AUTORAS FEMINISTAS QUE ESTÁN CAMBIANDO EL HUMOR GRÁFICO
MARA GONZÁLEZ(Universidad Complutense de Madrid (UCM))

Title:
Feminist authors who are changing graphic humor
Resumen / Abstract:
Este texto pretende hacer un recorrido rápido por las características del humor gráfico feminista desde sus inicios hasta la actualidad. Se procede a dividirlo en tres categorías basadas en su contenido y la fuerza de su mensaje. Por un lado, el humor clásico; por otro, el transgresor y, dentro de este último, el estilo de humor bechdeliano (por Alison Bechdel), constituido como categoría aparte por su alto grado de actitud crítica. Con estas categorías persigo explicar con mayor exactitud qué podemos encontrarnos en este género poco divulgado en el pasado que, llegado este momento, goza de mayor repercusión y presencia en los medios de comunicación, quizá fruto de un feminismo mercantil que en modo alguno repercute en su lectura crítica y en su aportación social. Hoy encontramos multitud de autoras practicándolo, e incluso algunos autores comienzan a hacer genealogía histórica o dan voz a los colectivos LGBTIQ. Todo esto lleva al crítico a adoptar puntos de vista alternativos, que analicen el humor gráfico y el cómic en general desde enfoques, como el de la teoría queer, para la cual no solo las identidades sexuales marginales y la normalización de las mismas es importante, sino todas aquellas prácticas sexuales que no habían sido representadas aún en la cultura popular. / This text wants to make a quick journey through the characteristics of feminist graphic humor from its beginnings to today. The text divides humor into three different categories based in their content and the force of their message. For one side the classic kind of humor, for the other transgressor humor and within this one, the Bechdel style (from Alison Bechdel), separated as a different category because of its high critical viewpoint. With these categories my goal is to explain with better precision what we can find in this genre that was less heard off in the past even though today feminist humor has a greater impact. Its presence in the media might be due to a mercantile feminist stream, but this reason is not changing its critic interpretation and its social contribution at all. Today we find a great number of authors practicing this artistic discourse and some of them do it in order to work on the historical genealogy or to give voice to LGBTIQ collectives. For all this, the critic must adopt alternative view-points to analyze graphic humor. View-points such as that of queer theories, that give importance not only to peripheral sexual identities and their normalization, but also all those sexual practices that were not yet represented in our popular culture.
Palabras clave / Keywords:
Feminismo, Humor gráfico, Sátira/ Feminism, Graphic humour, Satire

AUTORAS FEMINISTAS QUE ESTÁN CAMBIANDO EL HUMOR GRÁFICO

 

Mi última lectura, la traducción al castellano del cómic de Liv Strömquist El fruto prohibido (2018), lleva un atractivo titular en la faja, “El cómic feminista que está cambiando el mundo”. Por eso me propuse darle la vuelta a la frase y hacer un recorrido por el mundo de autoras feministas que hacen humor gráfico.

Aunque la sátira no solo persiga la comicidad, hay que señalar la dificultad que entraña resultar cómico o conseguir el efecto perseguido cuando se trata de temas tan serios y trascendentes como el feminismo. Si reconocemos que este afecta, al menos, al 50% de la población —aunque decir esto reduce el asunto a un tema de género y eso es falso—, podemos imaginar la complejidad del asunto. El dolor recorre toda la historia de la humanidad y la denuncia se extiende a todo el mundo. No hay rincón de la Tierra donde se esté al margen de los abusos de poder, las conspiraciones y la violencia contra la mujer. También resulta muy difícil desaprender los calificativos y apartar el atrezo que configura el universo de “lo femenino”, sobre todo porque algunos de ellos se camuflan en la rutina. Por eso hay que reírse, porque el humor es un mecanismo subversivo de alto grado que arroja luz sobre los descosidos de este mundo.

