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REPUBLICA O "ESTO"

República o "esto"
 

© Andrés Vázquez de Sola y Domingo, 2004
© Foca, ediciones y distribuciones generales, S.L., 2004


Encuadernación en rústica   |    24 × 17 cm.   |    137 páginas   |    PVP: 15 €
 

Depósito legal: M. 14.693-2004
ISBN: 84-95.440-62-8
 

[ Cubierta del libro, y fotografía de De Sola, autor de la imagen. ]


LA DIGNIDAD PERDIDA, por José Luis Castro Lombilla

El contundente grabado de Goya El sueño de la razón produce monstruos podría ilustrar casi a la perfección la situación de España en el año 1936, cuando el sueño de la República produjo unos insidiosos monstruos que la destruyeron porque la razón de ese esperanzador proyecto estaba dormida, soñando un hermoso sueño de regeneración ética del país. Un sueño de limpieza mental recuperando un necesario laicismo o creando escuelas, intentando alfabetizar a la España profunda en una imposible y generosa misión pedagógica, mientras que los monstruos acechaban como perros rabiosos en la oscuridad de siniestros cuarteles y lúgubres sacristías, fieles guardianes de su coronado amo, esperando el momento para dormirla definitivamente en un sueño eterno. Años más tarde, parafraseando el cuento de Augusto Monterroso, cuando España despertó a la democracia, el dinosaurio de la monarquía todavía estaba allí.

El trágala que supuso la santa transición vino a demostrar, con la imposición de una nueva restauración monárquica, que Franco, ese hombre, a pesar de no haber podido ingresar en la Marina, dominaba el arte de hacer nudos: el gordiano con que dejó atada y bien atada la monarquía sucesoria continúa intacto.

La Segunda República no fue perfecta y ya desde sus comienzos hubo errores contra los que se alzó Ortega y Gasset con su famoso «¡No es esto, no es esto!». Hoy no caben críticas como la del filósofo madrileño por la sencilla razón de que aquella república que triunfó en las urnas, la que fue aniquilada por un vil golpe militar y una sangrienta guerra civil, no sólo no ha sido repuesta sino que se le ha relegado en aras de una cobarde sumisión a esa dinastía por la que tanta sangre española ha sido derramada. Hoy, apenas se alzan voces para reivindicar aquella forma de gobierno, y las pocas que lo hacen son anuladas por el estentóreo sonido que provocan la cómoda estupidez intelectual y la alegre estulticia con sus gritos y aplausos al paso de reales cortejos. Una de esas voces, la del veterano periodista, pintor y humorista gráfico de Cádiz, Andrés Vázquez de Sola, como contestando a Ortega, nos somete  a una contundente, interesante y necesaria disyuntiva: República o “esto”.

Este irreverente autor, que cuenta ya con más de veinte libros publicados, entre los que se encuentran el corrosivo Me cago en el Quinto Centenario, aparecido en 1988 y Letras bastardillas. ¡Mamá Constitución cumple 25 años!, con el que en 2003 celebró, a su manera, el aniversario de la «constitucioncilla», alza ahora su voz en forma de magnífico libro de caricaturas para reivindicar, «por dignidad», la Segunda República española.

República o “esto” es un testimonio satírico de aquella época con el que, a través de ciento tres excelentes caricaturas de estilo personalísimo y acompañadas de un pequeño texto, retrata los antecedentes, surgimiento y caída de la República española. Como un dios Jano de papel, este delicioso libro presenta dos caras: una, donde están muchos de los personajes que lucharon por el advenimiento de la República y su continuidad; otra, los que lo hicieron por su destrucción. Así, con un estilo minimalista, a ratos expresionista, ora fauvista, ora solanesco o cubista, vemos pasar por esta colorista galería de retratos al rey Alfonso XIII, con caballito infantil portando una espada más grande que su decencia; a Franco, pequeño hombre, gran dictador, convertido en una ridícula tortuga boca arriba; vemos al dipsómano Primo de Rivera, dictador anterior, a lomos de una enorme botella de jerez y al no menos ebrio Queipo de Llano, verdugo de Andalucía; Millán Astray; Sanjurjo; Cabanellas; Mola; el cardenal Segura… Azaña, a quien motejaban con malicia “El Verrugas”, es retratado por Vázquez de Sola limpio de ellas, como para dignificar la figura del político más representativo de la república; Dolores Ibárruri; Federica Montseny; Victoria Kent; Clara Campoamor…

