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CONAN
DESCUBRIDOR
No podemos asegurar la consecuencia de sus luchas contra el
orgulloso imperio de Tarim, ya que la crónica de su vida se
retoma cuando Conan ronda los 68 años de edad, viudo porque su
esposa Zenobia falleció en un parto poco después de que su
marido se hubo marchado a luchar contra los turanios. El revés
del destino ha sido fatal para el rey cimmerio, quien se halla
convencido de que sólo quedan, tras las desgracias ocurridas en
los últimos días... las cenizas de toda una vida
consumida por el esfuerzo constante y la lucha sin premio.
A punto de cumplir los 69 años, Conan se halla deprimido. Es por
entonces, en el año 70, que se cierne de nuevo la desdicha sobre
su reino con la forma de unas fantasmales sombras de color
escarlata que causan un exterminio sin precedentes entre los
nobles de su palacio y los de reinos colindantes. En una nueva
visita en sueños al santuario milenario de Epemitreus, éste le
expende el consejo de que abdique en su hijo Conn, ya
veinteañero, y abandone su reino en busca de la raíz de tan
insidioso problema, localizada en el occidente desconocido que
hay pasado el océano. Así las cosas, sombras rojas y kraken
negro -un enorme monstruo marino- guían sus pasos en los
siguientes meses.
El autoexiliado rey, después de enfrentarse contra los
dragones de un mar desconocido e interminable y haber
conseguido un mapa, halla por fin el lugar de procedencia del
horror escarlata que ataca su otrora reino. Es Ptahuacán,
capital de la isla conocida como Antillia por algunos, en donde
habitan descendientes de antiguos atlantes que veneran a
dioses de luz y oscuridad como Xolti, el engendrador
de las sombras rojas que Conan busca destruir. Con la ayuda de
los ladrones de la ciudad, el cimmerio logra romper el sello del
kraken negro e impide la manifestación del poder de Xolti.
La amenaza ha terminado, en efecto, pero Conan no orienta hacia
Hyboria la proa la nave con forma de dragón que ahora comanda.
Todo lo contrario, prosigue hacia el continente desconocido en
compañía de Sigurd, norteño que le ha acompañado durante
todo este trayecto por ultramar. En otra isla que hallan en su
camino Conan es testigo de la muerte de Sigurd por causa de los
poderes de los nigromantes de Na’aj y sabe por boca de
los mismos hechiceros que el gran continente que se eleva sobre
el Mar de Poniente también es conocido con el nombre de Zotique.
A este ignorado lugar se encamina, ya setentón, y en sus selvas
se interna, y allí se perdería su pista hasta que suene la
canción de muerte de Conan el cimmerio.
Y a partir de aquí su la figura del conquistador pasa a formar
parte de la leyenda, la cual fue alimentada por la
narrativa oral, si bien se basaba en los papiros enrollados que
son conocidos como las Crónicas Nemedias y los pergaminos que
garrapateó Radegund, legándonos fragmentos de un rastro
legendario que no permitiremos que se sumerja en las brumas del
tiempo jamás.
Crom condenaría cruelmente nuestra negligencia si borráramos las
huellas del paso majestuoso de aquel bárbaro venido del norte
para pisotear ferozmente los suelos de mármol de los palacios
civilizados con sus sandalias de cuero.
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