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CONAN
CAUDILLO
Pertrechado
con una coraza turania y a lomos de un buen corcel Conan
resuelve retomar la carrera de mercenario en los reinos hyborios
cuando es diciembre de 28. Habiendo visitado tantas veces en tan
pocos años el territorio hacia el que se dirige da
la sensación de que en la vida del cimmerio todos los caminos
llevan a Zamora. Así es, en Arenjun, poco más de una década
después de que visitara por vez primera la Ciudad de los
Ladrones, encuentra de nuevo a Caranthes. De otro lado, a la
llegada al castillo de Zukala se sorprende de que este otro
odiado brujo del pasado pretende contraer nupcias con su amiga
Sonja, boda que Conan trata de impedir por todos los medios a su
alcance, incluso aunque tenga que juramentar contra el alba y
los dioses muertos.
Conan se lleva a Sonja al sur y no tardan en ser sorprendidos
por los demonios de las montañas llameantes que bordean
su ruta. Por suerte, Zula, el negro ducho en brujería que Conan
había conocido en sus tiempos de corsario, les echa una mano
cuando el demonio Varnae levanta el imperio de los
no-muertos contra ellos. Salvada la situación y sabedores de
que se ha desatado el caos en Khoraja, país cercano sobre
el que pesa una amenaza, Conan pone la espada invencible
que cuelga de su cinto al servicio del nemedio Amalric, y
Zula y Sonja se reclutan con él. La situación de Khoraja es muy
delicada: las hordas de Natohk el Velado, quien se ha
impuesto como cabeza visible de los ejércitos shemitas que
atacan los reinos hyborios por el sur, amenazan la tranquilidad
del pequeño reino. Es grande el peligro y la profecía
dicta que la reina, Yasmela, deberá poner su país en
manos del primer desconocido que se cruce en su camino...
Dichosamente, ese desconocido es Conan, a quien el honorable
militar también llamado Malthom
acaba de nombrar capitán y que por razón del augurio (no sabemos
si de un brujo ventrílocuo o de la verdadera Mitra) es ahora
promovido a Comandante en Jefe de los Ejércitos de Khoraja para
repeler la amenaza de Natohk. En realidad, el coloso negro
que dirige al ejército enemigo no es otro que Thugra
Khotán, hechicero aqueronio que despierta de un sueño de
cientos de años para asolar la tierra. Conan logra apartar el
viento rojo que va dejando a su paso y con ayuda de Zula y
Sonja crea un gran caos bajo Kutchemes, emplazamiento
donde está la tumba del resucitado. Tras dejar a Thugra Khotán
en alas de los demonios del Arallu, el bárbaro caudillo
regresa victorioso con Yasmela a Khoraja en enero, celebrando
así su vigésimo octavo aniversario. Ella le propone que
gobiernen juntos, a lo que el cimmerio responde rescatando al
verdadero dueño del trono, Khosus, de su encierro en
la montaña del Dios Lunar sita en Ophir, lejos al oeste, por
no apetecerle en absoluto convertirse en un rey consorte.
Después de haber practicado este rescate y dejar la regencia de
Khoraja en buenas manos, Conan marcha del país en marzo de 29 en
compañía de un tipo obeso llamado Hobb, a quien salva de
los muertos de la noche viviente que constituyen la
avanzadilla de la venida de Shuma Gorath, un dios
furibundo. Con Hobb inicia una subida hacia el norte, pues el
guerrero desea regresar a su Cimmeria natal, y pronto alcanzan
la población corinthia Zahmahn. El pozo y el parásito que
el bárbaro había conocido en aquel oasis en medio del desierto
siguen allí y los ciudadanos acogen de buen grado a la pareja de
caminantes por mostrarse todavía agradecidos hacia el bárbaro
que les libró de la acerba reina anterior. Durante una cena
cordial, Conan narra a sus anfitriones un relato de muerte en
Hyperbórea refrescado en su memoria por el encuentro que ha
tenido en estos últimos días con los embajadores del culto de La
Mano Blanca.