Por paradójico que parezca, el humor es un gran medio para que nos tomen en serio. Así, la reivindicación de tabúes asociados a la regla, la vulva, el clítoris, la verdad sobre la maternidad, el complejo de Eva, etc., pueden explorarse con el humor sin temor a abrir las piernas. La sátira, el sarcasmo y la ironía ayudan a comprender la dificultad de vivir en una sociedad desigual.

Mi particular antología del humor gráfico feminista, que recorremos en este texto, sirve para hacerse una idea de su potencial. Sin duda, ambos valores (el humor y el lenguaje gráfico) conseguirán cuestionar los rasgos machistas existentes.

Entre tanto, he hecho una distinción dentro de la práctica y fin del humor gráfico feminista basada en el contenido y forma de gran parte de las propuestas que he analizado. De su estudio surgen dos grandes subdivisiones del humor gráfico feminista: el humor clásico, en el que se describen situaciones ridículas en las que hombres y mujeres están condenados a la división, y el transgresor, en el que encontramos personas destruyendo estereotipos y dando voz a colectivos minoritarios.

Hay un tercer tipo, que he analizado como un subtipo de la categoría de humor transgresor, en el que no hay hombres, sino villanos, y mujeres autodeterminadas que los combaten. Llamaré a este estilo de humor bechdeliano, por Alison Bechdel, cuyas obras Lo indispensable de Unas lesbianas de cuidado (2014) y Fun Home: Una familia tragicómica (2016) son su principal exponente. Explicaré más adelante por qué debe considerarse una categoría aparte y a quién más encontramos en este grupo.

Será lícito preguntarse por qué es necesaria esta taxonomía en un artículo sobre la comicidad. Pues bien, el tema del humor es tan libre e impredecible como difícil de abordar, y por lo tanto, valga esta división para aclarar algunos de los diferentes enfoques que adoptan las historietistas. Patricia Martínez Lozano, en su artículo “Género y humor. La ironía y el relajo femenino en la búsqueda del sentido libertario”, explica que la búsqueda de la liberación constituye el trasfondo del humor (2010: 136-162). Por esta razón considero relevante describir las siguientes obras según el modo que hayan elegido de aproximarse a la denuncia feminista. Eso sí, ya sea por medio de chistes gráficos, historietas o cómics mudos, lo que interesa desvelar en este artículo son los diferentes modos de satirizar el patriarcado.

 

1. El humor clásico

En el estilo que denominaremos “clásico”, la autora retoma el chiste de género que hemos escuchado toda la vida, con guerra de sexos, cuentos matrimoniales, confesiones entre amigas y cambio de punto de vista generacional. Las autoras generalmente toman retales de la realidad, píldoras de conversaciones cotidianas que, sacadas de su contexto, ayudan a evidenciar el error, el disparate y la crítica. Las obras de Maitena (Todas las Superadas, 2008), Mamen Moreu (Resaca, 2015), Clara Soriano (Colmado Sánchez, 2013), Raquel Gu (Estic Estupenda!: Que ya tenim una edat i altres tonteries, 2017) o Vanessa Davis (Make Me a Woman, 2010) responden a estos rasgos. Todas ellas defienden la autocrítica mientras aprovechan para mostrar el carácter despótico y dominante de los hombres machistas. En “¿Seguro que las mujeres no somos machistas?”, de Maitena, incluida en su antología Todas las Mujeres alteradas (2007), se enumeran los casos en que las madres actúan de modo distinto con sus hijos dependiendo del género de estos. La autora comenta en una entrevista que las mujeres no somos iguales, pero nos pasan las mismas cosas (Pérez-Sánchez, 2011: 92). Esta cuestión ilustra a la perfección la base del humor que he denominado “clásico” porque este se sirve de lo particular para llegar a lo universal hasta subvertir el estado de hegemonía.

 

Maitena, “¿Seguro que las mujeres no somos machistas?” (2007).

