«Somos libres, amado mío, para viajar y descubrir el mundo. Juntos estaremos seguros». El optimismo de la joven recién casada pronto se transformará en desencanto. Tras ascender al trono del país de Arán, la muchacha se convierte en el trofeo de unas sangrientas pruebas que organizan los Bienhechores, tres ancianos manipuladores que se proclaman sumos sacerdotes del Castillo del Lago sin Fondo. Como puede imaginarse, Thorgal participa en el desafío. Sus virtudes y su férreo código de honor contrastan con la cobardía, la deslealtad y la brutalidad del resto de contendientes. Por primera vez, se encontrará con la Guardiana de las Llaves, cuyos acertijos le ayudarán a frustrar el plan que han urdido los tres ancianos. Thorgal actúa de manera impecable en este episodio clave en el que se aúnan la imaginería fantástica, cercana a la mitología noruega, y una trama cuyas paradojas temporales la convierten casi en un relato de ciencia ficción.