alza la
torre en donde vuelven a enfrentarse brujería y acero,
al tiempo que consigue la anexión completa de Aesgard con el
enlace de su hija y el -ahora rey- Deryck.
Ya cerca de cumplir los 66 años, el cimmerio pierde a su segundo
hijo y bullendo de rabia arenga a sus tropas hacia Argos, donde
se supone que se refugia el culpable del magnicidio, Crassus, un
hombre por cuyas venas corre la sangre de la serpiente.
Con la armada que ahora dirige el monarca iracundo, la
conquista de Argos es inmediata tras la muerte de Xantaus, y
la victoria es celebrada por partida triple ante la buena nueva
de que las dos mujeres de su familia son portadoras del germen
de una nueva vida. Sin embargo, no se prevén buenos tiempos bajo
las alas de los buitres carroñeros de Hyboria. Leora, que ha
escapado del asedio de Argos mientras las tropas de Conan se
hallaban entretenidas recaudando el botín de la victoria,
se ha aliado en Ophir con Brax-Althar, jefe militar de
Koth. Y un nuevo brujo, Caliastros, coadyuva en la
formación de una alianza entre los países Corinthia, Brythunia e
Hyperbórea para aplastar la marcha triunfante del naciente
imperio aquilonio.
Mientras Radegund da a luz felizmente al primer nieto del rey de
Aquilonia, Conn acaba con la vida de Brax en Akbitana antes de
que el resto de los ejércitos de Koth y Ophir se lancen contra
las huestes de Conan. En menos de una hora, el caudillo de
Koth es sometido por el señor de los ejércitos que combaten
por Aquilonia y con esta acción estratégica hace titubear la
predisposición de los países que se habían aliado por el norte
contra él.
Superada la
batalla, Conan tiene que resolver el problema de sus dos
mujeres. Zenobia ha parido un hijo muerto y permanece en estado
comatoso como consecuencia de la magia de Caliastros.
Radegund, por su parte, ve amenazada su vida por la vengativa
Leora, que pierde en Tarantia su última oportunidad de vejar al
rey cimmerio con la muerte y el soñador Caliastros cae
también al poco bajo el afilado acero del bárbaro.
Con la llegada de los fríos, se abate un invierno de
descontento sobre Aquilonia, que ha visto mermada su riqueza
enormemente por causa de la guerra.
Pese a las protestas de una canalla empobrecida y las de algunos
aliados en la anterior expansión del territorio, lo cierto es
que Aquilonia se ha transformado bajo la dirección de Conan I
el Grande, en el más poderoso imperio hyborio desde la
civilización aqueronia. Es por eso por lo que, tras descubrir la
traición de un alférez de la corte, Conan comienza a
sopesar la posibilidad de que la otra facción poderosa del
mundo, Turán, planea competir con la potencia occidental. Por
eso el cimmerio reorganiza su imperio, nombra gobernantes leales
en los reinos conquistados y prepara la boda de su primogénito
con la princesa Illia de Corinthia. Y al primer indicio
sospechoso de comienzo de hostilidades, el emperador parte hacia
Turán a presentar batalla a Yezdigerd III, en lo que se
mantiene ocupado durante los siguientes dos años, los años 67 y
68 de la Edad Hyboria según nuestro calendario.
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