 

Flavita Banana (Archivos estelares, 2017) y Nuria Pompeia (Maternasis, 1967), por su parte, exageran los defectos humanos e insisten en la paradoja entre quererse antes que querer. En las píldoras que constituyen las tiras cómicas de Flavita Banana los personajes se disponen frente a las relaciones sociales y el amor como si estuvieran ante los restos de un yacimiento arqueológico. No logran comprenderlas ni resolver sus enigmas, pero se abrazan a ellas como única tabla de salvamento. Miguel Gallardo, el autorizado prologuista de su obra, escribe que le hace poca gracia la mayoría del humor gráfico, excepto el de Flavita Banana, que, según él, «a pesar de todo el cinismo que destila, deja ver un corazón así de grande, que se encariña con esas mujeres de pelo alborotado y esos hombres atónitos» (Gallardo, 2017: 1). Pero yo me pregunto: ¿cómo es de grande su corazón?, ya que Gallardo dice: «Así», y yo insisto: ¿cómo de grande? ¿Igual que el tamaño del libro o el de la tipografía? Si algo podemos asegurar, es que las protagonistas de Flavita Banana no son unas ignorantes, ni tontuelas. Ninguna de ellas va a dejar que sus grandes corazones dominen su mente: «Me quedas pequeño, Fernando» (2017: le dice a un grandullón a quien mira con la cabeza elevada noventa grados. Según sus mujeres, tener la mente abierta es la medida más drástica contra el mal de amores. La autora nos enseña a desconfiar de las relaciones de larga duración y a dejarnos llevar con dignidad por la senda de la pasión, tanto en pareja como en solitario. La autodeterminación femenina, aunque con un registro menos crítico, es el trasfondo de las viñetas de Sara Fratini (La buena vida, 2015) o de Agustina Guerrero (Diario de una volátil, 2017), quienes además tratan de convencernos de que la estética es un dictamen vil, aunque perecedero.

Flavita Banana (2017) © 2018 Flavita Banana.

Por culpa de la prevalencia del discurso hegemónico o masculino, el humor hecho por mujeres se situó siempre a ambos extremos de la corriente principal, “en la periferia de la periferia”, tal y como indica Carmen Valero Garcés (2005: 159). No se divulgaba tanto y aunque siempre estuvo presente, Raquel Córcoles —otra autora imprescindible, más conocida como Moderna de Pueblo— (Idiotizadas, 2017), mantiene que el humor gráfico feminista le parecía un territorio vacío (Sofía A., 2018). También hablaba sobre esto Roberta Gregory, la autora estadounidense que ilustró la realidad de las lesbianas, según cuenta Elisa McCausland en su artículo para Pikara Magazine (2016). Sin duda el humor gráfico de autoras permaneció en la sombra durante un tiempo y estuvo reducido a círculos minoritarios —revistas para lesbianas, como hizo Alison Bechdel, o en publicaciones culturales alternativas, como aquellas en las que publicó Nuria Pompeia—. En cambio, hoy el humor gráfico underground que se autopublica en fanzines, revistas de tirada corta o blogs y en formato digital, coexiste con una prensa que va interesándose cada vez más por esta temática. Así, autoras como Córcoles, Flavita Banana o Raquel Gu —entre otras— ilustran regularmente para revistas femeninas, o de estilo de vida, de ideario más contemporáneo. Lo cual implica la libertad de argumentación y de elección. En definitiva: la recuperación de una voz cuyo discurso no por adecuarse a un tono mercantil deja de ofrecer una perspectiva auténtica. Los modelos de publicación de los que hablo sumarían algo más a revistas femeninas como S Moda, estoy hablando de publicaciones comprometidas como El Salto, Pikara Magazine o Mongolia, que se acercan a configurar una parte exacta de la realidad y expanden la trinchera del feminismo. En la medida en que sirven de plataforma para la sátira feminista declaran su compromiso con el objetivo de la misma, que no es otro que descontextualizar el discurso hegemónico para reclamar una conciencia social respecto al feminismo.

