Autor de clásica formación, poseedor de un estilo pleno de fuerza y muy adecuado para el horror o la aventura fantástica, hizo historieta humorística, fantástica (fue pionero en la fantasía heroica con Katán) y hasta cómics al estilo tradicional para el mercado japonés.
Nacido en Valencia en 1936, Brocal comenzó en la historieta como dibujante de historietas de humor, pues para este género aportó historietas desde 1954 en el tebeo Peques, en los tebeos publicitarios Rigoberto Solo y Don Homobono o en los cuadernos de animalillos antropomorfos Lirio y Leyenda y fantasía. También dibujó cómics románticos para las colecciones Lili y Cascabel, entre 1956 y 1958 (anecdóticamente, dibujó para la colección Camelia, unos libros de historietas de casi 300 páginas que no se editaron en España sino en México, por Editormex, de los cuales Brocal Remohí hizo al menos uno titulado Nuevo amanecer, fechado en 1957).
A mediados de la década de los cincuenta, Brocal ya estaba dibujando historietas de corte realista, a las que se dedicaría en el futuro mayoritariamente. Comenzó con tebeos bélicos para la colección Comandos (concretamente, los cuadernos: "Un millonario en Birmania”, “Héroes anónimos” y “A vida o muerte”), adaptaciones de clásicos de la literatura juvenil para las colecciones Adaptación gráfica para la juventud y Selección de aventuras ilustradas, del sello Valenciana, sobre guiones de Arizmendi todas ellas, y una decena de westerns para la colección Hazañas del Oeste, en 1959. También dibujó durante esta década en tebeos como Duwarín, en varios almanaques de Pacho Dinamita y de Tony y Anita.
Pero su popularidad como autor surgió con Katán, un cuaderno de 1960 (con guiones de Sesén y Mariano Hispano) que inauguraba en España el subgénero de la llamada “viking fantasy” y que era una suerte de fantasía épica que antecedió en muchos aspectos a la heroic fantasy de los cómics que eclosionaría definitivamente diez años más tarde. A partir de mediados de los sesenta, Brocal siguió en esta línea, desarrollando un estilo de dibujo fiel a los cánones, pero recargado, barroco, y destinado a los mercados extranjeros a través de agencia. Así nació en 1966 Ögan, otro vikingo, que también llevó guiones de M. Hispano y dibujos de otros españoles, como Buylla, Zésar y Auraleón, pero que se publicó en Francia (en Arédit; hubo una edición continuada y apócrifa en Turquía, de la que ni los autores ni los editores franceses nada supieron durante mucho tiempo).
Desde agencias, Brocal maduró su estilo, ya de por sí suelto y generoso con las tintas, para el mercado británico, para el que dibujó bastantes historietas bélicas pero descolló especialmente en la serie Janus Stark, y para el escandinavo, dibujando varios episodios de la popular colección Nya Helgonet (El Santo, la edición de Semic Press) a finales de la década de los sesenta. Algunas de estas historietas retornaron a los tebeos españoles en traducciones nada fáciles de localizar (por ejemplo, en Relatos de suspense, colección del sello Manhattan, o las colecciones de Producciones editoriales Sendas salvajes o Salvaje Oeste).
Siempre interesado por el género fantástico, volvió a él por partida doble en los años setenta. Por una parte al horror, aportando un grueso de historietas oscuras, con bastante influjo de Alberto Breccia, resueltas con una atmósfera verdaderamente opresiva, en las páginas de Creepy (núms. 31, 36, 37, 38, 42, 43, 44, 45, 47, 50, 61, 63, entre las cuales desarrolló la serie de The Mummy Walks), Eerie (núms. 22, 29, 35, 38), Vampirella (5, 17, 18, 19, 20). Por otra parte, a la fantasía heroica, con varias series. La serie de espada y brujería que verdaderamente hizo popular a Brocal fue una basada en su querido Katán pero con reminiscencia del Conan americano: Kronan, serializado en Trinca y luego en la revista Blue Jeans en 1978. Posterior a él fueron Arcane y Taar, series ambas creadas para la revista Pilote, editada por el sello francés Dargaud en 1974 y 1976. Arcane fue un bárbaro con poderes, creado por completo por Brocal, y con el que incursionó de nuevo en argumentos terroríficos; Taar fue un producto diseñado por el guionista Claude Moliterni para sumarse a la moda de los héroes bárbaros de mediados de los setenta.
