Editorial
En la mañana del 10 de Noviembre de 1965, los periodicos de todo el mundo publicaron en primera plana, en enormes titulares, esta sorprendente noticia ; ¡Dramático apagón en Nueva York!
Suponer por un momento a una inmensa urbe víctima de los trastornos ocasionados por un inesperado apagón tal vez resulta divertido a quienes no hayan sufrido tal pavorosa calamidad.
Porque lo cierto es que aquel acontecimiento inusitado, que no ha tenido su igual, tanto por la extensión del área que cubrió como por su duración, aterrorizó a varios millones de confiados ciudadanos que habitaban el nordeste norteamericano.
Se pensó enseguida en un iminente ataque atómico, en alguna prueba ordenada por el gobierno... Pero a nadie se le ocurrió pensar que lo que realmente sucedió fué que saltaron los fusibles de la central eléctrica, y que no funcionaron los sistemas de seguridad de la misma.
¿Por qué? ¿Sucedió algo capaz de desencadenar la oleada de averías que convirtieron a Nueva York, Boston y otras populosas ciudades en autenticos manicomios?
No creemos estar en disposición de aceptar ninguna de las explicaciones dadas por las autoridades civiles. Y en cuanto a los organismos militares, las numerosas contradicciones de sus comunicados nos sumen en la mayor confusión, por que no satisfacen a nadie.
Ni a ellos mismos.
Guillermo Mendizábal Lizalde
Editor