Moderna de Pueblo, Idiotizadas (2017) © 2018 Planeta.

El humor gráfico feminista del presente no es tan distinto del pasado. Es tan combativo como el de Maria Aurèlia Capmany (Dona, Doneta, Donota), Nuria Pompeia (Mujercitas), Nani (Magola), Marika Vila o Claire Bretécher (Agripina). Eso sí, sin duda Magola o Agripina no tenían tanto acceso a la actualidad, los medios de comunicación o internet, mientras que hoy los personajes de estas autoras conviven con los chats del móvil, las redes sociales, los selfies, etc. Por ejemplo, me parece que todas estas cómicas confían en que las costumbres deben radiografiarse para revelar su verdad. La radiografía del humor es limpia y detallista, y no necesita abrigar victimismo alguno, como la propaganda o el documental.

Mamen Moreu, Cartel para el XVI Salon del Cómic de Zaragoza (2017).

En ocasiones, el humor de corte feminista se apoya en ejemplos o modelos tomados de discursos tales como el texto literario. Es interesante analizar coincidencias entre las referencias y cómo se usan tanto para elogiar ciertos textos como para denunciar otros. Cuando los elogian es porque cuestionaron el estereotipo femenino. En este caso debe apuntarse que suele hacerse alusión al efecto de la lectura, sobre todo porque las autoras son conscientes de que, en la mayoría de los casos, leer nos abre los ojos a nuevas posibilidades. Louisa May Alcott escribía: «Amy cosía con aparente sumisión, pero sublevada en su interior» en Mujercitas (1981), su obra más popular y un estandarte del feminismo utópico, en cuanto que la casa familiar es un estado de libertad y armonía prueba de que una ginecocracia o gobierno de mujeres es posible. Autoras como las hermanas Brontë o Mary Shelley, entre otras, nos ayudaron a rechazar el obligado tributo social y fueron las madres de la comedia actual, cuyo objetivo es derrotar el machismo.

Por otro lado, como ya anunciaba antes, las autoras gráficas también creen necesario usar sus tiras cómicas para reinterpretar los cuentos de hadas, cuyos extemporáneos mensajes han provocado que muchas de nosotras sigamos confundidas y —en algunos casos— aterradas, según advierten en sus viñetas las autoras estadounidenses Phoebe Gloeckner (A Child’s Life) y Linda Barry (What It Is). Es curioso que muchas autoras de humor señalen el cuento de La bella durmiente. La escritora y profesora Ursula K. Le Guin, recientemente fallecida, reinterpretó el cuento a la luz de un poema de Sylvia Townsend que resaltaba lo conveniente del estado de letargo de la princesa hechizada en contraposición con el despertar idealista del cuento de Perrault. ¿Para qué despertarse y volver a un mundo incorrecto? Le Guin dice: «Demasiadas bellas no saben que existe un lugar como aquel» (2018: 138). Strömquist tranquiliza a la princesa diciéndole: «¡¡Duerme tranquila!! ¡No te preocupes! ¡Todo va bien!», y Flavita Banana plantea que quizá el hechizo fue otro bien distinto. El hada madrina dice: «Yo te maldigo con la belleza, así nadie te tomará en serio» (2017: s. p.).

 

2. El humor transgresor

La tira cómica que denominaremos “transgresora” obedece a la necesidad de ser feminista. La sátira traspasa el canon con sus flechas afiladas y se aproxima a la teoría queer y la reivindicación de una sexualidad alternativa. En esta línea estaban las pioneras del cómic underground feminista Tits & Clits (1972), de las autoras Joyce Farmer y Lyn Chevli, o Wimmen’s Comix (2016), de Trina Robbins y compañía. Aquellas publicaciones autoeditadas eran una declaración de intenciones contra lo que se supone que debería hacer una mujer de su tiempo (a principios de la década de los setenta). También han sido rompedores los numerosísimos cómics de Kate Beaton (algunos disponibles online), que ridiculizan la “HIStory” tratando de aportar una renovada visión feminista de la misma (véase, Step Aside, Pops, 2015).

