· 15-II-2022 · 21 €
Libro con 148 páginas en blanco y negro, con las cubiertas en bicolor, encuadernado en cartoné. Nueva edición revisada.
Portada de César Sebastián.
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Álbum que recupera la obra de grandes autores de la historieta como Rodolphe Töpffer o Gustave Doré reconstruyendo los olvidados orígenes del cómic. Cuando Rodolphe Töpffer, escritor y maestro de escuela del cantón de Ginebra, dio a la luz su "Historia de Monsieur Jabot" (1835), no podía prever el éxito que acompañaría a este álbum ni a los otros seis que acabaría publicando. Dichos álbumes, que han sido considerados los primeros cómics de la historia, fueron prontamente imitados a lo largo y ancho de Europa. La nueva creación calaría con fuerza en Francia, inmersa en su edad de oro de la ilustración, donde dibujantes de la talla de Cham, más popular en su día que Daumier o un adolescente y prometedor Gustave Doré llevarían el joven arte a nuevas cotas de inventiva. Los pioneros del cómic traza la historia de esos primeros años del cómic recogiendo en un solo volumen "Monsieur Cryptogame", la última y la más popular de las historietas de Töpffer, así como otras historias de sus inmediatos sucesores Cham, Gustave Doré y Léonce Petit.
Los pioneros del cómic reúne (en una nueva edición revisada) la obra de los más insignes pioneros del cómic durante la primera edad dorada de la caricatura francesa, concretamente las historias de «Monsieur Cryptogame», de Rodolphe Töpffer (el padre o inventor de la historieta), «Los trabajos de Hércules» de Gustave Doré, «Las impresiones del viaje de Monsieur Boniface» de Cham y tres «Historias campesinas» de Léonce Petit.
Ocurrentes e incisivas, tanto críticas como simplemente aventureras, estas narraciones gráficas surgieron al calor de publicaciones satíricas como La Caricature (1830) y Le Charivari (1832), y de las caricaturas de los grandes dibujantes del momento, Daumier y Grandville, así como del propio Töpffer, principal modelo de sus coetáneos o inmediatos sucesores, Cham, Doré o Nadar. Este último, antes de dedicarse a la fotografía que le proporcionaría fortuna y celebridad, realizó una incursión esporádica, pero notable, con su historieta «Mossieu Réac» (1849). Más prolíficos fueron Cham (1818-1879), oscurecido por Daumier, verdadero árbol que tapa un bosque, pero omnipresente en la prensa francesa durante cuatro décadas, o un jovencísimo y recién llegado de provincias Gustave Doré (1832-1883). El testigo sería recogido años más tarde por Léonce Petit (1839-1884). A ellos se consagra este libro y el estudio introductorio firmado por el imprescindible historiador David Kunzle.
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