Vemos escritores, filósofos y artistas comprometidos, como Rafael Alberti, de blanco marinero galopando, de pie, sobre un hermoso caballo naïf de color rojo; Federico García Lorca, resucitado victorioso saliendo del ominoso cañón de una pistola; Américo Castro; Eugenio D’Ors; Salvador de Madariaga; Antonio Machado; Juan Rejano; Picasso; Miró; Maruja Mallo; Miguel de Molina; María Zambrano; Ortega y Gasset…

El acercamiento a este retablo de personajes, un acercamiento subjetivo, responde al cumplimiento de la misión de periodista que para Vázquez de Sola consiste en «analizar el presente bajo el prisma de la historia para educar hacia el futuro». El autor se encarga también del prólogo y de un epílogo que es, según reza en la contraportada, «un grito de rebeldía contra el poder del más fuerte, siendo su opinión, aquí y ahora, que el inicio de la solución, en España, comienza con la instauración de la III República».

República o “esto” es, en definitiva, un viaje a través del tiempo en el que Vázquez de Sola nos pasea por una de las páginas más importantes de nuestra historia reciente utilizando, como infalible vehículo, su humor de clara militancia izquierdista. No es Vázquez de Sola un autor imparcial y esto confiere a su obra una sinceridad que aúna todos sus trabajos bajo un mismo signo de coherencia ideológica. Esta coherencia, esta implicación doctrinal, corrobora una biografía preñada de lucha por las libertades (en 1959 se exilió a Francia y allí publicó, en 1971, su famosa obra antifranquista El General Franquísimo).

Cuando un autor consagra de manera radical, sin medias tintas, su obra al servicio de una ideología, es justo que obtenga por ello un rédito extra de aceptación. El aplauso será mayor por cuanto la obra deja de ser un mero objeto artístico, más o menos afortunado en su realización, para pasar a ser algo más: un instrumento de combate; un catalizador de conciencias. En el caso de Andrés Vázquez de Sola, aunque la calidad indiscutible de sus caricaturas en este libro y la maestría humorística que destila toda su obra, serían elementos suficientes para hacerle entrar, en vida, en el Olimpo del humor gráfico español, el compromiso político de este autor que se confiesa “anarcomunista”, le ha añadido un valor especial con el que se ha granjeado la aclamación unánime de una determinada izquierda. Y es justo. Como justo será también señalar las contradicciones y criticarlas.

Si una obra se beneficia de la militancia para obtener el favor del público, de igual manera, en aras de una justa valoración, habrá de verse criticada si cae en absurdas incoherencias fruto de ciegos sectarismos. Si la biografía de Andrés Vázquez de Sola es inseparable de su obra; si su obra es inherente a su adscripción política, entonces, no podrá pasarse por alto, si se quiere hacer una estimación honesta de la misma, aspectos oscuros, puntos negros e injustificables de su actividad política.

En 2001, Vázquez de Sola participó en Cádiz en un homenaje póstumo a José María Sánchez Casas, asesino convicto y confeso de los GRAPO, donde dijo que éste siempre había actuado en defensa de la clase obrera. Los trabajadores de la cafetería madrileña California 47, lugar donde el terrorista puso una bomba en 1979 que mató a ocho personas e hirió a cuarenta, seguramente no opinarían lo mismo. Toda la legitimidad de un discurso artístico coherente con ideas políticas de izquierda, se pierde ante manifestaciones como ésta. En la página 44 de República o “esto”, en la glosa que acompaña la magnífica caricatura de Federico García Lorca, Vázquez de Sola dice: «...algunos pseudo-biógrafos tratan de justificar el crimen achacándolo a motivos de índole sexual, obviando el derecho de todo ser humano a vivir su vida». ¿No contrasta esta declaración con el ideario terrorista del GRAPO? ¿Qué anteojera ideológica puede cegar de esa manera para que se simpatice con posturas tan radicalmente represoras como las que se pretende combatir?

Otro aspecto que enturbia la imagen del autor como símbolo de las libertades; que hace perder credibilidad a su discurso artístico-político, es su adhesión al régimen cubano donde, entre otras conductas privadas, la homosexualidad, ese derecho «de todo ser humano a vivir su vida» que Vázquez de Sola reivindica en el retrato escrito de Lorca, es duramente reprimida por la dictadura castrista. Quizás, entre tanta literatura “revolucionaria”, no haya tenido tiempo de leer la autobiografía de Reinaldo Arenas: Antes que anochezca.

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 [ © 2005 José Luis Castro Lombilla, para Tebeosfera 050205 ]