Kate Beaton, Step Aside, Pops (2015).

La revisión de la historia, una acción fundamental para el feminismo, también es el objetivo de Valerosas (Vol. 1 y 2), de Penelope Bagieu (2017), o La mujer rebelde: La historia de Margaret Sanger, de Peter Bagge (2014). También lo es el ecléctico libro de Liv Strömquist El fruto prohibido, en el que la investigación sobre la vulva se presenta reveladora y destructora. Sin embargo, he preferido incluir este título en el subtipo bechdeliano porque destruye todo atisbo de machismo para reivindicar la autodeterminación del sujeto mujer.

En el humor transgresor escrito en castellano también contamos con la autora Camille Vannier, de origen francés. Actualmente la autora está afincada en Barcelona e inmersa en la cultura del cómic underground. En Tuerca y tornillo (2014), Camille describe una relación sexual en la que la visión dominante es la de la mujer. En este cómic, la autora consigue arrojar al vacío algunos mitos sobre la supremacía del coito y la dificultad de las mujeres por alcanzar el orgasmo.

Camille Vannier, Tuerca y Tornillo (2014).

El uso de la palabra tabú, de la jerga vulgar y a priori depravante es uno de los rasgos más llamativos de los chistes entrañables de Ana Belén Rivero (alias Loca del Coño) y ese jirón de pelo púbico que la sigue en todas sus aventuras a través del grandilocuente título Somos pobres en euros, pero ricos en pelos del coño (2014), que en primer lugar se publicaban en la red social Instagram.

Esther de la Rosa y Marga Castaño, Harcore Maternity (2017) © 2016 Apéritif & other little things, S.L and Esther de la Rosa.

En la revisión del mito es muy relevante que la mujer recupere su voz y su testimonio respecto a un tema tabú: la maternidad. Tabú en cuanto que durante mucho tiempo se manipuló para provocar lo que Judith Butler describe como “la obligación compulsiva del cuerpo femenino a reproducirse”[1] (1999: 115). En Hardcore Maternity (2017), las autoras Marga Castaño y Esther de la Rosa descubren los diferentes enfoques de ser mujer y madre sin la inquisición de quienes lo transformaron en un tema sagrado. El humor y la seriedad se equilibran y toman una apariencia muy plástica, frente al tono naíf de Agustina Guerrero en La Volátil: Mamma Mia! (2015). Combatir la reducción de la mujer a un medio reproductivo es relativizar a su vez sobre el rol que le corresponde en la estructura social binaria que hemos asumido por defecto. Es en este punto donde cabe manifestar la rebelión de la obra de Bechdel y el derecho a que constituya una categoría por sí misma, ya que su mejor aportación es la de dibujar el combate interno que cada personaje trata de ganar una y otra vez contra la etiqueta, a sabiendas de que esa sublevación le condena a pertenecer a la minoría excluida.

 

2.1 El humor bechdeliano

Todo cambió con aquellas “lesbianas de cuidado” (Dykes to Watch Out For, 2014) de las que su autora nos prevenía. Usando el método del humor clásico en el que la autora selecciona escenas de la vida cotidiana, estas historietas rompían moldes en el género. El humor gráfico servía a la comunidad LGBTIQ para sentirse el objetivo, el punto de vista autorizado y así ser capaz de normalizar sus vidas sin perder su identidad y dejarse tentar por lo que Bordieu llama «inconsciente androcéntrico» (2000: 8). De hecho, no hay hombres en sus historietas. Problematizará la figura paterna en Fun Home (2016), para después hacer lo mismo con su progenitora en ¿Eres mi madre? Una tragicomedia (2012).