Conan llegan a Lanjau una semana después, a aquella ciudad
corinthia perdida donde sus actuales inquilinos, los
sacerdotes de la Plaga Púrpura, no se muestran tan pródigos
como los de Zahmahn; de hecho gozan convirtiendo en un amasijo
de sangre y huesos a cualquier visita inesperada.
Conan sale entero de la escaramuza y cruza la frontera norte del
país llegando a Numalia, otra ciudad que había visitado en su
juventud de ladrón y merodeador. Allí vuelve a aparecer en su
vida el hechicero Kulan Gath, que se le había presentado
pocas semanas antes en Corinthia. Conan, Hobb y Gath atienden al
despliegue de alas nocturnas sobre Nemedia, las de una
especie de pterodáctilo domeñado por la brujería de Gath que los
carga sobre su lomo y parte hacia Cimmeria en un salvaje
regreso a casa literalmente vertiginoso. De hecho, ni
siquiera ha llegado la primavera del año 29 cuando el transporte
aéreo deposita a Conan muy cerca de donde pasó su prueba de
hombría a los 15 años, en los dominios de la sacerdotisa Ursla.
Desde ahí parte hacia su poblado, que se halla cercano y, al
comprobar que su tribu ha sido completamente exterminada grita
con tanta furia que hace temblar la montaña en la que habita
Crom. El culpable de todo ha sido el vórtice de brujería
concentrado en la zona, que llega a su fin cuando Conan mata al
responsable tras la segunda llegada de Shuma-Gorath.
Por lo visto cada vez que el cimmerio regresa a su tierra ocurre
algo traumático, así que tira del brazo de Hobb y marcha de
nuevo hacia la provincia gunderia. En abril, cerca de las ruinas
de lo que fuera Venarium, son testigos del poder de las
lágrimas escarlatas de una diosa lejana. Más tarde, de
camino hacia el sudeste, Conan recuerda a Hobb el derramamiento
de sangre de pantera en Akkharia y, una semana después,
se separan en el Reino Fronterizo, tierra donde suena el eco de
la voz de Molocq.
Conan se halla solo de nuevo, con el híbori a sus pies esperando
a que lo pisotee. No tarda en llegar a Brythunia y lo más
curioso es que encuentra simios blancos y tronos de ébano
a su paso, algo impropio del lugar, como inesperado le resulta
ver allí a una vieja conocida, la bella y belicosa Isparana. Con
ella a su lado, ya en mayo de 29, viaja hasta Corinthia con la
pretensión de enrolarse a las órdenes de un príncipe rebelde de
Koth que intenta destronar a Strabonus. Conan está encantado con
volver a participar en la lluvia de plata (la de las
espadas, la de las saetas, la de las lanzas) en que
deviene toda batalla, y así es como tras unas semanas de viaje
llega con Isparana a Koth para unirse a las Compañías Libres del
ahora príncipe Amalric. Tienen que detenerse en su camino para
repeler a un ser fantástico, pero el metamorfo rabioso
que les sale al paso en su ruta no les retiene demasiado, porque
la muerte llega reptando mientras ellos casi vuelan con
sus veloces cabalgaduras.
Hay un dicho kothio que reza así: “Cuando las montañas
caminan, todo puede suceder”. Y sucede lo que Conan menos
esperaba, la vuelta del odiado Wrarrl, quien eleva su espantosa
figura como un fuego en el lago donde permanecía
confinado Aquerón.
El devorador llega al Valle Oscuro de Koth cercano a la
frontera con Zamora y allí se da un festín de almas.
Conan e Isparana acaban con él, pero también acaban sin pagador
puesto que reciben la noticia de que Amalric ha firmado la paz
con Strabonus repentinamente y se quedan sin trabajo.
