Yo, Jolan bien pudiera haberse titulado Jolan, el héroe, ya que si bien el trigésimo álbum de la serie presenta dos tramas paralelas, el viaje iniciático que emprende el hijo de Thorgal actúa como hilo conductor. Toda una novedad, sin duda. Jolan afronta su destino y lo manifiesta sinrodeos, como puede verse en la penúltima viñeta de una aventura cuyo simbolismo quedó trazado al final del episodio anterior. La serie, al cambiar de guionista, incorpora a un nuevo protagonista, mucho más joven, que abandona la infancia de manera definitiva y se dispone a ingresar en lo que podría considerarse una escuela de magos, dirigida por Manthor y situada en algún lugar del Entremundo. Sin embargo, antes de llegar al castillo de su futuro maestro, Jolan debe superar cuatro pruebas y demostrar a los cuatro compañeros que se encuentra en el camino —y que también se preparan para su iniciación— que es uno de los suyos. De momento, quedaclaro que sabe coordinar a una pequeña tropa de hombres y mujeres sin recurrir a sus poderes extraordinarios, pero su aprendizaje no ha terminado: continuará en El escudo de Thor, donde todo se complicará aún más.