Alison Bechdel, Fun Home: una familia tragicómica (2016). © 2018 Penguin Random House Grupo Editorial.

La idea del tabú, nombrada anteriormente en este artículo, es persistente en la obra de la estadounidense, pues consiguen convertir lo innombrable en algo convencional y cotidiano. No recubre de idealismo el universo LGBTIQ, en cambio lo legitima reflejándolo en el espejo del lenguaje secuencial, y ese posicionamiento crítico es el núcleo de su transgresión artística. A la luz de aquella primicia, surgieron ideas como las de Kickass Drag Queen (2018), de Caldwell Tidicue, un cómic seriado que se puede leer a través de Instagram y que con humor y un poco de violencia añade otro capítulo al cómic queer. En esta categoría también están Deena Mohamed o Ulli Lust. La primera ha creado una superheroína que destruye la opresión de la mujer musulmana en Egipto (Qahera, 2016). La segunda cuenta su propia historia: una road movie llena de punk y visceralidad sexual en Hoy es el último día del resto de tu vida (2011).

Ulli Lust, Hoy es el último día del resto de tu vida (2011). © 2017, Ediciones La Cúpula.

Por su parte El fruto prohibido derriba muros más anchos y altos que el de Berlín por medio de un tono irónico en su mayoría. La ironía en el humor gráfico feminista es una herramienta que sirve para demostrar nuestra clarividencia: “¿De verdad creíais que no nos dábamos cuenta?”. Por ejemplo, el cómic de Strömquist explica cómo toda esa devaluación del orgasmo femenino y la dificultad de un gran número de nosotras para alcanzar el clímax se resuelve tras años de bufonadas y lo hace en un comité científico. En la viñeta de Strömquist los científicos en bata gritan ingenuos: «¡¡Sorpresa!! El clítoris es el centro de la sexualidad femenina» (2018: 77). Strömquist teatraliza la estupidez humana y el fastidioso contrato social en el que estamos sumergidas. A eso me refería con el subtipo bechdeliano. De vez en cuando, obras tan poco formulistas y conservadoras como Fun Home (2016) —aunque no puede considerarse enteramente cómica—, salen a flote en ese mar de críticas al modelo patriarcal. Por si fuera poco, este título fundacional lo logra hacer —sin abusos, pero con incitación— a través de la figura paterna. Un afligido personaje hundido por su identidad y fustigado por sus dilemas morales expone el estancamiento de este código social. ¿Cómo es posible que esa crisis del patriarcado alcance un revelador puesto en las listas de libros más importantes del siglo XXI y se encumbre como obra literaria? Bueno, digamos que el terreno estaba bien abonado y que sigue floreciendo.

Liv Strömquist, El Fruto Prohibido (2018) © 2018 Penguin Random House Grupo Editorial.

Para concluir, y ahora que mejora la visibilidad y el alcance de estos discursos satíricos en los medios de comunicación, aprovecho este texto para reflexionar sobre el origen y objetivo de cada uno de ellos, así como sobre el código y recursos de que se sirven para llegar a la conciencia de su público cada vez más ecléctico y joven. Este contexto aporta nuevos nombres; autoras con las que viajamos a un reino de enorme autonomía expresiva y crítica. A través de sus tiras cómicas, autoras como las que aquí presento recuperan ángulos y perspectivas, aportan nuevos enigmas y, sobre todo, animan a ver la urgencia de esa premisa tan comercial como operativa acerca de que todos y todas tenemos el deber de ser feministas.

 

 

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NOTAS

[1] Traducción de la autora.

 

Creación de la ficha (2018): Félix López · Revisión de Elisa McCausland, Félix López y Alejandro Capelo. Edición de Félix López.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Mara González (2018): "Autoras feministas que están cambiando el humor gráfico", en Tebeosfera, tercera época, 6 (9-IV-2018). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/autoras_feministas_que_estan_cambiando_el_humor_grafico.html