A grandes males, grandes remedios: Conan se erige en caudillo de
los compañeros libres que quieran seguirle y planea una serie de
escaramuzas para saquear las arcas de los señores del loto
que operan cerca de Shadizar. El grupo fuera de la ley sigue
su camino por esa zona, pues, haciendo frente a las alas
infernales sobre Zamora que ya conociera Conan en su
juventud,
y prosiguen rapiñando a través de los montes Kezankios y por el
desierto que separa los reinos hyborios de Turán.
“¡Grita, kozak!” es una arenga común en las
planicies áridas que se extienden desde la tierra de nadie que
hay al norte entre Turán y Zamora hasta el Triángulo Estéril
definido por Zamboula, la parte sur de Turán y los reinos
kothios. Precisamente en la parte más septentrional de esa
peligrosa faja de terreno se halla Conan en julio de 29,
labrando contactos con los salvajes saqueadores de caravanas
conocidos como kozakos. Después de tener un encontronazo con su
jurado enemigo Yezdigerd, el cimmerio convence a sus leales
compañeros libres para que se unan a los kozakos en el saqueo.
Mas, para ser admitido en las filas de los indómitos salteadores
el bárbaro debe salir victorioso cuando gira la rueda de
espadas, una prueba de pericia y valor. Una vez aceptado,
Conan da la bienvenida a Isparana, quien se había alejado
de momento de él, recibe caluroso a Zula, el mago negro y,
ya no de modo tan caluroso, a Grimm, el negro perro de la
muerte con dientes afilados a quien conociera en su
adolescencia. Poco después, se une Fafnir a las filas de los
hombres que el cimmerio acaudilla; sí, Fafnir, el mismo vanir a
quien Conan había dado por muerto hasta tres veces.
Todos los kozakos bajo su mando se van internando por el norte
del territorio turanio, muy cerca de donde Conan eludió las
zarpas de Nergal en sus tiempos de soldado al servicio de
Yildiz, que ahora vuelven a amenazarle. Fafnir sigue
disponiendo de un brazo producto de la hechicería, el de una
bestia, y cuando le posee o lo utiliza inconscientemente resulta
evidente que la muerte tiene cuatro dedos. Pero eso no
constituye mayor problema para los kozakos, que continúan
molestando a los turanios en los siguientes días.
Agosto trae consigo otro aliado, Red Sonja. La hykania se une a
la comitiva de Conan cuando éste parte hacia el Valle del Sol,
el mismo lugar dominado una década atrás por aquel brujo thurio
de cuerpo dorado. Y, claro, como era de esperar, con la llegada
de los bárbaros tiene lugar la resurrección de Rotath y
una magia sorprendente transporta a Conan y a Sonja a los
tiempos de Kull, donde cruzan sus aceros contra el del monarca
de Valusia. Aún permanecen inalterados algunos de los muchos
espejos de Tuzun-Thune, y el brujo que los creó ataca
también a Conan y a Sonja cuando ambos se hallan atrapados en su
edad precataclísmica. Los espejos obran su magia y los dos
guerreros deben plantar cara a dragones del alba del mundo,
intervenir en un asunto de reyes y cataclismos, y
practicar un nunca soñado asalto a Acheron,
donde Conan ve a una mujer con rasgos idénticos a los del
gran amor de su vida, Bêlit. ¿Caerá Python?, se preguntan
Conan y Sonja mientras luchan en aquel mundo sin tiempo. La
capital de Aquerón sucumbirá, desde luego, pero mientras esto
llega, dos sicofantes han llegado hasta los kozakos y convencen
a los hombres de que ellos son los verdaderos Conan y Sonja,
algo que prueban recordando cosas pasadas. Empero, Zula
atisba reflejos de maldad en los ojos de los guerreros
falsos y son desenmascarados poco antes de septiembre de 29,
cuando Conan y Sonja han salido por fin del remolino sin tiempo
en que se hallaban retenidos.
