Picanyol comenzó a trabajar en una agencia de autores, concretamente en Selecciones Ilustradas, porque su mayor deseo era dibujar historieta de wéstern. Poco capacitado para tal fin, fue orientado hacia el humorismo y comenzó a publicar viñetas en revistas como Mata Ratos, L’Infantil / Tretzevents, Cavall Fort y otras, incluso fuera del circuito del cómic y la sátira, como Lecturas. Con el paso del tiempo, se rescatarían algunos de sus cómics de aventuras, en títulos como Trampas y Oeste.
Consiguió gran popularidad con un estilo claro, limpio y afable, siempre fiel al humor blanco, una línea que siguió también en el ámbito de la ilustración. Ilustró abundantes cuentos para la editorial Bruguera (Mis mejores cuentos, Lluvia de estrellas, Un cuento cada día, Din-Dan, Buenos días, etcétera), algunos muy similares a historietas. Sus adaptaciones de cuentos populares a la historieta, en una serie que destinó a las páginas de la revista infantil catalana Cavall Fort, cosecharon el aplauso del público hasta el punto de que inspiraron un concierto (Musicómic, de Antoni Tolmos). Pero su mayor éxito en la historieta fue sin duda la serie nacida en 1971 Ot el bruixot, protagonizada por un simpático brujo, que gozó de larga vida y reediciones y antologías constantes, al menos hasta el año 2014.
Como ilustrador le reclamaron desde la telecadena TV2, en los años ochenta, y de TV3, en 2010, para ilustrar temas del folclor catalán (Puff, el drac màgic, de Falsterbo). También desarrolló una amplia labor ilustrando publicaciones de pasatiempos o didácticas (Mussol, Picajocs, la Rata Savia / L’Aligot Savi, El Gripau Saberut, Memoria de Elefante, El gran libro de las siete diferencias, entre otras).
Algunos de los cómics y libros ilustrados de los que se ha ocupado en el siglo XXI fueron confesionales: La Bíblia de los niños, Francisco y Clara de Assís, Descobrim Jesús, Ignacio de Loyola y Los Salmos, La Biblia en juegos...
Escribió una autobiografía, la cual apareció bajo el título Històries d’una pensió debido a que en ella relataba sus vivencias en la pensión que abrió su madre en los años cincuenta en la localidad de Moià.