Este nuevo episodio, ambientado en el país Qa, constituye todo un ejercicio de estilo. Los autores desarrollan dos hilos narrativos en paralelo: uno sigue al grupo que forman Kriss, Thorgal, Tjall y Aaricia en su deambular por lo más profundo de la selva tropical, y el otro se centra en Jolan y Pie-de-Árbol, ambos cautivos en la ciudad de los xinjins. La trama exige una gestión muy cuidadosa del espacio, el tiempo y la información que debe suministrarse al lector. Jean Van Hamme siempre ha reconocido que prefiere que las historias de Thorgal discurran con claridad para queno resulten cansinas. Resulta difícil creerlo, y más en este caso, ya que los acontecimientos se encabalgan y rivalizan tanto en interés como en emoción: para empezar, el bisabuelo de Jolan, en su lecho de muerte, le revela que posee el poder de modificar la materia, ya se trate de objetos inertes como de seres vivos; la jungla, siempre hostil, exacerba los celos femeninos y anima a la traición; y la apoteosis final, en la cúspide de una pirámide maya, se convierte en un homenaje a El templo del Sol, de Hergé.«Aprendí a leer muy pronto, con los álbumes de Tintín—ha reconocido Van Hamme—. ¡Ah, la evasión...! ¿Acaso había otros modos de evadirse por aquel entonces?».