Los saqueadores de las estepas
prosiguen con sus luchas, aunque Conan se separa de ellos un
tiempo para liderar el ejército de muertos que deambula
por el nevado norte. De vuelta con el grupo de guerreros, a los
que ha sumado mayores efectivos humanos, arremete con furia con
todos ellos como hermanos en la lucha contra las
fronteras turanias. El cimmerio ora derrota enemigos humanos,
ora seres escalofriantes como Grimm, tan pronto aquí hay
monstruos como allí hay enemigos armados hasta los dientes,
y hasta los esqueletos de la familia de los vencidos se
yerguen sobre sus tumbas para repeler el avance de los kozakos
durante el mes de noviembre de 29.
A primeros de este mes, se les une la guerrera Isparana a los
kozakos que lidera Conan en compañía de Fafnir y Zula. Isparana
les advierte que el jefe militar de Akif, Shah Amurath,
ha recibido órdenes de acabar con la hueste kozak directamente
de boja de Yezdigerd,
y que en el empeño se hallan mezclados el Sagrado Fuego del Dios
Ormuz y los huesos del brujo Kulan Gath, que podría ser redivivo
con el fuego familiar de Armati, última esposa del
hechicero.
Conan intenta encontrar el Fuego de Ormuz antes que los
turanios, pero es apresado por ellos y llevado a Akif, donde la
montura de Kulan Gath despliega sus alas esqueléticas sobre
Turán al ser resucitados ambos. También ha vuelto a
manifestarse el recalcitrante demonio apodado El Devorador de
Almas, ahora para solicitar el amor de madre de Isparanam, así
que parece que ha llegado la hora de los demonios. Todo
confluye en Akif, los apresados, los compañeros libres, los
kozaks, la llama y el demonio que convoca Kulan. La intervención
del Devorador es providencial en esta ocasión, y ayuda a Conan y
los suyos (por el parentesco que le une con isparana) a acabar
con la amenaza de Akif.
Durante las siguientes semanas, con el ocio arreciado, los
kozakos no darán tregua a los turanios. Y en ello les ayuda con
intrepidez pero también con algo de falsedad de ánimo el
luchador y líder kozak Olgerd Vladislav, a quien Conan
conoce durante este tiempo de depredación desenfrenada.
Tan turbio se pone el horizonte, teñido por el polvo, la sangre
y la furia que levantan los kozakos comandados por Conan, que el
rey de Turán tiene que intervenir para acabar con la fuerza de
choque asoladora de aquellos rufianes armados. Yezdigerd, en
nombre de Yildiz, visto que las tretas mágicas no funcionan,
envía finalmente a Shah Amurath al mando de 15.000 hombres para
contraatacar a orillas del Río Ilbars, y esa fuerza conjunta
logra diezmar las filas de los kozakos a finales de noviembre.
Conan resulta ileso de la refriega, milagrosamente, sin embargo
debe huir de la persecución del jefe turanio, a quien da muerte
en un pantano cuando intentaba aprovecharse de la hija del rey
de Ophir esclavizada, Olivia. Con ella prosigue Conan su
huida hasta la isla en la que unas sombras de hierro a la luz
de la luna cobran vida causando una cosecha de muertos.
El cimmerio tiene suerte de ser recogido por un barco pirata
inmediatamente después, barco que está capitaneado por un
individuo con quien Conan tenía cuentas pendientes. El bárbaro,
obviamente, se hace con el mando del navío y decide unir a los
desperdigados piratas que pululan por el Vilayet bajo el
pabellón de la Confraternidad Roja. Él y sus hombres se mueven
por las islas y poblaciones costeras del mar interior durante
las siguientes semanas en incursiones que tienen como objetivo
saquear el comercio marítimo de la zona, llegando incluso a
visitar poblaciones escondidas, como la que albergaba el
Templo del Tigre.