Al hilo de lo anterior, tras haber intentado vender directamente su obra Kronan al mercado alemán y encontrar trabas relativas a los derechos que sobre la obra detentaba Doncel, Jaime Brocal se concienció de la necesidad de reconocer los derechos de los autores de cómic y de la exigencia de la devolución de originales. En su día se preocupó, desde el club DHIN, de preparar un protocolo para la integración de los creadores de cómic en la SGAE.
Entre los años setenta y ochenta trabajó Brocal en adaptaciones biográficas ejecutadas o de clásicos literarios. Resolvió en 1976 la adaptación de El último mohicano para el sello Afha, que en Francia se publicó en 1979. Poco después, su capacidad para dibujar con un estilo clásico pero acumulando gran fuerza en sus dibujos fue lo que le valió la confianza de la empresa Edgar Rice Burroughs, Inc., para que él adaptara nuevas aventuras del hombre mono, Tarzán. Dibujó varios episodios que en España editó Toutain a finales de esta década y que se publicaron también en Francia y Alemania. Y también abordó las biografías en cómic: Lawrence D´Arabie ou Le Mirage Du Desert (publicada en 1983 en álbum, dentro de la colección Les grands capitaines, de Dargaud) o Gandhi, y las adaptaciones de textos sagrados: de Les religions de la Bible, dibujó los tomos I y II: Des patriarches à l´Exode y Le premier temple (fueron lujosos libros de 190 páginas, de la colección dirigida por Moliterni L’historie du peuple juif, que combinaban historieta, fotos y textos, reeditados posteriormente en formatos de lujo).
En los ochenta, Brocal seguía trabajando para Dargaud (en Taar), haciendo historietas por mediación de agencias (a través de Norma fue uno de los españoles que dibujaban historietas de horror en revistas alemanas como Gespenster Geschichten), y para algunos proyectos nacionales. De hecho, fue reclamado por Ediciones B para dibujar en El Capitán Trueno. Si bien aquel proyecto no fraguó entonces, sí pudimos ver su firma en la colección Aventuras bizarras, en su “serie roja”, dedicada precisamente a este personaje.
En los años noventa, Brocal Remohí nos sorprendió a todos. En 1991 decidió volver al género de horror en la revista de Toutain Creepy, en la serie El otro Necronomicon, un homenaje a su amigo Alberto Breccia que dibujó sobre guiones de Antonio Segura. Pero a continuación se convirtió en uno de los escasos españoles que abordaron la adaptación de historias sagradas no católicas: L´histoire de Mahoma et l´Islam, a petición del editor libanés Kouri, una voluminosa obra que se distribuyó exclusivamente en el mundo árabe. Y a finales de la década se ofrece para trabajar para editores japoneses y lo logra (es uno de los primeros europeos en hacerlo) con una adaptación de su mitología, algo inusitado en esta industria: la obra fue titulada Kami no ude (aquí la tradujo Planeta-DeAgostini como El brazo de Dios).
Fue en los noventa y primeros años del siglo XXI cuando Brocal volvió a la fantasía heroica. Planeta-DeAgostini le reclamó para su línea de “Héroes bárbaros” y pactó con él la reedición de la serie Taar el rebelde (trece números en 1997), le encargó ilustraciones, portadas (algunas para La espada salvaje de Conan y nuevas para sus colecciones), y le editó un libro de ilustraciones titulado Fantasía heroica. También el editor americano Sal Quartuccio estuvo interesado en las ilustraciones de este dibujante, y le publicó varias en sus antologías de pin-ups en blanco y negro (Conan the Cruel, Barbs…); de hecho, estimó oportuno dedicarle a este autor un álbum recopilatorio de imágenes de fantasía heroica, el titulado Battle Ax.
Brocal Remohí fue un hombre siempre alegre y creativo, sagaz y vivo, de gran cultura musical y buen viajero.