Una feroz tormenta sorprende a Thorgal mientras regresa a su hogar en una isla perdida del mar del Norte. Su embarcación choca con la de Tjall el Fogoso y el hijo de las estrellas acaba desarmado y sin dinero en Britania, la actual Inglaterra. Allí traba amistad con Arghum Pie-de-Árbol, el tío de Tjall, y decide participar en un torneo de arqueros cuyo premio le permitirá regresar a casa. Pero, como suele ocurrir, es más fácil decirlo que hacerlo.
El episodio, que recupera el relato de aventuras, se desarrolla en una atmósfera mucho menos opresiva que Alinoé. Nada de psicosis: acción y más acción, sobre todo cuando entra en escena Kriss de Valnor, una mercenaria «sin dioses ni leyes», a la que solo parece mover la codicia. Tan rencorosa como una hiena —el bofetón que Thorgal le propina quizá tenga alguna consecuencia—, Kriss encarna a la perfecta malvada. Además, la estancia en Britania le brindará la ocasión de tratar con algunos caledonios, antiguos escoceses, tan testarudos como los vikingos. Comienza así un largo ciclo de cinco historias que llevará a la familia Aergisson al país Qa, situado al otro extremo del océano Atlántico.