La canción de tumbas
que suena en la cubierta de la nave que Conan pilota resulta en
exceso molesta para los turanios,
por ello Yildiz envía una flota de sus barcos para desbaratar la
confraternidad de piratas. El combate es sangriento y el
cimmerio, aunque vencedor, se ve obligado a fondear su navío
para repararlo y buscar provisiones cerca de las montañas
Yuetshi. El cimmerio recibe la noticia de la muerte del rey de
Turán en enero, cuando ya tiene 29 años cumplidos, mas no logra
que su heredero legítimo, el príncipe Teyaspa, sobreviva
en el Camino de las Águilas que serpentea por la
cordillera Yuetshi y Yezdigerd toma el mando y el trono de la
poderosa nación. Mientras Conan se halla ocupado en una lucha
contra criaturas de las cavernas que salpican aquellos montes,
los hombres de su tripulación no le esperan y, con el barco
reparado, le abandonan y se hacen a la mar. El bárbaro responde
a la defección con una carcajada, meditando que lo idóneo es
abandonar la carrera de pirata y volver a las estepas.
El pícaro
cimmerio desciende hasta el Fuerte Ghori que se halla entre la
falda de las montañas y el gran mar interior para alquilar de
nuevo su espada, pero abandona el lugar tras internarse en una
selva y un desierto cercanos. En ese momento, más que obedecer
órdenes le apetece buscar algún tesoro, como el que se halla
salvaguardado por los mejores espadas de Zhamakand,
localidad próxima.
A finales de enero, Conan siente terror bajo la cripta
donde encuentra las riquezas que buscaba, pues también allí
moran monstruos horribles. La fortuna encontrada no parece tener
como destino el engrosar los bolsillos de Conan, así que parte
lejos de Turán, bordeando Shem hacia el sudeste, sin localizar
vida humana hasta pasados cinco días de practicar peligrosos
senderos. Cuando encuentra a semejantes suyos resultan
amenazadores. Primero unos cazadores de hombres,
esclavistas desafortunados por cuanto tropiezan con uno que odia
a muerte a los negreros, y más tarde a un grupo de facinerosas
que actúan por la zona conocidas como Las Damiselas de Hierro,
con quienes el cimmerio mantiene una relación de amor-odio desde
que se enfrentan juntos a los hombres de barro de Keshan.
Conan abandona a las chicas guerreras y cruza la frontera entre
Shem y el País de la Serpiente a la semana siguiente. Se alía
con un puñado de tipos de baja extracción para saquear una tumba
estigia, debido a lo cual es perseguido por la justicia del
lugar hasta una jungla que crece en medio del desierto. Se
vierten tristes lágrimas en la jungla aquella a modo de
oasis, porque también constituye el reducto de una entidad a la
que asimilan con el dios Ashtoreth. A los cinco días, tras
acabar con la falsa divinidad, Conan sale de allí en dirección a
Shem de tal suerte que termina traspasando las puertas de
Akkharia de nuevo. La venganza de Nitocris, un casi
olvidado soberano de aquellas tierras, afecta a Conan lo
suficiente como para desplazarse hasta Luxur, la capital militar
y comercial de Estigia, durante la siguiente docena de días.
Una vez en Akkharia, el bárbaro decide proseguir su marcha hacia
Occidente y elige como senda la ribera del río Styx en un viaje
que realiza lentamente, consumiendo en la ruta casi todo el mes
de marzo del año 30 en que estamos. Ya cerca de Khemi, en el
desierto que la rodea por el noreste, Conan sufre el acoso de
los vientos de Aka-Gaar antes de penetrar en la capital
estigia, la cual, por cierto, se halla en estado de guerra. Se
trata del preludio del caos bélico en que se sumirán los reinos
hyborios y los no hyborios del sur durante el siguiente lustro,
en cuyas batallas hará su agosto cualquier mercenario con
destreza y fortuna. Ahora y aquí, en Khemi, Conan descansa en
una taberna e intenta ganarse unas monedas con pruebas de
fuerza. Hombres del ejército estigio abordan al cimmerio y a su
contrincante cuando echan un pulso para exigirles su militancia
a favor del país, pero los adversarios no les prestan
atención.
