Historietista que desarrolló una intensa labor como agente de autores y que luego destacó como uno de los editores más carismáticos de los tebeos españoles en los años ochenta. Impulsó con sus productos la integración del cómic como parte de la cultura en España, concedió importancia a la teoría sobre historieta e impulsó la carrera de algunos historietistas de relevancia.
José Toutain, que así firmaba sus historietas, nació en 1932 en Barcelona. Comenzó a publicar historietas con sólo 17 años, en Pocholo (la serie Jimmy), y al poco comenzó a trabajar en diferentes series, de humor o de aventuras, como El héroe de Saipán, Un chico de Arkansas, Dave Ward, etc., en los tebeos Historietas (de Goñi), Estrellita (de De Haro), El Coyote o Aventurero, títulos de Clíper donde publicó su serie policiaca Polito. Chico moderno. En estos primeros años también dibujo en cuadernos de aventuras, como Víctor Denis (de Toray), Héroes Bíblicos (de Símbolo) o Hazañas de Guerra (de De Haro), en la que hizo sus propios guiones.
En 1952 fue cuando dio con la serie que le haría popular, Silvya Millones, creada para la agencia Histograf y que se destinó a prensa, a publicaciones promocionales (Galerías Preciados) o a suplementos como A todo color (suplemento de La Prensa, donde se publicó en 1953), y a partir de ahí su obra creativa se redujo a elaborar guiones (los leímos, por ejemplo, en Manhattan, en 1963). Esto fue así porque inició una carrera como agente de otros autores, primero junto a A. Ayné y luego bajo su propia dirección, en Selecciones Ilustradas, agencia fundada en 1953 y que actuó bajo la denominación S.I. Artists a partir de 1956, con sede fijada en la calle Provenza de Barcelona. Pese a que había abandonado el dibujo, en 1955 el Toutain dibujante vio reconocida su trayectoria en un número de Alex.
Como agente, Toutain dirigió la producción de gran cantidad de páginas para todos los mercados europeos durante los años cincuenta, sobre todo Alemania, Reino Unido, Francia y los países nórdicos. También logró colocar obras en Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Sudamérica en los años sesenta y triunfaría definitivamente en el mercado estadounidense, a partir de 1970. Él, como autor, todavía aportó algún guion durante los años setenta, en Drácula (Buru Lan), historietas para la colección de Rollán Bikini-Cat, en 1977 (es presumible), guiones para Kung-Fu (de Amaika), otros rescatados en Blue Jeans en 1977 (los de la serie Los grandes mitos del Oeste), o alguna aportación más en los ochenta (Demassié, Cairo, o la recopilación de Grandes Mitos del Oestem, que fue un rescate).
A lo largo de la década de los setenta fue cuando Josep decidió enfocar todos sus esfuerzos en la edición, bajo el sello Toutain Editor, hacia el cual canalizó muchos trabajos de agencia de sus autores, sobre todo los dirigidos al mercado estadounidense (Warren, Skywald) que hasta la fecha había vendido en España a otros sellos (IMDE, Garbo, Hitpress, etc.). Inició la aventura editorial con productos monográficos desde 1973, primero con un libro apaisado de horror paródico que pretendía destinar al mercado internacional (Shock, de Alfons Figueras) y luego con lo que parecía que sería una serie de pistoleros traducida desde su edición primera en Escandinavia (Morgan Kane). Más tarde, como una labor más ligada a la promoción de su agencia, creó una coleccón de libros de ilustración de los autores más representativos de SI en 1975 titulada Cuando el Comic es Arte (todavía, sin tilde la voz "cómic"), y, al poco, con un equipo de redacción extraído de SI que contaba entre sus pilares básicos a Marcel Miralles y Manel Domínguez, Toutain comenzó a publicar libros de historietas en 1977, con Richard Corben y José González como firmas para enganchar al público. Esta mezcla de estilos, el eco underground de Corben y el academicismo domesticado por González, sumaba la baza del erotismo y los productos funcionaron en ambos mercados (el libro Vampirella Special, de 1977, lo proyectó Toutain para distribuirlo simultáneamente en EE UU). Otro de los autores fetiche que usó para atraer a los lectores fue Berni Wrightson, autor capital del cómic de horror americano.
