Carmen Barbarà nació en el seno de una familia en la que había varios aficionados al dibujo y la pintura, de ahí que ella se aficionara también a dibujar desde niña. Era también ávida lectora de tebeos, tanto los de aventuras (como Jorge y Fernando, su serie preferida, como El Hombre Enmascarado) como los de humor o con mayor variedad temática (Mis Chicas, Chicos, Maravillas).
A mita de los años cincuenta decidió poner su talento como dibujante en marcha y realizó algunos tebeos de cuentos de hadas para Ediciones Alberto Geniés, que era propiedad un primo suyo, que se dedicaba a la publicación de cuentos y tebeos al tiempo que trabajaba como publicista, pintor y dibujante de historietas. Su siguiente trabajo fue la serie Luisa en la revista Florita, que era editada por Germán Plaza. Comenzó en el número 217 y no dejó de colaborar en la revista hasta que se dejó de publicar. También dibujó para INDEDI, Grafidea, Toray (en los tebeos dirigidos a niñas: Mis Cuentos, Alicia, Cuentos de la Abuelita, Azucena y otros) y para Editorial Bruguera, en las publicaciones similares Sissi, Cuentos Rosita y Cuentos para niñas Sissi.
Pero donde destacó especialmente fue en el sello Ibero Mundial de Ediciones, a principios de los años sesenta. Se había incorporado a este sello para trabajar en colecciones dirigidas a muchachas enamoradizas, como Claro de Luna, Romántica y ¡Aquí, Marilín!, pero descollaría por su trabajo con Roy Mark (seudónimo de Ricardo Acedo), en la serie Mary "noticias", en la que estuvo ocupada diez años.
A través de agencias trabajó también para el mercado internacional: Francia (Sylvie, Roses Blanches, Primever), México (Susy), Italia y Suecia y otros países.
A partir de los años setenta, se centró en la ilustración.