En realidad Conan aborrece a los estigios y ya que la batalla
está cerca se une a las filas del ejército atacante, el de
Argos, que durante las semanas del final de marzo mantiene
hostilidades contra el Reino de la Serpiente (y no será la única
vez). El cimmerio está con los argóseos poco tiempo, y
desempeñando un grado militar superior al que esperaba de suerte
que es ascendido de inmediato por uno de los mandos superiores
–quien presumiblemente le conoce de los buenos tiempos de la
Compañía Carmesí de Murilo- y que conoce el vínculo que
permite a Conan olfatear la brujería escondida en las tretas del
enemigo estigio. También este rápido ascense es deudor, sin
duda, de que su superior sabe que Conan imbuye el temor de
Crom en el corazón de los hombres con su vozarrón y su
seguridad de mando, y así ellos luchan mejor.
Pero aquella batalla no es ganada por Argos y en abril Conan
sigue su camino hacia el norte, ahora bordeando la costa de Shem,
país donde prueba las ponzoñosas aguas de la fuente de Umir.
Hay crónicas que señalan como cierto el dato de que el 14 de
abril del año 30 es el día en que Conan llega al castillo del
noble
Marcos
Gabriello
cuya amistad, sospechamos, fue labrada en los tiempos en que el
cimmerio navegaba con Bêlit. Libra a su amigo de una maldición,
la sirena que importuna a los navegantes de la zona, y
poco después el bárbaro prosigue su marcha por la costa de Argos
(preciosa en primavera) hasta que es contratado para navegar por
el mar sin retorno que siempre ha sido el Océano
Occidental, en cuya travesía resuelve un caso de misterio en el
que interviene la brujería.
Durante el mes y medio siguiente de su carrera, Conan parte con
un barco en dirección a la Costa Negra y los sucesos ocurridos
en la séptima isla de la perdición lo dejan en situación
de fácil abordaje de regreso a Messantia. En efecto, el bajel en
que navega es abordado por un barco pirata, siendo Conan
esclavizado en él. Cuando queda libre del aherrojamiento, se
desencadena su venganza en el mar... y logra hacerse con
el mando de la nave pirata cuando ya es junio de 30. El cimmerio
considera la piratería como un interesante medio de vida, cómo
no, pero también sopesa que no es momento para piratear porque
hay países en guerra en el interior y las costas bullen de
soldados. Mejor dejar la carrera de filibustero para más
adelante, estima.
A finales de junio, Conan ha vuelto a Argos para intervenir en
el conflicto bélico que se ha declarado entre este país costero
y Koth. Conan no interviene en esa guerra de modo directo porque
es contratado para proteger a una dama que se halla relacionada
con la maldición de la calavera de Set. Así que cuando la
batalla -en realidad, una rivalidad entre nobles de la frontera-
apunta a su fin, el cimmerio devuelve el favor que tenía
pendiente con un hombre y marcha hacia Zingara, donde espera
obtener mejores frutos con su espada.
Para pasar al país vecino, ahora que ya es verano de 30 (quizá
la primera semana de julio), atraviesa Conan la cadena montañosa
llamada Montes Rabirios, los que separan Argos de Aquilonia y
Zingara. Es aquel un macizo poco explorado y el cimmerio tiene
la mala fortuna de ser el testigo del resurgir de un dragón
ancestral casi incontenible, Styrm. El retorno de
Styrm es tan furioso que los hombres de la zona ven
imposible mantenerlo mucho tiempo retenido en celdas,
sea cual sea su resistencia. Bah, para Conan no hay problemas,
afila su hacha y no permite al endriago ni mecerse en alas de
la plegaria antes de suprimirlo.
Conan deja a su espalda la montaña y llega a Zingara, donde por
no disponer de suficiente efectivo para las necesidades
primarias decide ser ladrón por unos días. Ladrón pero también
justiciero, puesto que la falsedad de los zingarios le disgusta
sobremanera, y contra ellos se calza la máscara del demonio.