Toutain tuvo la oportunidad de lanzar la revista de historietas con material italiano y francés en España, pero desestimó la idea y, luego, al comprobar que el editor Roca cosechó éxito con TOTEM, se apresuró a lanzar una revista de cómics. Esto ocurrió en 1978, con 1984, título tomado de una cabecera de Warren e integrado por cómics previamente publicados en las revistas de horror y ciencia ficción del sello americano. Igualmente procedió con sus siguientes lanzamientos con formato revista, Creepy y Comix Internacional, si bien este último título estuvo desligado de géneros y fue orientado a la publicación de historietas de calidad, en la línea que se marcó Toutain de elevar la consideración del medio. Esto último no sólo lo intentó con esta revista, también con la línea de libros de historietas que fue sacando a la luz en los finales setenta, editados como monografías independientes y desligadas de colección, sumándose así a la corriente de las graphic novel estadounidenses (recordemos que uno de sus primeros libros editados fue Contrato con Dios, en 1979). Siguió insistiendo en el tratamiento del cómic como parte de la alta cultura en sus lanzamientos siguientes, bien con libros de historietas editados lujosamente desde 1980, como Dax el guerrero, Bloodstar, Edgar Allan Poe, bien libros de ilustración como Richard Corben. Vuelo a la fantasía, o bien libros teóricos con gran aparato gráfico, como Comics de Texto, Cuando el Comic es Nostalgia o Historia de los Comics, estos dos lanzados en 1982.
También Toutain fue quien dio una oportunidad a los autores argentinos que acudieron a sus revistas y publicaron con él álbumes con sus historietas, como Trillo, Altuna, Mandrafina, Breccia, Juan Giménez, etc. Pero más importante fue el impulso que dio a los autores de historieta españoles, sobre todo los que habían trabajado con él en SI, que comenzaron nuevas series y publicaron libros regularmente bajo su sello, siendo los más destacados: Mora y García, Maroto, Bermejo, Ortiz, Beà, Giménez, Fernando, Font y Bernet. Por otro lado, Toutain fue por entonces el mejor trampolín para los recién llegados, que forjaron su carrera en las revistas del editor (a mediados de los ochenta se sumaron Thriller, Saloon, Zona 84 y Totem el Comix) o que lograron su madurez definitiva en ellas, como: Moreno, Estrada, Negrete, Prado, Beroy, Ferry, Oscaraibar, De Felipe, Ratera, etcétera.
Toutain mantuvo el pulso firme durante toda la década de los ochenta, hasta con el lanzamiento de una línea de comic books (Calidad en Comics T), si bien acusó problemas de distribución que fueron minando los cimientos de su empresa. Desde mediados de los ochenta comenzó a apostar por las nuevas promesas españolas (en la colección Jóvenes autores españoles, luego en álbumes monográficos por separado) e insistió con la obra de autores argentinos, de gran solvencia, aunque su mayor éxito lo logró con la creación de E.S. Abulí Torpedo 1936 y con la deriva hacia el erotismo en sus tebeos, sobre todo en la revista Totem el Comix, subrepticiamente en Zona 84, y abiertamente algunos libros (Sexperiencias, de 1988, La superviviente, Ghita de Alizarr, Light and Bold, todas de 1990, Mujeres secretas, de 1991, etc.). Con todo, siguió apostando por la historieta de gran calidad y editada lujosamente, como demostró con el lanzamiento El hombre que ríe en 1992. Ese año, aquejado por las deudas y sin posibilidad de vender más en un panorama editorial ya en crisis, abandonó la edición aunque SI siguió actuando como agencia de ilustradores.
Amado y odiado por igual, Toutain actuó como catalizador de los afanes de varias generaciones de autores, primero de jóvenes aspirantes a dibujar cuadernos de aventuras, luego de profesionales que extendieron sus historietas por toda Europa, y más tarde de una generación de grandes artistas que conquistaron el anhelado mercado estadounidense. Sus colaboradores le han recordado cariñoso y paternal, o bien cruel y tiránico (también quedó cómicamente representado en Filstrup, en la serie Los profesionales, de Carlos Giménez), lo importante es que fue un hombre volcado en su empresa que pugnó por ofrecer siempre una obra de calidad a su destinatario, fuera un editor, fuera un lector, y que hizo dos grandes aportaciones al medio en España: generó una cantera de profesionales bregados en trabajos de agencia o en sus propias revistas, dando así la oportunidad de crecer como autores a un puñado de nuevos talentos, y en segundo lugar concibió la historieta como un medio a la misma altura que otros a través de sus productos editoriales, de cuidada edición, o mediante lanzamientos teóricos que todavía hoy se usan como referencia.
Josep Toutain fue premiado en el festival internacional de Lucca, y en España lo fue varias veces por el Diario de Avisos. Como editor impulsó la concesión de los Premios 1984, que otorgaba desde su revista y lograron cierto prestigio, y tras su muerte, Ficomic instauró el Premi Josep Toutain, que se concede al autor revelación del año.