Puede que ya sea el 10 de julio cuando Conan se embarca con
un amigo hacia la isla de los salvajes que no está lejos
de la costa. Allí no sólo hay salvajes, también hay bichos, y
Conan vuelve rápido hacia Kordava, la capital zingaria, donde se
contrata bajo las órdenes del rey Phehemenes.
En atención a su nuevo señor, Conan viaja hasta el castillo de
Tamar-Shar-Khun, el demonio brujo de Zingara, y
termina con su opresión.
No está claro que el cimmerio estuviese descontento al servicio
del rey de Zingara, pero algo ocurre que le impele a cabalgar
hacia el norte, hasta una provincia sita en las tierras pictas
limítrofes con Aquilonia. Allí manda un tal Gwal y Conan
trabaja para él durante casi dos semanas hasta que un nuevo
enfrentamiento con la Hermandad de los Señores del Halcón
le obliga a retomar el ritmo de sus cansinos peregrinajes,
aunque antes de salir de Zingara, en agosto de 30, un duque de
la frontera le contrata para detener al hombre de hierro
que tiene en jaque a sus fieles. En este desorden de alquileres
y actividades dispares, Conan se mueve por el sur de Aquilonia,
pasa cerca de la localidad poitaina de Talish, donde jura por
mil dioses y un solo cielo le cobija, y al final de ese mes
participa en una competición que se organiza por la zona en
busca del altar de Luma, tras lo cual, sigue su ruta.
En septiembre se encuentra el bárbaro en alguna ciudad estado de
Ophir, donde se cruzan ante sus narices tanto las espadas de
los amantes como las de los que se odian, y en octubre, ya
casi a finales de mes, llega a otra ciudad limítrofe con la
frontera corinthia donde hace frente a la alquimia y a
las malas artes de un tipo malévolo. Sin otra ocupación a la
vista, el bárbaro se alista momentáneamente al servicio de un
ejército corinthio ese mes, pero las cosas se tuercen y es
perseguido hasta las marismas que limitan con Koth, marismas
donde Conan medra en sus aptitudes berserkr al hallar a la
mujer lobo que ronda por el lugar. Repuesto, remonta la
subida hacia Corinthia y por allí se pasea dichoso y relajado
estos días, sin sospechar que un brujo cualquiera puede estar
observándole a través del cristal oscuro que suelen usar
para sus trápalas y agüeros. Detrás de los muros de la noche,
tímidamente, aparece el otoño en Corinthia, estación que
sorprende al bárbaro en Harrikar, un pueblo por completo
techado.
Mercenario solitario ahora, Conan toma la vía que conduce a
Zamora y llega a la famosa aunque poco visitada ciudad recordada
como Larsha, y a lo largo de tres días combate allí el horror
que llegó del pasado, el llamado Ohris Djemal,
un demonio de cuando Kull. El cimmerio pasa el resto del mes de
octubre en Zamora y posiblemente casi todo el mes de noviembre,
hasta que desde Shadizar parte hacia Khoraja. Una vez allí, su
amiga la reina Yasmela le endilga una misión en la que entran en
juego las negras llaves del terror de un túmulo lleno de
malignidad. El cimmerio declara al final de esta aventura su
interés por aproximarse a Estigia, lo cual sorprende a propios y
extraños; en efecto, no lo hace, permaneciendo en las
inmediaciones de Khoraja cuando va aproximándose el mes de
diciembre de 30. Durante un lapso de tiempo de cerca de 20 días,
Conan se pone la máscara de la venganza para luchar
contra los furiosos y no necesariamente a favor de los
oprimidos, es decir, sin erigirse en quijote, respetando el
monótono girar de la rueda de la vida y la muerte. Así,
el rescate que realiza en Khoraja durante una de estas
jornadas responde a cuestiones crematísticas, y el elixir de
oscuridad que le postra poco después, cuando se halla entre
Khoraja y Khaurán, despierta en el bárbaro una ira enorme que
solamente logra calmar con un baño de sangre.
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